lunes, 7 de septiembre de 2015

The monuments men: salvad el patrimonio histórico de la humanidad



The Monuments Men. Robert M. Edsel. Ed PlanetadeLibros




La destrucción y el saqueo del patrimonio cultural, artístico y religioso de las naciones es una de las grandes tragedias de las guerras. Con frecuencia no se trata de  un daño colateral, sino algo provocado a conciencia, con afán de herir, humillar o incluso borrar del mapa la conciencia histórica de una nación.


Nos llegan noticias de los estragos que el Estado Islámico está provocando en monumentos de gran valor arqueológico en Siria o Irak. Tras la invasión de EEUU en 2003, el Museo Nacional de Irak en Bagdag sufrió un terrible saqueo, en el que desaparecieron cerca de quince mil obras de arte de gran valor. Una sociedad que se precia de ser civilizada no debe acostumbrarse a estos desmanes. Un atentado contra el patrimonio de la humanidad es un atentado contra el legado común, que pertenece a todos.


Robert Edsel reivindica en este libro el trabajo de protección y recuperación de obras artísticas que un pequeño grupo de expertos realizó durante la segunda guerra mundial. Es una historia real, basada en abundantes fuentes documentales escritas por sus protagonistas.


Los “hombres de los monumentos” fue un equipo de personas, algunos expertos en arte, creado por  los aliados para que acompañaran a las tropas en su avance sobre Europa, con la misión de señalar y proteger los monumentos más importantes, y encontrar las obras de arte que hubiesen sufrido saqueo. Con escasos medios, y con frecuencia a regañadientes de sus jefes militares, ese pequeño grupo de hombres consiguió salvar gran parte del legado cultural de Europa.


El autor ha tenido acceso, entre otras fuentes históricas, a la correspondencia y notas de diario de los principales personajes de aquel equipo. Por eso logra reconstruir con realismo la vida en algunos de los frentes de guerra y en los territorios que se iban liberando, especialmente en Francia, Países Bajos y Alemania.

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Anoto algunas ideas que me han parecido resaltables:

-          La percepción de los acontecimientos históricos por sus protagonistas, y su opinión sobre ellos, puede ser distinta de la nuestra. Ese es uno de los grandes retos de la historia, que no siempre respetan  algunos políticos y agitadores culturales seudointelectuales, que tratan de desorientar a los incautos juzgando a los personajes históricos desde la mentalidad actual. (18)

-          En situaciones de emergencia es cuando se descubre el valor de las personas abnegadas, que no piensan sólo en su interés personal. El general Eisenhower, en 1942, buscaba gente capaz de cumplir, “capaz de olvidarse de sí mismo y de su suerte personal. Ya he relevado a dos oficiales por no preocuparse más que de “injusticias”, “atropellos”, “prestigio”” en decisiones que parecían arrinconarles. (25)

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-          El retablo de Gante , que representa la Adoración del Cordero Místico, pintado por los hermanos Van Eyck en 1432, es una obra magistral que revolucionó la historia de la pintura por su minucioso realismo. Con él se inicia el Renacimiento en los países nórdicos. (154).

-          Un homenaje al silencio y la discreción: a menudo quienes realizan las mayores hazañas son quienes menos hablan de ellas. (166)

-          El conde von Metternich era el jefe de la Kuntchurtz, organismo de conservación cultural alemán en Paris durante la ocupación. Luchó para que los alemanes respetaran los Acuerdos Internacionales de la Convención de la Haya, y evitó saqueos caprichosos de Goebbels y Göring. Los nazis le acusaron de ser “demasiado católico” y de defender los intereses de Francia, pero en realidad era un hombre noble que no se plegó al juego nazi.(168)

-          El Tapiz de Bayeux, del siglo XI, un bordado de más de 60 metros de largo, es la descripción más detallada que se conserva acerca de la vida en la Alta Edad Media. Una reliquia religiosa, pilar de la historia cultural francesa.






viernes, 3 de octubre de 2014

Un evento inolvidable: la beatificación de Álvaro del Portillo

                 

Aquí dejo para el recuerdo una crónica de las jornadas inolvidables que miles de personas de todo el mundo, y muchos valencianos, vivimos cerca de Madrid, en Valdebebas, con motivo de la beatificación de Álvaro del Portillo, los días 27 y 28 de septiembre. Está basada en el estupendo reportaje que María José Fraile publicó en el semanario Paraula sobre el evento. 
  
Papa Francisco: “El beato Álvaro amó y sirvió a la Iglesia con un corazón despojado de interés mundano”



El 27 de septiembre ha sido beatificado en Madrid  Álvaro del Portillo, obispo, primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei y uno de los protagonistas del Concilio Vaticano II, en una ceremonia multitudinaria presidida por el delegado del Papa Francisco, el cardenal Angelo Amato, acompañado del cardenal Antonio María Rouco, arzobispo emérito de Madrid y del obispo prelado del Opus Dei, Javier Echevarría


                 



Junto a más de 200.000 fieles de más de 80 países, a la ceremonia asistieron miles de valencianos. En los momentos previos a la Santa Misa intervino Marisa López, joven ingeniero de Caminos valenciana, que junto a un universitario de Camerún presentó diversos testimonios audiovisuales sobre el impacto del ejemplo de vida cristiana de Álvaro en personas de todo el mundo. “Ha sido como un sueño. Me considero una privilegiada por haber podido estar aquí, y enormemente agradecida a don Álvaro: la Iglesia nos lo propone como ejemplo de que en el cumplimiento cabal de las obligaciones de cada día podemos y debemos ser santos. Esa idea me ha hecho descubrir el sentido de muchas cosas por las que he pasado y que ahora veo de otra manera: es como si don Álvaro me estuviera diciendo: todo viene de la mano de Dios.” Marisa tiene una simpática y conmovedora historia de conversión de su novio, Jordi



      Marisa López, valenciana ingeniero de Caminos como don Álvaro, introdujo la ceremonia


El mensaje del Papa Francisco abrió la ceremonia



La ceremonia comenzó con la lectura por parte del vicario general del Opus Dei, Fernando Ocáriz, del mensaje enviado por el Papa Francisco. El Santo Padre destacó que “el beato Álvaro del Portillo nos enseña que la sencillez y la vida ordinaria son camino seguro de santidad” y recordó que “recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres” (mensaje completo en: www.alvarodelportillo.org )




Tras la fórmula solemne de beatificación pronunciada por el Cardenal Amato, fue descubierta la imagen del nuevo beato cuya fiesta se celebrará el 12 de mayo en las diócesis que la Santa Sede determine.


Otro momento importante fue el traslado al altar de las reliquias de Álvaro del Portillo, portadas por la familia Ureta Wilson, cuyo hijo José Ignacio fue curado milagrosamente por intercesión del nuevo beato.



                
                              Una participación multitudinaria e internacional



La universalidad de la figura del nuevo beato ha quedado de manifiesto por la presencia de miles de fieles de más de ochenta países. En la ceremonia han concelebrado 17 cardenales y 170 obispos de todo el mundo, entre ellos los arzobispos entrante y saliente de Valencia, Antonio Cañizares y Carlos Osoro.



Entre las primeras filas se encontraban más de 200 personas con algún tipo de discapacidad y representantes de las numerosas iniciativas sociales promovidas por el nuevo beato, especialmente en África y Latinoamérica.



Una fiesta de la Iglesia universal



1.600 autobuses y un servicio de bus lanzadera desde las estaciones del Metro condujeron, desde primera hora de la mañana, a más de 200.000 personas que llenaron 185.000 metros cuadrados de Valdebebas. Allí pudieron esperar la ceremonia viendo una programación audiovisual en las 26 pantallas gigantes habilitadas y preparándose espiritualmente rezando en las 13 capillas instaladas o recibiendo el sacramento del perdón en alguno de los 80 confesonarios repartidos por el recinto.



La homilía  destacó su fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al Papa



En su homilía, el cardenal Amato realizó un perfil de algunas virtudes que el nuevo beato “vivió de modo heroico”, como su “fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al Magisterio del Papa”.  Álvaro del Portillo –explicó el cardenal- “huía de todo personalismo, porque transmitía la verdad del Evangelio, no sus propias opiniones”. Entre otras cosas, “destacaba por la prudencia y rectitud al valorar los sucesos y las personas; la justicia para respetar el honor y la libertad de los demás”.



Según el cardenal Amato, “el beato Álvaro del Portillo, nos invita hoy a vivir una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la tierra”. 



La numerosa participación de los fieles se caracterizó por la piedad y la alegría de los cantos acompañando al coro de 200 voces de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, que actuó reforzado por el coro de la parroquia de san Josemaría de Valencia. Para distribuir la comunión, 1200 sacerdotes se repartieron por todo el recinto.



Mons. Echevarría: una súplica especial por quienes sufren la persecución a causa de la fe



Al finalizar la celebración, Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, dirigió unas palabras de agradecimiento a Dios, a la Iglesia y al Papa Francisco, al Papa emérito Benedicto XVI, a los cardenales Amato y Rouco, y a la Archidiócesis de Madrid, así como al coro, a los voluntarios y a los medios de comunicación, que han hecho posible que la ceremonia se haya seguido en televisiones de todo el mundo.



El prelado añadió: “La elevación a los altares de Álvaro del Portillo nos recuerda de nuevo la llamada universal a la santidad, proclamada con gran fuerza por el Concilio Vaticano II”. Y también se refirió al “gozo de san Josemaría Escrivá de Balaguer, al ver que este hijo suyo fidelísimo ha sido propuesto como intercesor y ejemplo a todos los fieles”.



Mons. Echevarría pidió a los presentes una súplica especial “por las hermanas y los hermanos nuestros que, en diversas partes del mundo, sufren persecución e incluso martirio a causa de la fe”.



Al terminar la ceremonia, los más de 3.500 jóvenes voluntarios de diversos países ayudaron a los asistentes a despedirse de Valdebebas y volver hacia Madrid. 





Tere Alcayde, médico pediatra, que asistió con su marido y sus hijos, comenta que le impactaron varios consejos de la homilía del  prelado del Opus Dei: “hacer que todos los días mi hogar sea luminoso y alegre, con mucho ánimo”, comenta. “Y también ser agradecidos, hacer buen uso de los dones recibidos, como hizo el beato Álvaro. Y que la fe es un don para compartir con los demás. Ha sido como una conversión personal, y nos vinimos con las pilas cargadas”. Su marido, Juansa, añade que “titularía lo vivido como un fin de semana de fe que inundó Valdebebas. A mí me ha impactado la sencillez y humildad con que don Álvaro hizo tantas cosas tan grandes en servicio de Dios por todo el mundo”. 


                                          Tere y Juansa con su familia




Álvaro del Portillo es para mí la imagen de un hombre bueno y fiel, y es una maravilla comprobar cómo una persona buena y santa es capaz de convocar a tantas personas de todo el mundo en un ambiente de familia y de fiesta espiritual. Aquí se palpa la   universalidad   de la Iglesia.  Yo le estoy muy agradecido por su ejemplo”, dice Ignacio Gil, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, que acudió con varios amigos.




Carlos y Mapi coincidieron con una familia nigeriana de 9 hijos, y les impresionó cómo viven la fe católica en un ambiente nada fácil. También les emocionó estar junto al niño chileno del milagro: “Verle allí tan simpático y sonriente me puso los pelos de punta.” Y añade que “hemos vivido una gran fiesta de toda la Iglesia que nos ha recargado la batería para seguir luchando por vivir santamente el día a día”.

   
Chimo Lleó, director del Colegio Mayor Universitario de la Alameda, acudió con 40 voluntarios, alumnos de muchas carreras de todas las universidades de Valencia: Poli, Literaria, CEU y Católica. “Estuvimos dos días preparándonos (cursos de primeros auxilios, prevención de riesgos, etc). El viernes tuvimos un ensayo general y estuvimos terminando de poner vallas y repartir material en Valdebebas. El sábado y domingo fueron los días fuertes: nos tuvimos que levantar a las 4:00 am. Nadie protestó y eso que estuvimos los dos días desde esa hora hasta las 15:00 sin parar de trabajar. Algunos ni desayunaron apenas ni pudieron tomar nada. Pero todo el mundo feliz de ver que su esfuerzo había servido para que la gente se marchara feliz.”



“Sorprendió a todos la cantidad de personas distintas que hubo que atender: jóvenes, viejos, personas enfermas, matrimonios jóvenes, religiosos, etc. Todos muy contentos. Y luego estaba también la diversidad de procedencias que obligó a todos a sacar los mejores conocimientos de idiomas de cada uno: personas de Japón, Polonia, Eslovenia, Francia, Irlanda, Guatemala, México, Congo, Portugal, Palestina, Argentina, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Rusia, Corea, Nigeria, etc. De todas las razas imaginables. Estuvimos con unos de Finlandia en cuyo grupo venía un pastor luterano con su mujer con una gran ilusión por estar presente en la ceremonia.”



Añade que “el ambiente de piedad era tal que en nuestra zona cuando llegó el momento de la consagración hasta los agentes de seguridad dejaron sus conversaciones e incluso se dieron la paz entre ellos cuando llego el momento de hacerlo.”




                                  

                              Pablo Piñas, voluntario del Colegio Mayor Universitario de la Alameda

El 28 de septiembre se celebró  la Misa de acción de gracias por la beatificación. Ha tenido lugar en las mismas calles de Valdebebas donde ayer se reunieron más de 200.000 asistentes a la beatificación. Muchos de ellos volvieron a sus hogares en el mismo día para abaratar el viaje, pero hoy todavía asistieron varias decenas de miles de personas.


Al inicio de la ceremonia durante el Ángelus, el Papa Francisco desde Roma ha recordado la beatificación que tuvo lugar ayer en Madrid y ha pedido que “el ejemplar testimonio cristiano y sacerdotal del obispo Álvaro del Portillo suscite en muchos el deseo de unirse siempre más a Cristo y al Evangelio”.


Oración por las familias de todo el mundo unidos al Papa Francisco

Andrés Gil y Mamen con sus cinco hijos

Ante una asistencia formada por familias de diversos países el prelado del Opus Dei les dedicó buena parte de su homilía. Lo hizo recordando la petición del Papa Francisco de rezar por la celebración de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a la familia: “En este día, que el Santo Padre Francisco dedica a la oración por la familia, nos unimos a las súplicas de toda la Iglesia por esa comunión de amor, esa escuela del Evangelio que es la familia”.


Mons. Echevarría se dirigió a las familias para decirles: “el Señor os ama, el Señor se halla presente en vuestro matrimonio, imagen del amor de Cristo por su Iglesia. Sé que muchos de vosotros os dedicáis generosamente a apoyar a otros matrimonios en su camino de fidelidad, a ayudar a muchos otros hogares a ir adelante en un contexto social muchas veces difícil y hasta hostil. ¡Ánimo! Vuestra labor de testimonio y de evangelización es necesario para el mundo entero”.


También quiso agradecerles: “Ahora, damos gracias también a todos los padres y madres de familia que están aquí reunidos, y a todos los que se ocupan de los niños, de los ancianos, de los enfermos.”


La muchedumbre de estos días testimonia la fecundidad de la vida de Álvaro del Portillo

El Prelado comenzó su homilía refiriéndose a la ceremonia de beatificación celebrada el día anterior: “La muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida de don Álvaro”. Explicó que “no era propiamente una muchedumbre sino una reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo. Este mismo amor también se hace más fuerte hoy en la Eucaristía, en esta Misa de acción de gracias por la beatificación del queridísimo don Álvaro, Obispo, Prelado del Opus Dei”.

Álvaro del Portillo transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados

Durante la Misa de acción de gracias, Mons. Echevarría explicó que “mirando la vida santa de don Álvaro, descubrimos la mano de Dios, la gracia del Espíritu Santo, el don de un amor que nos transforma”. El prelado animó a que “los demás descubran en mi vivir la bondad de Dios, como ocurrió en el caminar diario de don Álvaro: ya en este Madrid tan querido, transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados”.

En continuidad con ese espíritu solidario, las colectas de las misas de ayer y hoy se destinarán a cuatro proyectos sociales que comenzó el nuevo beato 


-La construcción de un pabellón materno-infantil en el Niger Foundation Hospital and Diagnostic Centre, en Nigeria, que favorecerá la atención de 12.000 consultas anuales.


-Un programa para erradicar la malnutrición infantil en Bingerville (Costa de Marfil), que se destinará a 5.000 beneficiarios directos.


-Cuatro ambulatorios en el área periférica de Kinshasa (República Democrática del Congo), desde los que se ofrecerá asistencia sanitaria a 10.000 niños al año.


-Becas para la formación de sacerdotes africanos en Roma.




Son algunos de los proyectos que promueve la ONG Harambee en 2014.

Al terminar la ceremonia los 3.500 jóvenes voluntarios colaboraron en la recogida de los materiales empleados para la ceremonia y en la limpieza de las calles.

Este simpático video de dos minutos de Juan Ezraty manifiesta bien el ambiente de alegría, agradecimiento y universalidad que se vivió esos días en Valdebebas:















lunes, 8 de septiembre de 2014

La columna de hierro. Una gran novela sobre la vida de Cicerón


 
                                                        

La columna de hierro. Taylor Caldwell. Ed. Maeva 



Biografía  novelada de Marco Tulio Cicerón. Nacido en  el año 106 y muerto en el 46 antes de Cristo, vivió en momentos de esplendor del  Imperio Romano, cuando mentes lúcidas como la suya ya intuían su inevitable declive,  a causa de la ambición y corrupción de la clase dirigente. 


Antes de comenzar a redactar el libro, Taylor Caldwell realizó junto a su marido un gran trabajo de documentación, que comenzó en 1947 con la traducción de todas las obras y correspondencia de Cicerón, conservadas en el Archivo Vaticano. Empleó después  un total de siete años en la redacción del libro, que iba acompañada de un arduo trabajo de investigación  para recrear con detalle la vida y costumbres de la época. 


Taylor ve un terrible paralelismo entre  la historia de la República Romana y la de los Estados Unidos de América (y de todo  el Occidente contemporáneo, podríamos añadir).   El menosprecio  de las naciones a las normas establecidas en la Pax Romana, que pretendía  un  gobierno mundial conciliador, le parece muy similar al desprecio actual  a la letra de la Carta de las Naciones Unidas. Cicerón lo advirtió, con frase de Aristóteles: “Las naciones que ignoran la Historia están condenadas a repetir sus tragedias”.  

Fue el mejor jurista y abogado de Roma. Sus dotes oratorias, bien cultivadas durante años, eran espectaculares, con un enorme poder de seducción. Sus famosos discursos contra Catilina, verdaderas arengas a favor de la libertad,  están construidos con tal perfección que podría repetirlos  un político actual.  “La libertad no significa aprovecharse de las leyes con intención de destruirlas. No es libertad la que permite que el caballo de Troya sea metido dentro de nuestras murallas y que los que vienen dentro sean oídos con el pretexto de la tolerancia”. 

 

Destacó además como escritor, poeta, filósofo, moralista y político. Introdujo en Roma la savia de la filosofía griega. En un mundo en que no estaba de moda la moral, trató siempre de interrogarse acerca de  la bondad o maldad de los actos humanos, y especialmente de los actos de los políticos, que deberían trabajar a favor del pueblo y tantas veces lo utilizan para su propio provecho personal, con una retórica manipuladora y disfrazada de palabras de democracia. 


Defendió que los derechos de los hombres están por encima de los del Estado, que la libertad nunca debería ser amenazada por leyes perversas. Denunció y desafió a los dictadores y el ansia de poder de los hombres malvados que se hacen con los recursos del Estado.  Murió asesinado precisamente por orden del  Estado, durante el triunvirato de Marco Antonio, Octavio y Lépido. Los poderosos no soportaban sus alegatos acerca de la necesidad de que el poder respete la ley: “El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición”.  


El diálogo con la pragmática Terencia, su mujer, refleja el dilema de todo hombre honrado, que prefiere mantenerse alejado de una política en la que sólo suelen triunfar los más astutos o los que compran cargos: “La virtud, las dotes de mando o la capacidad son cualidades que no cuentan para nada. Si sólo se hubiera de elegir a hombres virtuosos y capaces, seguro que la mitad o más de los cargos de Roma quedarían vacantes” (505). Denunció a los “políticos que retuercen la verdad sobre sus adversarios y trabajan por difundir falsedades acusatorias hasta convertir al inocente en culpable a los ojos del pueblo” (714): nihil novum sub sole!


Pero una frase de Pericles pone el dilema en su punto justo: “No decimos que el hombre que no se interesa por la política se ocupa tan sólo de sus propios asuntos. Lo que afirmamos es que no tiene nada que hacer en este mundo”. (148) La política precisa de personas honradas, dispuestas a sufrir si llega el caso el odio y la ingratitud de las masas, manipuladas con tesón y constancia precisamente por quienes sólo buscan en la política su propio provecho. (703)


Sus tratados sobre los deberes para con Dios y para con la patria, especialmente De Republica, continúan siendo citados dos mil años después de ser escritos. Igualmente famosas son sus cartas a Ático, su editor, quien supo valorar la calidad de sus textos: “edades  aún por nacer serán las receptoras de tu sabiduría y todo lo que has dicho y escrito  será una advertencia para naciones aún desconocidas”.  


También se conserva una amplia correspondencia con  Julio César, gran amigo desde la infancia, aunque siempre hubo entre ellos una relación de amor y odio. Cicerón conocía bien a César y no se fiaba de sus intenciones. Sabía que era un trepador. César dijo de él con su cinismo habitual: “Siempre querré a mi pobre Marco (Tulio Cicerón), que jamás cesó de buscar la virtud, sin comprender que no existe en este mundo”.


El ansia del Dios verdadero, patente en la obra de Cicerón, está muy bien reflejada en el libro.  Cicerón conoció el judaísmo y las profecías de la Sagrada Escritura acerca de la venida del Redentor del mundo. Sus escritos revelan que participó de la gran expectación universal que estremeció en su época a  hombres justos de todas las naciones. Sentían próximo el Nacimiento de un Salvador que devolvería al mundo su inocencia original, y rezaban al Dios desconocido que liberaría a la humanidad  de la tiranía del mal y del pecado.  “Ha sido prometido a todos los hombres que tienen oídos para oír y alma para comprender” (725). 


Conocía el texto de Sócrates: “A los hombres les nacerá el Divino, el Perfecto, que curará nuestras heridas, que elevará nuestras almas, que encaminará nuestros pies por el sendero iluminado que conduce a Dios y a la sabiduría, que aliviará nuestras penas y las compartirá con nosotros, que llorará con el hombre y conocerá al hombre en su carne, que nos devolverá lo que hemos perdido y alzará nuestros párpados de modo que podamos ver de nuevo la visión”. (420) 


La lectura del libro de Job le deslumbra. “El hombre no ha sido creado para que se compadezca de sí mismo ante el Eterno y se describa como un ser débil. Fue creado para que él mismo llegara a ser uno de los dioses. El hombre debería pasarse la vida agradeciendo el don no merecido del alma y el cuerpo, de contemplar los tesoros que le rodean aunque fuera solo mortal. Pero Dios nos ha prometido una vida inmortal”. (473) No lo llegó a conocer, pero el gran acontecimiento, el Nacimiento del Mesías esperado,  sucedió al término de sus días. 


La obra de Taylor C. aporta conocimientos históricos muy de agradecer por los no especialistas.  La contextualización y recreación de la vida en la Roma de la época está muy lograda. Sorprende por ejemplo  conocer  que hace más de  dos mil años Roma ya disponía de periódicos diarios (tres, rivales entre sí) y que eran utilizados para difundir propaganda, también política.  Julio César fue uno de sus columnistas más destacados. 


Contiene  elementos muy válidos para aprender a juzgar sobre  la sinceridad de las palabras y gestos de quienes viven en o de la política. Sin duda Caldwell  escribe pensando en los males de nuestra época, pero es respetuosa con el mensaje de Cicerón: “El político que promete puede estar seguro siempre de contar con entusiastas seguidores”. Lacras de la vida pública como el recurso al halago del pueblo y a la mentira no son de ahora. Y el riesgo que acecha siempre al político honrado, que sufre incomprensión y  es puesto bajo sospecha  cuando  sólo intenta hacer el bien: “Los hombres, antes que creer la verdad, prefieren pensar mal de los otros hombres”. (697)


Junto a textos que hacen pensar, abundan también  las ideas que cautivan y llenan de esperanza. Así, el momento en que  Cicerón recita una poesía de Lucrecio a unos conocidos (“todo fluye, nada permanece…”) y de pronto surge en su interior la visión de una evidencia: no tiene sentido su angustia ante la lenta agonía de Roma. Puede morir Roma, como han muerto otras muchas civilizaciones. Pero Dios permanece, permanecen sus planes hacia la humanidad. Y por eso la irremediable ruina de Roma no debe ser motivo para dejar de luchar contra el mal, porque los que luchan contra el mal son los soldados de Dios, que permanece y vive siempre. Los impíos mueren, pero el hombre persiste. (437)


Parece que Cicerón no acertó en sus dos matrimonios. Su retrato de la mujer terrible refleja una dura experiencia propia: “Meterá las narices en todos tus asuntos, te dará consejos y te hará reconvenciones si no los sigues. Sabrá todo lo que haces. Es dominante y tacaña y ella decidirá quiénes han de ser tus amigos. Vuestros hijos serán de ella y no tuyos. Serás un verdadero esclavo de sus caprichos y pronto te convencerá de que estás loco”. (485) 


En suma: una obra valiosa, de lectura grata y enriquecedora. Vale la pena.

lunes, 25 de agosto de 2014

Nubosidad variable. Comunicar, un problema esencialmente humano


 
 Nubosidad variable. Carmen Martin Gaite
Nubosidad variable 


Dos amigas se reencuentran después de años de separación a causa de  agravios y malentendidos. Y entonces comienzan a escribirse largas cartas en las que afloran las amarguras y traspiés de sus años de separación, hilvanadas con recuerdos de los años felices en la escuela.

Escrito con maestría, con momentos llenos de encanto y mucha gracia a pesar de las situaciones dolorosas, es una buena muestra de la sicología femenina. Quizá adolece de una perspectiva demasiado introspectiva, llena de subjetivismo y falta de sentido trascendente en los personajes.

Quizá el fondo de la novela es un tema eminentemente humano: la necesidad de comunicación. ¡Cuántas desavenencias son fruto de malentendidos que crecen a causa de nuestro silencio! El amor propio, herido por agravios reales o imaginarios, nos encierra en un amargo mutismo.

Hablar de lo que enfada, preguntar con sencillez el porqué de conductas que aparentan desdén, decir con sinceridad lo que nos hiere,  dar a conocer con transparencia los propios sentimientos a los seres queridos.  Hablar, comunicarse: ese es el modo de evitar  rupturas,  antes de que se agríen y envenenen las relaciones a causa de falsas suposiciones.

La necesidad de comunicación atañe al ser mismo de la persona. Por eso es un tema clásico en los buenos autores. Ver por ejemplo, entre los títulos comentados aquí, Donde el corazón te lleve, de Susana Tamaro. O En lugar seguro, de Wallace Stegner.

De otro modo, más informal y divertido, lo he visto tratado en la película Last Holiday (Las últimas vacaciones). La protagonista es una simpática pero inhibida dependienta. Al llegar al momento trascendental de su vida se da cuenta de que hablar, expresar lo que llevamos dentro,  lo que nos gusta o disgusta de quienes tenemos cerca, es una necesidad vital, para uno mismo y para todos. Y declara: “Malgasté gran parte de mi vida estando en silencio”. 


Y se produce la metamorfosis: la inhibida dependienta comienza  a decir las verdades a quien se le pone delante. Y entonces sucede algo sorprendente: la comunicación sincera genera confianza, atrae. Incluso cuando contiene verdades que duelen es un modo de manifestar a los demás que les queremos, que deseamos su bien. Y lejos de distanciar, esa sinceridad estrecha lazos. Y nos hace, a nosotros y a los demás, mejores.

Un dato más a favor de Last Holiday: la protagonista reza, se comunica con Dios, habla honda y a veces desgarradamente con Él. Con palabras sencillas y normales, con una canción, a veces sólo con una pregunta (¿Por qué?), o incluso sólo un guiño simpático dirigido a Quien no sólo le escucha, sino que le sigue hasta en los más pequeños pensamientos.  Comunicación de la mejor clase: en esa sí que no debemos fallar.