La comedia
humana. William Saroyan
Ithaca, California, 1942. Los Macauley (viuda y cuatro
hermanos: Marcus, que acaba de salir para la guerra con apenas 18 años; Bess,
Homer –protagonista, que con 14 años tiene que trabajar repartiendo telegramas
para sostener a la familia- y el simpático Ulyses, de apenas 4 años, que está
descubriendo el mundo) son una familia llena de nobleza y valores, cuyo padre
trabajó abnegadamente por hacerla feliz dentro de su pobreza.
Lo absurdo de la guerra queda magistralmente reflejado en
esta novela que se lee de un tirón, con el alma conmovida.
Es antológica la escena del tren repleto de soldados que
parten a la guerra. Marcus habla con orgullo de su padre, ya fallecido, y del
resto de su familia a su nuevo amigo Tobey, criado en un orfanato. Marcus dice
a Tobey que desde ese momento su familia será la suya.
Y los verdaderos sentimientos de los soldados afloran cuando
todos se unen a la canción: Leaning on the
Everlasting Arms:
What a fellowship, what a joy divine,
Leaning on the everlasting arms;
What a blessedness, what a peace in mine,
Leaning on the everlasting arms.
Leaning, leaning, safe and secure from all alarms;
Leaning, leaning, leaning on the everlasting arms.
La buena gente no muere nunca, dice a Marcus el jefe de
la oficina de telégrafos: el cuerpo se va, pero de alguna manera permanecen
siempre entre nosotros, como ha permanecido su buen padre. Los encontramos cada
día en cualquier sitio donde estemos. Marcus es un buen hombre, y por eso no
puede morir.
Acabada la guerra, la familia Macauley acoge con serena
entereza, llena de humanidad, a Tobey, el amigo de Marcus.
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