Esta sesión del catedrático de medicina Iokin de Irala complementa perfectamente la anterior de Rafael Lafuente. La nobleza y dignidad del ser humano radica en su ser no sólo carne, sino también espíritu. Alma y cuerpo en perfecta unidad, indisociables, permiten a la persona alcanzar las cotas más altas de la felicidad cuando se dan juntas al ser amado. Por eso es posible abrazar el alma del amado cuando se le abraza con un cuerpo realmente enamorado.
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