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jueves, 18 de agosto de 2016

El trabajo intelectual








El trabajo intelectual. Jean Guitton. Ed. Rialp





El filósofo francés Jean Guitton escribió este libro para “ayudar en su  trabajo a quienes no han renunciado a leer, escribir y pensar.” 


Recoge experiencias enriquecedoras sobre el trabajo de quienes, como escritores y periodistas, deben enfrentarse cada día al arte de expresar con  palabras certeras las realidades materiales o espirituales que contemplan, de argumentar con un hilo lógico, inteligible a los demás,  los porqués de sus posicionamientos vitales.



Escrito en 1951, el libro transmite una sabiduría que no ha perdido vigencia. A pesar de los cambios en la metodología práctica (los ordenadores han revolucionado los sistemas de documentación o de obtención de fichas, por ejemplo) hay ideas de fondo que no cambian en el insustituible trabajo de la mente.


Se trata de “consejos para los que estudian y escriben”, algunos tan sencillos y prácticos como la importancia del cuaderno de notas para el escritor: “Si nos limitáramos, como Alphonse Daudet, a no dejar escapar nada de lo que vemos, tendríamos material para varias novelas…”


Aporta ideas sobre temas básicos, que viene bien contrastar con las pautas de trabajo personales, para descubrir aspectos mejorables: sobre la preparación próxima y remota de una conferencia o artículo; la necesidad de la lectura como enriquecimiento espiritual; cómo aprovechar el tiempo de descanso; cómo lograr orden y rigor en los pensamientos; el valor acrisolador del esfuerzo y la fatiga; saber aprender de los grandes escritores, transcribiendo sus textos para que la mente aprenda el ritmo de construcción de frases y el estilo…


Resumo algunas notas ni textuales ni exhaustivas.

-El trabajo en equipo permite escapar de la angustia y orgullo de la soledad.

-Argumentar con solidez. Muchos aprecian la libertad de opinión sólo porque se evitan responder de sus pensamientos en su propia carne.

-El estudio del Derecho en la juventud da sentido cívico.

-Motivación: enfrentar los estudios con el ánimo de emplearlos como arma para vencer el mal por el bien (San Josemaría empleaba una frase similar: se trata de fomentar el deseo de prepararse mediante el estudio para hacer una gran siembra de paz y bien en el mundo, para “ahogar el mal en abundancia de bien”).

-Escoger y persistir es la primera regla de la voluntad. No ser veletas ni inconstantes.

-Trabajar con la mente significa calidad de la atención. Lo más agotador para la mente es la incertidumbre y la dispersión. (Esa atención tan dispersa hoy por los dispositivos móviles…)

-Concentrar la atención en los nudos del problema. No atacar a la masa informe, sino a los puntos clave, saber desechar algunas cosas, no intentar comprenderlo todo, agarrarse a un punto esencial y darle vueltas…

-O trabajo intenso o descanso total: no puntos medios.

-Descubrir las mejores horas de nuestra atención y hacer girar nuestro trabajo alrededor de esas horas sagradas, revolucionando el horario y sin dejarnos atrapar en ellas por lo estúpido de este mundo.

-El equívoco de “esperar a lo propicio”. Los grandes hombres lo han sido casi siempre no a causa de las circunstancias que les rodeaban, sino a pesar de ellas.

-Fomentar el aprecio al silencio, necesario para el acercamiento a la verdad. El estudio requiere ese ambiente propicio a la atenta contemplación de la verdad. A menudo se ha observado el parecido entre la atención y la oración. Todo hombre es religioso en la medida que es capaz de atención y de silencio.

-Cómo han de ser las notas de nuestro fichero: pocas, significativas, dinámicas, adaptables, con palabras clave (“etiquetas”) para localizarlas, con fecha…

-Tener fichas “comodín”, las más importantes, que sirvan para muchos temas, con una señalización especial que sirva para localizarlas pronto (punto rojo, o similar)

-La mejor clasificación es la que permite encontrar antes una ficha.

-Componer una frase es acercarse a la verdad. No se trata de edulcorar para que quede bonito, ni de retorcer para que sirva a intereses particulares. Se trata de describir la realidad del modo más certero y breve que resulte posible. (Esa definición tan sufrida del periodista como “notario de la verdad”…)

-Leer en voz alta la frase que se acaba de escribir: si es bella nos acerca a la verdad, del mismo modo que la verdad se manifiesta naturalmente en la belleza.

-Ser uno mismo. Triunfar consiste en acostumbrar a la gente a nuestros defectos, y en el mejor de los casos hacérselos desear como un alcohol. Los comerciantes -dice Jean Guitton- se equivocan al preocuparse porque hablan mal. No se les pide más que ser ellos mismos delante de nosotros. Lo que no perdona el público es la falta de naturalidad: os perdona vuestros defectos, con tal de que no tratéis de ocultarlos. Hablar como se es.

-En la sociedad de los hombres la cortesía aconseja mantener largo tiempo una conversación sin interrogar ni revelar.

-Al redactar, usar primero el “yo”: obliga a comprometerse, después se puede despersonalizar y pasar al “se”.

-Lo principal: darse alegría en el trabajo.

    Sobre el rigor intelectual y el amor a la verdad es interesante también El amor a la sabiduría, de Étienne Gilson.






lunes, 7 de septiembre de 2015

The monuments men: salvad el patrimonio histórico de la humanidad



The Monuments Men. Robert M. Edsel. Ed PlanetadeLibros




La destrucción y el saqueo del patrimonio cultural, artístico y religioso de las naciones es una de las grandes tragedias de las guerras. Con frecuencia no se trata de  un daño colateral, sino algo provocado a conciencia, con afán de herir, humillar o incluso borrar del mapa la conciencia histórica de una nación.


Nos llegan noticias de los estragos que el Estado Islámico está provocando en monumentos de gran valor arqueológico en Siria o Irak. Tras la invasión de EEUU en 2003, el Museo Nacional de Irak en Bagdag sufrió un terrible saqueo, en el que desaparecieron cerca de quince mil obras de arte de gran valor. Una sociedad que se precia de ser civilizada no debe acostumbrarse a estos desmanes. Un atentado contra el patrimonio de la humanidad es un atentado contra el legado común, que pertenece a todos.


Robert Edsel reivindica en este libro el trabajo de protección y recuperación de obras artísticas que un pequeño grupo de expertos realizó durante la segunda guerra mundial. Es una historia real, basada en abundantes fuentes documentales escritas por sus protagonistas.


Los “hombres de los monumentos” fue un equipo de personas, algunos expertos en arte, creado por  los aliados para que acompañaran a las tropas en su avance sobre Europa, con la misión de señalar y proteger los monumentos más importantes, y encontrar las obras de arte que hubiesen sufrido saqueo. Con escasos medios, y con frecuencia a regañadientes de sus jefes militares, ese pequeño grupo de hombres consiguió salvar gran parte del legado cultural de Europa.


El autor ha tenido acceso, entre otras fuentes históricas, a la correspondencia y notas de diario de los principales personajes de aquel equipo. Por eso logra reconstruir con realismo la vida en algunos de los frentes de guerra y en los territorios que se iban liberando, especialmente en Francia, Países Bajos y Alemania.

*

Anoto algunas ideas que me han parecido resaltables:

-          La percepción de los acontecimientos históricos por sus protagonistas, y su opinión sobre ellos, puede ser distinta de la nuestra. Ese es uno de los grandes retos de la historia, que no siempre respetan  algunos políticos y agitadores culturales seudointelectuales, que tratan de desorientar a los incautos juzgando a los personajes históricos desde la mentalidad actual. (18)

-          En situaciones de emergencia es cuando se descubre el valor de las personas abnegadas, que no piensan sólo en su interés personal. El general Eisenhower, en 1942, buscaba gente capaz de cumplir, “capaz de olvidarse de sí mismo y de su suerte personal. Ya he relevado a dos oficiales por no preocuparse más que de “injusticias”, “atropellos”, “prestigio”” en decisiones que parecían arrinconarles. (25)

- 
-          El retablo de Gante , que representa la Adoración del Cordero Místico, pintado por los hermanos Van Eyck en 1432, es una obra magistral que revolucionó la historia de la pintura por su minucioso realismo. Con él se inicia el Renacimiento en los países nórdicos. (154).

-          Un homenaje al silencio y la discreción: a menudo quienes realizan las mayores hazañas son quienes menos hablan de ellas. (166)

-          El conde von Metternich era el jefe de la Kuntchurtz, organismo de conservación cultural alemán en Paris durante la ocupación. Luchó para que los alemanes respetaran los Acuerdos Internacionales de la Convención de la Haya, y evitó saqueos caprichosos de Goebbels y Göring. Los nazis le acusaron de ser “demasiado católico” y de defender los intereses de Francia, pero en realidad era un hombre noble que no se plegó al juego nazi.(168)

-          El Tapiz de Bayeux, del siglo XI, un bordado de más de 60 metros de largo, es la descripción más detallada que se conserva acerca de la vida en la Alta Edad Media. Una reliquia religiosa, pilar de la historia cultural francesa.