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lunes, 8 de marzo de 2021

Sé lo que estás pensando

 


Sé lo que estás pensando. John Verdon. Ed. Roca

 

Una novela policíaca que engancha, primera de la serie iniciada por Verdon con David Gurney como protagonista. A esta siguieron otras, la última El ángel negro, publicada en noviembre de 2020.

 

Un detective jubilado atiende la petición de ayuda de un antiguo compañero de estudios que está recibiendo unas misteriosas cartas amenazadoras. La pasión por su trabajo de detective le lleva a aceptar ayudarle.

 

Bien descritas las conductas psicológicas de los diversos personajes, especialmente las relaciones del policía con Madeleine, su esposa, y sus hijos, a los que no siempre ha sabido prestar la atención que hubiera sido necesaria. Madeleine es una mujer fuerte, en la que el policía encuentra apoyo para su vulnerabilidad. Y es una mujer inteligente, honesta e intuitiva, cualidades que la acaban convirtiendo en coprotagonista de la narración.

 

Como el propio Verdon ha explicado, en sus libros afronta cuestiones como la empatía, la culpa, la responsabilidad de los padres, o el daño que producen en las personas las “narrativas falsas”, es decir, el mentir con objeto de “tener más”, que acaba convirtiéndose en un terrible “ser menos”.

 

Verdon, que antes de jubilarse se había dedicado a la escritura publicitaria, comenzó a interarse por la novela policíaca gracias a su afición a las obras de Conan Doyle y otros clásicos de la novela negra y de misterio.

 

Las historias de detectives, ha declarado, son su género favorito porque tienen una orientación esencialmente moral: “no solo porque el bueno gana, sino porque la estructura de la forma tiende a valorar la objetividad por encima de la conveniencia, y la verdad por encima de la ganancia personal.

 

Describe a su personaje como “un detective cuyo apego a lo que es bueno crea toda la emoción, todas las recompensas y la mayoría de los problemas de su vida. David Gurney es un genio cuando se trata de lidiar con maníacos y asesinos, pero no tan bueno cuando se trata de lidiar con su esposa e hijo. Es un policía fantástico con una trágica sensación de su propia ineptitud como ser humano. Creo que este tipo de personaje central ayuda a que la historia se convierta en muchas cosas para muchas personas.”

 

Pienso que ese contraste, efectivamente, convierte a la novela en algo más que un buen entretenimiento. Tiene la facultad de despertar emociones y deseos de mejora en nuestras relaciones con los demás.

 

 

jueves, 28 de enero de 2021

Lo que no podemos ignorar

 


Lo que no podemos ignorar. Una guía. J. Budziszewski. Ed Rialp

 

¿Qué sabemos acerca de lo bueno y lo malo, cómo conocemos la ley natural, esas verdades morales comunes que todos deberíamos seguir? A esas preguntas necesarias trata de responder el autor en este libro.

 

Profesor de filosofía en la Universidad de Texas y especialista en filosofía política, Budziszewski procede del ateísmo. Su trayectoria intelectual y vital le llevó a la conversión al cristianismo y en el año 2004 fue admitido en la Iglesia Católica. Es autor de numerosos libros de su especialidad y sobre la fe cristiana, dirigidos especialmente a jóvenes universitarios.

 

En este ensayo reflexiona acerca de la necesidad del “replanteamiento de lo obvio”, que -por las profundas oscuridades en que se ha sumergido el hombre en nuestros días- es hoy la principal obligación de los hombres inteligentes (George Orwell).

 

Esas oscuridades llevan a muchos a vivir como si no existiesen unos principios morales básicos, comunes a todos, que constituyen la ley natural. Pero el corazón es insincero y puede no querer reconocerlos. Precisamente esa tendencia al autoengaño es una de las cuestiones en que Budziszewski ha centrado su investigación académica. Nos autoengañamos, y además resulta arduo vivir en coherencia con esos principios cuya existencia intuimos, porque aspirar a lo más alto requiere subir. Es más fácil dejarse caer, y el mundo complejo en que vivimos parece incitar a esa pendiente resbaladiza.  

 

 La abolición del hombre, de C.S. Lewis, es para el autor uno de los mejores tratados sobre la ley natural, “el mejor del siglo XX”, afirma. Esa ley, que llevamos inscrita en nuestro ser, es el fundamento del sentido común universal de los hombres. Cuando se pierde esa referencia común, se tambalea el edificio entero de la convivencia, pues una sociedad libre y pacífica sólo puede ser edificada sobre el cimiento de unos valores humanos compartidos. Debemos estar prevenidos frente a los sistemas políticos e ideologías que nieguen esa base fundamental.

 

En las democracias occidentales, la ley es dictada por la mayoría. Pero hay cosas que también están prohibidas para las mayorías. Que algo esté sustentado por una mayoría no puede ser el fundamento de que sea bueno o malo. Son esos preceptos morales comunes innatos los que determinan lo bueno o malo. Todos tienen capacidad de llegar a reconocer esos principios, que por otra parte han estado claros en la tradición durante siglos: es malo robar, mentir, herir, calumniar, traicionar,… Es bueno ser veraz, no faltar a la palabra, ayudar al que lo necesita, respetar la propiedad ajena, ser cordial y acogedor,…

 

La fe cristiana arroja luz sobre esas verdades, pero estaban ya previamente inscritas en el corazón del hombre. No es la fe su origen, forman parte de la esencia de nuestra naturaleza humana, aunque llegar a identificarlas como verdades morales puede ser una tarea difícil, si las circunstancias no ayudan.

 

Y ahí entra la crítica a nuestro sistema educativo, que parece orientado más a dificultar que a facilitar una visión nítida sobre esas realidades esenciales. Hay que leer mucho, y escuchar mucho a los que saben, para llegar a conocer y comprender en profundidad los mejores logros del pensamiento y de nuestra cultura, e identificar en ellos nuestras intuiciones morales. Y también hay que memorizar bien todo lo comprendido, para que esté pronto a servirnos ante los dilemas éticos diarios.

 

Pero los sistemas educativos actuales no facilitan precisamente esos hábitos necesarios para la conducta ética: leer, escuchar, memorizar. Tampoco ayuda la creciente dispersión mental, y consiguiente pérdida de capacidad reflexiva, que provocan los actuales sistemas de información y de entretenimiento, con unos contenidos tan electrizantes como esterilizadores de la capacidad discursiva y reflexiva.

 

 Comunismo y fascismo, por su parte, han utilizado la misma técnica para desvirtuar el sentido moral innato en la persona. Seleccionan un precepto moral, exageran su importancia, y lo usan como arma para arrasar otros deberes morales. Deformado un precepto, desvirtuado de su contenido real, todos los demás decaen, y con ellos decae la posibilidad de un orden social justo, un marco de libertad en el que se respete la dignidad de la persona, de cada persona.

   

El comunismo deforma, por ejemplo, el precepto moral de “dar de comer al hambriento”, y usa su visión deformada como excusa para justificar la destrucción de otros preceptos morales, como el respeto a la libertad y a la dignidad de cada persona individual, la libertad de pensamiento, de expresión o de asociación, o la misma libertad religiosa.

 

El fascismo, por su parte, suele usar como excusa el progreso de la propia nación, a costa de comportarse injustamente con todas los demás, que son también de algún modo nuestra familia. No puede haber progreso real en una nación que trata de levantarse despreciando a otras. Esa insolidaridad de raíz acaba por envenenar a la nación que se ha dejado inocular tal ideología.

 

Comunismo y fascismo evidencian que las mentiras requieren un mínimo de verdad para poder engañar. Como alguien dijo, es el homenaje que la mentira rinde a la verdad. De otra forma nadie caería en la trampa.

 


Dos apuntes más, al hilo de la lectura del libro:

 

Amar al prójimo, a quien ves, es el modo de ponerse en relación con Dios, a quien no ves.” Esa idea cristiana, como el cristianismo en su conjunto, ha actuado como el motor de civilización más poderoso de la historia. Y además, efectivamente, conduce a quien se decide a ponerla en práctica al bien supremo, que es la relación con Dios.

 

Y otra evidencia cristiana: Dios actúa como quiere y cuando quiere en cada persona: “Ninguna teoría científica ni opinión de teólogo podrá impedir a Dios –que es Amor, libertad y gracia, y todopoderoso- tocar el alma –de viviente a viviente- cuando así le place.” Es una realidad luminosa y esperanzadora. ¡Cuántos habrán experimentado en algún momento de su vida ese toque de la gracia que les mueve a conversión! ¡Y cuantos más lo habrán experimentado justamente en el trance final, en el momento de cruzar la puerta al nuevo mundo!


De lectura recomendable, porque ayuda a pensar sobre una guía práctica y fiable. Muy recomendables también estos consejos para no perder la fe en la universidad.


Para saber más sobre la ley natural es también interesante esta entrevista a la profesora Ana Marta González.

 

 

sábado, 29 de diciembre de 2012

El conde Lucanor, libro de cabecera de Vicente del Bosque


El conde Lucanor. Infante don Juan Manuel. 


Conjunto de cuentos y fábulas de contenido moralizante, de los que se sirve el consejero de un conde, hombre de gobierno,  para ilustrar sus consejos y orientar sus decisiones ante los problemas prácticos que se le plantean en su trabajo de gobernante y en  las relaciones interpersonales con sus allegados.  Constituyen  verdaderos casos prácticos de ética y prudencia en la actuación del líder, perfectamente aplicables a situaciones de la vida normal de cualquier ciudadano del siglo XXI.

Escrito en el siglo XIV por el infante don Juan Manuel, político, escritor y tutor de reyes,  el libro es un clásico de la literatura española. Su lectura, en castellano antiguo,  constituye  un buen ejercicio de comprensión y reflexión, aunque en ocasiones resulte algo arduo, especialmente para quienes leen poco. Quizá a ellos es a quien más bien hará dicho ejercicio. 

Vicente del Bosque, seleccionador del equipo nacional de fútbol de España,  ha declarado en alguna ocasión que este es su libro de cabecera,  y que a su lectura debe buena parte de sus aciertos en las relaciones personales y al formar equipos.  

Algunas frases a modo de ejemplo:

-Si algún bien facieres que chico asaz fuere // fazlo granado, que el bien nunca muere.

-Nunca vos fagan por queja ferir, // ca siempre vence quien supo sufrir. (No lanzarse a atacar antes de que el supuesto enemigo nos haya atacado realmente)

-Magüer que algunos te hayan errado // por eso no dejes facer aguisado.

-Quien aconseja encubrir de tus amigos // engañarte quiere asaz y sin testigos.

-Non aventures mucho tu riqueza // por consejo del home que ha probreza.

-Al que mucho ayudares y non te lo agradeciere // atiende menos a él, aun cuando más hubiere (no esperes que te haga favores cuanto tenga mucho quien no te los hace cuando tiene poco)

-Todo lo que Dios face // aquello es lo mejor

-A las cosas ciertas vos encomendad // y de la fiucias vanas vos dejad.

-Si non sabe qué debes dar // a gran daño se vos podría tornar. (No dar por mucho que rueguen, si lo necesitamos para cosas más importantes).

-Por pobreza nunca desmayedes // pues otros más pobres que vos veredes.

-Non te espantes por cosa sin razón // mas defiéndete bien como fuerte varón.

-En lo que tu pro pudieres fallar // nunca te fagas mucho rogar (Si te ofrecen flojamente ayuda en algo que te interesa, aprovecha la ocasión y acéptalo: Dios se sirve de eso en adelante para tu bien.)




miércoles, 10 de marzo de 2010

Entender el mundo de hoy



Entender el mundo de hoy. Ricardo Yepes Storck
Ed Rialp (248 pags).

    La complejidad del mundo que vivimos exige un esfuerzo de reflexión que no muchos parecen animados a hacer. Es más cómodo dejarse llevar por la superficialidad imperante, pensar poco y tratar de vivir lo mejor posible sin complicarse mucho, como si la felicidad consistiera en ausencia de complicaciones. Este libro es para los que aspiran a algo más, para los que se preguntan por el sentido de su vida y no se conforman con respuestas vagas o mediocres.


    Ricardo Yepes fue una de las mejores cabezas de la filosofía y antropología españolas de finales del siglo XX. Joven profesor de universidad, fallecido en accidente de montaña, nos ha dejado una reducida pero valiosísima colección de publicaciones en las que logra hacer sencilla e inteligible la complejidad del mundo en que vivimos.


    Escrito en la amable forma de cartas a un inquieto estudiante, este libro es un profundo y ameno conjunto de reflexiones sobre el modo en que los hombres tratan de resolver los grandes problemas de la existencia y de la convivencia. El estilo, conciso y directo, es el propio de la sinceridad juvenil.


    A lo largo del texto desgrana lo mejor de los clásicos, que desde siempre se han hecho las mismas preguntas sobre la vida, la felicidad, el amor, la amistad, el bien, el mal, la política, la religión... Y va señalando los puntos de luz o de oscuridad de las ideologías dominantes.


    Ricardo Yepes apuesta por la capacidad autocrítica, la interiorización y el cultivo de la propia personalidad, como modo de superar una cultura dominante que tiende a anular el deseo de volar alto, de ideales nobles, que tienen todos los jóvenes, y perdura en lo más recóndito de cada persona hasta el final de sus días. Ahí radica la esperanza de la sociedad, en la novedad de cada persona, con una capacidad infinita de rebelión frente a culturas que le oprimen y tratan de reducirle a cosa : "lo que hay de inédito en el mundo lo aporta la persona, la única fuente de novedades auténticas" (p. 100).


    El libro constituye un esfuerzo logrado y asequible de consideración integral de las dimensiones humanas fundamentales, de la mano de los mejores autores de la historia.


    Una de las aportaciones de la obra es la larga relación de lecturas recomendables, que ciertamente constituyen un bagage intelectual y cultural de primer orden. 

    Bagage especialmente necesario para quienes se dedican a la comunicación y quieran hacerlo desde planteamientos plenamente humanos y bien pensados. Y muy útil también para cualquier profesor universitario que aspire a mejorar la coherencia de su discurso, en cualquier materia.

Jesús Acerete