![]() |
| Santa Misa en el Valle de los Caídos |
En el caso de Alfonso Gordon esa agradecida experiencia no quedó ahí. Como cuenta en esta sugerente entrevista, fue seguida de un claro encargo, relacionado con su trabajo profesional.
Asistía a la Santa Misa conventual en la abadía benedictina del Valle de los Caídos. Le impactaba la gran belleza de la liturgia, y especialmente en el momento de la Consagración, cuando las luces se apagan y sólo queda iluminado lo esencial: el momento en que el pan y el vino son ofrecidos al Padre y por las palabras de Cristo se convierten en su propio Cuerpo y Sangre, y se abre el cielo y la eternidad y asistimos al único Sacrificio de Cristo, inmolado en el Calvario.
El fotógrafo no puede menos que mostrarse sensible a la belleza del momento, y escucha a su derecha una voz: “Haz que lo vean”. Sorprendido, se gira y a su derecha no hay nadie. Es claro: es un encargo recibido de “arriba”. Jesús quiere que dé a conocer con su arte de fotógrafo esa maravillosa liturgia que a él tanto le está impactando, y que para tantos es desconocida.
Desde entonces cambia la orientación del objetivo de su cámara: ya no más fauna salvaje. Ahora siente que le encargan que dé a conocer la belleza no solo de la liturgia cristiana, no solo la del Valle de los Caídos, sino también tanta belleza de experiencias espirituales en el templo y en la calle.
Está tan cerca de nosotros… Y solemos pasar de largo. No hay que esperar al momento de la muerte, ni siquiera a tener una experiencia cercana a la muerte. Su amor infinito por cada uno lo podemos sentir y palpar ya aquí, en la vida normal, en cada momento. Y ya aquí, en la vida normal, podemos sentir que también a nosotros nos encarga: “Haz que lo vean.”
Relacionado: Una vida robada a la muerte. Aquilino Polaino.

No hay comentarios:
Publicar un comentario