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miércoles, 4 de marzo de 2020

África en buenas manos


Irene Kyamummi, premio HarambeeONGD 2020, en Valencia

La doctora Irene Kyamummi es anestesista en uno de los mejores hospitales privados de Kampala. Sus orígenes son humildes. Sus padres, maestros,  le inculcaron la fe cristiana y el sentido del deber.  “Tu irás a donde te lleven tus notas”, le decían desde muy niña. Y estudió con responsabilidad. Sus buenas notas le permitieron una beca del gobierno ugandés y el acceso a la universidad pública de Makerere. Otra de sus hermanas también lo logró.




Desde sus años de estudiante en la facultad de medicina, Irene dedica al menos un día por semana a atender  a niños que viven en barrios marginales y no tienen acceso a cuidados médicos. Muchas veces sus familias carecen de conocimientos básicos de nutrición e higiene, y eso es el origen de muchas enfermedades infantiles. Hay que comenzar por desparasitar a los niños, y educar a los padres, normalmente a la madre porque el padre no suele estar muy accesible.



Irene comenzó ese trabajo lleno de gratuidad y cariño con varias amigas que frecuentaban como ella actividades de formación cristiana del Opus Dei en Kampala.  Un día por semana acudían a los barrios marginales de la capital, y docenas de niños recibían  por primera vez en su vida cuidados médicos e higiénicos elementales. 



Kyamummi  amplió  estudios en Kenya y en Roma. Domina seis idiomas. Le sobra preparación profesional, pero no alardea. Pudo quedarse a trabajar en Europa, pero prefirió regresa a su tierra, porque  allí la necesitaban más. Es de la raza de africanas que están construyendo sobre sólidos cimientos el futuro de África. Saben que sólo de ellos depende. Y el futuro se construye con acciones de presente, aunque parezcan pequeñas.




Su programa CHEP (Child Help Project) es uno de esos pequeños pero firmes pasos hacia un futuro digno para África. Puesto en marcha durante su estancia en Kenya, ha atendido hasta la fecha a unos 5.000 niños que malviven en los slums de Nairobi. 




A su regreso a Uganda, Irene está iniciando el mismo programa en los slums de Kampala. Aspira a construir un pequeño dispensario, similar al Kimlea Clinic de Kenya, que le sirva como base de operaciones. Quién sabe si con los años ese dispensario no se convierta en un gran hospital, accesible a gente sin recursos, como el hospital Monkole, en Nigeria.


                      


El trabajo abnegado de Irene en favor de los más necesitados de su tierra le ha valido el Premio Harambee 2020 a la Promoción e Igualdad de la mujer Africana. Ha pasado por Valencia para darnos a conocer su proyecto y las condiciones en que se desarrolla. Y hemos aprendido mucho de ella.



Es curioso: no ha venido a pedir, sino sencillamente a mostrar. Y parafraseando sus palabras, nos dice: “Esto es lo que yo y mis amigas hacemos. Y lo voy a seguir haciendo. Al principio no me daba cuenta, pero ahora veo que pequeños proyectos como este pueden cambiar el mundo. Si queréis podéis ayudar, con muy poco allí hacemos mucho. Y nosotras vamos a seguir trabajando, tenedlo seguro…” Y lo dice con una sonrisa juvenil, llena de sencillez y cordialidad.











Su mirada serena transmite paz y confianza en el futuro. A los alumnos de medicina, nutrición y enfermería de la Universidad Católica de Valencia les abrió los ojos, con sencillez, sobre las posibilidades que todos tenemos –y muy especialmente los profesionales de la salud- de cuidar a los que nos rodean con sentido de gratuidad. Y de ayudar con campos de trabajo sanitario en Uganda y en otros países.



Les transmitió experiencias médicas valiosas sobre situaciones clínicas que se encuentra en sus recorridos por los slums. A veces tras una enfermedad detectada, como la anemia de una niña, se esconde un drama familiar, al que también hay que poner remedio. O tras la invalidez de un niño hay un apático desconocimiento de que es posible operar y restablecer el miembro paralizado. Y consiguen fondos para que el niño pueda ser operado en un buen hospital. 



Irene ha estado también con alumnos del colegio de Fomento El Vedat. “Con muy poco dinero allí podemos organizar las cosas para que un niño pase tres revisiones médicas anuales, desparasitarlo y darle tratamiento médico si lo necesita.” O para hacer llegar a la familia los alimentos de los que el niño se descubre que carece.




¿Qué niño español no tiene 5 euros en su bolsillo o en su hucha? Pues eso es lo que necesita esta intrépida médico ugandesa para cuidar de un niño de los slums durante un año.





Kyamummi se reunió también con el equipo de voluntarias valencianas que colaboran con Harambee. Su trabajo es abnegado y constante. Ellas consiguen buena parte de lo que es posible enviar a los proyectos africanos.




Los delegados de Harambee en Valencia reunieron también a un nutrido grupo de emprendedoras valencianas, en el Mirador de Comedias. Fue un encuentro motivador y entrañable. Irene habló con sencillez y dulzura, en un castellano envidiable, y todos pudieron saber más de la vida africana y de lo mucho que desde aquí podemos ayudar.




Y es una ayuda que llega a buen puerto, porque está animada por personas como Irene, que no sólo conocen el terreno, sino que lo viven, y saben que la única ayuda eficaz para el desarrollo es la que pone por delante los valores espirituales de la persona y la educación. 



Las ayudas basadas en principios meramente materiales, sin alma, son las que acaban ahogando el desarrollo de África, porque si se deja de lado el espíritu,  con él se pierden la moral y la justicia. El hombre no solo vive de pan.



Vale la pena ayudar para que el proyecto  CHEP de la doctora Kyamummi llegue a más niños de Uganda. Y para que cunda el ejemplo. Con muchas mujeres como Irene, África está en buenas manos. Y tendrá futuro.





jueves, 20 de febrero de 2020

Irene Kyamummi, Premio Harambee 2020


Que ningún niño muera por falta de asistencia sanitaria

Homenaje de profesionales valencianas a la doctora ugandesa Irene Kyamummi, Premio Harambee 2020


Profesionales de diversos sectores ofrecerán el jueves en Valencia un homenaje a la doctora ugandesa Irene Kyamummi,  que ha recibido el Premio Harambee 2020 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana por su trabajo en zonas deprimidas de Kenya y Uganda.

                             



Formada en la universidad de Makerere de Kampala, la doctora Kyamummi ha trabajado durante más de 10 años en el proyecto CHEP, que presta asistencia sanitaria a niños de los suburbios de Nairobi (Kenya). Ahora comienza a desarrollar ese proyecto en los slums de Kampala (Uganda).

Junto a cuidados médicos a los niños, el programa facilita formación y habilidades para el desarrollo  profesional especialmente  a chicas jóvenes y madres de barrios marginales. Más de 5.000 niños y sus familias se han beneficiado hasta ahora de este programa.

Ante el éxito de su trabajo en Nairobi, Kyamummi ha regresado a Uganda para desarrollar el proyecto CHEP en los suburbios de Kampala.


“He comprobado en Kenya –señala la doctora Kyamummi- que es posible salvar la vida de miles de niños, prestándoles un mínimo de atención socio-sanitaria a la que no tienen acceso. A veces sólo hay que hablar con las madres para darles nociones de higiene y alimentación, y así se logra que tengan unas condiciones de vida más saludables. Les hacemos chequeos para desparasitarles y detectar posibles anemias u otras enfermedades propias de los niños.”

“En Uganda muchos niños mueren de enfermedades gastrointestinales,  que en realidad serían de fácil curación si dispusieran de ese mínimo de atención sanitaria. Ya he hablado con muchos colegas de mi país, que están dispuestos a dedicar parte de su tiempo a atender solidariamente a los niños más desfavorecidos. Sólo me falta conseguir un pequeño terreno para construir una pequeña clínica donde atenderlos.”


Proyecto CHEP

El proyecto CHEP (Child’s  Health Program)  responde a uno de los objetivos del milenio: “que ningún niño muera por falta de asistencia sanitaria.” Casi el 50% de los niños que viven en los suburbios de las grandes ciudades africanas mueren antes de llegar a los 10 años por no contar con cuidados médicos. Probablemente salvarían su vida si en esa etapa contasen con asistencia sanitaria.




La doctora Kyamummi puso en marcha el programa CHEP en la Kimlea Clinic, en el área de Lumuru, suburbio de Nairobi. Kimlea es una labor social en la que colabora personal sanitario voluntario. Para el funcionamiento sólo necesitan 5 € por niño y año. Con 50 € se puede dotar a un niño de un seguro médico que les permite recibir asistencia sanitaria durante los diez primeros años de su vida. Reciben tres chequeos anuales, que permiten detectar enfermedades antes de que se cronifiquen. Cuando es necesario, el niño recibe también atención hospitalaria.

Kyamummi impartirá también un seminario dirigido a estudiantes de nutrición, enfermería y medicina de la UCV, para dar a conocer las condiciones en que se desarrolla su trabajo y los resultados obtenidos en la población.


Harambee-ONGD en Valencia


La psiquiatra valenciana Elena Colomina lidera la ONG Harambee  en Valencia.  Explica que “Harambee en swahili significa “todos a una”, es la expresión que se usa en África cuando un proyecto necesita la ayuda de todos. Harambee desarrolla su actividad gracias a la colaboración desinteresada de muchos voluntarios y donantes.”



Desde su nacimiento en 2002, con motivo de la canonización del fundador del Opus Dei, Harambee-ONGD ha colaborado en la puesta en marcha y financiación de más de 100 proyectos (de alfabetización, sanidad, educación, promoción y liderazgo de la mujer, concienciación de la opinión pública…) en 22 países del África subsahariana.

Harambee-ONGD apoya proyectos sostenibles llevados a cabo por africanos comprometidos con el desarrollo de sus propios países.

La mayoría de los proyectos educativos que apoya están dirigidos a la mujer, porque las mujeres en África constituyen el sector más vulnerable de la población. Aunque el papel de la mujer es esencial para el sostenimiento de la familia africana, sin embargo su formación apenas se valora. Muchos de los proyectos de Harambee tienen como finalidad abrir horizontes profesionales a las mujeres africanas.



Entre los proyectos llevados a cabo por los voluntarios de Harambee en Valencia destaca Diseños que cambian vidas, en el que diseñadores valencianos consiguen becas para que chicas de Costa de Marfil y Togo puedan realizar estudios de Corte y Confección. Se realizan en colaboración con la Fundación COSO para el Desarrollo de la Comunicación y la Sociedad.






















jueves, 14 de marzo de 2019

La doctora sudafricana Ozo Ibeziako en Valencia



Ozo Ibeziako, doctora en medicina. Un sencillo ejemplo de solidaridad y buen hacer.






Ozo Ibeziako nació en Nigeria, en una familia cristiana. Allí se licenció en medicina, y allí conoció a unas amigas del Opus Dei. Se enamoró del mensaje que difundían sus amigas africanas: Dios nos espera en el trabajo de cada día, en las situaciones corrientes de la vida ordinaria. Y nos espera sobre todo en los demás: “Cualquier cosa que hiciereis por uno de estos, mis hermanos más pequeños, por Mí lo hicísteis”. Aprendió que el esfuerzo por servir a los demás con nuestra actividad profesional ordinaria forma parte de nuestra búsqueda de la amistad con Dios. Esa impronta la fue incorporando con naturalidad a su vida y a su trabajo profesional, la medicina.



Cuando el Opus Dei iba a comenzar su labor apostólica en Sudáfrica, a la doctora Ibeziako  le pareció natural ofrecerse para trasladarse allí y ayudar en los comienzos. Recomenzó su carrera profesional. En estos momentos es profesora en la Facultad de Medicina de Pretoria, directora de recursos humanos de 15 ambulatorios de Johanessburgo, y pasa consulta como médico de familia. 


La Medicina de Familia es su especialidad. Ha ampliado estudios en la Universidad de Navarra, con un master en Humanismo y Familia,  porque quería potenciar su capacidad de atender a sus pacientes. Porque la buena medicina no sólo intenta curar, sino además cuida, escucha, se hace cargo de los problemas del entorno familiar y social de cada persona, muchas veces determinantes de la salud corporal. Y se hace cargo de que cada paciente es persona, digna de ser tratada como tal. 




La humanidad de la doctora Ozo le llevó a descubrir pronto que la en apariencia boyante capital de Sudáfrica vive rodeada de un inmenso cinturón de miseria. Son los seis barrios periféricos en los que durante el apartheid los africaners confinaron a los africanos de diversas etnias.  Les expropiaron los campos en que vivían,  les obligaron a trasladarse, y les encerraron allí, como en campos de concentración. Hasta hace bien poco cada barrio estaba rodeado de alambradas, y no se podía salir sin pasaporte. Ahora ya no hay alambradas, pero persisten las murallas de la pobreza.




Uno de esos barrios periféricos es Alexandra. No tiene alcantarillado, ni agua, ni electricidad,… Allí malviven más de medio millón de habitantes. La droga, la prostitución y la violencia son el pan de cada día. En ese clima crecen los niños, en familias en las que con frecuencia no hay padre, y es la madre la que tiene que buscar alimento diario para sus niños. El paro juvenil ronda el 75 %, y esos niños crecen desmotivados para el estudio. Y sin estudio no se puede alcanzar un buen trabajo profesional. Es el círculo de la pobreza y la marginación, que se cierra sobre los jóvenes, quitándoles la esperanza y el futuro. 




Entre los jóvenes, las chicas lo tienen peor aún. No es infrecuente que piensen en la prostitución como salida, y acaben en ella, porque hay que comer… La doctora Ozo, con otras colegas, se propuso ayudar a romper ese círculo vicioso de miseria que se cierne sobre las niñas de Alexandra. Ideó el proyecto Art of Living, por el que ya han pasado más de 500 niñas del barrio. 


Primero visitan a las familias, les explican su idea, y luego hablan una a una con las niñas. Han desarrollado un programa de tutorías personalizadas. Niña a niña, porque cada una es un ser único, se interesan por sus problemas e inquietudes. Y les hacen ver sus capacidades, y les ayudan a descubrir lo mucho que valen, a confiar en sí mismas, a que descubran que pueden usar su inteligencia para aprender, su fuerza de voluntad para alcanzar objetivos. Y les abren un abanico de posibilidades profesionales, las adecuadas a cada una, y les ayudan a que rebrote en ellas el sano orgullo de ser persona, con toda la dignidad que conlleva.


Y esas niñas, antes abandonadas a su suerte y desmotivadas, empiezan a estudiar. Se saben queridas. Y acaban sus estudios primarios, y acceden a los secundarios con buenas notas. Varias que jamás soñaron con alcanzar la universidad ya han conseguido las becas necesarias.


Todo esto es posible, dice la doctora Ibeziako, porque ya son más de cien las voluntarias que colaboran en el programa de tutorías. Lo hacen en su tiempo libre, que no es mucho. Bastantes de las voluntarias proceden de las mismas niñas del barrio de Alexandra, que ya han conseguido un empleo y ahora desean ayudar como forma de agradecer lo que recibieron.



“Es un verdadero Harambee”, explica Ibeziako, con una agradecida referencia al nombre de la ONG que le acaba de otorgar el Premio a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. Harambee en suahili significa que, cuando hay un problema, todos a una nos ponemos a remediarlo.



La doctora Ibeziako ha estado en Valencia, invitada por el equipo de voluntarios de HarambeeVLC. Sólo han sido 24 horas, porque le espera su arduo trabajo en Sudáfrica. Pero han sido 24 horas intensas. 




Nada más llegar fue entrevistada por Luis Agudo en la emisora de radio COPE-Valencia, y saludó al jefe de informativos Vicente Ordaz






A continuación, un paseo por Valencia a través de la plaza del Ayuntamiento, donde ya estaba todo preparado para la mascletá típica de los días falleros, la llevó hasta la redacción de la agencia AVAN, donde se formó una simpática tertulia entre los periodistas Eduardo Martínez, Eva Alcayde, Belén Nava y Amparo Ferrando, y fue entrevistada para el semanario Paraula y La 8 TV-Mediterráneo.




Y de la sede de AVAN a la Oficina de Comunicación del Opus Dei, donde la periodista María Huguet le grabó varias declaraciones para un audiovisual. Con el tiempo justo para dar comienzo al almuerzo informativo con varios profesionales del periodismo, la comunicación, la moda y la sociología de las migraciones. Un interesante encuentro multidisciplinar, que dio luz a los verdaderos problemas de África, no bien entendidos ni atendidos por los países más desarrollados.





La clave es la formación, resaltaba la doctora Ozo y apoyaba el migrólogo Papa Balla Ndong. “Si educas a la mujer, el país entero sale adelante.” Y quedaba patente el acierto de los proyectos de Harambee, relacionados especialmente con la educación y la atención sanitaria, realizados por los propios africanos en sus países. 


“Lo que necesitan los países del África subsahariana es que les ayudemos a crear ambientes favorables al desarrollo de la persona, condiciones de vida dignas y libres de corrupción. Nadie quiere dejar su tierra si allí se puede desarrollar como persona.” Se hicieron eco del encuentro Héctor González, en Esdiario, e Isabel Domingo, en Las Provincias.





Y para terminar el intenso día, el Encuentro Solidario organizado por los voluntarios de Harambee enValencia, un equipo creciente de año en año. Reunió al anochecer en El Mirador de Comedias a  cerca de un centenar de amigos de Harambee, con amplia mayoría de profesionales valencianas, promotoras del homenaje. Javier García, CEO de Oongaku, puso el sonido, e Isabel Solano la fotografía. 




Una tertulia entrañable, presentada por Julio Herrero, en la que la doctora Ozo mostró con sencillez y cercanía, sin darse importancia, la realidad de la vida en esos barrios de Johanessburgo a los que todavía no alcanza su proyecto. Los fondos recogidos aquí servirán para ampliar su alcance.



Pero el verdadero fruto de este viaje es el hondo sentimiento de solidaridad que ha despertado en todos nosotros el ejemplo de buen hacer y sencillez de la doctora Ibeziako. All together for África.











martes, 15 de enero de 2019

Valencia baila por África con Harambee


Harambee baila con África



Cuando un grupo de jóvenes entusiastas se reúne con un objetivo común, aquello resulta imparable. Si además cada uno de ellos es un buen profesional de lo suyo, y lo suyo tiene que ver con áreas tan sensibles como la música, la comunicación, la tecnología o la educación… no hay objetivo al frente que se resista.


Es lo que ha pasado con el Concierto Harambee&Rock, organizado en Valencia a favor de la ONG Harambee, que presta apoyo económico a proyectos de educación y sanidad en países del África Subsahariana.



A Javier le pareció que dar a conocer la dura realidad de la mujer africana, tan alejada de las posibilidades de recibir educación, bien merecía el esfuerzo de organizar un buen concierto. Música con causa, para sensibilizar a muchos jóvenes y fans de la buena música. Desde aquí podemos  ayudar a muchos africanos y africanas que trabajan de firme para construir un futuro mejor en sus países. Que no se diga que no encontraron en nosotros un apoyo solidario.



Javier es CEO de Oongaku,  una firma de eventos y música en directo.  Él diseñó el planazo: una tarde-noche de conciertos de rock, flamenco y Dj’s para pasarlo en grande y destinar todos los ingresos a un proyecto actual de Harambee: la Escuela Rural Ilomba, de Costa de Marfil, que proporciona capacitación profesional y atención sanitaria a mujeres sin recursos.


En cuanto Javier habló de Harambee con varios de sus amigos músicos, se ofrecieron a actuar desinteresadamente.  Formaron un fantástico grupo de pop-rock, Los Guacalitos, que alegraron la noche con esas canciones que sólo empezar a oírlas te pones a dar palmas y danzar. El percusionista es Álvaro, hermano de Javier- que imprimió un ritmazo genial. Y la solista, Sandra, estuvo admirable, con los temas más rumberos y divertidos.


Para el cierre se ofreció lo mejor de la música electrónica valenciana,  The Basement, que enseguida anunció el evento en su sitio web, con el corazón en la mano: 

Puede que no todos, pero en ocasiones –cegados probablemente por vivir en un paraíso como Valencia- nos olvidamos de lo duro que resulta vivir en ciertos lugares del globo. En theBasement somo profesionales del disfrute y los gozanales de fin de semana pero no queremos perder la oportunidad de ayudar siempre que se nos requiera o necesite”. 

Y la verdad es que cumplieron. Estuvieron geniales.


Por su parte Ignacio, catedrático de la Universidad Politécnica y colaborador habitual de Harambee, se puso en contacto con Nacho Baños, uno de los mejores expertos mundiales en  guitarras eléctricas, que además es un artistazo del rock y lidera la banda Tres hombres , con Manuel a la batería y Yago al bajo. Respondieron generosamente enseguida. Su intervención fue apoteósica, imprimiendo ritmazo a la noche desde el minuto cero.



En una de las pausas entre grupo y grupo, Patxo entrevistó  a Harounna Garba, apasionado colaborador de Harambee desde que lo conoció. Harounna contó su larga aventura para llegar en patera a España desde su país, Togo.



Garba dejó claro lo que necesita África: “No necesitamos comida. Necesitamos formación. Es lo que hace Harambee. Vosotros, que tenéis corazón, y queréis ayudar, no deis vuestra ayuda a cualquiera. Ayudad a Harambee, porque yo he visto lo que hace Harambee. Harambee da formación, que es lo que necesitamos. Harambee cuida a las personas."




"Si yo hubiera tenido Harambee no me habría tenido que jugar la vida viniendo hasta aquí. Tuve suerte porque llegué, y me encontré con gente de corazón, como la gente de Harambee y la gente de Xabec . Yo quiero para mi país Harambee. Por favor, vosotros, que también tenéis corazón y por eso estáis aquí, ayudad a Harambee, que es una obra buena, muy buena”.



El mensaje de Garba emocionó. “Al escuchar a Garba se me ha hecho un nudo en la garganta. Me ha costado arrancar…”, contaba Sandra, solista de los Guacalitos. Pero poco después cantaba rumbas como nunca.



En el equipo joven y entusiasta de HarambeeVLC también está Ignacio Gil, @nachter para sus conocidos de Instagram. Movió el evento en las redes, y varios miles de sus seguidores fliparon en directo. Patxo Grau le entrevistó en otra de las pausas. Una entrevista divertida, pero “con cosas dentro”, sobre la influencia y los influyentes y lo que de verdad vale la pena. Y además sorprendió a todos con un espectacular beatbox, arte que domina como pocos.



La hucha grande de la barra del bar se llenó de monedas para Ilomba.  Y las pulseras Harambee, auténticas joyas hechas con mimo y piedras africanas por el entusiasta equipo de Nina, estuvieron muy solicitadas, también por el vecindario que miraba la fiesta con envidia. También por un nutrido grupo de moteros nórdicos, "que casualmente pasaban por allí" y quisieron sumarse y brindar por el futuro de África. 


Una noche genial y un planazo, de los que no dejan el corazón vacío, sino bien lleno. Porque tiene sentido. Y por eso conviene repetirlo y que cunda el ejemplo.


              

Nunca se borrarán las huellas de las personas que caminaron juntas” dice uno de los lemas africanos de Harambee. Pues no te digo si,  además de caminar, bailaron…