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jueves, 21 de enero de 2021

Eduardo Ortiz, médico amigo



Eduardo Ortiz de Landázuri. El médico amigo. Esteban López-Escobar y Pedro Lozano. Ed.Rialp

 

Biografía de un médico de reconocido prestigio humano y profesional, que ha dejado una huella imborrable en miles de pacientes y profesionales de la medicina de España.  

 

Tras sus primeros años de ejercicio de la medicina en Madrid, junto al profesor Jiménez Díaz, ganó la cátedra en la universidad de Granada. Allí conoció el Opus Dei, gracias a un joven licenciado que entró a colaborar en su cátedra, que era miembro del Opus Dei.

 

En 1952 asistió a un curso de retiro en Molinoviejo, un centro de actividades de formación cristiana que dirige el Opus Dei en Ortigosa del Monte (Segovia). Se sintió impactado por el estribillo que repetía con frecuencia el sacerdote en las prédicas, don Ignacio Orbegozo: “Y tú, ¿qué haces?”

 

Su asombro fue mayor cuando descubrió que lo que se le estaba proponiendo era nada menos que ser santo, a él, que era un cristiano corriente, trabajador como tantos, casado y con hijos. Se encontró de frente con la llamada universal a la santidad en medio del mundo, que el Opus Dei tiene por encargo del cielo recordar a todos. A su regreso a Granada pidió ser admitido en el Opus Dei.

 

Ortiz de Landázuri respondió generosamente a san Josemaría, cuando éste le planteó si estaría dispuesto a trasladarse a Pamplona para poner en marcha, en la incipiente Universidad de Navarra, la Clínica Universitaria y la Facultad de Medicina. Era empezar de cero, dejando una cómoda y prestigiosa posición, y una consulta médica floreciente.  

 

Sufrió en sus carnes el clima de oposición y recelos hacia el Estudio General de Navarra, generado por el ambiente estatalista de la España de los años 50 y 60. Pero supo superarlo con una gran capacidad de trabajo y sentido sobrenatural. En su trabajo lo principal eran los pacientes, y se desvivía por cada uno.

 

Su fama como médico se extendió por toda España: atendió a cerca de quinientos mil pacientes, y dejó en todos una huella imborrable por su cariño, reciedumbre y generosidad. Fallecido en 1985, en 1998 se introdujo su Causa de Canonización. En 2013 se inició también el proceso de canonización de su mujer, Laurita Busca, farmacéutica. Juntos fundaron una familia cristiana alegre y numerosa.

 

El libro está escrito con agilidad y un contenido rico en anécdotas de la vida cotidiana, que arrojan luz sobre un modelo de conducta imitable por cualquier persona corriente que desee hacer el bien a los demás con su trabajo profesional. Muy recomendable para profesionales de la medicina y la salud.