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miércoles, 14 de agosto de 2019

El amor o la fuerza del sino


El amor o la fuerza del sino. G.K. Chsterton



Escrito a comienzos del siglo XX, se trata de un conjunto de artículos en los que el gran polemista inglés entra a combatir los tópicos y prejuicios típicos de las mentes agnósticas.

Con su simpática ironía, el conjunto es una firme defensa de la familia y el matrimonio cristiano. Chesterton intuye la amenaza que se cierne sobre la humanidad a medida que se aleja del sentido cristiano de la vida, y advierte el sentido común de que lo cristiano está dotado. A menos sentido cristiano, menos sentido común habrá en el mundo.



Ya en su época se comenzaba a hablar de un supuesto “exceso de población”, para justificar el control de natalidad. “La respuesta a cualquiera que hable de “exceso de población” es preguntarle si él mismo es parte de ese exceso de población, o si no lo es, cómo sabe que no lo es.

Chesterton intuye también el verdadero mal  que amenaza a la sociedad, y dónde se está fraguando: “Está en Manhatan, y no en Moscú”. Es de la opulenta sociedad occidental de donde surgirá la gran herejía: el ataque en toda regla a la moralidad, y más en concreto a la moral sexual.

Es de admirar el respeto con que Chesterton trata siempre a sus adversarios, elogiando su inteligencia primero para después hacerles notar que seguramente no han caído en la cuenta de las perspectivas distintas que él aporta, en las que les contradice abierta y rotundamente, sin faltarles al respeto que toda persona merece.

Sus frases están llenas de chispa, de alegría de vivir y de sentido común. Anoto algunas ideas.





¿Huraño? Más bien egoísta

Hay personas poco sociables, que rehúyen el trato. Y es que “la sociabilidad, como todas las cosas buenas, está llena de incomodidades, peligros y renuncias.

Muchos hablan mal de su calle (como de la familia...), diciendo que es aburrida y cosas por el estilo. Pero “nadie huye de su calle porque sea aburrida… En realidad huye porque es excitante, porque está llena de vida, una vida que le interpela, un prójimo de carne y hueso al que hay que amar por el mero hecho de ser vecino, término que encierra una realidad tan concreta (“esta persona”) como universal (“cualquiera que sea”)".



La vida, como la familia, nos interpela. La muerte es más tranquila.

Con la familia les sucede algo parecido. Interpela mucho, pide mucho, por la evitan, no porque no sea buena o porque sea aburrida.  “La familia es arbitraria, no es conciliadora, está próxima al caos, llena de situaciones imprevisibles. Y precisamente por eso es buena, como es buena la humanidad, que tiene esas mismas características. Si todo fuera a gusto de uno, todo previsto, todo dominado, no habría vida, sino muerte. Por eso es tan aburrida la vida de los ricos, porque dominan las situaciones, escogen los acontecimientos: se aburren porque son omnipotentes.”




Portarse como un caballero en lo pequeño, en lo doméstico

Algunos dejan el “buen hacer”, el “portarse como un caballero” (como se decía antes) para momentos importantes, para cosas grandes y serias.

Pero “esto de comportarse como un caballero en los momentos importantes no tiene mucho sentido; un hombre se comporta como un caballero en los momentos que no son importantes. En los momentos importantes debería comportarse de una manera mucho mejor…