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lunes, 7 de agosto de 2017

Ilusión y alegría de vivir

La ilusión. La alegría de vivir.  Miguel Ángel Martí







Miguel Ángel Martí es autor de una serie de deliciosos ensayos sobre algunas de las cualidades que adornan al ser humano: la madurez,  la admiración, la intimidad… En este librito nos habla de la ilusión y alegría de vivir, cualidades admirables en quien las posee de manera permanente, y que todos podemos desarrollar para que nuestra vida sea luminosa.  


La ilusión es una alegría anticipada por algo que no se tiene, pero se espera poseer.  Toda vida, nos dice Martí, se vive no sólo desde el presente, sino mirando también al futuro. Y es en esa mirada hacia el futuro donde radica la ilusión, alegrando la espera, dando fuerzas a la voluntad y quitando cansancio al esfuerzo.


La mayor ilusión consiste en amar y ser amado, porque es lo que nos hace más grandes. Un cristiano puede añadir el motivo: somos imagen de Dios, que es Amor, y estamos destinados a amar y ser amados. Esta es la gran verdad de nuestra vida, iluminada con fuerza en la maravillosa parábola del hijo pródigo.


Viviremos más ilusionados  si aprendemos a interpretar la vida positivamente, que es condición para ser alegres. Descubrir que hasta las dificultades pueden convertirse en un bien, porque exigen superación  personal.


Comunicar con los demás aumenta la ilusión de vivir. Es uno de los elementos esenciales de la fiesta yla diversión: compartir con otros la alegría de estar juntos. Vemos aquí otro rasgo de lo divino: el reino de los cielos es un gran banquete que compartiremos juntos. La calidad de vida depende de la capacidad de comunicación, que es intercambio de información, pero sobre todo establecer nexos afectivos.


La ilusión depende también de nuestra capacidad de admiración, de ver con ojos nuevos lo ya conocido, lo familiar. La capacidad de admirar está en la raíz de la filosofía. Nos rodean muchas cosas muy buenas, ante las que tantas veces pasamos ciegos y desagradecidos.


La lectura, un placer de la inteligencia, si está bien elegida  es capaz de alimentar nuestra ilusión, porque nos eleva por encima de nosotros hasta acercarnos a la verdad y a la belleza.


Serenamente ilusionado es la forma apropiada de vivir. Pero es preciso delimitar el mapa de nuestras ilusiones, porque no podemos llegar a todo. Hay que definir la propia vida, y mantenerse firme y constante en el proyecto trazado. La excesiva dispersión impide realizar un proyecto vital serio. Estar en todo es como estar en nada. Empezar cada día vivencias distintas, sin proyecto vital, supone matar la ilusión, que se alimenta de metas alcanzadas.  


Aprovechar el tiempo es otra de las claves de la felicidad. El ocio por el ocio conduce al aburrimiento. Descansar es llenar el tiempo de una actividad gratificante. Hasta el deporte y las aficiones requieren cierta profesionalización.  La inconstancia en las aficiones provoca que las fuerzas empleadas no den fruto y no lleguen a mejorarnos.  La constancia, en cambio, nos acercará tarde o temprano a dar frutos, y los frutos mantendrán la ilusión.