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martes, 14 de noviembre de 2017

Renacer en los Andes. La suave presencia del milagro en nuestras vidas

Renacer en los Andes. Miguel Ángel Tobías. Ed. Luciérnaga




                                                 


Miguel Ángel Tobías (Baracaldo, 1968) es productor y director de cine y documentales. Es también un hombre apasionado de la vida y de la aventura, y con frecuencia ha puesto ese espíritu al servicio de los más desfavorecidos, dando a conocer situaciones de crisis humanitaria. Son conocidos sus trabajos sobre la tragedia de Haití, por ejemplo.

En algunas de sus aventuras ha visto cercana la muerte. Y ha sido consciente de que se salvó sólo por una acción milagrosa de la Providencia. En este libro nos relata dos de esas intervenciones extraordinarias. Y lo hace con la viveza de algo sentido en propia carne. Al hilo de la narración, nos da a conocer su perfil humano y su trayectoria profesional, con un estilo cercano y ágil. 



                             


La primera sucedió en África: el contacto inadvertido con una planta venenosa le produjo una reacción tan brutal que el médico kenyata, al ver que sobrevivía a una situación necesariamente mortal, le explicó: “Es milagro. Es señal de que tienes aún algo que hacer en esta vida.”


Tobías, quizá para no darse importancia, admite que quizá fue un milagro, como dijo el médico, “y me ayudaron desde otro sitio. O quizá fue el instinto de supervivencia…” Pero aquello fue para él su primer gran toque de atención.


Dios espera cosas de nosotros, de nuestra vida, como dice san Josemaría en su famoso primer punto de Camino: “Sé útil, deja poso…” No debería hacer falta que sucediera un milagro para que fuésemos conscientes de esa realidad: estamos aquí para algo. Pero Dios actúa, cuando quiere y como quiere…

 
                           



Miguel Ángel Tobías se detiene más al narrar la segunda “experiencia extraordinaria”, que da título al libro. Una taquicardia a 5.000 metros de altura, de noche, con temperaturas de 15 grados bajo cero, sin protección contra el frío, le hace sentir cercana la muerte. Y entonces sucede algo, y sabe que ese algo es milagroso y que le salva.


El relato se lee con facilidad y de un tirón. Me parece interesante resaltar algunas de las “experiencias” que Miguel Ángel Tobías ofrece al lector, y que sintetizo:


Familia: “no escatiméis el tiempo que pasamos con ella” Es la esencia de lo que somos. Curar heridas cuanto antes si las hay. Y existe también la “familia de alma”, a quienes sentimos como de nuestra sangre y que en los peores momentos estarán. Es encantador el recuerdo de su madre: “Pudiendo elegir morir, sería maravilloso hacerlo en brazos de mi madre, rodeado del amor y de la paz que solo una madre nos puede dar. Y abrazarla, y dejar que te abrace: es algo que nunca deberíamos dejar de hacer mientras está aquí. Aunque dé vergüenza, hacedlo, porque algún día por ley de vida ya no podremos…”


Amigos: “¿Cuántos renunciarían a sus vacaciones por acompañaros en el hospital? ¿Por cuántos estaría dispuesto a renunciar yo? Amigo es el que os tiende la mano antes de que se la pidáis. Si tenemos alguno así, cuidarlo.


Amor: es auténtico si genera alegría, paz. Y se expresa en la acción, no en palabras.


Miedo: es el mayor factor de sufrimiento humano. Nos lo inoculan para paralizarnos, para que no podamos ser libres. Nos predispone a actuar o no actuar en función de un hipotético peligro que no se ha manifestado. Es lo contrario a la vida, porque paraliza. No dejar de hacer nada por miedo.

Corazón: “Cuando seas mayor, lo único que dibujará una sonrisa en tu cara será recordar aquellas cosas que hiciste con el corazón.


Felicidad: no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo hemos perdido, y eso significa que no lo sabemos disfrutar: familia, trabajo, comida, agua caliente, salud…


Soledad: es la gran enfermedad del ser humano, asociada a la falta de amor. Es terrible saberse y sentirse solo en momentos de dolor o ante la muerte. No deberíamos dejar que nadie lo experimente, especialmente en la propia familia. Compartir nuestro tiempo con ellos.


Milagros: se nos conceden cosas en determinados momentos para que podamos elevarnos espiritualmente. Pero Dios quiere que seamos libres de nuestro destino y no se impone. Los milagros se suelen producir de forma oculta, como si el proceso fuera natural. No sabemos por qué, pero a veces Dios hace lo que le pedimos, si se dan estas condiciones:

-humildad para reconocer que uno solo no puede
-pedir ayuda: Dios quiere que le pidamos imposibles
-abandono en Dios, aceptar la muerte
-no rendirse y seguir poniendo medios humanos


Y recordar que los milagros se producen para que las personas que los viven den testimonio de ellos. Es lo que ha hecho Tobías con su relato, ameno y sin estridencias, pero que llega hondo.