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domingo, 4 de junio de 2023

Amabilidad, esencia de la cultura

Escena de El festín de Babette


Tras el esteticismo de algunas personas refinadas, que se tienen por artistas y creadores de cultura, se esconde muchas veces el vacío y el hielo, la falta de la experiencia de un contacto noble y abierto con personas sencillas, normales.

 

Ese esteticismo es incapaz de alcanzar la altura de los valores humanos que emergen en la simpática charla familiar de una madre con sus hijos, en la amable tertulia de amigos que comparten experiencias, en el foro público cuando sirve para un intercambio razonado y respetuoso de puntos de vista. En ese diario encuentro entre personas normales es donde verdaderamente se crea la cultura.

 

Woody Allen decía a propósito de una de sus películas: “Un hombre ordinario, no brillante, un no intelectual, tal vez sin la apariencia de la distinción, si se abre con sencillez a los seres humanos, toca más de cerca que el artista a la fuente, a la esencia de la vida.”

 

Si el corazón y los sentimientos están helados, cerrados a dar y compartir con las personas reales que nos rodean, de poco sirve refugiarse en el arte o en las abstracciones políticas. De ahí no puede emerger ninguna cultura auténtica, esa que nos hace mejores y es por tanto la verdadera cultura de progreso.  

 

Sólo cuando uno vive con realismo, abierto a encontrarse con quienes le rodean, dispuesto a dar y compartir, a escuchar y dialogar amablemente, libre de imposiciones y rencores, cuando lleva a la práctica que la vida está por encima de la cultura, empieza a nacer la verdadera cultura que hace grandes a los pueblos. 


Relacionado:

El festín de Babette


 

miércoles, 11 de enero de 2023

Relato de una madre

 



Relato de una madre. Victoria Gillick. Ed Rialp

 

Ahora que algunos miran a las familias numerosas con susto y como algo desfasado, sienta bien releer relatos como éste de la familia inglesa Gillick y Gordon. Y dejarse sorprender por la felicidad y el buen humor que reinan en una familia cuando no se sacrifica la posibilidad de tener hijos al triste dios de la comodidad.  

Victoria Gillick reacciona ante la incomprensión que la sociedad muestra hacia familias como la suya, y logra transmitir con su valiente testimonio la realidad del sabio dicho popular: cada nuevo hijo trae un pan debajo del brazo. Un pan en sentido material: porque las dificultades y estrecheces económicas agudizan el ingenio, y siempre acaban surgiendo soluciones para llegar a fin de mes. Pero un pan también en sentido más profundo: porque cada hijo es fuente de maduración, de crecimiento humano y espiritual para los padres y para cada uno de los hermanos. Es de las familias numerosas de donde suelen surgir las personas con más coraje y más capacidad de sacrificio por los demás. Y eso es también pan para todo el conjunto social, hastiado de individualismo egoista.

No podía ser de otro modo, pues ese invento divino que es la familia es una verdadera escuela de entrega, solidaridad y altruismo. Una verdadera escuela de amor, que no pueden mirar sino con recelo los que no han tenido la suerte de experimentarlo. Con recelo, incluso a veces con absurdo desprecio, pero en el fondo con envidia.

Miren por ejemplo este tierno recuerdo de la autora sobre el espíritu de cooperación en que crecen los niños en una familia numerosa:

    En las familias numerosas, cuando la madre no puede atender por sí sola a todos, surge espontáneamente entre los hijos la necesidad de echar una mano para aligerar la tarea. Los dos mayores, de apenas 5 y 6 años, ya daban muy sonrientes el biberón a los dos gemelos desde que tuvieron 4 meses… Nunca cometieron un error, y era una experiencia muy amable para ellos, que sirvió para unirles muy estrechamente durante aquellos años y después. La necesidad fue, en el caso de ellos, la madre del amor.”

Recuerdo que, cuando se publicó el libro, causaron algún escándalo varias de las situaciones familiares descritas por Gillick, ciertamente algo anárquicas. En parte se debían a la profesión bohemia y algo transhumante de los esposos, ambos artistas de éxito relativo. Pero en parte también pienso que ese aparente desorden y anarquía procedían  de un modo de afrontar la vida lleno de libertad y confianza en el futuro. Un modo, por cierto, profundamente cristiano. Algo que esta sociedad nuestra debería recuperar si quiere tener futuro.

 

jueves, 23 de junio de 2022

El arte de ser amables

    Esta escena de la comedia romántica "Mejor imposible" (As good as it gets, 1997), protagonizada por Helen Hunt y Jack Nicholson, refleja con gracia el valor de una virtud que deberíamos poner en valor: la amabilidad. 

   Muchos de nuestros políticos y "comunicadores" desprecian la amabilidad. Con frecuencia en sus "diálogos" prefieren hacer alarde de descortesía, quizá porque piensan que con su insana estridencia se hacen notar más. Pero lo único que consiguen es envenenar la convivencia. 

    Las personas no estamos hechas para la agresión -ni siquiera verbal- ni para el desafecto, sino para la empatía y la amabilidad. Olvidarlo es abrir las puertas al infierno, que debe ser un estado de horrible incomprensión entre seres reconcentrados en su egoísmo. 

    Mirar a los ojos, sonreír, escuchar con paciencia, tratar de hacerse cargo de lo que siente, piensa y prefiere el otro, pronunciar con frecuencia su nombre durante la conversación... Son pequeños detalles con los que afirmamos al otro en su dignidad, y al hacerlo nos hacemos más dignos a nosotros mismos, porque damos con la llave natural de la propia felicidad: el amor al otro. 

    "Tú haces que quiera ser mejor persona." ¿Hay frase más amable que esta? ¿Por qué no intentamos que quienes se cruzan en nuestro camino la sientan? ¿Por qué no la expresamos con más frecuencia y agradecimiento a nuestros seres queridos? 


miércoles, 22 de junio de 2022

Diferentes y complementarios

    Cuando la relación entre un hombre y una mujer es incondicional, la pareja no es una cosa más en la vida de cada uno de ellos. Es un valor transversal, que está presente en todos los aspectos de la vida. El otro pasa a ser el soporte de la natural dependencia de cada uno. La pareja se siente un equipo en todo momento, y uno procura actuar de manera que en el otro surja el deseo de ser mejor persona.

    La psicóloga Lucía Pérez explica en esta práctica sesión cómo mejorar el entendimiento y la unión de afectos entre el hombre y la mujer. Requiere el esfuerzo de comprender las diferencias entre uno y otro, y descubrir la fantástica riqueza que surge en el día a día de las parejas que han entendido su complementariedad, se quieren como son, incluso con sus defectos, y al validar, admirar y aceptar al otro le ponen en condiciones de sacar lo mejor de sí mismo. 

    Como las anteriores, esta sesión puede ayudar también  a jóvenes que estén pensando en elegir pareja, y desean acertar.


lunes, 20 de junio de 2022

Temperamentos diferentes, dones complementarios

    El profesor Iokin de Irala explica magistralmente en esta nueva sesión las características de los diferentes temperamentos (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico). Son inamovibles, un dato que con frecuencia se olvida, con resultados peligrosos en la educación de los hijos o en el entendimiento entre los cónyuges. 

    Por eso un ejercicio necesario es conocer bien las características peculiares del temperamento del hijo o de la pareja. Y en general también de cualquier persona con la que vayamos a tener un trato frecuente. Así no generaremos expectativas inadecuadas. Dicho en positivo, pondremos a persona en condiciones de dar lo mejor de sí y aumentar su autoestima. 

    El profesor Irala recomienda esta página que contiene un autotest para conocer el propio temperamento, y en consecuencia sus fortalezas y debilidades. Añade consejos muy prácticos.

    Aparte, claro, está el carácter, que ese sí es mejorable. También da buenas pistas sobre cómo perfeccionarlo. Incide con ejemplos de la vida diaria y de la experiencia familiar en los diferentes modos de ser y reaccionar del varón y la mujer.  

            

Amor al 100 %

    El amor verdadero entre un hombre y una mujer es una realidad infinitamente más bella, valiosa y profunda de lo que nos suelen presentar los productos audiovisuales. 

    Esta sesión del profesor Rafael Lafuente, dirigida a padres del colegio Guadalaviar de Valencia, me ha impresionado por la simpatía y claridad con que se refiere a esos estrechos lazos de afecto, comprensión, sentimiento, sexualidad, cooperación y perdón que garantizan el amor gozoso y perdurable "para siempre", condición sustancial del amor genuino. 

    Vale la pena escucharlo con calma. Muchas parejas se entenderán mejor a sí mismas, y aprenderán a saltar por encima de tantos obstáculos que hoy parecen confabularse para hacer fracasar las uniones conyugales. Los erráticos productos audiovisuales parecen haber tenido un efecto social demoledor, al actuar como modelos de conductas bastante alejadas del verdadero sentido del amor.

    Aporta también pistas para quienes todavía están en el trance de escoger pareja, y desean que la persona elegida comparta su deseo de alcanzar la felicidad mediante un amor leal y duradero, que navegue con soltura por los mares agitados de la vida. 


            

lunes, 5 de abril de 2021

Mujeres brújula

 



Mujeres brújula en un bosque de retos. Isabel Sánchez. Ed Espasa

 

La editorial Planeta descubrió a Isabel Sánchez (Murcia, 1969), abogada y Secretaria Central del Opus Dei, a raíz de una entrevista en El Mundo con motivo de la beatificación de la química Guadalupe Ortiz, primera mujer del Opus Dei en llegar a los altares. Su lenguaje amable y desinhibido, alejado de estereotipos, resultaba atractivo, y sugería un caudal de experiencia que valdría la pena explorar. Además, el hecho de estar al frente del gobierno de las mujeres del Opus Dei, junto al prelado, podría atraer la curiosidad intelectual de los lectores.

 

Así surgió este libro: un encargo de la editorial, abierto a la libertad temática que prefiriese su autora, en el que Isabel Sánchez ha querido plasmar parte de su amplia experiencia humana durante más de 20 años de trabajo en la Asesoría Central del Opus Dei en Roma.

 

Su tarea de diseñar nuevos proyectos educativos, asistenciales o de liderazgo en países de todo el mundo, ha llevado a Isabel Sánchez a relacionarse con mujeres de más de cien nacionalidades y de culturas multiformes. Ha visto en muchas de ellas una inspiradora capacidad de liderar cambios sociales, y dedica su libro a sondear en sus historias y sus motivaciones.

 

Descubre que esas mujeres líderes, de profesiones y situaciones sociales muy diferentes, humildes o encumbradas, tienen algo en común: no se resignan ante las carencias humanas de su entorno. Trabajan firmemente para resolverlas, y ponen en el centro de su interés no a una masa anónima, sino a la persona, cada persona singular.

 

Esas mujeres brújula, que con su ejemplo bien podrían orientar nuestra actuación, afrontan los desafíos con sentido constructivo. Ante retos laborales o educativos, de cuidado de los débiles y ancianos, de sostenibilidad o de pacificación de la convivencia… se convierten en verdaderos agentes humanizadores de la vida.

 

El libro no habla sólo del Opus Dei, ni sólo de mujeres que se mueven en el entorno de las actividades formativas del Opus Dei. Su visión es amplia y abierta, le sirven todas las experiencias positivas que ha conocido.

 

Tampoco es un libro de religión, ni una colección de piadosas recomendaciones. Es más bien “una secuencia de escenas humanas y humanizantes”, que muestran a mujeres de los cinco continentes afrontando los retos del momento actual, cuya conducta nos puede dar pistas sobre nuestro propio actuar.

 

Es la suya una visión personalísima, abierta a otras visiones complementarias. Una visión que, al acercarnos a experiencias vitales muy diversas, abre la mente del lector para que se plantee interrogantes y trate de darles respuestas en su propia existencia. 

 

Con un lenguaje amable y fluído, no exento de poesía, describe experiencias en ocasiones duras y dolorosas, pero en las que se manifiesta una decidida apertura a la esperanza y al optimismo.

 

Dos palabras surgen con más frecuencia en el relato: persona y cuidar. Nadie es sólo un número, cada persona tiene un rostro y un corazón, y merece ser cuidado con cariño y respeto a su dignidad. Cuando eso lo tenemos claro, se resuelven muchos problemas sociales.

 

Cada individuo supera a la especie, porque cada individuo es capaz de libertad y de amor. Y hay dos modos de ser persona igualmente dignos: como hombre y como mujer.” Lejos de ideologías que emplean un discurso de antagonismo y confrontación, la autora ve en estas mujeres brújula un enriquecedor modo de entender la natural colaboración de esas dos formas de ser persona, que poseen unas cualidades complementarias.


Isabel Sánchez (foto Paola Gutiérrez)

 

Que todos se sientan tratados como personas

 

Nada abre más la puerta a la esperanza que sentirse tratado como persona. Resulta conmovedor el relato de la directora de una residencia de universitarias, promovida por el Opus Dei en Suecia. Sale con frecuencia de madrugada con unas amigas a las congeladas calles de Estocolmo a repartir bocadillos y café a personas sin techo. Pasa un tiempo, y en la residencia han de hacer un traslado de muebles. Contratan a una empresa de transportes. Uno de los operarios se acerca a la joven directora: “¿No me recuerda? Yo era un sin techo en la calle y usted vino a ofrecerme café. Me miró a los ojos y me preguntó mi nombre. Por primera vez, me sentí tratado como persona, y eso me cambió la vida. Sentí de pronto que era alguien, que podía proponerme mejorar. Empecé a buscar trabajo y ahora soy transportista”.

 

Historias similares abundan en el libro. Pueden parecer pequeñas, pero el mundo sería distinto sin ellas. Algún día conoceremos las oleadas de bien que han levantado en el mundo, generación tras generación,  nuestros pequeños gestos en favor de los demás.

 

No sabemos qué historia hay detrás de cada persona que se cruza en nuestro camino, ni podremos solucionar todos sus problemas. Pero sí podemos lograr en unos minutos de trato que sientan que valen, que son importantes para alguien. Tenemos que mirar a los ojos y hacer sentir que son una persona.

 

El sentido del trabajo, caudal de humanización


Estas mujeres luchadoras, asegura Sánchez, manejan con soltura los términos trabajar y cuidar, dos palabras que unidas adquieren sentido, y encierran un inmenso caudal de humanización y progreso. Cuidar requiere corazón, pero también inteligencia emocional, capacidad previsora y organizativa, conocimientos de psicología, medicina natural, alimentación saludable… "Son cosas que antes se aprendían por tradición. Requiere ternura, que no es virtud de débiles sino de fuertes: compromiso con la vida, con lo humano, estabilidad en el querer. Hace falta fortaleza para ser capaces de sentimientos humanos, como la misericordia y la compasión."

 

El trabajo ocupa un lugar central en su relato. “Nuestro mensaje (el del Opus Dei) se centra en amar al mundo apasionadamente, y enseñar a convertir el trabajo no en un ídolo, sino en un aliado de Dios; no en una carga, sino en un camino de realización personal, de ayuda a los demás, de cuidado del planeta, de ofrecimiento a Dios.”

 

Necesitamos ampliar nuestra perspectiva sobre el trabajo. El trabajo ya no puede tener como único fin el producir para el consumo, sino enriquecernos como personas, aportar talento, construir un entorno sostenible. Y eso requiere creatividad, para dar primacía a la persona, fomentar la corresponsabilidad, aniquilar la corrupción, favorecer la inclusión. Nadie puede sentirse eximido de trabajar en esa dirección, si desea mejorar el mundo. El papa Francisco ha insistido justo en esa línea, especialmente en su encíclica Luadato Sí, sobre el cuidado de la casa común que es el mundo. En uno de los capítulos del libro, la autora se hace eco de algunos de los consejos del Papa sobre la pobreza y la sobriedad, sobre el cuidado de las cosas y del entorno.

 

Isabel Sánchez, que desde niña creció en una familia en que las mujeres tenían y desarrollaban altas aspiraciones profesionales y familiares, y ella misma las ha desarrollado sin cortapisas, ha visto reforzadas esas aspiraciones por las enseñanzas de san Josemaría sobre el trabajo, “un valor humano que dignifica a la persona.”

 

En esas enseñanzas, que ha conocido hechas vida en miles de mujeres y de hombres, destaca la convicción de que tanto hombres como mujeres pueden desempeñar todo tipo de profesiones y tareas; que el proyecto familiar debe enmarcar y preceder en la jerarquía de valores al proyecto profesional de cualquier hombre y mujer; que “el cuidado del hábitat familiar comporta tareas que han de ser asumidas con orgullo y responsabilidad, del mismo modo que el hábitat planetario.”

 

Se trata de ayudar a descubrir el sentido de nuestras vidas. Con sentido todo adquiere relieve y significado. Sólo con sentido es posible tener seguridad y confianza. Si no sabemos para qué estamos, todo es inseguridad y miedo. Hay una gran necesidad de formación, de incentivar a hacer el bien, “con el convencimiento de que más Dios no equivale a menos yo, sino al revés: cuanto más nos rozamos con lo divino, más se desarrolla nuestra humanidad.”

 

La vida es tiempo de encuentro: somos hermanos

 

Esas mujeres en las que Sánchez pone la mirada no se aislan, descubren a los demás como don y tarea: "me completan y me ayudan. Me dan un nombre: sin los demás no tendríamos identidad. Yo puedo hacer crecer a los demás porque de algún modo forman parte de mi existencia, son parte de mí."

 

Reconocer esa solidaridad innata es construir la vida sobre la confianza y el respeto, que aseguran la paz y la armonía. Como ha señalado el papa Franciscola vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro. A nuestro alrededor orbitan planetas que piden que estemos atentos a sus necesidades.

 

Al hilo de las diversas historias la autora reflexiona sobre los valores que expresan, y las pone en relación con sucesos de nuestro tiempo y el pensamiento de grandes autores contemporáneos: hay historias de perdón, de libertad empleada para el bien, de emprendimiento tenaz para levantar socialmente a los que no tienen nada, de presencia del sello de Dios en los ámbitos culturales, de humanización de la vida política y empresarial, de estructuras laborales injustas que lucha por mejorar… Resultan muy sugerentes sus valoraciones acerca de la complementariedad del hombre y la mujer.

 

La familia, laboratorio de humanización

 

Muchas de las historias están relacionadas con la familia, verdadero “laboratorio de humanización” cuando en el núcleo familiar se cultiva el diálogo, se viven experiencias juntos, y todos saben acogerse y perdonarse. “Tendemos a pensar que los macroproblemas sociales (educación, asistencia…) sólo competen a los gobiernos. Pero es asombroso lo que personas singulares pueden hacer cuando se sienten comprometidas por mejorar su entorno.

 

Muy interesante también sus referencias al impacto de las enseñanzas de san Josemaría sobre el gobierno y el cuidado de las personas, sobre el liderazgo femenino y el protagonismo de la mujer en la misión evangelizadora de la Iglesia.

 

Isabel Sánchez, que comenzó a desarrollar su trabajo en Roma junto a algunas de las primeras mujeres que trabajaron con el fundador en el gobierno de la prelatura, aprendió de ellas a poner a las personas, a cada persona, en el centro de su trabajo.  Sus lecciones más amargas, anota, son las que ha aprendido tras no acertar en el cuidado delicadísimo con las personas. Cuando se ha dado cuenta (de no haber advertido el cansancio de alguien, de no haber infundido confianza…) ha pedido perdón de corazón, porque es lo que ha visto hacer a los tres prelados del Opus Dei con los que ha trabajado, y a las directoras con las que se formó.


Isabel Sánchez (foto Paola Gutiérrez)
 

El corazón rebosa amor a los demás cuando se entrega a Dios

 

Un modo de dar y recibir amor es la llamada a ser y vivir para Dios con amor exclusivo. "Dios te conquista fascinándote con su amor fiel e inmutable, y con la sombra de bien que quiere hacer a través de ti. Y nos promete mantener el corazón rebosante para que podamos vivir con Él y para Él, y para encender ese amor en muchos más."

 

      El amor que ofrece es inmediato y toca directamente al corazón. Abarca toda la persona. Precede a todo lo mío. No se puede amar igual a otro ser humano. Es fecundo, porque está llamando a que abras al amor a muchos más. Es real, tiene todos los ingredientes del amor humano: éxtasis (salir hacia la persona que se ama), coaceptación y complacencia; intencionalidad: deseo de vivir para el otro, no solo con el otro. El amor te hace vulnerable (como a Jesús): cuanto más quieres, más gozarás y más sufrirás. Si Dios te pide un corazón grande donde quepan todos, los dolores están asegurados, y las alegrías también.

 

Muy sugerentes también sus consideraciones acerca de la necesidad de redescubrir el valor de la conversación y de la lectura. Leer, mucho y bueno, para ser personas de criterio y cultura que dejen huella en el mundo también con su inteligencia. Como decía el profesor Alejandro Llano: “Regenerarán la universidad (y lo podemos aplicar al mundo) unos pocos alumnos y profesores capaces de leer, reunirse y hablar entre sí. La salvación intelectual está en los libros. Es preciso leer mucho y bueno.” 


Isabel Sánchez tiene una inspiradora cuenta en Instagram (@isanchez_roma) que sigue los pasos de este sugerente libro: un valioso manantial de ideas para levantar el ánimo y "superar la adversidad." 

miércoles, 14 de agosto de 2019

El amor o la fuerza del sino


El amor o la fuerza del sino. G.K. Chsterton



Escrito a comienzos del siglo XX, se trata de un conjunto de artículos en los que el gran polemista inglés entra a combatir los tópicos y prejuicios típicos de las mentes agnósticas.

Con su simpática ironía, el conjunto es una firme defensa de la familia y el matrimonio cristiano. Chesterton intuye la amenaza que se cierne sobre la humanidad a medida que se aleja del sentido cristiano de la vida, y advierte el sentido común de que lo cristiano está dotado. A menos sentido cristiano, menos sentido común habrá en el mundo.



Ya en su época se comenzaba a hablar de un supuesto “exceso de población”, para justificar el control de natalidad. “La respuesta a cualquiera que hable de “exceso de población” es preguntarle si él mismo es parte de ese exceso de población, o si no lo es, cómo sabe que no lo es.

Chesterton intuye también el verdadero mal  que amenaza a la sociedad, y dónde se está fraguando: “Está en Manhatan, y no en Moscú”. Es de la opulenta sociedad occidental de donde surgirá la gran herejía: el ataque en toda regla a la moralidad, y más en concreto a la moral sexual.

Es de admirar el respeto con que Chesterton trata siempre a sus adversarios, elogiando su inteligencia primero para después hacerles notar que seguramente no han caído en la cuenta de las perspectivas distintas que él aporta, en las que les contradice abierta y rotundamente, sin faltarles al respeto que toda persona merece.

Sus frases están llenas de chispa, de alegría de vivir y de sentido común. Anoto algunas ideas.





¿Huraño? Más bien egoísta

Hay personas poco sociables, que rehúyen el trato. Y es que “la sociabilidad, como todas las cosas buenas, está llena de incomodidades, peligros y renuncias.

Muchos hablan mal de su calle (como de la familia...), diciendo que es aburrida y cosas por el estilo. Pero “nadie huye de su calle porque sea aburrida… En realidad huye porque es excitante, porque está llena de vida, una vida que le interpela, un prójimo de carne y hueso al que hay que amar por el mero hecho de ser vecino, término que encierra una realidad tan concreta (“esta persona”) como universal (“cualquiera que sea”)".



La vida, como la familia, nos interpela. La muerte es más tranquila.

Con la familia les sucede algo parecido. Interpela mucho, pide mucho, por la evitan, no porque no sea buena o porque sea aburrida.  “La familia es arbitraria, no es conciliadora, está próxima al caos, llena de situaciones imprevisibles. Y precisamente por eso es buena, como es buena la humanidad, que tiene esas mismas características. Si todo fuera a gusto de uno, todo previsto, todo dominado, no habría vida, sino muerte. Por eso es tan aburrida la vida de los ricos, porque dominan las situaciones, escogen los acontecimientos: se aburren porque son omnipotentes.”




Portarse como un caballero en lo pequeño, en lo doméstico

Algunos dejan el “buen hacer”, el “portarse como un caballero” (como se decía antes) para momentos importantes, para cosas grandes y serias.

Pero “esto de comportarse como un caballero en los momentos importantes no tiene mucho sentido; un hombre se comporta como un caballero en los momentos que no son importantes. En los momentos importantes debería comportarse de una manera mucho mejor…


jueves, 8 de agosto de 2019

Carta a Chema Postigo


A mi hermano Chema. La carta que no llegué a escribirte. Miguel Postigo.


Este libro es un emocionado relato de Miguel Postigo sobre su hermano Chema, que tras una vida llena de vicisitudes murió joven a consecuencia de una larga enfermedad, pero dejando una huella imborrable de bondad y bien en su numerosa familia y en cuantos le conocieron. 





Miguel escribe con el corazón en la mano, casi a vuela pluma, y sin rubor reflexiona al hilo de recuerdos íntimos de su hermano y de sus numerosas familias. Esa transparencia es de agradecer, porque comprobamos que las vidas que nos impactan están tejidas con los mismos hilos que las nuestras, presentan los mismos claroscuros, momentos malos y peores, momentos buenos y estupendos.  Pero las personas buenas saben tender un imperceptible y suave manto sobre su dolor, y logran consolar aun cuando serían ellos los que necesitaran consuelo.

La vida de cada uno, escribe el hermano de Chema, es como un baúl abierto, grande o pequeño, como Dios haya querido. Nuestra misión es llenarlo de monedas de plata y oro. También podemos llenarlo de hojarasca, de cosas inútiles o insulsas. Incluso podemos llenarlo de auténtica basura y miseria.




Pero no hay que dar lugar al desánimo: porque mientras vivimos tenemos la capacidad de limpiar a fondo, quitar la basura y dejar sólo el oro y la plata de nuestro buen hacer. Y el modo de hacer limpieza es sencillo: el examen, la confesión, la penitencia. Y entonces es Dios mismo quien hace la limpieza para que en el baúl sólo quede lo bueno.

Habrá un día en que el baúl se cierre y nos llamarán a rendir cuenta. Y nuestra eternidad dependerá de cómo esté el baúl. En realidad no sólo la eternidad: también el presente, que es tanto más alegre y feliz cuanto más acumulamos lo bueno y echamos por la borda lo malo. Y es el amor, no el temor, lo que nos mueve a afinar, a limpiar, a proponernos de nuevo cada día empezar a ser mejor persona.

Miguel advierte que su hermano Chema optó por ese esfuerzo, no siempre entendido por los que le rodeaban. Lo que se percibía de Chema era su sonrisa, su honradez, su compromiso de entrega y servicio a los demás. En lo humano son cualidades de liderazgo. En lo trascendente, algo mucho más valioso: son manifestaciones de una vida santa.



Chema sufrió, pero supo hacer felices a los demás hasta el último suspiro: a su mujer y a sus hijos, a sus innumerables amigos. Supo hacerlo porque no pensaba en sí mismo: “el sufrimiento gestionado sin egoísmo se transforma en amor, como los fósiles en petróleo.” Y para quien tiene fe, el sufrimiento es una manifestación de que Dios no nos ha abandonado.


El secreto de una vida feliz depende de las prioridades que nos hayamos marcado. Miguel descubre las que se propuso su hermano: 1º, Dios es siempre la mejor opción; 2º, el mayor tesoro que tiene el hombre en el mundo es el matrimonio y la familia; y 3º, intentar cada día hacer feliz al menos a una persona: acostumbrarse a ser amable, a sonreír, a interesarse por los demás, a rezar por todo el que se cruza en mi camino (y no criticarle, ni juzgarle, ni pensar sólo en lo que me puede aportar a mí, ni despreciarle porque piense que no tiene nada que aportarme…)


Dios, la familia, los amigos. Y ojo, no el trabajo. El corazón no se pone en el trabajo, sino en las personas. El trabajo es un medio, no una persona a la que amar.

Vivir con esas prioridades es lo que permitió a Chema Postigo ser fuente de paz y de alegría. Y eso explica que Chema tuviera tantos amigos: porque la gente quiere acercarse al manantial de la paz y la alegría.




Una frase de Tolstoi muestra el bien que personas como Chema Postigo aportan al mundo: “De igual modo que una vela enciende a otra y así llegan a brillar millones de ellas, así enciende un corazón a otro y se iluminan miles de corazones.”

Miles de personas asistieron al entierro de Chema, y los medios de hicieron eco de la emotiva imagen de su mujer, Rosa Pich, y sus jovencísimos hijos en la Misa por su alma. 



Rosa, una mujer valiente y emprendedora, es una conferenciante muy solicitada por su amplia experiencia educativa y de gestión doméstica. Es autora del libro "Cómo ser feliz con 1, 2, 3... hijos."









viernes, 14 de diciembre de 2018

Familias que educan en la solidaridad. El spot navideño de Harambee

Qué buen momento la Navidad para acordarnos de los que tienen menos. Eso es lo que hacen tantas familias españolas, en las que desde pequeños hemos aprendido a ser menos egoístas y más colaborativos y solidarios. 

Todo un continente espera algo más que gestos de nosotros. Y eso es lo que promueve Harambee: todos juntos podemos mejorar las condiciones de vida de miles de familias y niños africanos, mejorando la sanidad y la educación, ayudando a tantos buenos africanos y africanas que están dejándose la piel en el intento. 

Que el deseo de Feliz Navidad sea mucho más que un modo de hablar, y que llegue muy lejos, a todo el planeta. 

https://www.youtube.com/watch?v=iUL0-H9KOMM#action=share

viernes, 11 de agosto de 2017

A la luz de la Edad Media

A la luz de la Edad Media. Regine Pernoud




     Regine Pernoud, historiadora y conservadora del Museo de Historia de Francia, descubrió durante  sus trabajos como bibliotecaria que la imagen oscura que desde la Ilustración se lanzaba sobre la Edad Media no se correspondía con la realidad. La verdad era otra, y emergía rotunda y luminosa de su investigación en las fuentes fiables de la historia. 




     Fruto de sus descubrimientos, publicó una larga serie de trabajos que constituyen una rehabilitación de ese período tan injustamente denostado y sin embargo tan luminoso,en el que se forjaron los cimientos de la civilización occidental.  Leonor de Aquitania, La mujer en el tiempo de las catedrales, Los hombres de las cruzadas y A la luz de la Edad Media son algunas de sus obras más conocidas.


     Publicado por primera vez en 1944,  A la luz de la Edad Media describe cómo fue fraguándose la vida y costumbres en la Francia medieval y en buena parte de la Europa de ese tiempo. Su rigor intelectual le lleva a descubrir una realidad que contrasta con mitos y falsedades que todavía hoy difunden algunas cátedras y series de televisión sobre aquel período. 
  
  
    “En literatura y en historia se proporciona a los alumnos un sólido arsenal de juicios prefabricados, que les lleva a calificar de ingenuos, sin más, a los seguidores de Tomás de Aquino, y de bárbaros a los constructores de catedrales. Según esos prejuicios, la Edad Media era una época de tinieblas; nada de lo que pasó en esos siglos oscuros vale la pena…” 


    Todavía hoy se difunden falsedades sobre el significado real de términos acuñados por costumbres de la época, como siervo de la gleba o derecho de pernada, que no significan lo que ignorantes o malintencionados nos intentan hacer creer.



   

 Con su estudio  riguroso,  Pernoud descubre un mundo distinto. A medida que avanza “se nos revelaban las estructuras profundas y la expresión artística de aquella sociedad, se nos revelaba un pasado que aflora todavía en el presente, un mundo que había visto desarrollarse el lirismo, germinar la literatura de ficción y elevarse  Chartres y Reims. Al identificar una estatua tras otra, descubríamos a personajes de alta humanidad. Al hurgar archivos (…) cobrábamos conciencia de una armonía cuyo secreto parecía detentar cada sello, cada línea, cada compaginación.”



    Pernoud investiga en la arqueología,  la historia del derecho, los textos antiguos, los monumentos… y a medida que avanza descubre un estilo de vida luminoso, del que nadie le había hablado antes. Leal a su mente racional y científica, va abandonando prejuicios y se rinde a la evidencia de los datos: la Edad Media fue un período rebosante de vitalidad y alegría de vivir, gracias a una paulatina y creciente penetración del cristianismo  en las mentes de aquellos pueblos de costumbres bárbaras.


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    La Edad Media, surgida tras siglos de incertidumbre y desasosiego por las sucesivas invasiones (francos, burgundios, normandos, visigodos…) y las consiguientes guerras entre pueblos en continuo movimiento, fue la época en que se alcanzó por fin la estabilidad y la permanencia. En la Francia del siglo X, esa masa antes inestable de pueblos  invasores  ya formaba una unión sólidamente apegada a la tierra. La familia Capeto, que durante tres siglos, en línea directa y sin interrupción, reinó en Francia, es una muestra del asentamiento de todas las familias de la época.


     Pernoud muestra que esa estabilidad y ese arraigo en la tierra se debió a la aceptación universal de la institución familiar, que concilia el máximo de independencia individual  con  el máximo de seguridad. Cada individuo encuentra en la familia ayuda material y moral hasta que se basta a sí mismo. Entonces es libre, sin que los lazos que le unen al hogar paterno se conviertan en trabas.


     Esa libertad, conseguida gracias a una progresiva profundización en las luces que aportaba la fe cristiana a la vida social,  contrastaba con el modelo del imperio  romano, fundado no en el derecho natural sino en ideologías de legisladores y funcionarios. En la antigua Roma el padre tenía autoridad de jefe durante toda la vida, con una concepción militar y estatista en la que el individuo quedaba encerrado de por vida.


     Pernoud llega a la conclusión de que en la base de la energía de occidente está la familia, tal como la concibió y comprendió la Edad Media. Todas las relaciones se establecían sobre el modelo familiar: tanto la del señor con el vasallo como la del maestro con el aprendiz. La historia del feudalismo es la historia de linajes familiares. La mesnie de un barón, es decir, su contorno, sus familiares, incluye tanto a siervos y monjes como a altos personajes. Los dominios se acrecentaban antes a través de herencias y matrimonios que de conquistas.



    El sentimiento familiar es la gran fuerza de la Edad Media. Muchas costumbres medievales tienen su origen en la preocupación de proteger a la familia. La  familia (los que viven compartiendo el bien y la olla) es una personalidad moral y jurídica, que posee en común los bienes cuyo administrador es el padre. Al morir el padre, sin interrupción ni transmisiones ni impuestos, otro de los miembros de la familia asume la cabeza. Al padre de familia se le reconoce el derecho de usar, pero no el de dueño absoluto, ni el poder de abusar de los bienes; debe además defender, proteger y mejorar la suerte de seres y objetos de los que es custodio natural.


    Gran hallazgo medieval fueron los gremios, fruto de una concepción colaborativa (y no competitiva, ni de sindicatos de clase) de la vida social. Los gremios eran organizaciones de oficios, con Jurados propios que tenían participación en el Municipio, y que aseguraban el aprendizaje y desarrollo de las técnicas necesarias para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Las calles de las ciudades estaban animadas por el bullicio alegre de los diferentes gremios, que se agrupaban por barrios como todavía hoy recuerda el callejero de nuestras ciudades.



    Y alegría de vivir. Pernoud descubre jovialidad en el espíritu del hombre medieval, que tiene defectos pero sabe distinguir entre el mal y el bien. Este fragmento de un poema de la época es significativo, por su alegre desenfado:

Los obreros no remolonean / no viven de la usura / lealmente viven / de su esfuerzo, de su trabajo / Y dan más generosamente / Y gastan lo que tienen / más que los usureros, que nada gastan, / que los canónigos, los sacerdotes o los monjes…


    No vemos angustia en el hombre de los tiempos feudales. “Vivía en un clima de dinamismo y generosidad que sus descendientes no volvieron a encontrar en Europa. Era apasionado, pero no sórdido; exuberante y capaz de llorar como un niño; violento pero capaz también, una vez pasado el ataque, de avergonzarse, de expiar su culpa, a veces con el don de su propia vida; pecador, pero consciente de ello, y por tanto capaz de arrepentirse.” 




    Vivía en un clima de libertad porque lo esencial era la conciencia. No necesitaba contratos, bastaba la palabra dada, el consentimiento interior. Si un hombre daba su palabra, aquello se cumpliría.

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    El arte medieval, lleno de colorido, expresa sinceridad, en la que ve el camino para llegar a la belleza. Sinceridad en la visión interna y en la observación exterior. Fidelidad en la expresión, y la facultad de fundir en un todo armonioso la inspiración y el método, el genio y el oficio. 

    “El artista aprehende al hombre en su conjunto, y anima los cuerpos que crea con todo el aliento de la vida: deformados por la pasión, retorcidos por el dolor, magnificados por el éxtasis. Sorprende al sujeto en sus actitudes más humanas, más naturales, más intensas. Entonces, es el movimiento el que crea el cuerpo: personajes estremecidos de alegría, desfigurados por la cólera, torturados por la angustia…” 



    

     Este es el secreto del arte medieval: encontró la belleza en el dinamismo de la vida humana, en la expresión total del individuo, traduciendo no solo su apariencia externa sino también su realidad esencial.


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    El libro está lleno de detalles sorprendentes por ignorados. Por ejemplo, la llamada semana inglesa debería llamarse semana medieval, pues fue en el siglo XIII cuando fue hecha instituir por san Raimundo de Peñafort, ante la desbordante actividad de aquel siglo, que corría el riesgo, a juicio de la Iglesia, de ser excesiva y desequilibrar al hombre, impidiéndole cumplir tranquilamente con sus deberes de cristiano. Consistía en descansar desde los sábados y vísperas de fiesta, a partir de la hora de Vísperas (es decir, entre las 2 o las 4 de la tarde según las estaciones). En Inglaterra se conservó esta costumbre –Inglaterra ha sido más fiel siempre a las tradiciones medievales- y de allí pasó de nuevo al continente siglos más tarde. 

     Por cierto: san Raimundo de Peñafort, dominico, es patrón de los juristas y era español, de Barcelona.


    El sentido de la justicia medieval se revela en la  proporción en las penas: pagaba más el que tenía más. Por ejemplo, en Pamiers un barón pagaba el delito de robo con multa 20 veces superior a la de un campesino, 10 veces superior a la de un caballero, y 4 veces superior a la de un burgués.


    La música gregoriana es otro exponente de la enorme riqueza cultural y artística lograda en la Edad Media. Mozart llegó a decir: “Daría toda mi obra por haber escrito el Prefacio de la Misa gregoriana”.


    La caballería medieval gozó de un enorme prestigio entre la población. Despertaba una admiración  que ha llegado hasta nuestros días, porque  por primera vez la casta militar estuvo ordenada a fines realmente humanitarios. Del mismo modo, por primera vez en la historia del mundo se aprendió a establecer la diferencia entre objetivos militares y población civil.


    La Edad Media supuso un florecimiento de las letras. Si miramos a la España de la época, vemos que fue entonces cuando comenzó a desarrollarse la literatura castellana, una de las más ricas y espléndidas literaturas de la humanidad, que consiguió expresar el sentir épico del pueblo, empeñado en la Reconquista, y por eso llegó a ser idioma preponderante. El castellano ha conservado de la Edad Media sus características principales: espíritu religioso, realismo, persistencia de la tradición épica peninsular y tendencias moralizadoras y satíricas.




Fue a partir del siglo XVI cuando los legisladores comenzaron a perder el sentido de libertad y equidad logrados, porque volvieron sus ojos al derecho romano y comenzaron a promulgarse leyes estatistas. Se elevó a 25 años la minoría de edad, se añadió al sacramento del matrimonio el carácter de contrato con estipulaciones materiales, la familia sufrió imposiciones para ser conformada según un modelo estatal que no había tenido nunca.


Desde el siglo XVI,  el Estado fue aumentando su poder e intromisión en el ámbito de la libertad de las personas, hasta que llegó a configurarse como Monarquía absoluta. Por eso la Revolución francesa, en el siglo XVII, a juicio de Pernoud no fue un punto de partida, sino de llegada: representó la imposición plena de la ley romana en la vida del pueblo, a expensas de la costumbre anterior. Napoleón culminó el proceso, con la organización del ejército, el Código civil y la enseñanza  según el modelo burocrático de la antigua Roma, es decir, con la omnipresencia de un Estado cada vez más intrusivo en la vida de las personas.


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Son algunos apuntes de este libro revelador, muy útil para conocer la historia real, y desprenderse de la venda que han intentado  poner sobre nuestros ojos no pocos pseudo intelectuales y creadores de ficción. En la Edad Media no todo fue blanco, desde luego, porque donde hay hombres habrá miserias. Pero en su esplendor luminoso nació la cultura occidental, y con ella buena parte de lo mejor que todavía hoy podemos disfrutar en Europa.