A mi hermano Chema. La
carta que no llegué a escribirte. Miguel Postigo.
Este libro es un emocionado
relato de Miguel Postigo sobre su hermano Chema, que tras una vida llena de
vicisitudes murió joven a consecuencia de una larga enfermedad, pero dejando una huella imborrable de bondad y bien en su numerosa familia y en cuantos le conocieron.
Miguel escribe con el
corazón en la mano, casi a vuela pluma, y sin rubor reflexiona al hilo de
recuerdos íntimos de su hermano y de sus numerosas familias. Esa transparencia
es de agradecer, porque comprobamos que las vidas que nos impactan están
tejidas con los mismos hilos que las nuestras, presentan los mismos
claroscuros, momentos malos y peores, momentos buenos y estupendos. Pero las personas buenas saben tender un imperceptible y suave manto sobre su dolor, y logran consolar aun cuando serían ellos los que necesitaran
consuelo.
La vida de cada uno,
escribe el hermano de Chema, es como un baúl abierto, grande o pequeño, como
Dios haya querido. Nuestra misión es llenarlo de monedas de plata y oro.
También podemos llenarlo de hojarasca, de cosas inútiles o insulsas. Incluso
podemos llenarlo de auténtica basura y miseria.
Pero no hay que dar lugar
al desánimo: porque mientras vivimos tenemos la capacidad de limpiar a fondo,
quitar la basura y dejar sólo el oro y la plata de nuestro buen hacer. Y el
modo de hacer limpieza es sencillo: el examen, la confesión, la penitencia. Y
entonces es Dios mismo quien hace la limpieza para que en el baúl sólo quede lo
bueno.
Habrá un día en que el baúl
se cierre y nos llamarán a rendir cuenta. Y nuestra eternidad dependerá de cómo
esté el baúl. En realidad no sólo la eternidad: también el presente, que es
tanto más alegre y feliz cuanto más acumulamos lo bueno y echamos por la borda
lo malo. Y es el amor, no el temor, lo que nos mueve a afinar, a limpiar, a proponernos
de nuevo cada día empezar a ser mejor persona.
Miguel advierte que su
hermano Chema optó por ese esfuerzo, no siempre entendido por los que le
rodeaban. Lo que se percibía de Chema era su sonrisa, su honradez, su compromiso
de entrega y servicio a los demás. En lo humano son cualidades de liderazgo. En
lo trascendente, algo mucho más valioso: son manifestaciones de una vida santa.
Chema sufrió, pero supo
hacer felices a los demás hasta el último suspiro: a su mujer y a sus hijos, a
sus innumerables amigos. Supo hacerlo porque no pensaba en sí mismo: “el
sufrimiento gestionado sin egoísmo se transforma en amor, como los fósiles en
petróleo.” Y para quien tiene fe, el sufrimiento es una manifestación de que
Dios no nos ha abandonado.
El secreto de una vida
feliz depende de las prioridades que nos hayamos marcado. Miguel descubre las
que se propuso su hermano: 1º, Dios es siempre la mejor opción; 2º, el mayor
tesoro que tiene el hombre en el mundo es el matrimonio y la familia; y 3º,
intentar cada día hacer feliz al menos a una persona: acostumbrarse a ser
amable, a sonreír, a interesarse por los demás, a rezar por todo el que se
cruza en mi camino (y no criticarle, ni juzgarle, ni pensar sólo en lo que me
puede aportar a mí, ni despreciarle porque piense que no tiene nada que aportarme…)
Dios, la familia, los
amigos. Y ojo, no el trabajo. El corazón no se pone en el trabajo, sino en las
personas. El trabajo es un medio, no una persona a la que amar.
Vivir con esas prioridades
es lo que permitió a Chema Postigo ser fuente de paz y de alegría. Y eso
explica que Chema tuviera tantos amigos: porque la gente quiere acercarse al manantial
de la paz y la alegría.
Una frase de Tolstoi muestra
el bien que personas como Chema Postigo aportan al mundo: “De igual modo que
una vela enciende a otra y así llegan a brillar millones de ellas, así enciende
un corazón a otro y se iluminan miles de corazones.”
Miles de personas asistieron al entierro de Chema, y los medios de hicieron eco de la emotiva imagen de su mujer, Rosa Pich, y sus jovencísimos hijos en la Misa por su alma.
Rosa, una mujer valiente y emprendedora, es una conferenciante muy solicitada por su amplia experiencia educativa y de gestión doméstica. Es autora del libro "Cómo ser feliz con 1, 2, 3... hijos."
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