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domingo, 21 de febrero de 2021

La ciudadela

 


La ciudadela. A.J. Cronin


Esta novela cuenta la historia de Andrés Manson, médico, y de su azarosa carrera profesional, que comienza llena de ideales, abnegación y pobreza. El sentido moral y las cualidades humanas del joven doctor le inclinan a criticar duramente las costumbres viciadas de sus colegas, en las que domina la falta de actualización científica y el afán de lucro, por encima incluso de la salud de sus pacientes.

 

El libro es un duro alegato contra las costumbres viciadas de la profesión médica en la Inglaterra de principios de siglo XX. Tan extendido está el vicio, y tan degradada la profesión, que el mismo Andrés acaba sucumbiendo, dejándose arrastrar por los cantos de sirena del dinero fácil y el ascenso rápido hacia los círculos restringidos de la alta sociedad. El protagonista cae lastimosamente en lo mismo que en sus primeros años criticaba.

 

La muerte absurda de uno de sus pacientes sobre la mesa de operaciones de un ignorante y pretencioso cirujano, recomendado por él mismo, es el detonante que le hace ver cuán bajo había caído. Dispuesto a reanudar su trayectoria según los principios éticos que nunca debió abandonar, rompe con todo lo logrado, con gran alegría de Cristina, su mujer.

 

Pero la Providencia le depara aún duros golpes: la muerte en accidente de Cristina, justo ahora que se habían reconciliado; y un juicio del Colegio de Médicos, que pretende arrojarle de la profesión por las envidias y desplantes suscitados por su repentino cambio. La honestidad no es soportada por los viciosos, pues les deja en evidencia.

 

En los momentos más duros, los protagonistas (Andrés y Cristina) son conscientes de su insuficiencia para afrontar los problemas y tomar decisiones éticas firmes. Y rezan. Acuden a Dios en petición de ayuda, que es lo normal en todo ser humano, aunque tanto cueste reflejarlo a ciertos autores.  

 

El libro es un clásico de la literatura. Fue publicado por primera vez en 1937, después de que Cronin, médico militar, ejerciera también como inspector médico de minas y viese necesario denunciar las lacras del deficiente sistema de salud británico. La novela fue un revulsivo, y logró su propósito de influir en la creación de un mejor sistema sanitario.

 

El contraste de vicios y virtudes que refleja tiene plena validez en los momentos actuales, y puede orientar los planteamientos vitales de quienes ejercen la profesión médica y sanitaria en general. Una profesión neurálgica para la sociedad, como hemos comprobado estos días con la reciente pandemia, y que merece todo el reconocimiento. Pero que corre peligro de deshumanizarse cuando entre sus profesionales priman intereses distintos a los de cuidar y sanar a las personas: a cada persona, dotada de plena dignidad desde la fecundación en el seno de su madre hasta la muerte natural.

 

El médico que no tenga ese sentido de la profesión ha equivocado su carrera.

 

    Un buen complemento de este libro es Cuerpos y almas, de Maxence van der Meersch.


Archibald Joseph Cronin


 

 

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Cuerpos y almas

Cuerpos y almas. Maxence van der Meersch





    Abogado y escritor, premio Goncourt en 1936, Maxence van der Meersch describe en esta bien trazada novela la vida de un médico de buena familia en la Francia de comienzos del siglo XX. Salen al paso, con agilidad y realismo,  los dilemas humanos, científicos, éticos y religiosos que se plantean en esos años en la vida de los médicos y de la sociedad en que viven. 


    Egoísmo y miserias humanas, lacras sociales debidas a vicios extendidos, falta de condiciones salubres, ignorancia de medidas profilácticas, ambición y visión crematística de la profesión, fallos por ignorancia o malas prácticas médicas, miedo a asumir responsabilidades, corporativismo, vacío y frialdad cuando falta la visión trascendente del ser humano... son algunos de los dilemas a los que el médico, entonces como ahora, debe saber enfrentarse. 


    Son cuestiones bien planteadas en el libro, que invitan a una reflexión ética de plena actualidad, y que el autor sabe enfrentar con sano criterio, destacando los valores humanos de los buenos médicos. Resalta también algunos consejos médicos (limpieza, dieta sana...) que iban descubriéndose en esa época, y el arduo trabajo de investigación y "prueba-error" que se esconde detrás de los avances científicos. 


    Late también la preocupación por los sistemas políticos vigentes, alejados tantas veces de las necesidades reales de las personas a pesar de declaraciones fatuas tipo "gobierno del pueblo por y para el pueblo", de las que se llenan la boca los políticos, que pueden acabar convirtiendo el sistema de sufragio universal propio de la democracia en un instrumento de sujeción en manos de minorías poderosas. 


    "Las pobres masas -afirma Van der Meersch  en boca de uno de sus personajes- rehúyen instintivamente el esfuerzo, y van detrás de quienes les predican las cosas fáciles y placenteras, de quienes les envenenan para explotarlas. Haría falta que estuvieran representadas por las selecciones de todas las clases, por los mejores del mundo laboral, no por los más perezosos o los más demagogos. Habría que dar con un sistema de catalogar a los hombres por su valor moral, reconociéndolo por signos exteriores: su familia, su calidad profesional, su altruismo..."  


    Y en el fondo, como sustrato, la pregunta sobre Dios y el descubrimiento del amor: "Jamás deberían los hombres odiarse: hay poco tiempo para amar. Y este es el gran misterio del amor: lo inexplicable es que uno quiera perderse por otro, y perdiendo gane." Y es que Dios, por el amor, se adentra en el hombre. "Carísimos: amémonos los unos a los otros, porque el amor proviene de Dios... El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor."

    "Los amores del hombre se cifran en el amor a sí mismo o en el amor a Dios. Sólo esos dos amores existen." El protagonista recapacita sobre el egoísmo en que se ha desenvuelto su vida: ese ídolo del egoísmo "al que tantos sacrifican todo lo bueno que podían hacer y tener."

    Es el gran descubrimiento del bien, que convierte la vida en una existencia lograda: "Uno de los mayores goces que el hombre puede experimentar es encontrar en su pasado el recuerdo de un gesto surgido del fondo de sí mismo, realizado sin proponérselo, sin haberlo querido, un gesto de pura bondad, que le impele a creer en el bien. Y más allá del bien, lo sepamos o no, está la presencia de Dios."


    Van der Meersch, ateo y de familia librepensadora, se convirtió al catolicismo en 1936. Cuerpos y almas fue escrita poco después, en 1943, y se deja ver el sentido sobrenatural del autor, lleno de humanidad. Hacia le final aflora su reflexión sobre el "no cansarse de actuar bien", que debería regir el obrar humano: "¡Cuán afortunados los que alcanzan el bien y la verdad por los caminos de la justicia, del cumplimiento del deber, del sacrificio, de le entrega de sí mismo! Un cruel destino debe ser para el hombre no haber podido entrever la faz de la verdad sino a la trágica luz de una mala acción irreparable, que le hace ver por contraste el bien que podía haber hecho y despreció."


    Esta obra le valió el Gran Premio de la Academia FrancesaUn gran libro, como lo atestiguan también sus numerosas ediciones internacionales. Recomendable para médicos y alumnos de medicina y enfermería. Y para los amantes de la lectura en general.