martes, 27 de marzo de 2012

La ética debe imperar sobre la economía, y no al revés





    El profesor de antropología  filosófica Higinio Marín iluminaba sabiamente ayer, en el Foro IESE de Valencia, el problema de fondo de la crisis que padecemos.

    La economía, ciencia de apenas 300 años de vida, nació reclamando autonomía de cualquier otra norma ética. "El mercado es el mercado", o "la pela es la pela". La misma autonomía de la ética que para la política reclamó Maquiavelo, quien venía a decir que el político debe regirse por unos principios distintos de los que marca la ética del común de los mortales.

    Si el político quiere triunfar como político, decía Maquiavelo, tiene que saber mentir. La "razón de Estado" puede justificar engaños o crímenes, guerras y bombas atómicas arrojadas sobre cientos de miles de civiles inocentes. Y no, esa autonomía de la ética no pude ser buena ni para la economía ni para el sistema. Los resultados lo demuestran.

    Si en economía, como en política, el "listo" es el que miente mejor. Si se admira al financiero "sagaz" que sólo piensa en su propio beneficio y coloca con engaño productos tóxicos. Si el interés personal es la única norma del mercado, y se desprecia el interés común... aquello tarde o temprano revienta.

    Si la norma ética no se asume a nivel personal por todos y cada uno, el sistema se caerá una y otra vez, por más "órganos vigilantes" que se introduzcan.

    La ética es algo personal, pero eso no significa que sea sólo para vivirla en casa. Sólo personas honradas son capaces de edificar una sociedad justa. Sin esa honradez no hay confianza, término muy aireado ahora en las organizaciones. Pero lo que hay que airear es que generar confianza requiere mucho más que hablar de ella. Generan confianza las personas que son capaces de dar no sólo lo justo, sino más de lo que les correspondería.

    Claro que este dar más de lo justo sólo puede nacer de un impulso ético de origen religioso. Pero no hay que asustarse: estamos hechos de esa pasta.

    Resumen: crisis económica, sí. Pero sobre todo lo que tenemos es una crisis de modelo de economía, que se ha querido mantener independiente de la ética. Y así no funciona ni funcionará.

lunes, 26 de marzo de 2012

Una fiesta para celebrar

Hoy parece un lunes anodino, y además soñoliento por el cambio de horario. Sin embargo es la fiesta de la Anunciación.

El anuncio del arcángel Gabriel a la Virgen María y la Encarnación del Hijo de Dios. Celebramos nada menos que el momento en que el Hijo de Dios ha entrado en la Historia para no dejarnos solos nunca más.

 Lo explica mucho mejor hoy mismo en Cuba Benedicto XVI: "Veamos ante todo qué significa la Encarnación. En el evangelio de san Lucas hemos escuchado las palabras del ángel a María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios» (Lc 1,35).

En María, el Hijo de Dios se hace hombre, cumpliéndose así la profecía de Isaías: «Mirad, la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”» (Is 7,14). Sí, Jesús, el Verbo hecho carne, es el Dios-con-nosotros, que ha venido a habitar entre nosotros y a compartir nuestra misma condición humana.

El apóstol san Juan lo expresa de la siguiente manera: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). La expresión «se hizo carne» apunta a la realidad humana más concreta y tangible. En Cristo, Dios ha venido realmente al mundo, ha entrado en nuestra historia, ha puesto su morada entre nosotros, cumpliéndose así la íntima aspiración del ser humano de que el mundo sea realmente un hogar para el hombre.

En cambio, cuando Dios es arrojado fuera, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para el hombre, frustrando al mismo tiempo la verdadera vocación de la creación de ser espacio para la alianza, para el «sí» del amor entre Dios y la humanidad que le responde. Y así hizo María como primicia de los creyentes con su «sí» al Señor sin reservas."

martes, 20 de marzo de 2012

Grisolía y la Biblia

    



    Santiago Grisolía, como hombre de ciencia, sabe que los conocimientos científicos van quedando obsoletos a medida que avanza nuestro conocimiento del mundo. 

    Nada más anticuado que un libro de física de hace apenas cincuenta años. Todo científico sabe que mañana su ciencia será superada por nuevos descubrimientos. Porque todo lo humano es limitado.

    Pero ni la Iglesia ni la Escritura son humanos. Son una manifestación de Dios a los hombres. Y Dios no se queda obsoleto, ni necesita progresar: lo sabe todo. 

    De hecho, la ciencia, si está bien orientada, es un continuo acercarse a la Verdad, que es Dios. 

    La Escritura es el mensaje que Dios nos ha dejado para no desorientarnos. Podemos entenderla cada vez mejor (para eso está el Magisterio de la Iglesia, querido también por Dios); o no entenderla, o incluso malinterpretarla. 

    Pero no podemos superarla, ni escribirla de nuevo: ya dijo Santa Teresa que Dios no se muda.


Jesús Acerete
(publicado en Las Provincias)

Historia Breve del mundo reciente. (1945-2004) José Luis Comellas. Ediciones Rialp





    
    Esta obra del historiador José Luis Comellas, catedrático de la Universidad de Sevilla, corresponde al contenido de la asignatura Historia del Mundo Actual, incluida en los planes de estudio de la carrera de Ciencias de la Información. Es además un magnífico instrumento de consulta rápida para el trabajo de las redacciones.


    Se trata de un libro de indudable interés para cuantos necesitan manejar con fluidez datos, fechas, nombres... de nuestra historia reciente, y –sobre todo- hacerse una idea clara de los hechos más trascendentales que ha vivido la humanidad en el siglo XX y comienzos del XXI, y de sus consecuencias constatables hasta el momento. 


   El autor se propone “exponer un panorama claro y comprensible de los aspectos más destacados, más influyentes en la realidad del mundo, de una realidad en verdad apasionante y digna de conocerse, pero que se nos aparece sumamente enrevesada y compleja”. Y consigue hacerlo con rigor y profesionalidad, a pesar de la dificultad de referirse a sucesos a veces tan recientes que todavía no somos capaces de colegir su alcance.

    Su buen criterio y objetividad se ponen de manifiesto cuando nos ayuda a entender las raíces de algunos de los personajes, ideologías y sucesos clave del siglo XX, de manera que resulta fácil ponerlos en relación y percibir su impronta histórica.

  Por ejemplo, cuando apunta a los fuertes nacionalismos fomentados por los Estados en el siglo XIX, que provocaron “un ansia de prevalecimiento y un culto a la nacionalidad que fueron responsables en gran parte de las dos terribles guerras del siglo XX”. Fue el deseo de superar para siempre esos ridículos antagonismos el que movió en 1946 a una serie de intelectuales de naciones de la Europa libre, antes contendientes, a poner las bases de una de las mejores realizaciones que ha visto el siglo XX: la Unión Europea.

    La brevedad del libro no permite exhaustividad de datos, pero desde luego están casi todos los realmente relevantes: desde la estrategia comunista de Gramsci, a la guerra fría, la Revolución del 68, la caída del telón de acero y del bloque comunista, las guerras ( Corea, Vietnam, Malvinas, Afganistán, Kosovo, Chechenia, árabe-israelíes, del Golfo, Irak...); los orígenes y desarrollo del fundamentalismo islámico y los sucesos del 11-S y 11-M. 

  Sitúa en su origen problemas tan dispares como importantes: la introducción del permisivismo en la educación, las conductas escépticas del postmodernismo, o el fenómeno de la desinformación como fruto del exceso de información no contrastada. 

    Detalla también otras cuestiones que será necesario afrontar en el siglo XXI, como las nuevas fuentes de energía o la conservación de la naturaleza. Y acierta a ofrecer un panorama claro de la situación actual en los principales países de los cinco continentes.

    Como señala el autor, aplicarnos al estudio de la historia con toda la imparcialidad de que seamos capaces, nos puede ayudar a plantear más correctamente los problemas, y así procurar resolverlos con acierto. Ese esfuerzo de imparcialidad es bien patente a lo largo del libro.


La audiencia no demanda basura



Lo cuenta J.R. Ayllón en Desfile de modelos. El director de una gran cadena de televisión alemana discutía con el filósofo Karl Popper acerca del sensacionalismo en la televisión. Invocaba el director los porcentajes de audiencia, e incluso se remontaba a la democracia para respaldar su actitud de ofrecer programas de baja calidad.


Popper atajó: “No hay principio democrático alguno que pueda justificar la estrategia de rebajar el nivel de los programas porque la gente así lo quiere. Por el contrario, la meta declarada de la democracia ha sido siempre elevar el nivel de cultura del pueblo. En su lugar, el principio populista ofrece emisiones cada vez peores…”


Hay todavía en antena demasiado programa infecto, que supone un atentado a nuestra salud cultural y social. Nos jugamos demasiado. Los responsables deberían reflexionar. Y asumir su propia responsabilidad, sin transferirla a otras instancias, ni a la audiencia. Realizador, productor, director, consejo de administración, publicistas, empresarios anunciantes, sin olvidar al político de turno en las televisiones públicas,… Cada uno tiene su parte de culpa si el programa es zafio y barriobajero.


No es digno ampararse en la audiencia. Porque además, como dice José María Iñigo: “la audiencia no demanda nada: se traga lo que la tele les da”. Lo cual no deja de ser significativo: hay que elevar el nivel urgentemente.


Entender el mundo de hoy. Ricardo Yepes Storck. Ed Rialp



Fundamentos de Antrpología, otro interesante libro de Ricardo Yepes

    La complejidad del mundo que vivimos exige un esfuerzo de reflexión al que pocos se animan. Parece más cómodo dejarse llevar por la superficialidad imperante, pensar poco, y tratar de vivir lo mejor posible sin complicarse mucho, como si la felicidad consistiera en ausencia de complicaciones. 

    Este libro es para los que aspiran a algo más, para los que se preguntan por el sentido de su vida y no se conforman con respuestas vagas o mediocres.

    Ricardo Yepes fue una de las mejores cabezas de la filosofía y antropología españolas de finales del siglo XX. Joven profesor de universidad, fallecido en accidente de montaña, nos ha dejado una reducida pero valiosísima colección de publicaciones en las que logra ayudarnos a pensar, haciendo sencilla e inteligible la complejidad de nuestro mundo.


    Escrito en la amable forma de cartas a un inquieto estudiante, este libro es un profundo y ameno conjunto de reflexiones sobre el modo en que los hombres tratan de resolver los grandes problemas de la existencia y de la convivencia. El estilo, conciso y directo, es el propio de la sinceridad juvenil.


    A lo largo del texto desgrana lo mejor de los clásicos, que desde siempre se han hecho las mismas preguntas sobre las dimensiones humanas fundamentales: la vida, la felicidad, el amor, la amistad, el bien, el mal, la política, la religión... 

    Y va señalando los puntos de luz o de oscuridad de las ideologías dominantes, dando pautas para que el lector saque sus propias conclusiones prácticas desde la consideración global y coherente de esas dimensiones fundamentales.

    Ricardo Yepes apuesta por la capacidad autocrítica, la interiorización y el cultivo de la propia personalidad, como modo de superar una cultura dominante que tiende a anular el deseo de volar alto, de ideales nobles, que tienen todos los jóvenes, y perdura en lo más recóndito de cada persona hasta el final de sus días. 

    En la novedad de cada persona radica la esperanza de la sociedad. Cada persona posee una capacidad infinita de rebelión frente a culturas que le oprimen tratando de reducirle a cosa : "lo que hay de inédito en el mundo lo aporta la persona, la única fuente de novedades auténticas."

    Pienso que este libro es especialmente necesario para quienes se dedican a la comunicación y quieran hacerlo desde planteamientos plenamente humanos y bien pensados. 

    Es muy útil también para cualquier profesor universitario que aspire a mejorar la coherencia de su discurso, en cualquier materia.

    Aporta además una larga relación de lecturas recomendables, que ciertamente constituirán un bagage intelectual y cultural de primer orden para cuantos los conozcan.





Ciencia de amor








Estos versos tienen para mí el valor de haberlos escuchado recitar en una de sus estrofas -la que arranca con "Mi ciencia es toda de amor..."- al fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá. Lo hacía de tal manera que de seguro pasaron muchas veces por su oración personal. Los menciona también en una de sus homilías, Trabajo de Dios.




No supe quién era el autor, y nadie parecía saberlo, según pude leer en la primera versión de la Edición Histórico Crítica de Camino, en la que se apuntaba que quizá fueran obra del propio Josemaría Escrivá.  


Por eso fue grande mi sorpresa y alegría cuando, hacia el año dos mil, ojeando un viejo libro de poesía, tropecé con la estrofa. El libro se titula Alivio de Caminantes, y está escrito por el poeta español Ricardo León. Se editó en Madrid en 1916, cuando Josemaría Escrivá tenía 14 años. Quizá no mucho después debió leerlos y meditar su profundo sentido.




En la siguiente versión de la Edición crítica de Camino su autor, Pedro Rodríguez, recogió el hallazgo. 

Estos son los versos:



CIENCIA DE AMOR


A fuerza de padecer,

a fuerza de sollozar,
supe sentir, supe ver:
¡no hay nada como llorar
para amar y conocer!

Envanecido en la cumbre

de esperanzas ambiciosas,
me llenó de pesadumbre
la trágica muchedumbre
de los seres y las cosas.

Y entonces vi y conocí

de súbito la verdad,
y en sus lumbres me encendí;
con hierros marcado fui
de ternura y caridad.

Mi ciencia es toda de amor,

y si en amor estoy ducho
fue por arte del dolor,
pues no hay amante mejor
que aquel que ha llorado mucho.

¡Tribulación! ¡Sombra augusta!

¡Cobíjame en tus doseles!
Al alma noble y robusta
le sirve el dolor de fusta
para aguijar sus corceles.

Sin ti, el mundo, ¿qué sería?

Sin la dura valentía
con que las almas aprietas,
quizá hubiese poesía...
¡pero no habría poetas!









Opinar sin herir




    Una de las mejores escritoras de nuestros días, la italiana Susana Tamaro, afirma que la indiferencia es una de las grandes vías que conducen a la destrucción

    Nos falta interés sincero por los demás, y eso no es bueno para nadie. Si la tierra padece el efecto invernadero, en las relaciones humanas el riesgo es que todo se enfríe, que la convivencia sea cada vez más pobre y distante.


    Quizá los medios, y columnistas y tertulianos muy especialmente, tienen en esto una gran misión que cumplir. Pueden romper esa indiferencia que hiela a veces las relaciones. Acercar a las personas, hacer que nada de los demás, bueno o malo, nos resulte indiferente.


    Noble misión, a la que por desgracia no todos contribuyen. Porque los hay que están en otra onda. Parece que disfruten hiriendo. Siembran algo peor aún que la indiferencia: la sospecha, el desprecio, ¿el odio incluso?


    Tamaro los describe muy bien. Suelen ser personas escépticas, que confunden el cinismo con la sabiduría. Tienen el don –si así pudiera llamarse- de ridiculizar a quienes piensan de un modo distinto, y la capacidad de marginar inmediatamente al que osa manifestar una tensión interior diferente: no digamos si esa tensión es cristiana… Les gusta juzgar, pero juicio y desprecio van siempre parejos.


    Los buenos profesionales saben que es posible discrepar sin herir, respetando siempre al otro. Y que así construyen día a día un mundo mejor.



Jesús Acerete
Director de Programas de la Fundación Coso






Quién ha dicho que los científicos no creen en Dios





TRIBUNA, Las Provincias, 31-XII-2004


JESÚS ACERETE/ Director de Programas de la Fundación COSO


Algunas afirmaciones de Manuel Toharia en LAS PROVINCIAS me han llamado la atención, y ofrezco unas reflexiones al respecto.

Parece descalificar a la Iglesia por los errores de algunos de sus miembros a lo largo de la historia. Nunca he oído afirmar a la Iglesia que sus miembros, incluidos sus jerarcas, estén libres de errores. Más bien he oído todo lo contrario. Y como el mismo Toharia reconoce, ha tenido la valentía de pedir perdón por esos errores de algunos de sus miembros en estos veinte siglos.

Sin embargo, es difícil que alguien sea capaz de mostrarnos una institución que a lo largo de la historia haya dado al mundo más héroes, gente que ha dado lo mejor de sí mismo por los demás, sin pedir nada a cambio.

Me temo que en una comparación similar los hombres de "sólo razón", sin nada de religión, saldrían mucho peor parados. Han sido regímenes ateos, como el marxista o el nazi, los responsables de las peores tragedias del siglo XX y de la historia. Por no hablar de la Revolución francesa, que originó una de las más sanguinarias represiones conocidas en Francia, en la que por cierto fueron guillotinados hombres de ciencia como Lavoisier, padre de la química moderna.

Toharia parece erigirse en representante de la ciencia, y coloca gratuitamente enfrente a los creyentes, como si entre ellos no estuviesen muchos –la mayor parte– de los mejores científicos de la historia: hombres y mujeres de ciencia que han sido y son profundamente cristianos: entre ellos, Copérnico, Kepler, el mismo Galileo, Newton, Boyle...

Quizá piensa que la ciencia es capaz de medirlo todo, pero no es así. El método científico es muy bueno para las realidades materiales, pero se vuelve incapaz de decir algo respecto a lo que no se puede someter a experimentación física. 

Existen otras vertientes de la realidad, además de las cuantificables, y para acceder a ellas hemos de movilizar las formas de conocer adecuadas: el conocimiento poético, el filosófico, el político, el religioso. También en el mundo de lo espiritual hay experiencias y, de alguna manera, experimentaciones, entendidas de otra manera. 

Hay realidades –como las espirituales– que se le escapan a la ciencia físico- matemática, y lo sensato y científico es no decir nada ni a favor ni en contra: sencillamente se le escapan, no las puede medir.

Einstein denunciaba precisamente ese error, y negó que la única forma de pensar fuera la científica, pues en ese caso nos encaminaríamos a la catástrofe. Afirmó: “La fuerza desencadenada del átomo lo ha transformado todo, excepto nuestra forma de pensar. Por eso nos encaminamos hacia una catástrofe sin igual”.

Todo el mundo medianamente instruido en historia y libre de prejuicios sabe que precisamente la concepción cristiana de la vida ha hecho posible el progreso de la ciencia y de la cultura tal y como las conocemos en Occidente.

El cristianismo enseñó a los hombres cosas que desconocían, tan esenciales como la separación entre la divinidad y las cosas profanas, o la capacidad de la razón para desentrañar los misterios del cosmos, o que todos somos iguales, porque somos hijos del mismo Padre. 

Las universidades nacieron en el seno de la Iglesia católica y de la mano de cristianos. En una de esas universidades católicas, la de Salamanca, se fraguó el derecho de gentes, siglos antes de la Revolución francesa...

Cosas que ahora nos parecen sencillas, pero que tardaron siglos en abrirse camino en las mentes de unos pueblos de costumbres bárbaras, aun después de hacerse cristianos.

Incluso hoy, que nos creemos en el no va más de la civilización que muchos siguen llamando cristiana, tenemos algunas costumbres que a la vuelta de los años parecerán bárbaras.

Decía D’Ors (otro sabio profundamente cristiano) que los experimentos mejor hacerlos con gaseosa. Le debemos demasiado a la religión cristiana como para lanzar cruzadas contra ella. Además, la autoridad de la religión entre los hombres le viene de que promueve su auténtico ser. Quitar a los hombres la religión es como quitar el agua a los delfines: un crimen.







Por un periodismo que opine sin herir





Sesión de trabajo con periodistas organizada por COSO-Fundación


Habla el director de la Fundación Coso


VALENCIA, 1 agosto 2003 (ZENIT.org).- «Hay que construir entre todos una cultura en la que el ataque personal esté mal visto: es posible señalar errores y manifestar discrepancias sin insultos ni descalificaciones globales». Lo defiende en esta entrevista Jesús Acerete Gómez, director de programas de la Fundación Coso, radicada en Valencia, una institución que apuesta por mejorar la formación de los comunicadores, técnica y éticamente.

Acerete dice además que «los periodistas deben acercarse a la realidad sin retorcerla» y reconoce que «la comunicación tiene que unir».

En esta entrevista, este profesor sugiere un periodismo que no se base en el cinismo ni el la crítica mordaz, sino que sea capaz de superar las discrepancias con educación y sensibilidad.

Acerete es partidario de fomentar la capacidad de pedir perdón entre el cuerpo periodístico: «Hay un aspecto en el que Juan Pablo II insiste mucho: la capacidad de pedir perdón cuando uno se ha equivocado en sus afirmaciones, o se ha extralimitado en sus juicios».

--¿De qué manera los columnistas y tertulianos pueden acercar a las personas, hacerlas menos indiferentes?

--Acerete: Es la misión más hermosa de la comunicación: el entendimiento con los demás, la vivificación de la vida comunitaria que es la vida de todos. La auténtica comunicación debe buscar unir y ser veraz, procurando poner énfasis en lo bueno que tiene «el otro», sea una persona, una institución o un pueblo. Fácilmente caemos en la actitud malsana de resaltar «lo malo»; quizá tiene más morbo, pero desde luego es más destructivo.

En primer lugar hay que buscar unir, que es el fin de la comunicación y del lenguaje.

--¿Así pues la información nos hace más solidarios?

--Acerete: En la medida en que una columna de opinión, o un comentario de tertulia, aciertan a transmitirnos una realidad o un punto de vista que desconocíamos --un hecho alegre o desolador para una persona o un pueblo, por ejemplo-- ya nos están sacando del aislamiento y uniéndonos a los demás. Pueden --y deben-- despertar en nosotros el interés por lo que sucede a otros, padecer con ellos, movernos a pensar remedios: hacernos más solidarios.

Además ha de ser un trabajo veraz, que es otro aspecto sustancial de la comunicación. Hay que acercarse a las personas y los sucesos con gran respeto a la realidad, sin retorcerla --sin darle «spin», como denuncia estos días algún periódico inglés-- por superficialidad o buscando un provecho. 

Respetar la realidad requiere cierto esfuerzo: hay que contrastar los datos y fundamentar las opiniones, sobre todo cuando está en juego el buen hacer o el buen nombre de otros. Y requiere sobre todo honradez intelectual, para no convertir la comunicación en instrumento de poder, de propaganda, o en simple engaño.




--¿Por qué el periodista a veces es mordaz, y hiere con sus palabras?

--Acerete: No es un problema sólo de periodistas. Es un problema humano, quizá más notorio en los periodistas porque comunican más, están más en la palestra.

Ante todo hay que decir que abundan los buenos profesionales del periodismo, que saben medir el alcance de sus palabras, y las aquilatan antes de lanzarlas. Saben que una frase no medida puede destrozar a una persona o a una familia.

Pero por desgracia es frecuente también el profesional que sucumbe a la vanidad, al afán de notoriedad a cualquier precio; si es preciso a costa de la verdad de las cosas, o del respeto que toda persona merece.

Ya Cicerón señalaba: «Hacer daño es injusto, molestar es inmoderado».

Hay que construir entre todos una cultura en la que el ataque personal esté mal visto: es posible señalar errores y manifestar discrepancias sin insultos ni descalificaciones globales.


--Usted dice que a veces se confunde cinismo con sabiduría. ¿El cinismo puede ser sano, o siempre margina?

--Acerete: La confusión no se refiere a identificación equivocada, sino a que la falta de sabiduría se suple con cinismo.

Cinismo es mentir con desvergüenza, o defender conductas de suyo vituperables. Eso puede dar cierta vitola de superioridad ante los pusilánimes o los poco instruidos, pero desde luego nunca puede ser sano, ni para el cínico ni para la sociedad en que se pusiera de moda el cinismo.

--Un profesional cristiano sabe que se puede opinar sin herir, defiende usted. Tiene alguna propuesta para potenciar esta línea de discrepar sin hacer daño?

--Acerete: El profesional que es cristiano sabe a ciencia cierta lo que cualquier profesional con sentido común reconoce o sospecha: cada persona, hasta la de apariencia más débil o mezquina, tiene una dignidad que merece ser respetada, que le hace ser sujeto de derechos.

Los cristianos sabemos además que esa dignidad le viene de ser hijo de Dios, hecho nada menos que a imagen de Dios.

Eso tiene muchas consecuencias prácticas: debemos respetar el derecho a la fama y al buen nombre; la información ha de estar basada en hechos, no en suposiciones; no se pueden hacer juicios de intenciones, porque no las conocemos; hay que respetar la presunción de inocencia; se puede discrepar sin recurrir al insulto o a la descalificación; difundir rumores infundados o hacer eco a calumnias puede constituir una agresión más grave que la violencia física…

Hay otro aspecto, en el que Juan Pablo II insiste mucho: la capacidad de pedir perdón cuando uno se ha equivocado en sus afirmaciones, o se ha extralimitado en sus juicios. Y su correspondiente capacidad de perdonar y pasar página. Deberíamos fomentarlas más. Si las tuviéramos más presentes en la profesión periodística y en la comunicación contribuiríamos realmente a hacer el mundo más pacífico, y la convivencia más humana.

Pienso que es una línea de trabajo con la que cualquier buen profesional se identifica. Esa es la experiencia que tenemos en las actividades que desarrollamos en la Fundación COSO: existe un interés creciente entre los buenos profesionales por estar en la vanguardia no sólo de los aspectos técnicos de la profesión, sino también de la calidad humana y ética de sus contenidos.

Pienso que hay que fomentar foros de estudio y reflexión similares entre los propios responsables de la comunicación, que vayan creando y difundiendo ese estilo más humano y constructivo.

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Ébano. Ryszard Kapuscinski


Ébano

Publicado por primera vez en Polonia en 1998, Ébano constituye una impresionante crónica de la experiencia de R.K. como corresponsal en África durante más de treinta años. 


Crónica impresionante no sólo por los hechos que narra, sino quizá sobre todo por la sencillez y veracidad que logra transmitir su relato, bien alejado de algunos periodismos de denuncia, elaborados a base de prejuicios, frases hechas y lugares comunes. Esta crónica, en cambio, está llena de humanidad y realismo.


Jugándose la vida y la salud, con pocos medios, pero sin hacer alardes, Kapuscinski no se conforma con los estereotipos o las versiones oficiales, que permiten al periodista enviar ácidas crónicas sin abandonar la comodidad del hotel. RK se adentra solo en los barrios más pobres, y allí se instala; viaja a lugares que no son noticia para los europeos, y por rutas que sólo transitan los indígenas. Se acerca a la realidad de las personas más humildes y describe lo que ve, con una mirada humana, en la que se adivina el deseo de comprender y ayudar. 


Gracias a esa cercanía amable, al trato directo con el pueblo más de a pié, y sin perder de vista quién es quién entre las autoridades de turno, logra describir con realismo cómo viven, cómo piensan, qué huellas de la historia pueden estar detrás de acontecimientos tan penosos como el genocidio de Ruanda y tantos otros, por qué en ese continente se suceden interminablemente las guerras y las violencias...Y qué hay de verdad en las versiones oficiales o seudo-oficiales que llegan hasta nosotros.


Junto a su maestría como escritor, destaca en R.K. su formación como historiador. En sus relatos acude con frecuencia a los antecedentes históricos de cada persona, tribu o nación, logrando una perspectiva que permite entender mejor los acontecimientos actuales. También por eso pienso que este libro constituye una de las más fiables referencias para quien desee comprender algunas claves de lo que sucede en África.


Jesús Acerete 

lunes, 19 de marzo de 2012

La nueva izquierda de Tony Blair




Tony Blair. La forja de un líder.
Philip Stephens. Ed Biografías vivas ABC




      Philip Stephens es historiador por Oxford y periodista, especializado en política internacional y británica. Decide escribir esta semblanza biográfica al comprobar en un viaje a USA el reconocimiento de los norteamericanos a Tony Blair por su apoyo incondicional tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Lo considera figura clave en la modernización de la izquierda británica, gracias a la cual bajo su mandato el partido laborista alcanzó uno de sus mejores momentos. 

    Se trata de un libro ampliamente documentado y con aportaciones de primera mano, tras conversaciones con Tony Blair y otros personajes de la política británica. Se adentra con rigor en el pensamiento político del personaje, y aporta un conocimiento práctico de los engranajes del gobierno y los partidos, así como detalles significativos de la historia reciente de Inglaterra y Occidente. 

       Algunos detalles que me han parecido significativos.

(Tony Blair) nunca puede pasar frente al espejo sin mirarse. Siempre ha sido consciente del efecto que produce en los demás. Es un actor, la fachada siempre está puesta.

 33: la pérdida de la madre dio al hijo (TB) la determinación para triunfar, y a la vez por esa época la fe cristiana se estaba convirtiendo en fuerza motivadora de su vida. Hubo como una fusión de convicción moral y ambición ardiente, que le pusieron en el camino del gobierno. Cree en Dios y ama a su familia. No es frecuente entre los políticos. Familia, religión y política son las tres cosas más importantes para él.

 36: la realización personal depende de la asociación con otros y de la confianza. Los individuos se forman por su relación con el resto de la comunidad en que han crecido. Por eso la familia es fundamental, porque pone los cimientos para unas redes más amplias de las q dependen las sociedades sólidas.

 38: para el público, cuando se hace referencia en el discurso al terreno religioso, la línea entre lo correcto y lo mojigato es peligrosamente fina. Y Blair a veces parecía cruzarla, lo que inquietaba a gente de su partido. Además, al defender la idea de la moral absoluta, desafiaba la ortodoxia predominante en la izquierda.

 39: el respeto a los homosexuales, a las madres solteras y a los que mantienen relaciones menos formales no tiene por qué poner al partido contra la familia convencional. ¿Por qué el voto laborista (socialista) tiene que significar un estilo de vida alternativo? La familia es el primer lugar donde las personas aprenden las normas de comportamiento social. Con la disciplina familiar se aprende la disciplina social y el sentido de responsabilidad.

 40: basó la política social laborista en el sentido común más que en la ideología. Atacó a los conservadores por estigmatizar a los padres solteros, pero declaró que los adultos no debían preferir que sus hijos mantuvieran una relación no estable. La familia sería tratada como una “unidad social estable esencial”. 

 40: utopía de la igualdad: ¿de riqueza, de oportunidades? (historia de las viviendas sociales con vistas a parque, pero las de atrás vistas a naves industriales: al final optaron por girar 90º y se quedaron todas sin vistas al parque: iguales en la miseria…)

 41: todos somos iguales a los ojos de Dios, tenemos derecho a ser tratados igualitariamente, sin tener en cuenta riqueza, raza, sexo, posición social. Pero eso no significa que seamos uniformes en posición o carácter. Todos debemos tener la oportunidad de realizarnos al máximo.

 45: los votantes no quieren sermones de sus políticos. La caricatura de político que más daño hace es la del predicador santurrón. Es peligroso que un político hable como teniendo a Dios de su parte, o reclamando el monopolio de la sabiduría moral.

 46: sólo los que están siempre en la oposición mantienen unas posiciones ideológicas estereotipadas en términos de división izquierda-derecha. Blair dice que tiene una fuerte colección de convicciones, pero no ideología; y no son estereotipadas.

 57: su padre procedía de la clase obrera, y sin embargo se hizo conservador. Y le explicaba la razón: “los laboristas nos frenan, no quieren que triunfemos, no quieren que prosperemos”. 

 68: los planes de impuestos de los laboristas enviaban el mensaje de que seguirían castigando a quienes hubieran ascendido con éxito en la escala de la prosperidad.

 71: para Blair, el principio rector de un partido moderno de centro izquierda es que las personas prosperan en comunidades sólidas. El Estado podía y debía ser amigo del individuo, una fuente de seguridad en un mundo que cambia rápidamente. Pero el partido laborista (pensaba) había confundido el concepto de comunidad con la idea de un estado centralizado fuerte: un gran gobierno por sí mismo, olvidando al individuo, con una política de impuestos opresiva que apenas deja espacios de libertad.

 74: en 1993 Inglaterra estaba conmocionada por un trágico suceso: el cruel asesinato de un niño de 2 años por dos adolescentes. Hasta ese momento el mensaje laborista hubiera sido achacar la tragedia a la desigualdad, el desempleo y los recortes en el estado de bienestar. Blair afirmó que había que comprometerse en reducir la privación social en que prospera la delincuencia, pero también que los políticos debían perder el miedo a hablar de los valores y los principios en que creemos. Dijo que la sociedad había perdido la brújula ética, que la tolerancia había dado paso al abuso de la libertad, y que había llegado el momento de prescindir del relativismo moral y retomar la distinción fundamental entre lo bueno y lo malo. No podemos existir en el vacío moral. Y declaró que los socialistas serían severos con el delito y con las causas del delito.

 92: la política del estado de bienestar del New Labour sería buscar trabajo a las personas, no mantenerlas sin trabajar. ¿Qué más da que una empresa sea de propiedad pública o privada si se cumple el objetivo de una sociedad más cohesionada? Hay que acabar con los falsos dilemas de los viejos límites entre izquierda y derecha.

93: es absurdo ver la empresa y la justicia social como si estuvieran en oposición. Para redistribuir riqueza lo 1º es tener capacidad de crearla. Lo 1º que se debe plantear un partido es cómo crear riqueza.

134: distanciado de la vieja división ideológica entre izquierda y derecha.

139: el € nace en enero de 1999.

146: Irak: Blair concebía la nueva estrategia militar de GB como una fuerza a favor del bien en el mundo. Había un impulso moral en su decisión de entrar en guerra. Consideraba que GB no podía esperar a que estallaran las crisis, sino que debía actuar anticipadamente, en lo que luego se llamó intervención preventiva militar en el extranjero.

297: agosto 2003: disensión entre los diputaos laboristas por la legislación sobre hospitales-fundación y tasas a los estudiantes universitarios. En opinión de Blair, la oferta monolítica de servicios había sido una excusa para la mediocridad, y para una actitud hacia los servicios públicos que hacía prevalecer los intereses del productor sobre los intereses del ciudadano. Los detractores decían que igualdad requería uniformidad. Pero era absurdo argumentar que todos los hospitales, universidades y escuelas debían ser iguales en todos los aspectos.

300: aportar a la era del consumidor egoísta el valor de la solidaridad.


 JA, 19-3-2012

jueves, 15 de marzo de 2012

G.K.Chesterton, mi amigo. W.R. Titterton




G.K.Chesterton, mi amigo. W.R.Titterton. Ed Rialp


Amigo y colaborador de G.K. en varias de sus empresas periodísticas, Titterton escribe en caliente y a vuela pluma, con el corazón partido, la primera semblanza del genial polemista, al que tanto admiraba. 

Más que una biografía, estamos ante un conjunto de recuerdos en los que desea resaltar la gran humanidad y la agudeza intelectual de su amigo, al que considera un santo. 

Se percibe la influencia de G.K. tanto en el estilo como en el fondo de lo que escribe, pues por momentos no se sabe si lo que escribe es suyo o de su amigo. Enlaza entre los recuerdos muchas de las frases luminosas de G.K., en un intento de pintar su perfil intelectual antes de que fuera desdibujado por la historia o por sus enemigos. 

Le impresiona la huella católica en su personalidad y  en su obra, y especialmente en su opción por el distributismo, como tercera vía para una sociedad realmente justa: “El comunismo es un vástago del capitalismo. El distributismo es la idea católica”. 

Afirma que en medio de sus bromas e ironías, que podrían darle imagen de superficialidad, había una constante tensión en defensa del catolicismo

Del mismo modo, su imagen de amigo de la cerveza y de las tabernas –que tanto gustaba glosar a sus enemigos- era una falsa percepción: G.K. disfrutaba no tanto de la cerveza como de la charla jovial compartida en amigable camaradería en las tabernas; los que sí consumían alcohol eran muchos de sus detractores, que bebían a solas y se escandalizaban –¿o sentían envidia?- de sus largas y divertidas tertulias de taberna.

Páginas con algunos pasajes o ideas sugerentes:

69. Belloc: “No hay nada que de sentido al cansancio de vivir, salvo la risa y el amor de los amigos”: en eso coincidía con G.K.
Creemos en Dios firmemente (…) pero solo una o dos veces en la vida somos conscientes de Él (…): como quien ve de refilón a Alguien que desaparece a la vuelta de la esquina. Como si Dios, al pasar, se volviese para sonreírnos. Esa ráfaga nos llega a todos de cuando en cuando.

71: El mundo es a la vez milagrosamente hermoso e interesante, y monstruosamente feo y repulsivo… ¿Cómo odiarlo hasta el punto de querer cambiarlo, y al mismo tiempo amarlo hasta el punto de q merezca la pena cambiarlo? ¿Es posible contemplar su colosal hermosura sin estar conforme? ¿Su mal colosal sin desesperar?

En “Ortodoxia” cuenta q los filósofos escépticos le ayudaron mucho, le salvaron de la herejía. Atacaban la fe por toda clase de motivos contradictorios: demasiado alegre y demasiado triste, vehemente y suave, exuberante y ascética… Y se dio cuenta de q las herejías no eran mentiras, sino pedacitos desgajados de su contexto e inflados. 

Es como decir “el mundo es bello, dejemos las cosas como están”. Pero eso es ignorar q el mal existe. Hay que decir “Hágase tu voluntad” y también “líbranos del mal”.

81: capitalismo y socialismo son tiranías parecidas, y la 2ª es hija de la 1ª.

91: era alegre, porque le gustaba la gente y le gustaba estar con la gente; y porque a pesar de la pena, daba gracias a Dios por estar vivo en este mundo tan maravilloso.

92: tenía ideas claras, y la mente clara como el cristal, y un poder de razonamiento tan potente y suave como un Rolls Royce.

99: la línea (de cierto periódico) consistía en sacar de contexto un trocito de verdad e inflarlo.

El nacionalismo es una herejía tan verdadera que es peligrosa, a menos que quede equilibrada por la idea católica (que significa universal). Pero el equilibrio significa la muerte de la doctrina nacionalista.

166: buen director (de periódico) es el que distingue lo importante entre las noticias del día, y lo comenta con conocimiento amplio, juicio seguro, honestidad inexpugnable y valor sin límites.

168: siempre se decía que su dolor no era nada en comparación con el Dolor del Huerto. Su angustia no era nada en comparación con la Angustia del Árbol. Para él la religión era la única realidad candente de la vida.


J.A. 15-3-2012