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miércoles, 2 de noviembre de 2016

Autismo y autismos inducidos

El curioso incidente del perro a medianoche
Mark Haddon. Narrativa Salamandra







Sorprendente y simpática novela sobre el autismo. El autor es artista y profesor de escritura creativa, especializado en libros para niños y con experiencia en la educación de niños con deficiencias. 

Todo ello se deja notar de manera magistral en este libro, del que desde 2003 se han difundido más de un millón de ejemplares en 35 idiomas. 

Con estilo sencillo y jovial, nos adentra en el complejo mundo interior de un niño con autismo, su capacidad de percibir detalles y de desarrollar habilidades -muchas veces por encima de la media- y el extraño y casi imprevisible mecanismo que mueve su afectividad. Y en paralelo, las serias dificultades que encuentran padres y educadores en su educación y en la misma convivencia. 

La lógica diferente con que los niños autistas juzgan las situaciones y su  relación con el mundo exterior da pie a Mark Haddon a desarrollar un fino estilo, lleno de respeto y sentido del humor, que hace agradable la lectura. 

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Ha coincidido en el tiempo, junto a la lectura de este libro, la de un interesante artículo de la periodista y profesora Montse Doval en Aceprensa: "¡Mírame!", a propósito del libro "Let Me Hear Your Voice", de Patricia Snow, en el que relata la experiencia de una madre que logró sacar del autismo a sus hijos. Anoto algunas de sus ideas.

Patricia Snow apunta que el ensimismamiento tecnológico nos puede convertir en autistas, con empobrecedoras consecuencias para nuestra naturaleza humana. 

El poder de atracción de las pantallas y de las múltiples plataformas digitales nos absorbe de tal manera que nos saca de la realidad y nos diluye en un mundo irreal. Basta pensar en ese extraño temor a "perderse algo", que nos lleva a una vida de continuas interrupciones y distracciones.

Los medios digitales nos hacen creer que tenemos multirrelaciones y somos cada vez más omnipresentes. Pero la realidad es que esas personas con las que nos relacionamos virtualmente están tan dispersas cada una de ellas como nosotros mismos, y la relación apenas tiene significado.

Necesitamos presencias reales, convivir durante horas olvidados de la tecnología, mirarnos a los ojos y conversar. Ya hay muchos que lo han percibido y toman medidas. Necesitamos las tecnologías digitales, pero también el sabor humano de la presencia real.

Es preciso educar el uso de las pantallas: si todo tiene que hacerse a través del móvil, estamos construyendo mal nuestra vida social, cultivaremos mal nuestras amistades. Los investigadores han demostrado que el contacto visual es esencial para el desarrollo del cerebro, para la estabilidad emocional y para la fluidez social. 

Somos ultrasociales, estamos hechos para convivir y compartir. 
No en vano somos imagen de Dios, que es Trinidad, y es Amor que busca darse y compartir y convivir. Quien lo ha experimentado sabe bien que nada da más felicidad que compartir y convivir, estar con presencia física junto a los demás. 

Es la conducta de Dios con nosotros: un Padre que nos busca y también nos pide que levantemos la mirada del móvil y le miremos a los ojos. Y ahí sí que nos conviene no fallar, para no caer en el peor de los autismos, el de la indiferencia ante Dios. Si los móviles empobrecen nuestras relaciones humanas, cuánto más nuestra relación con Él, nuestra oración. "También Dios tiene que decirnos: Mírame".