El
amor o la fuerza del sino. G.K. Chsterton
Escrito
a comienzos del siglo XX, se trata de un conjunto de artículos en los que el
gran polemista inglés entra a combatir los tópicos y prejuicios típicos de las
mentes agnósticas.
Con
su simpática ironía, el conjunto es una firme defensa de la familia y el
matrimonio cristiano. Chesterton intuye la amenaza que se cierne sobre la
humanidad a medida que se aleja del sentido cristiano de la vida, y advierte el
sentido común de que lo cristiano está dotado. A menos sentido cristiano, menos
sentido común habrá en el mundo.
Ya
en su época se comenzaba a hablar de un supuesto “exceso de población”, para justificar
el control de natalidad. “La respuesta a cualquiera que hable de “exceso de
población” es preguntarle si él mismo es parte de ese exceso de población, o si
no lo es, cómo sabe que no lo es.”
Chesterton
intuye también el verdadero mal que
amenaza a la sociedad, y dónde se está fraguando: “Está en Manhatan, y no en
Moscú”. Es de la opulenta sociedad occidental de donde surgirá la gran herejía:
el ataque en toda regla a la moralidad, y más en concreto a la moral sexual.
Es
de admirar el respeto con que Chesterton trata siempre a sus adversarios,
elogiando su inteligencia primero para después hacerles notar que seguramente
no han caído en la cuenta de las perspectivas distintas que él aporta, en las
que les contradice abierta y rotundamente, sin faltarles al respeto que toda
persona merece.
Sus
frases están llenas de chispa, de alegría de vivir y de sentido común. Anoto
algunas ideas.
¿Huraño?
Más bien egoísta
Hay
personas poco sociables, que rehúyen el trato. Y es que “la sociabilidad, como
todas las cosas buenas, está llena de incomodidades, peligros y renuncias.”
Muchos
hablan mal de su calle (como de la familia...), diciendo que es aburrida y cosas por el estilo. Pero “nadie
huye de su calle porque sea aburrida… En realidad huye porque es excitante,
porque está llena de vida, una vida que le interpela, un prójimo de carne y
hueso al que hay que amar por el mero hecho de ser vecino, término que encierra
una realidad tan concreta (“esta persona”) como universal (“cualquiera que sea”)".
La
vida, como la familia, nos interpela. La muerte es más tranquila.
Con
la familia les sucede algo parecido. Interpela mucho, pide mucho, por la
evitan, no porque no sea buena o porque sea aburrida. “La familia es arbitraria, no es conciliadora,
está próxima al caos, llena de situaciones imprevisibles. Y precisamente por
eso es buena, como es buena la humanidad, que tiene esas mismas
características. Si todo fuera a gusto de uno, todo previsto, todo dominado, no
habría vida, sino muerte. Por eso es tan aburrida la vida de los ricos, porque
dominan las situaciones, escogen los acontecimientos: se aburren porque son
omnipotentes.”
Portarse como un caballero en lo pequeño, en lo doméstico
Algunos
dejan el “buen hacer”, el “portarse como un caballero” (como se decía antes)
para momentos importantes, para cosas grandes y serias.
Pero
“esto de comportarse como un caballero en los momentos importantes no tiene
mucho sentido; un hombre se comporta como un caballero en los momentos que no
son importantes. En los momentos importantes debería comportarse de una manera
mucho mejor…”
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