Ozo Ibeziako, doctora en medicina. Un sencillo ejemplo de
solidaridad y buen hacer.
Ozo Ibeziako nació en
Nigeria, en una familia cristiana. Allí se licenció en medicina, y allí conoció a unas amigas del Opus
Dei. Se enamoró del mensaje que difundían sus amigas africanas: Dios nos espera
en el trabajo de cada día, en las situaciones corrientes de la vida ordinaria.
Y nos espera sobre todo en los demás: “Cualquier cosa que hiciereis por uno de
estos, mis hermanos más pequeños, por Mí lo hicísteis”. Aprendió que el
esfuerzo por servir a los demás con nuestra actividad profesional ordinaria
forma parte de nuestra búsqueda de la amistad con Dios. Esa impronta la fue
incorporando con naturalidad a su vida y a su trabajo profesional, la medicina.
Cuando el Opus Dei iba a
comenzar su labor apostólica en Sudáfrica, a la doctora Ibeziako le pareció natural ofrecerse para trasladarse
allí y ayudar en los comienzos. Recomenzó su carrera profesional. En estos
momentos es profesora en la Facultad de Medicina de Pretoria, directora de
recursos humanos de 15 ambulatorios de Johanessburgo, y pasa consulta como
médico de familia.
La Medicina de Familia es su especialidad. Ha ampliado
estudios en la Universidad de Navarra, con un master en Humanismo y Familia, porque quería potenciar su capacidad de
atender a sus pacientes. Porque la buena medicina no sólo intenta curar, sino
además cuida, escucha, se hace cargo de los problemas del entorno familiar y
social de cada persona, muchas veces determinantes de la salud corporal. Y se hace cargo de que cada paciente es persona, digna de ser tratada como tal.
La humanidad de la doctora
Ozo le llevó a descubrir pronto que la en apariencia boyante capital de
Sudáfrica vive rodeada de un inmenso cinturón de miseria. Son los seis barrios periféricos
en los que durante el apartheid los africaners confinaron a los africanos de
diversas etnias. Les expropiaron los
campos en que vivían, les obligaron a
trasladarse, y les encerraron allí, como en campos de concentración. Hasta hace
bien poco cada barrio estaba rodeado de alambradas, y no se podía salir sin
pasaporte. Ahora ya no hay alambradas, pero persisten las murallas de la
pobreza.
Uno de esos barrios
periféricos es Alexandra. No tiene alcantarillado, ni agua, ni electricidad,…
Allí malviven más de medio millón de habitantes. La droga, la prostitución y la
violencia son el pan de cada día. En ese clima crecen los niños, en familias en
las que con frecuencia no hay padre, y es la madre la que tiene que buscar
alimento diario para sus niños. El paro juvenil ronda el 75 %, y esos niños
crecen desmotivados para el estudio. Y sin estudio no se puede alcanzar un buen
trabajo profesional. Es el círculo de la pobreza y la marginación, que se
cierra sobre los jóvenes, quitándoles la esperanza y el futuro.
Entre los
jóvenes, las chicas lo tienen peor aún. No es infrecuente que piensen en la
prostitución como salida, y acaben en ella, porque hay que comer… La doctora Ozo, con otras
colegas, se propuso ayudar a romper ese círculo vicioso de miseria que se
cierne sobre las niñas de Alexandra. Ideó el proyecto Art of Living, por el que
ya han pasado más de 500 niñas del barrio.
Primero visitan a las familias, les
explican su idea, y luego hablan una a una con las niñas. Han desarrollado un
programa de tutorías personalizadas. Niña a niña, porque cada una es un ser
único, se interesan por sus problemas e inquietudes. Y les hacen ver sus
capacidades, y les ayudan a descubrir lo mucho que valen, a confiar en sí
mismas, a que descubran que pueden usar su inteligencia para aprender, su
fuerza de voluntad para alcanzar objetivos. Y les abren un abanico de
posibilidades profesionales, las adecuadas a cada una, y les ayudan a que
rebrote en ellas el sano orgullo de ser persona, con toda la dignidad que
conlleva.
Y esas niñas, antes
abandonadas a su suerte y desmotivadas, empiezan a estudiar. Se saben queridas.
Y acaban sus estudios primarios, y acceden a los secundarios con buenas notas.
Varias que jamás soñaron con alcanzar la universidad ya han conseguido las
becas necesarias.
Todo esto es posible, dice
la doctora Ibeziako, porque ya son más de cien las voluntarias que colaboran en
el programa de tutorías. Lo hacen en su tiempo libre, que no es mucho.
Bastantes de las voluntarias proceden de las mismas niñas del barrio de
Alexandra, que ya han conseguido un empleo y ahora desean ayudar como forma de
agradecer lo que recibieron.
“Es un verdadero Harambee”,
explica Ibeziako, con una agradecida referencia al nombre de la ONG que le
acaba de otorgar el Premio a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.
Harambee en suahili significa que, cuando hay un problema, todos a una nos
ponemos a remediarlo.
La doctora Ibeziako ha
estado en Valencia, invitada por el equipo de voluntarios de HarambeeVLC. Sólo
han sido 24 horas, porque le espera su arduo trabajo en Sudáfrica. Pero han
sido 24 horas intensas.
Nada más llegar fue entrevistada por Luis Agudo en la
emisora de radio COPE-Valencia, y saludó al jefe de informativos Vicente Ordaz.
A continuación, un paseo por Valencia a través de la plaza del Ayuntamiento, donde ya estaba todo preparado para la mascletá típica de los días falleros, la llevó hasta la redacción de la agencia AVAN, donde se formó una simpática tertulia entre los periodistas Eduardo Martínez, Eva Alcayde, Belén Nava y Amparo Ferrando, y fue entrevistada para el semanario Paraula y La 8 TV-Mediterráneo.
A continuación, un paseo por Valencia a través de la plaza del Ayuntamiento, donde ya estaba todo preparado para la mascletá típica de los días falleros, la llevó hasta la redacción de la agencia AVAN, donde se formó una simpática tertulia entre los periodistas Eduardo Martínez, Eva Alcayde, Belén Nava y Amparo Ferrando, y fue entrevistada para el semanario Paraula y La 8 TV-Mediterráneo.
Y de la sede de AVAN a la
Oficina de Comunicación del Opus Dei, donde la periodista María Huguet le grabó varias
declaraciones para un audiovisual. Con el tiempo justo para dar comienzo al
almuerzo informativo con varios profesionales del periodismo, la comunicación,
la moda y la sociología de las migraciones. Un interesante encuentro
multidisciplinar, que dio luz a los verdaderos problemas de África, no bien
entendidos ni atendidos por los países más desarrollados.
La clave es la formación,
resaltaba la doctora Ozo y apoyaba el migrólogo Papa Balla Ndong. “Si educas a
la mujer, el país entero sale adelante.” Y quedaba patente el acierto de los
proyectos de Harambee, relacionados especialmente con la educación y la
atención sanitaria, realizados por los propios africanos en sus países.
“Lo que
necesitan los países del África subsahariana es que les ayudemos a crear
ambientes favorables al desarrollo de la persona, condiciones de vida dignas y
libres de corrupción. Nadie quiere dejar su tierra si allí se puede desarrollar
como persona.” Se hicieron eco del encuentro Héctor González, en Esdiario, e
Isabel Domingo, en Las Provincias.
Y para terminar el intenso
día, el Encuentro Solidario organizado por los voluntarios de Harambee enValencia, un equipo creciente de año en año. Reunió al anochecer en El Mirador de Comedias a
cerca de un centenar de amigos de
Harambee, con amplia mayoría de profesionales valencianas, promotoras del homenaje. Javier García, CEO de Oongaku, puso el sonido, e Isabel Solano la fotografía.
Una tertulia
entrañable, presentada por Julio Herrero, en la que la doctora Ozo mostró con
sencillez y cercanía, sin darse importancia, la realidad de la vida en esos
barrios de Johanessburgo a los que todavía no alcanza su proyecto. Los fondos
recogidos aquí servirán para ampliar su alcance.
Pero el verdadero fruto de
este viaje es el hondo sentimiento de solidaridad que ha despertado en todos nosotros
el ejemplo de buen hacer y sencillez de la doctora Ibeziako. All together for África.
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