viernes, 8 de enero de 2021

Antropología

 




Fundamentos de antropología. Ed Eunsa. Ricardo Yepes y Javier Araguren

 

El profesor de filosofía de la Universidad de Navarra Ricardo Yepes Stork recogió en esta obra los mejores hallazgos de la antropología, esa ciencia que estudia qué es el hombre y el sentido de sus construcciones culturales a lo largo de la historia.

 

Se trata de un valioso conjunto de reflexiones acerca de quiénes somos, cómo nos manifestamos, qué es lo que nos mueve a actuar, qué relación tiene con la verdad y el bien. El significado de las emociones, su papel en nuestra conducta; los valores, cómo se construye el sentido ético, qué es la virtud y cómo se adquiere.  Por qué nos atraen la verdad, el bien y la belleza, en qué consiste la felicidad, qué sentido tiene el dolor, y el amor. Cuál es nuestro destino y por qué la respuesta a esa pregunta determina profundamente la calidad de nuestra vida moral. En qué consiste la realización personal plena…

 

Las respuestas a esas preguntas, que de un modo u otro toda persona se hace en algún momento de su vida, marcan nuestra trayectoria vital. Son preguntas necesarias, sobre las que no todos los pensadores reflexionan y responden con la claridad y acierto que vemos en este libro.

 

Yepes Stork falleció tempranamente en accidente de montaña, y el libro –ya casi terminado- fue completado por su colega y colaborador Javier Aranguren. Dejó escritos varios libros muy interesantes para padres y educadores, como el que lleva el significativo título de Entender el mundo de hoy.

 

Anoto algunas ideas que pueden servir de referencia para hacerse cargo del rico contenido de este libro, cuya lectura resulta  agradable y accesible. 


Ética es la educación de los sentimientos

Los sentimientos, aunque irracionales en su origen, son armonizables con la razón: la sofrosine, que significa moderación, es la virtud que los domina. Son buenos, porque refuerzan las tendencias, pero no deben tenerse como norma exclusiva de conducta.

Quien disfruta con lo que hace, y lo hace ver, se convierte en alguien atractivo, porque consigue que su vida tenga una unidad muy plena: lo que quiere mi corazón lo quiere mi cuerpo, mi cabeza, todo mi yo. En cambio, la indiferencia provoca la muerte de lo vivo. Meter pasión a las cosas es llenarlas de sentido.

¿Por qué a veces nos sentimos frustrados? El origen de las frustraciones es el engaño en el conocimiento de la realidad sobre uno mismo y sobre las personas que trata: no saber apreciar los propios límites, conocer sólo epidérmicamente a los otros y esperar por tanto de ellos mucho más o mucho menos de lo que pueden dar…

Tiene que haber una proporción entre los sentimientos (por ejemplo, esas valoraciones inmediatas que nos producen las personas) y la realidad. El sentimentalismo no es una postura prudente, porque el dominio sobre los sentimientos no está asegurado. No debemos subordinar los juicios a las impresiones. (Es muy interesante lo que aporta en este punto la obra de Daniel Goleman Inteligencia social, sobre los descubrimientos de la neurociencia en relación con los mecanismos de transmisión de los estados de ánimo y las falsas percepciones.)

La ética consiste en tener los sentimientos adecuados respecto de los objetos, con la intensidad y el modo adecuado, sin defecto ni exceso. Cobardía es miedo excesivo, que paraliza. Temeridad es no temer lo que se debe temer, inconsciencia. Valentía es el punto medio: temer lo que se debe, cuando se debe, con la intensidad que se debe. 

La ética es el modo de equilibrar las tendencias humanas para armonizarlas, conseguir el término medio (mediante la educación de los sentimientos, que eso es la ética) con el que los sentimientos entran en armonía con las tendencias, y las refuerzan haciendo que la conducta humana se vuelva hermosa, bella.


La persona y su intimidad

Son muy significativas las notas que nos definen como persona, y entre ellas el valor que otorga a la intimidad, determinante para la cultura, y dentro de ella para esa manifestación de cultura que es la moda.  

Yepes destaca seis notas características de la persona:

-intimidad: un mundo interior creciente y creativo;

-capacidad de manifestar la intimidad, de sacar fuerza del interior;

-libertad: la persona es dueña de su intimidad y de su capacidad de manifestarla;

-capacidad de dar de lo suyo: por ejemplo, al amar, que es el regalo esencial;

-capacidad de recibir, de aceptar en su intimidad lo que otros le dan;

-capacidad de dialogar con otra intimidad: una persona sola no puede ni manifestarse, ni dar, ni dialogar: se frustraría.


 Moda y cultura

La moda, como la propia cultura, es la manifestación en sociedad de la persona. La intimidad, esa nota peculiar que nos define como personas, se exterioriza y manifiesta a través del cuerpo, como también del lenguaje y de la acción. Manifestar o exteriorizar el cuerpo es manifestar lo íntimo, ese mundo interior del que somos dueños, y por eso la persona viste según las circunstancias, porque exteriorizarlo totalmente y en cualquier momento significaría desposeerse de un elemento esencial de su intimidad, que sólo comparte al amar. 




En la moda, especialmente el rostro manifiesta externamente a la persona. Al vestirme, me distingo de los otros, dejo claro que soy yo, me defiendo del anonimato. El estilo es un reflejo de la personalidad.

 

El sentido del trabajo universitario

Yepes, formado en un centro académico de honda raigambre como es la Universidad de Navarra, que busca profundizar en la colaboración interdisciplinar de todas las áreas del saber, reflexiona también sobre el sentido del trabajo universitario.

 

Universidad, dice, es una comunidad de diálogo entre maestros y discípulos. Se supone que a la universidad le corresponde la visión global de la ciencia, pero hoy ha perdido en muchos sitios su “humanismo”, que es precisamente ese saber unitario que permite la visión de conjunto de todos los valores y armonizarlos entre sí.


 Hábitos, virtudes y vicios

Persona es un ser capaz de tener, de decir “mío”. Puede tener a través del cuerpo o de la inteligencia, y si llega a ser una posesión más permanente y estable posee hábitos, tendencias adquiridas que refuerzan su conducta. 

Los hábitos pueden ser técnicos, intelectuales o del carácter. Parte de los hábitos del carácter se refieren al dominio de los sentimientos, y son positivos o negativos, según ayuden o no a esa armonía. La ética los estudia, y llama a los positivos virtudes y a los negativos vicios.

       Los hábitos se adquieren con la práctica, y modifican al sujeto que los adquiere haciéndole ser de un determinado modo. Hacer actos valientes es el modo de llegar a ser valiente, como hacer chapuzas o injusticias de llegar a ser chapucero o injusto.

Lo natural en el hombre es el desarrollo de sus capacidades, llegar a ser aquello a lo que desde el inicio de su existir está llamado. El hombre sólo es él mismo cuando va más allá de lo que es de hecho: el hombre supera infinitamente al hombre (Pascal),


Ética, libertad y escepticismo


Ética es el modo de usar el propio tiempo según el cual el hombre crece como un ser completo. Es el criterio de uso de la libertad, que debe elegir aquello que contribuya a los fines y tendencias naturales. La naturaleza humana se desarrolla y perfecciona mediante decisiones libres. El hombre o es ético o no es hombre.

Contar historias tiene una influencia mayor que los discursos teóricos: el cuento de una madre a sus hijos, una novela, una película… crean modelos de conducta narrando hazañas de héroes y santos.

El escepticismo nos hace daño porque nos deja en la indeterminación sobre la verdad o la mentira, y nos impide alcanzar la perfección. Contra lo que dice el escepticismo, es posible alcanzar la verdad, pero se requieren algunos pasos para estar en condiciones de aceptarla: 

       -conciencia de que no se sabe;

       -superar prejuicios (inducidos normalmente por otros);

-cultivar la atención, la observación atenta de la realidad;

       -saber escuchar;

-aceptar la verdad y encararla;

       -guardarla en la intimidad, de manera que genere convicción.

 

Libertad es la adecuada gestión de las ganas: unas veces habrá que seguirlas, y otras no. A veces las ganas nos incitan hacia lo que nos perjudica, y el acto de libertad no es seguirlas, sino refrenarlas. Como en ocasiones sentimos pocas ganas de intentar un bien arduo, y la libertad consiste en afrontar el bien a pesar del esfuerzo que supone.

Tolerancia. Libertad y autoridad son necesarias. El uso responsable de la libertad obliga a preocuparse de que la educación transmita valores morales, y no sólo contenidos neutros (lo que no sería una postura neutral).



Amor y felicidad

El amor no es un sentimiento. El sentimiento es algo que nos pasa, agradable si está, pero no necesario. Se ama porque se quiere: la voluntad quiere querer. Sentir no es querer.

Lo amado es bello para el amante, y despierta el deseo de reproducirlo en su belleza. El amor se manifiesta en gestos, obras, conductas: si no, hay que dudar de que sea amor, porque ya no engendra belleza. (Esto es aplicable a la fraternidad).

La felicidad va unida al nombre propio de uno y a los lazos que sabe crear desde la propia intimidad personal.

El amor dádiva, que se da, no es el "amor de necesidad", ese que sólo busca recibir: amar sin dar es empobrecerse.



 Arte de gobernar

El arte de gobierno requiere formación para lograr una excelencia cuádruple:

-técnica (destreza profesional en el acto de gobernar)

-humana (capacidad de amistad, iniciativa, saber exigir según la capacidad de cada uno)

-moral (se requiere virtud y ejercer con justicia)

-política (prudencia: estar dotado para la correcta toma de decisiones directivas)

Lo público no es lo estatal, lo público se articula mediante iniciativas de los ciudadanos entorno a cuestiones comunes: la salud de un país depende de la vitalidad de su opinión pública y de sus iniciativas privadas, y no de su estado omnipresente. 

La democracia es un ideal más exigente y maduro que otras formas de gobierno, porque el uso de la libertad requiere cierta excelencia moral, política y cultural.

La moral es lo que de divino hay en el hombre. La moral no es una cárcel, sino al contrario, lo que permite al hombre elevarse a lo más alto de su dignidad. Suprimir la moral en la sociedad es cortar sus raíces, dejarla sin el porqué del esfuerzo por construirla.

 

      

 

 

jueves, 7 de enero de 2021

Inteligencia emocional

 




Inteligencia emocional. Daniel Goleman

 

Durante años pasó casi desapercibida esta cualidad del ser humano, que nos permite afrontar satisfactoriamente los problemas que surgen en las relaciones interpersonales. Se cualificaba a las personas según su Coeficiente Intelectual, un índice en el que no se contemplaban las emociones ni la capacidad de controlar los sentimientos y modularlos para que nuestras relaciones interpersonales sean armoniosas.

 

Daniel Goleman explica en este libro, publicado en 1995, qué son las emociones, la importancia que tienen en nuestra vida personal y en las relaciones sociales, y cómo podemos aprender a educarlas. Porque la inteligencia emocional, clave para resolver adecuadamente los conflictos humanos, se puede educar y hacer crecer. Goleman concluye que, para tener éxito en la vida, la gestión de las emociones es más determinante que el coeficiente intelectual.

 

 Además de escritor y periodista, Goleman es sobre todo psicólogo, y ofrece una práctica relación de consejos para ayudar al lector a identificar y gestionar sus sentimientos y estados de ánimo. Muchos problemas de convivencia y de salud surgen porque no somos capaces de distinguir el origen de nuestras emociones, y tampoco nos detenemos a tratar de comprender los sentimientos y estados de ánimo de nuestros interlocutores. Esa carencia nos inhabilita para la relación fluída y fructífera, tanto en la vida familiar como en la laboral o social.

 

Hay que pararse a pensar: un enfado puede cortocircuitarse si antes de darle expresión somos capaces de detectar alguna información que pueda mitigarlo.

 

Podemos mitigar la ansiedad, que siempre está provocada por una preocupación crónica y reiterativa, muy diferente a la reflexión constructiva acerca del problema objetivo que pueda estar provocándola.

 

Hay que saber descubrir cuándo una preocupación se está volviendo crónica, para desactivarla antes de que degenere en ansiedad y nos encierre en una actitud rígida ante el problema. Si no aprendemos a controlar la preocupación, viviendo el presente y analizando fríamente el problema, esa preocupación reiterativa puede degenerar en fobias y obsesiones.

 

Muy interesante los consejos acerca de cómo generar estados de ánimo positivos, y desarrollar la capacidad de transmitirlos a los demás. Es muy bueno su análisis, basado siempre en la observación práctica de las conductas, sobre la tristeza, la esperanza, el arte de criticar, el estrés, y los recursos para cambiar los estados de ánimo negativos: escribir es uno de ellos.

 

Goleman se detiene también en analizar el carácter, del que con frecuencia olvidamos que se puede reformar para mejorarlo. A veces, como decía san Josemaría, la expresión “son cosas de mi carácter” intenta tapar que algunas manifestaciones torpes de nuestra conducta son precisamente debidas a nuestra "falta de carácter", y a que no nos decidimos a poner el esfuerzo necesario por adquirir los hábitos que constituyen el “buen carácter”.

 

Si la depresión es una de las enfermedades más extendidas en nuestros días, Goleman afirma que, aunque la tendencia a la depresión tenga un origen parcialmente genético, su causa principal parece radicar en los hábitos mentales pesimistas, que predisponen a reaccionar mal ante los pequeños contratiempos de la vida.

 

Puesto que se trata de hábitos, hay que ser conscientes de que en el fondo “el destino te lo montas tú”. Se trata de promover hábitos saludables, habilidades emocionales, que nos impedirán caer en la depresión. Así, afrontar los problemas, sin rehuirlos. Pensar, antes de actuar. Revisar y modificar las creencias pesimistas ligadas a la depresión: por ejemplo, tomar resoluciones de trabajar mejor para sacar mejores rendimientos, en vez de pensar que uno no sirve. También conviene cultivar el arte del buen humor.

 

Muy adecuados también los consejos para desarrollar la virtud de la amistad

-mejorar la expresividad de nuestras emociones; 

-aprender a distinguir la expresividad emocional de los demás, los gestos y palabras, incluso el tono de voz o la mirada, a través de los que se manifiesta su estado de ánimo (triste, alegre, agobiado…) que nos permitirá sintonizar adecuadamente, con empatía; 

-mejorar la comunicación interpersonal, saber hacer esas preguntas que facilitan el diálogo; 

-aprender a observar y escuchar a los demás para averiguar cómo se sienten; 

-decir algo agradable cuando hacen algo bien; 

-sonreír y brindar colaboración, propuestas, aliento… 

En definitiva, hábitos necesarios para mejorar la comunicación, que es la base de la comunión interpersonal y la unidad en la familia y en las organizaciones laborales.

 

Muy interesantes sus comentarios y consejos sobre la asertividad, que es la capacidad de expresar los sentimientos directa y serenamente, con sencillez, sin agresividad, sin gritos, sin echar la culpa a otros, o sin ese permanecer silenciosamente a la defensiva, en ocasiones más temible para uno mismo y para los demás.

 

 

 

 

lunes, 4 de enero de 2021

El hombre en busca de sentido




El hombre en busca de sentido. Victor Frankl

 

La vida tiene siempre un sentido, que abarca incluso las privaciones y los sufrimientos, incluso la agonía y la muerte.” Descubrir ese sentido de la vida es lo que puede transformar una situación dramática “y sin sentido” en algo llevadero, asumible, porque el sentido da una esperanza a nuestras vidas.

 

El psiquiatra austríaco Victor Frankl (1905-1997) vuelca en este libro su experiencia tras sufrir el internamiento en los campos de concentración alemanes, entre 1942 y 1945. Sobrevivió gracias a su fe y a su humanidad. Cuando fue liberado, comprobó que ni su esposa Tilly ni sus padres habían logrado sobrevivir a los campos de exterminio.

 

Con Tilly Grosser, muerta en los campos de concentración nazis

Analizando sus propias reacciones ante la adversidad y las privaciones, fijándose en las conductas de los internos y de sus guardianes, llega a conclusiones llenas de luz, de las que se han beneficiado miles de personas desde la publicación de este libro.

 

Fruto de su experiencia, Victor Frankl fundó la logoterapia, una práctica médica para ayudar a descubrir el sentido y sobrellevar situaciones dolorosas. "Cuando uno se enfrenta con una situación inevitable, siempre que uno tiene que enfrentarse a un destino que es imposible cambiar, por ejemplo una anfermedad incurable, un cáncer que no puede operarse, precisamente entonces se le presenta la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo, cual es el del sufrimiento. Porque lo que más importa de todo es la actitud que tomemos hacia el sufrimiento, nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento... El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio."


Ante el sufrimiento inevitable, toda persona será capaz de aceptar el reto de sufrir con valentía siempre que haya sabido encontar un sentido a ese dolor. Por eso, "el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida."  Un sentido, como puede ser el amor, o el sacrificio por el ser amado, que le permita afrontar con dignidad todo sufrimiento, y así conservar hasta el fin -literalmente hablando- el sentido de su vida.


Victor Frankl, judío, comparte la concepción cristiana de la persona como ser único e irrepetible, revestido de una dignidad que nadie le puede arrebatar, salvo él mismo. Esa es la premisa esencial en que se basa su método. Una premisa que ignoran los totalitarismos, pero que ninguno es capaz de doblegar.


 

Todos y cada uno debemos mantener la esperanza de que nuestra vida jamás perderá su dignidad y su sentido. “Os aseguro que en las horas difíciles siempre hay alguien que nos observa: un amigo, una esposa, alguien que esté vivo o muerto, o un Dios. Y ese alguien espera que suframos con orgullo, no miserablemente, y que sepamos morir con dignidad.”

 

No importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Es la vida quien nos pregunta a nosotros, y no nosotros a la vida.” Este razonamiento es muy útil para entender la maldad intrínseca de la eutanasia, que no deja percibir esa pregunta que la vida nos dirige, diciéndonos que mientras vivamos somos necesarios, nadie está de sobra, nadie molesta.

 

“Hay dos razas de hombres, que se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales: los hombres decentes y los indecentes. En el campo de concentración, el peor era el prisionero más antiguo, mucho peor que todos los SS juntos. En cambio, el comandante nunca levantó la mano contra nadie (de hecho, tres jóvenes judíos intercedieron por su vida tras la liberación).”


El hombre es el ser que siempre decide lo que es. “El ser que ha inventado las cámaras de gas, pero también el que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración.

 

Se refiere al dicho alemán “Una buena conciencia es la mejor almohada”, que contiene como el eco de San Pablo en su carta a los Romanos: “¡Dichoso quien no se culpabiliza cuando decide algo!”, una invitación a actuar de acuerdo con la recta conciencia, aunque hacerlo provoque sufrimientos.

 

A lo largo del texto apunta ideas de algunos de los autores que le han influído: Dostoyevski, Tolstoi (Resurrección), Thomas Mann (La montaña mágica), Spinoza (Tratado de Ética, sobre el poder del espíritu o la libertad humana).

 

A propósito del método que empleó para distanciarse de los sufrimientos del momento y observarlos como si ya hubiesen sucedido, señala que “la emoción que constituye sufrimiento deja de serlo tan pronto como nos formamos una idea clara y precisa del mismo.”

 

Frankl se apoyó para su psicoanálisis en la significativa frase de Nietzche: “Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo.” En realidad, no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Y esto es algo que a nadie le está permitido negar: no sabemos cómo sobreviviremos, pero sí que mientras tengamos un aliento de vida nuestra presencia en el mundo es necesaria. Nuestra presencia nunca dejará de ser valiosa.



Varios sitios de internet ofrecen elencos de frases significativas de esta obra de Frankl. Me limito a subrayar algunas que me han resultado prácticas.  

 

La virtud es el crecimiento en el ser que acontece cuando, en mi actuación, amo la verdad y actúo en consecuencia.

 

El amor es la meta más alta para el ser humano. Es la tendencia racional por la que busco el verdadero bien, un bien que responda a mi naturaleza profunda y, en definitiva, al ser de las cosas.

 

Dinero, placer y poder hay que tomarlos con la perspectiva de la fecundidad, y no de la eficacia:

El dinero, desde el modelo de la fecundidad, es instrumento de la generosidad y capacidad creativa (y no un fin en sí mismo).

El placer como fin anestesia a las personas, aboca al consumismo. Pero en su sentido natural, se hace fecundo.

El poder como servicio es fecundo: no busca la eficacia pragmática, sino su difusión entre los ciudadanos

      

Amistad: lo más necesario de la vida, según los clásicos. Es el amor entre iguales, que se traduce en la conversación sabia y en la ayuda generosa.


En 1947 contrajo matrimonio con Eleonor Schwindt


Quizá es poco conocido el encuentro que mantuvo Victor Frankl con san Josemaría Escrivá. Durante un viaje a Roma por motivos profesionales, Frankl acudió junto con su mujer a saludar al fundador del Opus Dei. El psiquiatra vienés captó la alegría de vivir de san Josemaría, su apasionado sí a la vida que formaba parte precisamente de la esencia de su método científico y médico. 


Más tarde recordaba ese encuentro: "Monseñor Escrivá vivió de manera plena el momento presente, abriéndose a él y dándose a sí mismo completamente. En una palabra, para él cada instante tiene el valor de un momeno decisivo."   

 

       Hay algo muy poderoso en ese vivir el momento presente con plenitud, "portándonos bien aquí y ahora", con alegría agradecida por la vida que se nos ha dado, aunque en ocasiones haya dolor.



 

Lecturas para entender el mundo

 


Entender el mundo de hoy (II) Ricardo Yepes. Ed Rialp

 

Completo la reseña anterior de este magnífico libro aportando una relación de algunos de los títulos que Ricardo Yepes cita a lo largo de sus páginas.  

 

Son lecturas inspiradoras que. como su propio libro, constituyen una fuente de ideas prácticas para orientar la vida hacia la excelencia: esa excelencia a la que todos, como personas, estamos llamados.

 

La política, como la democracia, no se hace sólo votando, señala Yepes. Política es el compromiso con el bien común de la ciudad y del mundo. Y ese compromiso requiere preparación, una preparación que todo ciudadano debe empeñarse en alcanzar al mayor nivel posible según los alcances de cada cual.

 

No basta con lo aprendido en la escuela, entre otras cosas porque la escuela es objetivo de deterioro y manipulación por parte de poderes que aspiran a constituirse en hegemónicos, a los que no les interesa que los jóvenes se eduquen en el sentido crítico de sus gobernantes y de cuanto les rodea.

 

Hace falta sentido crítico para detectar, por ejemplo, que ciertos ataques a la Iglesia católica “provienen de gente que se fabrica adversarios inexistentes a la medida”: a una medida cómoda para sus ataques. Si no hay razón para combatir a un pacífico y eficiente molino, que sólo trabaja haciendo el bien, convierten al molino en su mente enferma en un malvado gigante, al que es necesario combatir.

 

Hacen falta personas que amen el mundo y a las personas (“Amar es desear el bien para alguien”) y trabajen arduamente para conseguir ese bien.  Un trabajo que debe ir orientado en lo posible a la especialización: no basta saber un poco de muchas cosas. Siendo necesario un mínimo de conocimientos generales, hoy se requiere también ser especialista en alguna de las ramas del saber. “Especialízate –dice Yepes-o no eres nada.”

 

Como señala Yepes, “un hombre es lo que ha vivido y lo que ha leído.” La dedicación a la lectura, y más que a la lectura al estudio de los mejores libros que se hayan escrito, es una obligación para quienes deseen aspirar a lo mejor, a combatir el error y dejar una huella de bien en el mundo. 


Y sin olvidar el cultivo del espíritu: “Hasta el paisaje puede ser más bello cuando el hombre ha pasado por él, porque lo viste con la huella de su espíritu.


                       

  

Estos son algunos de los títulos que menciona Ricardo Yepes. Como toda relación es parcial, pero sin duda son libros que también aportan valor:

 

-Intelectuales, Paul Jhonson.

-Apología de Sócrates (Platón).

-Paideia (W. Jaeger). 

-Cómo tomar decisiones, Peter Kreft.

-El ocio y la vida intelectual, J. Pieper. 

-Violencia y ternura, Rof Carballo: el afecto y la ternura son el ambiente natural en el que el espíritu puede mostrarse.

-Regla Pastoral, Gregorio Magno

-El cierre de la mente moderna (Alan Bloom)

-El Señor de los anillos, J.R.Tolkien

-Tras la virtud, MacIntyre

-Ética a Nicómaco (168)

-Eugenia Ginzburg: Vértigo y  El cielo de Siberia

-Cómo el Papa venció al comunismo, B Lecomte

-El poder de los sin poder. Vaclav Havel.

-La venganza de la Historia, Hermann Tertch


    Sirva esta relación como complemento de la que aporté en otra entrada anterior. 

   
                       

 

 


jueves, 31 de diciembre de 2020

Opus Dei: estructura y misión

 


Opus Dei: Estructura y misión. Su realidad eclesiológica. Pedro Rodríguez. Ed. Cristiandad.

 

Exposición profunda y detallada de la realidad eclesiológica de la prelatura del Opus Dei, desde el análisis de la estructura fundamental de la Iglesia.

 

Con su estilo riguroso y certero, propio del gran teólogo que es Pedro Rodrígez, el libro resulta luminoso y asequible para un público no especializado que desee conocer mejor la realidad institucional del Opus Dei y su ensamblaje como prelatura en el seno de la Iglesia católica.

 

Resalto varias ideas al hilo de la lectura, que no intentan ni mucho menos resumir el rico contenido del texto.

 

Transformar a las personas para transformar el mundo

 

El fin de la Iglesia es transformar a las personas, y esa es también la finalidad de todo el trabajo apostólico del Opus Dei en servicio de la Iglesia: transformar a cada persona para transformar el mundo. Sólo personas transformadas serán capaces de transformar eficazmente la sociedad. Si queremos cambiar la sociedad, evitar la corrupción,… hay que comenzar por eliminar las corrupciones propias. 

A eso tiende toda la formación cristiana que ofrece el Opus Dei: ayudar a cada persona a ser coherente con el mensaje de Jesucristo y a buscar la unión con Dios mediante la oración y los sacramentos.


Flickr Opus Dei

Entrega plena en medio del mundo

 

En la Iglesia histórica apenas hay precedentes de instituciones de entrega radical que no sean formas de vida consagrada. Pero esa experiencia histórica no puede convertirse en categoría teológica. El mensaje y la vida del Opus Dei muestran que es posible la entrega radical en medio del mundo, santificando las realidades profesionales, familiares y sociales.

 

El Opus Dei no pide (a las personas que conectan con el mensaje o reciben la vocación a incorporarse) que dediquen a la santidad (su fin y tarea) un determinado tiempo o energías, sino la totalidad de vida, porque sólo la vida entera, como totalidad, es una magnitud adecuada a la santidad como fin.



Cristianos corrientes, sin añadidos

 

Si el Opus Dei debe recordar que la santidad en la vida ordinaria es posible (es más, es necesaria: “Sed santos, porque Yo soy santo”, dice el Señor) es importante que su dimensión institucional, su estructura eclesial, responda a esas condiciones ordinarias, sin superestructuras añadidas, pues de otro modo perdería fuerza su mensaje. 


Sólo una institución organizada como la Iglesia en su estructura interna (fieles-sagrado ministerio) es adecuada para recordar a todos que deben ser santos precisamente como simples fieles.

 

 

Flickr Opus Dei

Una sencilla reflexión sobre el espíritu del Opus Dei, y las características de la dedicación a la Obra de los fieles según sus circunstancias, puede encontrarse también en la reciente carta pastoral de su prelado, monseñor Fernando Ocáriz.

 


Suite francesa

 


Suite francesa. Irène Némirovsky. Ed. Narrativa Salamandra.

 

Excepcional novela, en parte autobiográfica, sobre la ocupación nazi de Francia, que la autora fue escribiendo al hilo de los acontecimientos que sufrió en su propia carne.

 

Detenida en 1942 por la gendarmería francesa y entregada a los nazis, Irène Némirovsky fue asesinada en Auschwitz poco después. El manuscrito, truncado en el momento de su detención, fue guardado por sus hijas, que consiguieron ocultarse de los gendarmes y finalmente pudieron esconderse en un convento de monjas católicas hasta el final de la guerra.

 

Con una escritura ágil y elegante, la novela está concebida como una pieza musical en cinco partes, de las que sólo escribió pudo escribir dos. 


Llama la atención la frescura de los hechos que describe, con realismo, logrando un testimonio de primera mano sobre el desmoronamiento social y moral de la Francia ocupada. 


Es una narración lúcida, sin sentimentalismos, propia de quien percibe la triste realidad que le circunda, las conductas gregarias ante legislaciones injustas, y ansía respirar en libertad.


Irene Nemirovsky con sus dos hijas


Resalto varias de sus agudas observaciones acerca del comportamiento humano, cuando es puesto a prueba por la adversidad:

 

Egoísmo de los adolescentes

La crueldad de que son capaces algunos adolescentes, producto de una imaginación muy viva y sensible, totalmente ensimismada, absorta en su propia alma: el adolescente no se compadece de las desgracias ajenas, no las ve, sólo se ve a sí mismo.

 

Compasiones falseadas por el egoísmo:

“Decía “nos” (a qué pruebas “nos” vemos sometidos…) por ese sentimiento de pudor que nos impulsa a fingir males similares a los del desventurado que tenemos delante…” Aunque el egoísmo deforma nuestras mejores intenciones, “tan ingenuamente que somos capaces de decir a un tuberculoso en fase terminal, con la mayor inocencia: lo compadezco, porque sé lo que es: tengo un reuma que no me deja vivir desde hacer tres semanas...”

 

Educación

La buena educación sirve precisamente para corregir las reacciones instintivas de los seres humanos.

 

Juicios temerarios

“En el fondo todos juzgamos a los demás según nuestro propio corazón. El avaro cree que a todo el mundo lo mueve el interés; al lujurioso, el deseo…”

 

Libertad frente al Estado opresor

“Quiero ser libre (…) Me importa menos la libertad exterior, la libertad de viajar, de irme de esta casa… que ser libre interiormente, elegir mi propio camino, mantenerme en él, no seguir al enjambre

Odio ese espíritu comunitario con el que nos machacan los oídos. Los alemanes, los franceses, los gaullistas, todos coinciden en una cosa: hay que vivir, pensar, amar como los otros, en función de un Estado, de un país, de un partido. 

¡Oh, Dios mío! ¡Yo me niego! Soy una pobre mujer, no sirvo para nada, no sé nada, pero ¡quiero ser libre! Esclavos, nos han convertido en esclavos… La guerra nos manda a este sitio o al otro, nos priva de bienestar, nos quita el pan de la boca…”

 

Enamoramiento

“Estaban solos en la enorme casa dormida. Ninguna confesión, ningún beso, sólo el silencio… Más tarde, conversaciones febriles y apasionadas durante las que hablaban de sus respectivos países, de sus familias, de música, de libros… Los invadía esa extraña felicidad, esa prisa por desnudar el corazón ante el otro, una prisa de amante que ya es una entrega, la primera, la entrega del alma que precede a la del cuerpo. “Conóceme, mírame. Soy así. Esto es lo que he vivido, esto es lo que he amado. ¿Y tú? ¿Y tú, amor mío?

 

 

martes, 29 de diciembre de 2020

Reencuentro

 


Reencuentro. Fred Uhlman. Ed. Tusquets

 

Novela corta de tintes autobiográficos, entorno a la amistad entre dos adolescentes, uno hijo de un médico judío, y el otro perteneciente a la aristocracia alemana. Su amistad se fragua en la escuela de Stugart, poco antes de la llegada de Hitler al poder.

 

Están bien descritos los hermosos sentimientos que afloran en el ser humano gracias a los lazos de la amistad, especialmente intensos durante ese ”breve lapso de inocencia, pureza y desinterés” por el que pasamos entre los 16 y los 18 años.

 

Pero esos lazos, que ennoblecen el corazón humano, pueden acabar desgarrados a causa de la opresión que generan los prejuicios, difundidos en el ambiente social por incultura o por intereses políticos o ideológicos.

 

La terrible experiencia de la Alemania hitleriana debería precavernos para siempre de cualquier discriminación e incomprensión lanzada desde las cuevas del poder contra las personas, a causa de su raza o su religión. Y estar en guardia frente a estereotipos.

 

Queda patente en el libro la increíble injusticia que sufrieron los judíos, y el horrible sentimiento que guardan ante un alemán, incluso ante el sonido duro y metálico de su lengua: “Debes proceder con cautela antes de aceptar a un alemán...” Un sentimiento que, siendo comprensible, corre también el riesgo de acabar siendo injusto, por generar prejuicios y estereotipos que falsean la realidad.


Fred Ulhman, escritor y pintor (1901-1985)


Ulhman, alemán de origen judío, apunta también el perverso efecto de la increencia. Quien no cree en Dios, fácilmente cae en el escepticismo: “La idea de la muerte que tienen algunos les vuelve escépticos ante la vida: todo es fútil.” Ese escepticismo provoca indiferencia ante la bondad o maldad de las actuaciones humanas: todo vale, todo es relativo.

 

La ideología nazi es una forma de totalitarismo ateo. Niega la existencia de Dios y, como el comunismo, acaba poniendo en su lugar al Estado. Pero si no hay Dios que nos vaya a juzgar al morir, ya no importa demasiado vivir como un ladrón o un criminal. Si no hay Dios, como dijo san Agustín, nada impide que quienes alcancen el poder puedan actuar como una banda de ladrones. De ese riesgo que corre la sociedad actual ha hablado mucho Benedicto XVI.

 

Esa es precisamente una de las vías por las que podemos intuir que Dios existe: no puede tener el mismo fin quien hace el bien que quien actúa mal a conciencia. Uno será premiado, el otro condenado.