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jueves, 16 de mayo de 2019

Diálogo social según el papa Francisco




Diálogos de Teología en Almudí






He asistido en la Facultad de Teología de Valencia a una nueva edición de los Diálogos de Teología, que promueve desde hace años con notable acierto la Biblioteca Sacerdotal Almudí. Mayoría de sacerdotes entre el público, pero también éramos bienvenidos los civiles. Varios periodistas.  


El tema de este año era oportuno: Diálogo y Encuentro en el pensamiento magisterial del papa Francisco. Oportuno, porque parecería que la sociedad se tensa a medida que sus principales actores (políticos y periodistas, principalmente) olvidan la esencia de la democracia: promover, frente a la disgregación, el encuentro. Frente a la discordia, la concordia, que se hace a base de diálogo amigable, no de insultos ni descalificaciones. De respeto al otro, aunque piense diferente.


Una intervención clara y pedagógica del obispo de Menorca, monseñor Francisco Conesa, centró el tema. Para el papa Francisco, el diálogo y el encuentro se fundamentan en nuestra condición de hijos de Dios, y por lo tanto hermanos. La fraternidad universal está en la base del pensamiento cristiano, y es misión de los cristianos hacerla visible a los demás mediante una conducta coherente.

Promover el encuentro entre los diferentes requiere algunas disposiciones:

-No renunciar a la propia identidad. Sólo puede haber un diálogo constructivo mediante el conocimiento de lo que somos, de nuestros valores. Si no fuera así, se trataría de un diálogo en el vacío, en el que ninguna parte tiene nada que aportar a la otra. Sin identidad propia caemos en el relativismo, que es incapaz de construir y solo destruye. Esto no es monolitismo, si estoy abierto al otro.

-Apertura, sin miedo a lo diferente, a las aspiraciones del otro. Y eso requiere escucha, una escucha silenciosa que valora y mide lo que el otro propone y sus razones. No podemos perder, en un mundo que se mueve cada vez más y ya casi solo por sentimientos, la capacidad de argumentar y de razonar las propias convicciones, y de analizar en silencio la verdad que contienen las propuestas de los demás. ¡Qué lejos está de esto el odioso espectáculo que nos ofrecen algunos debates políticos! Por no hablar de la miseria verbal que ofrecen muchas cuentas de las redes sociales.

-Convencimiento de que toda persona tiene algo bueno que ofrecerme, y de que las diferencias me enriquecen. También las diferentes religiones contienen semillas de verdad. Y eso no significa relativismo, como algunos recientemente han afirmado. Está en  continuidad con el magisterio del concilio Vaticano II, que afirma que en toda religión, en toda cultura, hay algo que es manifestación del Espíritu, de lo que podemos aprender. Y esa realidad no es obstáculo para recordar esa otra obligación que tenemos todos los seres humanos, de buscar la verdad plena, sin conformarnos con pequeños atisbos de verdad.

-Sinceridad de intenciones. No basta dialogar por dialogar. Es propio del diálogo auténtico ver en él un camino hacia la verdad. El diálogo es un camino que recorremos juntos hacia la verdad. No buscamos imponer la verdad, sino encontrarla. Y en ese caminar juntos crece la solidaridad. No hay prisa si tarda en llegar el fruto, porque se anticipa ya en ese caminar juntos y encontrarnos como amigos, como hermanos. Se habló de un ecumenismo de la amistad, que el Papa está desarrollando, en continuidad con los anteriores papas, en sus recientes viajes a países como Marruecos o Bulgaria.

La Iglesia, afirmaba monseñor Francisco Conesa, trabaja para desarrollar ese diálogo con los Estados, con la sociedad civil, con otras religiones. Y pienso que con la Iglesia  todos los cristianos, cada uno a nuestra manera, estamos llamados a ser fermento de esa amistosa solidaridad fraterna que todos deseamos ver extendida hasta el último rincón de la humanidad. Pero, ¿estamos dispuestos realmente a dialogar, a ser pacientes, a ofrecer una mano amistosa a los que piensan diferente?




Amena y sugerente fue también la sesión con Eva Fernández, corresponsal de la cadena COPE en Italia y el Vaticano, gran conocedora del papa Francisco y de los intríngulis vaticanos. El papa Francisco comunica sobre todo con gestos, es su estilo. Y sus gestos, si estamos atentos, nos están transmitiendo la cercanía de Dios y su alegría. 


La periodista, que confesó el impacto vital que le produjeron los escritos de Benedicto XVI, afirmó también que hay que leer con detenimiento al papa Francisco para darse cuenta de su honda continuidad con el magisterio y la línea clara y bien pensada de su pontificado. Algunos han hablado de “cambio de paradigma”, pero no es así. La fe es la misma, aunque cada Papa hace brillar con luz nueva aspectos diversos de la misma fe cristiana, que siempre han estado ahí. Es el soplo del Espíritu Santo que dirige la nave de la Iglesia a través de las vicisitudes de la historia.


Se habló también del tratamiento mediático de los gestos y palabras del Papa. Hay que leer los escritos, homilías y discursos del Papa, no las interpretaciones que hacen los medios de sus gestos, que tantas veces se quedan en la superficie y con frecuencia tergiversan su pensamiento. Eva Fernández hizo un apunte sobre la falta de profesionalidad de algunos colegas periodistas, que parecen buscar la notoriedad y el impacto por encima de la veracidad y de una fiel intermediación entre el público y lo que hace y dice el Papa. Y aquí hay que hacer un merecido elogio a quienes, como Eva, trabajan con profesionalidad para hacernos llegar las palabras del Papa y el significado de sus gestos.


No hay que olvidar también la existencia de poderosos lobbies de comunicación, especialmente en Estados Unidos, interesados en manejar la opinión pública para favorecer sus intereses comerciales y sus políticas de dominio ideológico. Esos lobbies no soportan la autoridad moral de la Iglesia y tratan de socavarla. Con la misma intensidad con que preparan elecciones presidenciales, organizan campañas para favorecer la imagen de eclesiásticos supuestamente cercanos a sus posiciones, o para denigrar a quienes no se doblegan a sus designios.


Muy interesantes los detalles que ya en ambiente amigable y distendido contó la corresponsal sobre la política de comunicación vaticana, a veces errática, y el trabajo de los corresponsales  que sí quieren hacer bien su trabajo, que son la mayoría. 




Entrañables las anécdotas sobre la mutua admiración y cariño entre el papa Francisco y el papa emérito Benedicto, que se ven "fuera de foco" con mucha más frecuencia de la que sale en los medios. 

Tuvo palabras de elogio para el anterior equipo de comunicación del Papa, Greg Burke y Paloma García Ovejero, sacrificados hasta lo sumo para facilitar a todos su trabajo. Y también para los actuales, que están tratando de igualarles en un ambiente de difíciles vericuetos como es el Vaticano. 


Muy simpático también el elogio a colegas como Manuel Fandila y Leticia Sánchez de León, que facilitan el trabajo periodístico a los corresponsales antes de cada viaje papal, organizando desayunos informativos para describir el ambiente que se van a encontrar en cada país, darles contactos de amigos y traductores, etc. Eso es diálogo, encuentro... y camaradería de la buena.



viernes, 16 de marzo de 2018

Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer. Edición crítico-histórica



Conversaciones con monseñor Escrivá de 
Balaguer. Edición crítico-histórica. 


José Luis Illanes y Alfredo Méndiz. Ed. Rialp

Este volumen pertenece a la serie de ediciones crítico-históricas que el Instituto Histórico San Josemaría Escrivá de Balaguer viene preparando, con meticuloso rigor y amplio aparato documental, de las Obras Completas del fundador del Opus Dei.


Conversaciones... recoge una serie de entrevistas que san Josemaría concedió a periodistas de diversos medios de comunicación entre 1966 y 1968. Aunque responde a numerosas cuestiones, su finalidad primordial era explicar a un público amplio el espíritu y el apostolado del Opus Dei.


Desde la primera edición, junto a las entrevistas se incluyó el texto de la homilía “Amar al mundo apasionadamente”, pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra en 1967.



Encuentro en la Universidad de Navarra



Enamorado del periodismo

El fundador del Opus Dei estaba convencido de la importancia de los medios de comunicación. Si desde 1928 supo que debía dedicar su vida a facilitar a todo tipo de personas el encuentro con Cristo, entendió que para comunicar a Cristo era preciso también cultivar el apostolado de la inteligencia. Acrecentó su aprecio a la universidad, al estudio y la investigación, y a cuanto ayudase a mejorar la competencia de los profesionales de la comunicación.


Este aprecio al periodismo y a los periodistas, que hunde sus raíces en el mismo núcleo de su misión fundacional (dar a conocer la Verdad, encarnada en Cristo), se manifestó de muchos modos a lo largo de su vida. En 1941 fue profesor de Ética en la Escuela de Periodismo de Madrid. Animó a muchos jóvenes con cualidades a orientar sus estudios hacia los medios y la creación audiovisual, porque era consciente de la importancia de esas profesiones para la convivencia y una opinión pública sana. En 1958 promovió en la Universidad de Navarra la Escuela de Periodismo, la primera en España con rango universitario.

Facultad de Comunicación Universidad de Navarra


Un rasgo de su personalidad explica también su cercanía al periodismo: su capacidad de empatía con las personas,  sus dotes de comunicador, que quedan patentes en  abundantes documentos audiovisuales y escritos que recogen parte de su amplísima actividad pastoral.






Dar a conocer la verdad

Desde sus comienzos, el Opus Dei tuvo que sufrir incomprensiones y calumnias hacia su labor apostólica. Aunque la respuesta de san Josemaría durante muchos años fue “callar, rezar, vivir, sonreír” (y esto por serios motivos, muy bien explicados en el libro) a partir de 1963 cambió de criterio. Vio que era momento de hablar para hacerse entender mejor. Lo requería la extensión universal que había alcanzado la Obra, y la creciente atención de la prensa internacional a los temas católicos y al propio Opus Dei. Era preciso dar a conocer la verdad.


Lo requería también el desarrollo del Concilio Vaticano II, que acababa de asumir como fruto más preciado el núcleo del mensaje del OpusDei: la llamada universal a la santidad, y junto a ella el papel de los laicos en la Iglesia, llamados a tomar conciencia de la dignidad de su condición cristiana y del sentido de su vocación y misión en el mundo que de ahí se derivan. Eran ideas (luces recibidas de Dios) por las que años atrás algunos habían acusado de hereje al fundador.


Además, el Concilio había abierto el cauce jurídico definitivo para el Opus Dei con la figura de las prelaturas personales, prevista en el Decreto Presbyterorum Ordinis, aprobado en diciembre de 1965. Un cauce que se ajusta precisamente a la naturaleza de la Obra, y que le permiten reafirmar su realidad secular.


Por todos estos motivos san Josemaría comenzó a impulsar la publicación de estudios que mostraran sin polémicas el espíritu del Opus Dei. Promovió también la creación de Oficinas de Información, para atender a periodistas y a cuantos desearan conocer mejor el Opus Dei. Y se prestó a conceder entrevistas a los medios.



El formato entrevista 

La entrevista no era formato del agrado de san Josemaría, subraya Illanes, que trabajó muchos años junto a él. Su carácter fuertemente comunicativo y su don de lenguas resaltaban en el diálogo persona a persona y en grupos más o menos numerosos.  Pero en la entrevista se sentía encajonado, sin libertad para expresar con espontaneidad y precisión su pensamiento.


Pero accedió a concederlas, por la razón fundamental de que deseaba llegar  a la opinión pública con una explicación autorizada de la realidad del Opus Dei. Esa es la principal de las claves de lectura de Conversaciones: el Opus Dei y el modo en que su fundador da razón de su naturaleza, su espíritu y su actividad.


Cinco meses después de concluido el Concilio concedió la primera de las entrevistas, a Guilleme-Brulon. Fue publicada el 16 de mayo de 1966 en Le Figaro (Paris). Siguieron en meses sucesivos otras a The New York TimesL´Osservatore della Domenica, Time, Gaceta Universitaria, Palabra, Telva y Mundo Cristiano.




Carácter espiritual del Opus Dei y libertad de sus miembros

Junto a la naturaleza exclusivamente espiritual y apostólica del Opus Dei, y como consecuencia necesaria, una de las líneas de fondo en que insiste san Josemaría es la libertad de los fieles del Opus Dei en todas las cuestiones temporales.


Resalta que las dificultades para entender esa libertad pueden provenir bien de actitudes totalitarias (que excluyen cualquier posición que no sea la propia), o bien del pensamiento naturalista (que no concibe que puedan existir finalidades sobre-naturales, trascendentes, espirituales y apostólicas, y por tanto interpreta torcidamente, como cobertura de fines insospechados, la afirmación de motivos espirituales).


San Josemaría es tajante al afirmar la libertad de que gozan los fieles de la Obra, porque sabe que en esto la Obra se juega su esencia: sus miembros no tienen en común ni ideología, ni mentalidad, ni interés temporal. Y por eso referirse al Opus Dei cuando se habla de cuestiones temporales es injusto y próximo a la calumnia.


Defiende que ser católico no significa formar grupo, ni siquiera en lo cultural e ideológico, tampoco en lo político. Esta convicción -que vivió y enseñó a vivir- fue también motivo de incomprensiones en el seno de la Iglesia, por parte de quienes eran partidarios de que los católicos se unieran en un único partido.


Es significativo que las incomprensiones hacia el Opus Dei, en la España de los años 40 del siglo XX, fueran difundidas precisamente por personas con mentalidad de monopolio o de partido único: algunos religiosos jesuitas y algunos representantes de Falange. Tuvo que intervenir para cortar esas incomprensiones el obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, buen conocedor de san Josemaría y de la Obra.



Don de lenguas

A pesar del “encajonamiento” al que se siente sometido con el formato de entrevista, se percibe en el texto el don de lenguas, la claridad con que expresa una realidad que tiene viva en su mente y en su corazón: el Opus Dei. Por eso Conversaciones, afirma Illanes, es un texto no condicionado por el momento histórico, y muy útil para un adecuado conocimiento del Opus Dei.


Illanes en la presentación de Conversaciones




Illanes subraya también la armonía y proporción en los temas que se reflejan en el conjunto de entrevistas, que no son un mero conglomerado de asuntos dispersos, sino que obedecen a un interés expreso del entrevistado en subrayar los rasgos decisivos en la proporción   conveniente. 


Es significativo, por ejemplo, que en el 40% de las respuestas habla del trabajo (“noble fatiga creadora de los hombres… uno de los más altos valores humanos”), punto central del mensaje del Opus Dei.


Aparecen también con frecuencia, en proporción armónica, otros aspectos necesarios para captar la espiritualidad de la Obra: la Iglesia como comunidad viva y familiar; la valoración positiva del mundo y de las realidades terrenas, lugares de encuentro con Dios; la igualdad y complementariedad varón-mujer y su reflejo en la familia y la sociedad (“no en vano los creó Dios hombre y mujer…”); su visión del papel de los intelectuales, cuya labor creativa debe hacer presente en la sociedad la luz del espíritu cristiano...



Llevar la verdad a la opinión pública


San Josemaría era un hombre profundamente convencido de la fuerza de la verdad, y enamorado de la libertad. Alguno de sus alumnos de 1941 recordaba haberle oído explicar -con fuerza inusitada en esos años, apenas acabada la guerra civil- que periodismo es lo que se escribe desde la libertad y desde la responsabilidad personal. Y que sin libertad no hay periodismo, sino propaganda.



Homilía en el campus de la Universidad de Navarra. 1967


A partir de 1968 san Josemaría decidió llegar al gran público mediante la publicación de algunas de sus homilías y meditaciones. La homilía que pronunció en otoño de 1967 en el campus de la Universidad de Navarra, ante miles de personas, demostró que muchísimas personas deseaban seguirle. Esa homilía, que puede definirse como paradigmática de su mensaje, se incluyó junto a las entrevistas desde la primera edición de Conversaciones. Puede escucharse con la voz de san Josemaría en este audio.



  



Conversaciones Con: por periodistas para periodistas

Es significativo que la presentación de esta edición de Conversaciones en Madrid corriera a cargo de un nutrido grupo de profesionales del periodismo, de reconocido prestigio y muy diferentes ideologías, que manifestaron con su presencia el agradecimiento a un legado que sigue vivo.




Ese acto dio origen a un innovador foro permanente de periodistas, Conversaciones.con.  Otros similares habían surgido ya años antes entre profesionales de la información en diversas partes del mundo, como la Fundación Coso, en Valencia. 

Periodistas conscientes de su responsabilidad en la vertebración de una sociedad civil viva, que se reúnen para reflexionar sobre cómo mejorar su trabajo. 

Ver también esta reseña de la presentación de Conversaciones... en Valencia.





jueves, 28 de septiembre de 2017

Cara y Cruz. Josemaría Escrivá

Cara y cruz. Josemaría Escrivá.
José Miguel  Cejas. Ed. San Pablo




José Miguel Cejas, periodista y escritor fallecido en 2016, tuvo la oportunidad de conocer y tratar al fundador del Opus Dei desde 1967. Esta obra póstuma es una serena reflexión sobre la vida de san Josemaría, fruto de su experiencia personal y de conversaciones con numerosas personas que también conocieron y trataron estrechamente a Escrivá. 

Ha estudiado también numerosas fuentes documentales del archivo de la Prelatura y del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá, sobre sucesos claves en la vida del fundador del Opus Dei, que contextualiza al hilo de los acontecimientos más relevantes de la Iglesia y del mundo a lo largo del siglo XX.

Cejas se fija especialmente en ese contraste que aparece en la vida de toda persona: la presencia inseparable de alegría y sufrimiento. La cruz, en forma de sufrimiento físico y moral, de incomprensiones y persecuciones, de calumnias desde dentro y fuera de la Iglesia, fue una constante en la vida de Escrivá. Pero en la vida del discípulo de Cristo el sufrimiento y la cruz es el camino para alcanzar el triunfo definitivo.

Escrivá, siendo niño, experimenta el dolor por la muerte consecutiva de tres hermanas, luego la ruina familiar y la incomprensión de algunos parientes cercanos. Siendo todavía joven, las estrecheces de la pobreza. Luego la persecución en la guerra civil, y enseguida las calumnias y acusaciones de herejía cuando el Opus Dei era apenas una criatura recién nacida.

Padeció también las tormentas que se vivieron en la iglesia después del  Concilio Vaticano II, provocadas por ese “concilio paralelo” que tuvo lugar en medios de comunicación poderosos que transmitían una visión sesgada y politizada, que era la que llegaba al pueblo. En medio de esos momentos de confusión y tormenta, Escrivá no cae en el desaliento, vive y transmite esperanza: “Dios, hijos míos, permite estas pruebas –por nuestros pecados, los vuestros y los míos- ¡pero no abandona a su Iglesia!

Cejas aporta viveza a su relato con ejemplos, construye las ideas universales desde sucesos concretos, no se queda en teorías.   Por ejemplo, al hablar de la forma en que Escrivá encara el sufrimiento aporta entre otros el testimonio del conocido siquiatra austríaco Victor Frankl, que resalta “la refrescante serenidad que emanaba de él y que envolvía toda su conversación (…) Vivía de manera plena el momento presente (..) para él cada instante tenía el valor de un momento decisivo.”

Para Escrivá, lo contrario de la alegría no es el sufrimiento, sino la tristeza. El dolor físico o moral no le hace perder la alegría, porque se sabe hijo de Dios, y porque Dios no deja de alentarle, también con mociones interiores que acrecientan su fe y su optimismo.  Ante el alejamiento de Dios que sufre el mundo, y la crisis espiritual de muchos cristianos, lo humanamente lógico sería el desánimo. Pero Dios le hace sentir una esperanza alegre que le permite ver la vida como es: bonita, porque es de Dios: “Si Deus nobiscum, quis contra nos?” Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?

Ante la presencia del mal aconsejaba una actitud positiva: “No te quejes: ¡trabaja, en cambio, para ahogar el mal en abundancia de bien!” Y recordaba  que “en los momentos de crisis profundas en la historia de la Iglesia, no han sido nunca muchos los que, permaneciendo fieles, han reunido además la preparación espiritual y doctrinal suficiente, los resortes morales e intelectuales, para oponer una decidida resistencia a los agentes de la maldad. Pero esos pocos han colmado de luz de nuevo la Iglesia y el mundo.

Sobre el origen de las falsedades que se difundieron contra Escrivá ya desde los años 40, Cejas señala que partieron de algunos religiosos y políticos que aspiraban al monopolio en sus ámbitos, y crearon un clima de sospecha y recelo hacia la Obra que perduró después durante años en ciertos ambientes eclesiásticos y civiles. A eso se añadió la facilidad con que algunos periodistas se lanzan a opinar sobre la Iglesia sin un mínimo de conocimientos teológicos: “se echarían a temblar si tuviesen que escribir sobre bioquímica, pero piensan que lo saben todo de teología, y dicen disparates”. Esos ataques fueron después amplificados por medios dirigidos por personas anticristianas.

A este propósito, señala Cejas la extraña e incongruente evolución de los mitos sobre el Opus Dei. Los primeros ataques lo acusaban de  herejía revolucionaria, porque pretendía que se podía aspirar a ser santo sin abandonar el trabajo y las tareas ordinarias propias de cualquier ciudadano y cristiano corriente.  Después del Concilio Vaticano II, que afirmó y ratificó solemnemente el mensaje del Opus Dei, pasó a ser tachado de reaccionario. 

En la España católica y profranquista de la postguerra se acusaba al Opus Dei de difundir el liberalismo. Años después se le acusaba de difundir el conservadurismo. Pero Escrivá no cayó ni en el tradicionalismo anclado en el pasado de que le acusaban algunos, ni en el error de considerar lo nuevo como mejor por el hecho de ser nuevo.

Cejas remite a un estudio muy interesante de Jaume Aurell sobre la creación de los mitos y los estereotipos, aplicado precisamente al Opus Dei, con datos históricos de personajes concretos que propalaron falsedades a conciencia. Algunos después se arrepintieron y pidieron perdón, pero las falsedades y mitos quedaron. El daño estaba hecho.

Interesante la referencia al linchamiento moral que padeció el beato Pablo VI a raíz de la publicación de su Encíclica Humanae Vitae, en la que desautorizaba a teólogos que se consideraban a sí mismos vanguardistas. Esa encíclica, que afirmaba la doctrina católica sobre el matrimonio y la vida del no nacido, contrariaba los intereses económicos y demográficos del Banco Mundial y los laboratorios farmacéuticos. Y no se lo perdonaron a Pablo VI.

La clave del Opus Dei, afirma Cejas, es la atención personalizada. No pone el acento en comités, asambleas y encuentros, sino en la formación personal, para que cada uno dé su respuesta personal a los problemas sociales, a la injusticia y la pobreza material, moral y espiritual. Así surgen respuestas tan variadas como variadas son las circunstancias sociales, familiares y profesionales de cada uno.


Escrivá enseña con su ejemplo que la presencia de penalidades no es obstáculo para  vivir con alegría. Las exteriores (injusticias, incomprensiones, maledicencias, persecuciones…) Y también las interiores (complejos, tristezas, angustias, deserciones de la vida espiritual…) Los días que el cristiano vive en la tierra son siempre una prueba, para purificar su fe y prepararse para la vida eterna. Si el Señor nos ha traído a la vida con esas debilidades y al mismo tiempo nos llama a santificarnos, es señal de que, con Él, podemos lograrlo. Nuestras fuerzas personales tienen un solo nombre: flaqueza. Pero con Él somos fuertes.



Escrivá contempló con alegría los frutos de su trabajo. Pero también lo que  a ojos humanos se suelen llamar fracasos: proyectos que intentó poner en marcha y que no llegaron a cuajar. Tanteó posible iniciativas apostólicas: la creación de una universidad eclesiástica enRoma, un centro en Tierra Santa que actuara como foco de vida cristiana, un Santuario dedicado a la Sagrada Familia en los Estado Unidos… Pero tuvo que confiar todo eso a sus sucesores.

Quizá uno de los milagros más grandes de la vida del fundador del Opus Dei fue que las incomprensiones que sufrió no le agriaron el carácter ni le volvieron desconfiado. “El triunfo de Escrivá no está en los libros que publicó, ni en las labores apostólicas que surgieron… El triunfo son las Bienaventuranzas: bienaventurados los misericordiosos, los perseguidos por la justicia…” San Juan Pablo II, en la ceremonia de beatificación de Escrivá, lo explicó bien: “Es necesario pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios”.

El libro aporta un apéndice con los puntos esenciales para entender el Opus Dei y su misión en la Iglesia, así como el discernimiento de la llamada al Opus Dei, que consiste en vivir la propia vocación cristiana con una nueva exigencia y conforme a un carisma y unos medios específicos: la santificación del trabajo y de las circunstancias en que discurre la vida corriente del cristiano.

Ver también del mismo autor reseña de Cálido viento del Norte y de Los cerezo en flor