Diálogos de Teología en Almudí
He asistido en la Facultad de Teología de Valencia a una nueva edición de los Diálogos de Teología, que
promueve desde hace años con notable acierto la Biblioteca Sacerdotal Almudí.
Mayoría de sacerdotes entre el público, pero también éramos bienvenidos los civiles.
Varios periodistas.
El tema de este año era
oportuno: Diálogo y Encuentro en el pensamiento magisterial del papa Francisco.
Oportuno, porque parecería que la sociedad se tensa a medida que sus principales
actores (políticos y periodistas, principalmente) olvidan la esencia de la
democracia: promover, frente a la disgregación, el encuentro. Frente a la
discordia, la concordia, que se hace a base de diálogo amigable, no de insultos
ni descalificaciones. De respeto al otro, aunque piense diferente.
Una intervención clara y
pedagógica del obispo de Menorca, monseñor Francisco Conesa, centró el tema. Para
el papa Francisco, el diálogo y el encuentro se fundamentan en nuestra
condición de hijos de Dios, y por lo tanto hermanos. La fraternidad universal
está en la base del pensamiento cristiano, y es misión de los cristianos
hacerla visible a los demás mediante una conducta coherente.
Promover el encuentro entre
los diferentes requiere algunas disposiciones:
-No renunciar
a la propia identidad. Sólo puede haber un diálogo constructivo mediante el
conocimiento de lo que somos, de nuestros valores. Si no fuera así, se trataría
de un diálogo en el vacío, en el que ninguna parte tiene nada que aportar a la
otra. Sin identidad propia caemos en el relativismo, que es incapaz de
construir y solo destruye. Esto no es monolitismo, si estoy abierto al otro.
-Apertura,
sin miedo a lo diferente, a las aspiraciones del otro. Y eso requiere escucha,
una escucha silenciosa que valora y mide lo que el otro propone y sus razones.
No podemos perder, en un mundo que se mueve cada vez más y ya casi solo por
sentimientos, la capacidad de argumentar y de razonar las propias convicciones,
y de analizar en silencio la verdad que contienen las propuestas de los demás.
¡Qué lejos está de esto el odioso espectáculo que nos ofrecen algunos debates
políticos! Por no hablar de la miseria verbal que ofrecen muchas cuentas de las
redes sociales.
-Convencimiento
de que toda persona tiene algo bueno que ofrecerme, y de que las diferencias me
enriquecen. También las diferentes religiones contienen semillas de verdad. Y eso
no significa relativismo, como algunos recientemente han afirmado. Está en continuidad con el magisterio del concilio
Vaticano II, que afirma que en toda religión, en toda cultura, hay algo que es
manifestación del Espíritu, de lo que podemos aprender. Y esa realidad no es
obstáculo para recordar esa otra obligación que tenemos todos los seres
humanos, de buscar la verdad plena, sin conformarnos con pequeños atisbos de
verdad.
-Sinceridad
de intenciones. No basta dialogar por dialogar. Es propio del diálogo auténtico
ver en él un camino hacia la verdad. El diálogo es un camino que recorremos
juntos hacia la verdad. No buscamos imponer la verdad, sino encontrarla. Y en
ese caminar juntos crece la solidaridad. No hay prisa si tarda en llegar el
fruto, porque se anticipa ya en ese caminar juntos y encontrarnos como amigos,
como hermanos. Se habló de un ecumenismo de la amistad, que el Papa está
desarrollando, en continuidad con los anteriores papas, en sus recientes viajes
a países como Marruecos o Bulgaria.
La
Iglesia, afirmaba monseñor Francisco Conesa, trabaja para
desarrollar ese diálogo con los Estados, con la sociedad civil, con otras religiones.
Y pienso que con la Iglesia todos los
cristianos, cada uno a nuestra manera, estamos llamados a ser fermento de esa
amistosa solidaridad fraterna que todos deseamos ver extendida hasta el último
rincón de la humanidad. Pero, ¿estamos dispuestos realmente a dialogar, a ser
pacientes, a ofrecer una mano amistosa a los que piensan diferente?
Amena
y sugerente fue también la sesión con Eva Fernández, corresponsal de la cadena COPE en Italia y el Vaticano, gran conocedora del papa Francisco y de los
intríngulis vaticanos. El papa Francisco comunica sobre todo con gestos, es su
estilo. Y sus gestos, si estamos atentos, nos están transmitiendo la cercanía
de Dios y su alegría.
La
periodista, que confesó el impacto vital que le produjeron los escritos de Benedicto
XVI, afirmó también que hay que leer con detenimiento al papa Francisco para
darse cuenta de su honda continuidad con el magisterio y la línea clara y bien
pensada de su pontificado. Algunos han hablado de “cambio de paradigma”, pero
no es así. La fe es la misma, aunque cada Papa hace brillar con luz nueva
aspectos diversos de la misma fe cristiana, que siempre han estado ahí. Es el
soplo del Espíritu Santo que dirige la nave de la Iglesia a través de las
vicisitudes de la historia.
Se
habló también del tratamiento mediático de los gestos y palabras del Papa. Hay que leer los escritos, homilías y discursos del Papa, no las interpretaciones
que hacen los medios de sus gestos, que tantas veces se quedan en la superficie y con frecuencia tergiversan su pensamiento. Eva Fernández hizo un apunte sobre la falta
de profesionalidad de algunos colegas periodistas, que parecen buscar la notoriedad y
el impacto por encima de la veracidad y de una fiel intermediación entre el
público y lo que hace y dice el Papa. Y aquí hay que hacer un merecido elogio a quienes, como Eva, trabajan con profesionalidad para hacernos llegar las palabras del Papa y el significado de sus gestos.
No
hay que olvidar también la existencia de poderosos lobbies de comunicación,
especialmente en Estados Unidos, interesados en manejar la opinión pública para
favorecer sus intereses comerciales y sus políticas de dominio ideológico. Esos
lobbies no soportan la autoridad moral de la Iglesia y tratan de socavarla. Con
la misma intensidad con que preparan elecciones presidenciales, organizan
campañas para favorecer la imagen de eclesiásticos supuestamente cercanos a sus
posiciones, o para denigrar a quienes no se doblegan a sus designios.
Muy
interesantes los detalles que ya en ambiente amigable y distendido contó la
corresponsal sobre la política de comunicación vaticana, a veces errática, y el
trabajo de los corresponsales que sí
quieren hacer bien su trabajo, que son la mayoría.
Entrañables las anécdotas sobre la mutua admiración y cariño entre el papa Francisco y el papa emérito Benedicto, que se ven "fuera de foco" con mucha más frecuencia de la que sale en los medios.
Tuvo palabras de elogio para
el anterior equipo de comunicación del Papa, Greg Burke y Paloma García
Ovejero, sacrificados hasta lo sumo para facilitar a todos su trabajo. Y
también para los actuales, que están tratando de igualarles en un ambiente de difíciles vericuetos como es el Vaticano.
Muy
simpático también el elogio a colegas como Manuel Fandila y Leticia Sánchez de León, que facilitan el trabajo periodístico a los corresponsales antes de cada viaje papal, organizando
desayunos informativos para describir el ambiente que se van a encontrar en
cada país, darles contactos de amigos y traductores, etc. Eso es diálogo, encuentro... y camaradería de la
buena.
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