jueves, 16 de mayo de 2019

Diálogo social según el papa Francisco




Diálogos de Teología en Almudí






He asistido en la Facultad de Teología de Valencia a una nueva edición de los Diálogos de Teología, que promueve desde hace años con notable acierto la Biblioteca Sacerdotal Almudí. Mayoría de sacerdotes entre el público, pero también éramos bienvenidos los civiles. Varios periodistas.  


El tema de este año era oportuno: Diálogo y Encuentro en el pensamiento magisterial del papa Francisco. Oportuno, porque parecería que la sociedad se tensa a medida que sus principales actores (políticos y periodistas, principalmente) olvidan la esencia de la democracia: promover, frente a la disgregación, el encuentro. Frente a la discordia, la concordia, que se hace a base de diálogo amigable, no de insultos ni descalificaciones. De respeto al otro, aunque piense diferente.


Una intervención clara y pedagógica del obispo de Menorca, monseñor Francisco Conesa, centró el tema. Para el papa Francisco, el diálogo y el encuentro se fundamentan en nuestra condición de hijos de Dios, y por lo tanto hermanos. La fraternidad universal está en la base del pensamiento cristiano, y es misión de los cristianos hacerla visible a los demás mediante una conducta coherente.

Promover el encuentro entre los diferentes requiere algunas disposiciones:

-No renunciar a la propia identidad. Sólo puede haber un diálogo constructivo mediante el conocimiento de lo que somos, de nuestros valores. Si no fuera así, se trataría de un diálogo en el vacío, en el que ninguna parte tiene nada que aportar a la otra. Sin identidad propia caemos en el relativismo, que es incapaz de construir y solo destruye. Esto no es monolitismo, si estoy abierto al otro.

-Apertura, sin miedo a lo diferente, a las aspiraciones del otro. Y eso requiere escucha, una escucha silenciosa que valora y mide lo que el otro propone y sus razones. No podemos perder, en un mundo que se mueve cada vez más y ya casi solo por sentimientos, la capacidad de argumentar y de razonar las propias convicciones, y de analizar en silencio la verdad que contienen las propuestas de los demás. ¡Qué lejos está de esto el odioso espectáculo que nos ofrecen algunos debates políticos! Por no hablar de la miseria verbal que ofrecen muchas cuentas de las redes sociales.

-Convencimiento de que toda persona tiene algo bueno que ofrecerme, y de que las diferencias me enriquecen. También las diferentes religiones contienen semillas de verdad. Y eso no significa relativismo, como algunos recientemente han afirmado. Está en  continuidad con el magisterio del concilio Vaticano II, que afirma que en toda religión, en toda cultura, hay algo que es manifestación del Espíritu, de lo que podemos aprender. Y esa realidad no es obstáculo para recordar esa otra obligación que tenemos todos los seres humanos, de buscar la verdad plena, sin conformarnos con pequeños atisbos de verdad.

-Sinceridad de intenciones. No basta dialogar por dialogar. Es propio del diálogo auténtico ver en él un camino hacia la verdad. El diálogo es un camino que recorremos juntos hacia la verdad. No buscamos imponer la verdad, sino encontrarla. Y en ese caminar juntos crece la solidaridad. No hay prisa si tarda en llegar el fruto, porque se anticipa ya en ese caminar juntos y encontrarnos como amigos, como hermanos. Se habló de un ecumenismo de la amistad, que el Papa está desarrollando, en continuidad con los anteriores papas, en sus recientes viajes a países como Marruecos o Bulgaria.

La Iglesia, afirmaba monseñor Francisco Conesa, trabaja para desarrollar ese diálogo con los Estados, con la sociedad civil, con otras religiones. Y pienso que con la Iglesia  todos los cristianos, cada uno a nuestra manera, estamos llamados a ser fermento de esa amistosa solidaridad fraterna que todos deseamos ver extendida hasta el último rincón de la humanidad. Pero, ¿estamos dispuestos realmente a dialogar, a ser pacientes, a ofrecer una mano amistosa a los que piensan diferente?




Amena y sugerente fue también la sesión con Eva Fernández, corresponsal de la cadena COPE en Italia y el Vaticano, gran conocedora del papa Francisco y de los intríngulis vaticanos. El papa Francisco comunica sobre todo con gestos, es su estilo. Y sus gestos, si estamos atentos, nos están transmitiendo la cercanía de Dios y su alegría. 


La periodista, que confesó el impacto vital que le produjeron los escritos de Benedicto XVI, afirmó también que hay que leer con detenimiento al papa Francisco para darse cuenta de su honda continuidad con el magisterio y la línea clara y bien pensada de su pontificado. Algunos han hablado de “cambio de paradigma”, pero no es así. La fe es la misma, aunque cada Papa hace brillar con luz nueva aspectos diversos de la misma fe cristiana, que siempre han estado ahí. Es el soplo del Espíritu Santo que dirige la nave de la Iglesia a través de las vicisitudes de la historia.


Se habló también del tratamiento mediático de los gestos y palabras del Papa. Hay que leer los escritos, homilías y discursos del Papa, no las interpretaciones que hacen los medios de sus gestos, que tantas veces se quedan en la superficie y con frecuencia tergiversan su pensamiento. Eva Fernández hizo un apunte sobre la falta de profesionalidad de algunos colegas periodistas, que parecen buscar la notoriedad y el impacto por encima de la veracidad y de una fiel intermediación entre el público y lo que hace y dice el Papa. Y aquí hay que hacer un merecido elogio a quienes, como Eva, trabajan con profesionalidad para hacernos llegar las palabras del Papa y el significado de sus gestos.


No hay que olvidar también la existencia de poderosos lobbies de comunicación, especialmente en Estados Unidos, interesados en manejar la opinión pública para favorecer sus intereses comerciales y sus políticas de dominio ideológico. Esos lobbies no soportan la autoridad moral de la Iglesia y tratan de socavarla. Con la misma intensidad con que preparan elecciones presidenciales, organizan campañas para favorecer la imagen de eclesiásticos supuestamente cercanos a sus posiciones, o para denigrar a quienes no se doblegan a sus designios.


Muy interesantes los detalles que ya en ambiente amigable y distendido contó la corresponsal sobre la política de comunicación vaticana, a veces errática, y el trabajo de los corresponsales  que sí quieren hacer bien su trabajo, que son la mayoría. 




Entrañables las anécdotas sobre la mutua admiración y cariño entre el papa Francisco y el papa emérito Benedicto, que se ven "fuera de foco" con mucha más frecuencia de la que sale en los medios. 

Tuvo palabras de elogio para el anterior equipo de comunicación del Papa, Greg Burke y Paloma García Ovejero, sacrificados hasta lo sumo para facilitar a todos su trabajo. Y también para los actuales, que están tratando de igualarles en un ambiente de difíciles vericuetos como es el Vaticano. 


Muy simpático también el elogio a colegas como Manuel Fandila y Leticia Sánchez de León, que facilitan el trabajo periodístico a los corresponsales antes de cada viaje papal, organizando desayunos informativos para describir el ambiente que se van a encontrar en cada país, darles contactos de amigos y traductores, etc. Eso es diálogo, encuentro... y camaradería de la buena.



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