miércoles, 15 de mayo de 2019

La infancia de Jesús


Jesús de Nazaret. La infancia. Joseph Ratzinger
Genealogía de Jesús, Dios hecho hombre



He releído La Infancia de Jesús, última publicación de la trilogía sobre Jesús de Nazaret de Joseph Ratzinger. Sabroso. A cada paso, nuevas luces. Es un don que tienen las obras del papa emérito Benedicto XVI: su potencia intelectual abre nuestra mente, iluminando con luces nuevas verdades de las que hasta ahora habíamos captado apenas la superficie.

Especialmente me han impactado sus reflexiones sobre la pregunta por el  de dónde viene Jesús, y las respuestas que se nos dan en el Evangelio.

Benedicto se fija en el significado de las diversas genealogías que los evangelistas nos presentan, de modos diversos pero con significados ricos y complementarios.

Tras el pecado original el hombre se convirtió en una bestia, se nubló su capacidad de distinguir el bien y se debilitó su voluntad de realizarlo. La Encarnación del Verbo es una verdadera nueva creación del hombre, a la que Dios nos invita: es preciso renacer de nuevo, y eso es lo que hacemos en el Bautismo.

Del mismo modo que somos herederos del pecado original de nuestros padres, por el Bautismo heredamos desde el primer momento de nuestra existencia el nacimiento a la nueva creación obrada por el Espíritu Santo, que en Jesucristo nos hace hijos de Dios en un grado más alto que antes del pecado original: es una verdadera nueva creación.

Explica Benedicto que los evangelistas Mateo y Lucas presentan la genealogía de Jesús de modos diferentes, pero complementarios. Buscan el número simbólico de 70 ascendientes, porque 70 significa plenitud: Jesús, al nacer, acoge y hace suya a la humanidad entera.

Mateo, tras mencionar a cada uno de los ascendientes varones con la fórmula “engendró a…”, da un quiebro al llegar a José y, contra lo usual, menciona a la Madre: “… José, esposo de María, de la cual nació Jesús…” Y es que en María aparece algo nuevo, se inaugura una nueva creación, obrada por el Espíritu Santo, que da un rumbo nuevo y decisivo a la humanidad.

Con Jesús nace un modo nuevo de ser persona, al que se nos invita a sumarnos. Jesús es hombre, es uno de los nuestros. Pero es también Dios, que se ha hecho uno de nosotros para que también nosotros tengamos acceso a esa vida nueva. “He aquí que Yo hago nuevas todas las cosas.”

Tampoco es anecdótico que en la genealogía de Jesús aparezcan los nombres de 4 mujeres. ¿Por qué aparecen? Algunos, dice Benedicto, han dicho que les une su condición de pecadoras. Pero no, les une sobre todo su condición de gentiles, no pertenecientes al pueblo de Israel. Ahora la Nueva Ley ya no es solo para el pueblo elegido, sino para la humanidad entera.

Juan no recoge ninguna genealogía, pero comienza su evangelio con la respuesta a la pregunta clave sobre Jesús: ¿de dónde viene? Es la misma pregunta que le hará Pilato: ¿De dónde eres tú? La misma que se hacen los judíos: “¿De dónde ha salido este, pues conocemos a sus padres y parientes? ¿No es el hijo de José, el artesano?

Es a esa pregunta a la que responde Juan al comienzo de su Evangelio: “En el Principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios… Y se hizo carne, y acampó (levantó su tienda) entre nosotros.

El hombre Jesús, dice Ratzinger, es el acampar el Verbo entre nosotros. Su existencia humana es la tienda del Verbo. Y la tienda es el lugar del encuentro. Su de dónde es el principio mismo, la causa primera de todo, la luz que hace del mundo un cosmos. Viene de Dios, es Dios mismo que viene a inaugurar un nuevo modo de ser persona.

A cuantos le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.” (Jn 1, 12 ss).

Quien cree en Jesús entra por la fe en el origen personal y nuevo de Jesús, recibe ese origen como suyo propio, entra en el origen de Cristo. Por Cristo, mediante la fe en Él, ahora hemos sido generados de un modo nuevo por Dios, entramos en comunión con Él.

Ahora también nuestra genealogía se ha interrumpido, como la de Jesús al llegar a José. Ahora nuestra verdadera genealogía es la fe en Jesús, que nos da una nueva proveniencia, nos hace nacer de Dios. 

Como Él, ahora vivimos por obra del Espíritu Santo. Aunque mantengamos nuestra genealogía humana y mortal, tenemos esa otra, que hemos de guardar como se debe guardar la dignidad de la realeza. Ahora somos hijos de Dios.




Vale la pena leer el original de Joseph Ratznger. Releerlo con calma. A veces exige un esfuerzo especial de atención para no perder el hilo. Pero el esfuerzo tiene sobrada recompensa.


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