Unas palabras sensatas de la filóloga y escritora Elvira Roca sobre el trabajo de la mujer y el espíritu de colaboración y compañerismo con el que se construye la armonía social y familiar.
De las pocas ideas lúcidas y constructivas que he oido estos días en los medios, en torno al Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Denotan un pensamiento libre, no encadenado por lo políticamente correcto. Y tremendamente humano y esperanzado.
lunes, 12 de marzo de 2018
Ebele Okoye, Premio Harambee, en Valencia
Harambee-Valencia ha acogido en el Día Internacional de la
Mujer 2018 a la farmacéutica nigeriana Ebele Okoye.
Ebele
está al frente de diversos proyectos educativos para la mujer en Nsukka,
Ibadán, Lagos y otros lugares de Nigeria. Forma parte del Consejo de
Administración de la ONG Sociedad de Cooperación Educativa de la Junta de
Mujeres (http://womensboard.org.ng),
y ha desarrollado entre otros el Programa AMAD.
AMAD busca el Desarrollo y Liderazgo de la mujer en tres frentes:
-niñas que no pueden ir a la escuela -por
falta de recursos o por tener que cuidar de sus hermanos mientras sus madres se
ganan la vida- a las que se dota de elementos básicos necesarios para su
desarrollo, como alfabetización e higiene;
-jóvenes adolescentes que han quedado descolgadas del sistema
educativo; mediante un sistema de atención muy personalizado se les proporciona
autoestima y se les capacita para que puedan encontrar un
oficio;
-estudiantes universitarias, formándolas para
que sean capaces de formar a otras mujeres y liderar la contribución de la
mujer nigeriana al desarrollo nacional.
Desde 2008, gracias al Programa AMAD, han cursado Formación Profesional 230 chicas, han realizado el programa de liderazgo 270 universitarias, y estas a su vez han capacitado en habilidades empresariales y técnicas a más de 1.000 mujeres. El impacto de estas mujeres en sus respectivas comunidades es muy positivo: sólo en la región de Iroto han beneficiado a más de 4.000 mujeres y niños.
Podrían
parecer cifras pequeñas, comparado con los 180 millones de habitantes del país.
Pero siempre las grandes revoluciones, esas que están llamadas a consolidarse, se
han producido gracias al trabajo constante y tenaz, a veces tan pequeño que
pasa inadvertido, de personas con mirada magnánima y temple generoso y audaz. En Nigeria, y en muchos países del África Subsahariana, hay muchas buenas personas como Ebele deseosas de transformar sus países, que merecen nuestra ayuda.
El trabajo de Ebele, que ha venido a España a recibir el Premio Harambee a la Igualdad y Promoción de la Mujer Africana, ha suscitado el interés de los medios, como la emisora de radio COPE, los diarios Las Provincias y La Vanguardia, el digital esdiario , 20 minutos o las agencias de noticias Europa Press y AVAN, de la archidiócesis de Valencia.
También la revista del Colegio Oficial de Farmacéuticos se ha hecho eco, manifestando el deseo de farmacéuticos para colaborar con proyectos sanitarios de Harambee.
En un encuentro informativo con periodistas celebrado en la Oficina de Comunicación del Opus Dei en Valencia, explicó que acude con otras mujeres universitarias a los poblados para ayudar a las mujeres, animar a las niñas a que no dejen de acudir a la escuela y superen el miedo ante los múltiples problemas de seguridad a los que tienen que enfrentarse, desde grupos terroristas como el de Boko Haram a riesgos de secuestros, violaciones y robos.
Ebele y las mujeres que le acompañan enfrentan con
naturalidad y valentía esos riesgos para llegar a las aldeas y poblados. Y
además tienen que vencer muchas otras resistencias, como
la oposición de los maridos que con
frecuencia, por celos o por concepciones ancestrales, prohíben a sus
mujeres e hijas beneficiarse de estos programas.
En el Encuentro Solidario con voluntarios y amigos de Harambee-Valencia celebrado en el Mirador de Comedias, Ebele cautivó con su sencillez y su sonrisa. Habló de su trabajo sin darse importancia, como lo más natural del mundo, cuando a la vista de todos quedaba patente que cada día pone en riesgo su seguridad personal y su futuro por llevar esperanza a mujeres que sin ella tendrían un horizonte vital cerrado.
Ebele Okoye es prototipo de esas mujeres africanas a las que Harambee desea ayudar. Africanas y africanos que aman su tierra y no se resignan a situaciones de miseria y corrupción, que promueven iniciativas prácticas (educativas, asistenciales y sanitarias) para mejorar las condiciones de vida en su entorno y hacer de África un continente esperanzado.
viernes, 24 de noviembre de 2017
Religión en la escuela pública
Si
algo nos ha enseñado el siglo XX, con sus demoledoras guerras mundiales y la
devastación producida por los regímenes totalitarios ateos, es que sin respeto
a Dios se pierde el respeto por la dignidad del hombre. Y surgen los Gulags de
la Rusia comunista, las inhumanas deportaciones masivas, o los campos de exterminio nazis.
Lo
dijo san Juan Pablo II en uno de sus viajes a Alemania, en 1996: “Los regímenes
ateos han dejado desiertos mentales y espirituales (…) Ante aquel régimen de
terror (nacional-socialista) muchas personas se cuestionaron sobre Dios, que
había permitido esta terrible desgracia. Pero todavía más demoledora fue la
constatación de lo que es capaz de hacer
el hombre que ha perdido el respeto a Dios y qué rostro puede asumir una
humanidad sin Dios.”
Ese
es el reto decisivo de nuestra sociedad:
hacer presente a Dios en la vida de los hombres. Nos jugamos muchas cosas que
surgen precisamente de esa Presencia, y solo de ella. “Quienquiera que aleje a
Dios de nuestra vida y la cruz de nuestra sociedad, aleja también el amor de
Dios y del prójimo, la solidaridad y la tolerancia, el respeto por la dignidad
y los derechos del hombre.”
Por
eso es necesario ejercer el derecho a la enseñanza de la religión, también y
sobre todo en la escuela pública. La escuela pública no es patrimonio
hegemónico del poder político de turno, estatal o autonómico o municipal. Tiene una misión de servicio a la voluntad de
los padres, que debe ser respetada siempre. Hay que recordar, porque a veces se
olvida, que la sociedad civil es un ámbito superior a los partidos políticos. Los
gobernantes están para servir a la sociedad.
Esa
función de servicio del poder político debe manifestarse sobre todo en el campo
educativo, y muy especialmente en la
enseñanza de la religión. Lo que atenta a la libertad religiosa no es recibir enseñanza
de la propia religión, sino prohibirla. Quien debe ser neutral es el Estado, el poder político, y no la enseñanza de la
religión, cuando es libremente aceptada y deseada por los padres. En esto sí que
nos jugamos el futuro de la humanidad.
martes, 14 de noviembre de 2017
Renacer en los Andes. La suave presencia del milagro en nuestras vidas
Renacer en los Andes. Miguel Ángel Tobías. Ed.
Luciérnaga
Miguel Ángel Tobías
(Baracaldo, 1968) es productor y director de cine y documentales. Es también un
hombre apasionado de la vida y de la aventura, y con frecuencia ha puesto ese
espíritu al servicio de los más desfavorecidos, dando a conocer situaciones de
crisis humanitaria. Son conocidos sus trabajos sobre la tragedia de Haití, por
ejemplo.
En algunas de sus
aventuras ha visto cercana la muerte. Y ha sido consciente de que se salvó sólo
por una acción milagrosa de la Providencia. En este libro nos relata dos de
esas intervenciones extraordinarias. Y lo hace con la viveza de algo sentido en propia carne. Al hilo de la
narración, nos da a conocer su perfil humano y su trayectoria profesional, con
un estilo cercano y ágil.
La primera sucedió en
África: el contacto inadvertido con una planta venenosa le produjo una reacción
tan brutal que el médico kenyata, al ver que sobrevivía a una situación
necesariamente mortal, le explicó: “Es milagro. Es señal de que tienes aún algo
que hacer en esta vida.”
Tobías, quizá para no darse
importancia, admite que quizá fue un milagro, como dijo el médico, “y me
ayudaron desde otro sitio. O quizá fue el instinto de supervivencia…” Pero
aquello fue para él su primer gran toque de atención.
Dios espera cosas de
nosotros, de nuestra vida, como dice san Josemaría en su famoso primer punto de Camino: “Sé útil, deja poso…” No debería hacer falta que sucediera un milagro
para que fuésemos conscientes de esa realidad: estamos aquí para algo. Pero
Dios actúa, cuando quiere y como quiere…
Miguel Ángel Tobías se
detiene más al narrar la segunda “experiencia extraordinaria”, que da título al
libro. Una taquicardia a 5.000 metros de altura, de noche, con temperaturas de
15 grados bajo cero, sin protección contra el frío, le hace sentir cercana la
muerte. Y entonces sucede algo, y sabe que ese algo es milagroso y que le
salva.
El relato se lee con
facilidad y de un tirón. Me parece interesante resaltar algunas de las “experiencias”
que Miguel Ángel Tobías ofrece al lector, y que sintetizo:
Familia:
“no escatiméis el tiempo que pasamos con ella” Es la esencia de lo que somos.
Curar heridas cuanto antes si las hay. Y existe también la “familia de alma”, a
quienes sentimos como de nuestra sangre y que en los peores momentos estarán. Es
encantador el recuerdo de su madre: “Pudiendo elegir morir, sería maravilloso hacerlo
en brazos de mi madre, rodeado del amor y de la paz que solo una madre nos
puede dar. Y abrazarla, y dejar que te abrace: es algo que nunca deberíamos
dejar de hacer mientras está aquí. Aunque dé vergüenza, hacedlo, porque algún
día por ley de vida ya no podremos…”
Amigos:
“¿Cuántos renunciarían a sus vacaciones por acompañaros en el hospital? ¿Por
cuántos estaría dispuesto a renunciar yo? Amigo es el que os tiende la mano
antes de que se la pidáis. Si tenemos alguno así, cuidarlo.
Amor:
es auténtico si genera alegría, paz. Y se expresa en la acción, no en palabras.
Miedo:
es el mayor factor de sufrimiento humano. Nos lo inoculan para paralizarnos,
para que no podamos ser libres. Nos predispone a actuar o no actuar en función
de un hipotético peligro que no se ha manifestado. Es lo contrario a la vida,
porque paraliza. No dejar de hacer nada por miedo.
Corazón:
“Cuando seas mayor, lo único que dibujará una sonrisa en tu cara será recordar
aquellas cosas que hiciste con el corazón.”
Felicidad:
no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo hemos perdido, y eso
significa que no lo sabemos disfrutar: familia, trabajo, comida, agua caliente,
salud…
Soledad:
es la gran enfermedad del ser humano, asociada a la falta de amor. Es terrible
saberse y sentirse solo en momentos de dolor o ante la muerte. No deberíamos
dejar que nadie lo experimente, especialmente en la propia familia. Compartir
nuestro tiempo con ellos.
Milagros:
se nos conceden cosas en determinados momentos para que podamos elevarnos
espiritualmente. Pero Dios quiere que seamos libres de nuestro destino y no se
impone. Los milagros se suelen producir de forma oculta, como si el proceso
fuera natural. No sabemos por qué, pero a veces Dios hace lo que le pedimos, si
se dan estas condiciones:
-humildad para reconocer que uno solo no
puede
-pedir ayuda: Dios quiere que le pidamos
imposibles
-abandono en Dios, aceptar la muerte
-no rendirse y seguir poniendo medios
humanos
Y
recordar que los milagros se producen para que las personas que los viven den
testimonio de ellos. Es lo que ha hecho Tobías con su relato, ameno y sin
estridencias, pero que llega hondo.
viernes, 3 de noviembre de 2017
Tomás de Aquino visto por Josef Pieper
Introducción a Tomás
de Aquino. Josep Pieper
Este libro recoge doce
lecciones de Josep Pieper sobre la figura del doctor de la Iglesia santo Tomás de
Aquino (n. 1225, +1274), una de las mentes más prodigiosas en la historia del
pensamiento humano.
Pieper hace un análisis
del portentoso trabajo intelectual que desarrolló Tomás a lo largo de su vida,
contextualizándolo con los acontecimientos históricos que vivió, tanto
personales y familiares como los referentes al ambiente social, político y
religioso que le tocó vivir.
Destaca en Tomás su
insaciable búsqueda de la verdad, inseparablemente unida a la búsqueda de la Sabiduría que da el conocimiento de Dios. Tomás asume un compromiso formal con
la razón, seguro de que el pensamiento humano es capaz de penetrar la realidad
de las cosas, y seguro también de que es razonable cuanto conocemos por la fe.
Explica Pieper, con imagen
certera, que Tomás realizó su formidable tarea intelectual aproximando los dos extremos
de un poderoso arco. Por un lado Aristóteles, esto es, la realidad natural y la
capacidad de la razón humana para alcanzarla. Aristóteles significa la
afirmación de todo lo que es, sin subjetivismos. Y en el otro extremo, la
Biblia, esto es, esa parte de la realidad del mundo, del hombre y de Dios, sólo
accesible por la Revelación divina, que nos da a conocer lo que resulta
inalcanzable con las solas fuerzas de la razón. Aristóteles en un extremo, la
Revelación en el otro: ese es el poderoso arco que tensó Tomás, con el que alcanzó cotas de sabiduría
insospechadas.
De la calidad de vida de
Tomás nos habla el contenido de su oración. Desde joven hizo a Dios dos
peticiones: alcanzar sabiduría, y ser alegre sin frivolidad, maduro sin
presunción. Tomás no sólo fue un gran filósofo y un gran teólogo. Fue un
místico y un santo. En 1272 sucedió en su interior un hecho prodigioso. Mientras
hacía oración, le fue concedida la contemplación de lo sobrenatural. “Todo lo
que he escrito me parece paja, en comparación con lo que he contemplado”
explicó humildemente después, cuando le preguntaron por qué, desde ese momento,
dejó de escribir.
Nos da idea de la
inmensidad de su trabajo el hecho de que escribió todas sus obras -entre ellas la
descomunal Suma Teológica- en un margen de 20 años, entre 1252 y 1272, y en
medio de continuos traslados por las principales ciudades de Europa. Nunca estuvo más de 2 o 3 años en el mismo destino,
y realizó todos sus desplazamientos a pié.
Destaca en el estilo de
Tomás su sobriedad, su apasionada renuncia a todo lo que encubra o desfigure la
realidad. Se abre a lo real sin esas limitaciones que dicta la subjetividad.
Tiene preocupación por comprender racionalmente, sin quedarse en términos y
expresiones usados como lugares comunes, relativos al culto o a la expresividad
religiosa por ejemplo. Y no lo hace de manera iconoclasta: en su profundo deseo
de razonar se vislumbra una profunda veneración ante la verdad captada. En su
sobriedad racional está la admiración ante la concordancia entre las cosas y la
inteligencia que las conoce. Sobriedad para dirigirse a lo verdaderamente real,
sin miramientos, con una gran independencia interior: “Quien dice la verdad no
puede ser vencido.”
De su sobria veracidad
nos habla otra señal característica de
Tomás: la extensión que dedica a exponer con precisión y objetividad los
argumentos contrarios a sus tesis. Y lo hace sin ironías ni exageraciones, sin
introducir matices que debiliten el argumento del contrario. Expone el
argumento del contrario con tal deseo de entenderlo que durante muchas de sus
páginas se diría que está de acuerdo. Se sitúa en la inteligencia de su
contrario, habla por él, quizá con más precisión incluso, con tal mesura y tranquilidad
que al lector le parece todo plausible y razonable. Hoy no estamos preparados
para tanta ecuanimidad, asevera Pieper.
Tomás no solo deja hablar
al adversario, sino que incluso incluye la argumentación que le apoya. Es un
estilo que refleja alta calidad intelectual y un amor a la verdad del que
carecen hoy tantos. A muchos intelectuales y pensadores de hoy les vendría bien
aprender de ese estilo franco y abierto
a la verdad. Por no hablar de tantos políticos y profesionales de la comunicación
y opinadores, a los que falta tiempo no ya para intentar entender, sino incluso
para escuchar posiciones contrarias a la suya. Por eso se ha perdido en gran
parte el espíritu de la auténtica polémica, de la oposición controlada, que es
lucha, pero también diálogo, en que cada parte busca los indicios de verdad que
puede haber en la otra, en lugar de buscar
sólo cómo tergiversar las palabras de su adversario con tal de parecer
más razonables.
El espíritu presente en toda
la obra de Tomás es el diálogo para buscar y alumbrar la verdad, un diálogo
entre amigos que de entrada no comparten la misma opinión. Pero lleno de rectitud de intención, una rectitud en la que Tomás ve la perfección, más que en actos exteriores de accesis. Para Tomás, es en el
diálogo donde aflora la verdad. Por eso cuida la precisión del lenguaje, y
antes de continuar hablando se asegura de que estamos de acuerdo en el
significado de los términos. Esa actitud estaba presente en sus clases, en su
manera de enseñar a los alumnos: enseñanza, dirá, es el diálogo desde la
posición del oyente hasta una verdad más completa.
Hoy en día abundan los
sofistas, manipuladores del lenguaje, que hacen justo lo contrario: manipular
los términos para vaciarlos de contenido. Por eso el resultado es tantas veces
un diálogo de besugos del que es imposible extraer ninguna verdad. La postverdad
no es otra cosa que el nuevo sofismo, la mentira o deformación de la verdad para vencer al contrario.
La actitud de Tomás ante
el conocimiento es valiente, y es abierta. No tiene miedo de alcanzar la
verdad, sea cual sea. No rehúye tener que revisar lo conocido hasta ahora para
seguir progresando en el mejor conocimiento del mundo. No adopta posturas
falsamente definitivas, como quizá han hecho posteriormente algunos tomistas,
traicionando a su maestro. Ni siquiera el tomismo es definitivo. Lo que es
definitiva es la verdad, que está ahí, esperando que la alcancemos.
Tomás, con su teología
abierta al mundo, a la que se dedicó con una energía impresionante y una
amplitud de campo y precisión que pocas veces se da en la historia, hizo una
aportación inmensa que fortaleció la estructura intelectual del Occidente
cristiano, y que sigue dando frutos hasta nuestros días.
**
Aunque de lectura algo
ardua, el libro de Pieper ayuda a reflexionar e invita a leer a Tomás de Aquino. Un
ejercicio intelectual muy recomendable es dedicar cada día unos minutos a leer unas
líneas del Doctor Universal de la Iglesia. Pocas cosas ordenan y estructuran mejor la mente, ayudando a desarrollar el arte de pensar.
Puede consultarse esta entrada sobre santo Tomás de Aquino en este blog.
Esta otra es una página con información muy completa sobre Tomás de Aquino.
jueves, 19 de octubre de 2017
Fe y cultura. La verdad y la ineludible presencia de lo sagrado.
La fe ante el reto de la
cultura contemporánea.
Hay libros cuya relectura siempre aprovecha. Libros que
no pasan, porque saben preguntarse por las verdades esenciales de la existencia
humana e iluminarlas con aguda inteligencia y las luces que nos aporta la
Revelación.
De esta magnífica obra destaco dos ideas:
a) la
ineludible presencia de lo sagrado en el hombre y en el mundo. Vivir de
espaldas a lo sagrado, considerar al hombre como un mero animal superior, es un
daño irreparable a cada persona y al conjunto social.
b) la
palabra y el lenguaje son –han de ser- manifestación de la realidad. Usar la
palabra para desfigurar la realidad, con la mentira o la sofística, es
envenenar la convivencia social y a la propia persona. No es posible vivir en la
mentira.
Ante una cultura que
pretende la ausencia de Dios y niega la espiritualidad, Pieper muestra la
evidencia de lo sagrado, su necesidad, y a la vez la radical insuficiencia del
procedimiento científico para demostrar la existencia espiritual del hombre. Una vida espiritual que no es una mera yuxtaposición a la vida material, sino que la absorbe y la integra en una única
existencia, espiritual y corporal a la vez.
Lo profano y lo sagrado no
son dos mundos incompatibles y contrapuestos. Ambos, profano y sagrado, forman
la totalidad. La etimología de profano significa que está a las puertas del
templo, a las puertas de lo sagrado. Según el pensamiento griego, lo profano
acontece en presencia de lo sagrado, no a sus espaldas.
Por eso decir que hay
un mundo fuera de lo sagrado en el que se puede hacer lo que se quiera es una
simplificación inadmisible, dice Pieper. Vivir así se vuelve contra el hombre,
porque es vivir contra su naturaleza, que es espiritual y corporal.
San Josemaría, fundador del Opus Dei, explicaba esa natural presencia de lo
sagrado en el mundo de un modo mucho más profundo, como parte esencial del
mensaje que debía transmitir al mundo: “hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir.”
**
Pieper profundiza en la
esencial necesidad de que la palabra y el lenguaje estén ordenados a la verdad,
porque es en la palabra donde acontece la verdad. Pocas cosas hay más dañinas para el ser
humano que el desorden en el lenguaje. El orden de cada persona y de la sociedad
se funda en un lenguaje ordenado, es decir, un lenguaje que busque y diga la
verdad.
El hombre no puede llevar una
vida digna donde reina la mentira. Eso sucede en los regímenes totalitarios, en los lugares donde se impone el
totalitarismo ideológico, o donde impera la sofística, que es el vicio de
ocultar la verdad y retorcerla con argumentos falsos. La sociedad no puede permitir el sofisma y la mentira, si quiere sobrevivir.
Pieper
señala tres ideas básicas para la vida social:
1)
El bien del hombre consiste en ver las
cosas como son, y vivir partiendo de la realidad así captada.
2) El hombre se alimenta sobre todo de la
verdad, y la sociedad vive de la verdad públicamente presente. La existencia es
tanto más rica cuanto más
ancho es el mundo real que la verdad le permite contemplar.
3) La verdad acontece en el diálogo, en el
lenguaje, en la palabra. Y por eso el orden y la existencia social necesitan
del orden en el lenguaje, de que a las cosas se les llame por su nombre, sin
desfiguraciones ni reduccionismos.
Es claro que el
conocimiento académico se basa precisamente en ese orden de la palabra: esa
zona de verdad libre de intereses bastardos (políticos, económicos,
ideológicos). No habría avance del saber si reinara la mentira o el
sofisma. Del mismo modo, un Estado sin
ese enclave de libertad se convierte en un Estado totalitario.
La convivencia social requiere
espacios de libertad en los que cada cual pueda exponer sus convicciones libre
de simplificaciones partidistas, de
enardecimientos ideológicos, de afectos ciegos. Libres de la denigración del
otro como estilo, del ego superficial que inventa titulares tan impactantes
como falsos, de la frivolidad formal.
Por eso, cuando en la vida
pública crece ese totalitarismo que intenta restringir la libertad para que
cada persona exprese palabras verdaderas,
hay que encender las alarmas y exigir un cambio.
miércoles, 18 de octubre de 2017
Correr para vivir. La apasionante historia de Lopez Lomong
Correr para vivir
De los campos de exterminio de Sudan a las Olimpíadas
Joseph Lopez Lomong. Ed Palabra
Esta es una impresionante narración, contada por su protagonista, de la vida de Joseph Lopepe Lomong, hoy atleta profesional y corredor olímpico de los Estado Unidos.
Nacido en una pequeña aldea de Sudán en 1985, a los 6 años es arrancado de brazos de sus padres cuando asistía con ellos a misa. Unos camiones con sucios soldados rebeldes aparecieron de repente junto a la iglesia y a punta de fusil secuestraron a todos los niños. Se los llevaron lejos para convertirlos en niños soldado.
Encerrado durante meses en una abarrotada y asfixiante celda, en la que cada día moría alguno de sus pequeños compañeros de cautiverio, una noche logra escapar con la ayuda de otros tres niños poco mayores que él. Corrieron sin descanso durante tres días y tres noches, en una tremenda carrera que pensaban les devolvería a su aldea. "No llores, Lopepe -le decían sus compañeros- volverás a ver a tu madre." "Siempre he pensado que eran tres ángeles custodios que Dios me envió, porque Él tenía otros planes para mí".
Cuando creían estar ya cerca de su aldea natal, les descubren unos militares. Pero extrañamente estos militares llevan ropas limpias, y no les pegan ni les gritan. Eran soldados keniatas. Su tremenda y veloz carrera les había llevado en dirección a Kenya, y habían cruzado sin darse cuenta la frontera.
Los soldados les llevan al campo de refugiados de Kakuma. Y allí, cuando ya están a salvo, desaparecen sus providenciales acompañantes: nunca más ha vuelto a saber de ellos.
Pasó diez largos años en el campo de Kakuma. Allí alimentaba su confianza en Dios, con el convencimiento de que Él dirigía sus pasos y le cuidaría. Ha visto en una vieja televisión al atleta Michael Jhonson, y sueña con llegar a ser como él, corredor olímpico. Acude asiduamente a la capilla del campo, y allí crece su confianza en Aquel que hace posibles todas las cosas, por increíbles e imposibles que parezcan.
Y la Providencia actúa. En 2001 una organización cristiana de Estados Unidos consigue que 3.500 niños abandonados del campo de Kakuma fueran acogidos por otras tantas familias norteamericanas. Lopepe fue uno de los afortunados.
Arropado por el calor y entusiasmo de sus nuevos padres, logró la primera parte de su sueño: en 2006, mientras realizaba sus estudios en Hostelería, logra convertirse en atleta profesional. Pronto estaría en condiciones de cumplir la segunda y más importante parte: utilizar los dones que Dios le ha dado (simpatía, éxitos, popularidad) como plataforma para cambiar la vida de otros muchos niños abandonados como él, en Sudán y en tantos lugares del mundo. Compitió en las olimpiadas de Beijin en 2008, donde fue abanderado de Estados Unidos, y de Londres en 2012.
Destaca en el relato el sentimiento religioso de Joseph, nombre de bautismo cristiano, del que se siente orgulloso porque le recuerda a los dos José más famosos: el del Antiguo Testamento, maltratado y abandonado por sus hermanos, pero que luego se convierte en su providencial salvador; y el del Nuevo Testamento, padre y esposo providente de María y Jesús. Siempre vio en ese nombre que le fue impuesto un sentido de la misión que Dios le iba a encargar: dar a conocer las penurias de tantos niños que sufren y ayudar a solucionarlas.
Destaca también en Lomong el amor a su nueva patria, Estados Unidos. Es una de las virtudes de los norteamericanos, que les hace fuertes. Gentes de toda raza, origen y creencias se sienten identificados cuando se trata de amor a la patria que les acoge. El día siguiente al atentado de las Torres Gemelas, en el instituto de Lopepe pusieron una mesa que vendía camisetas con la leyenda "Unidos Podemos". Todo el mundo cogió una y la llevaba puesta, fueran cuales fueran sus ideas.
Lopepe descubre que los norteamericanos no sólo aman su país, sino que además están tremendamente orgullosos de él. No es nacionalismo, que es un defecto en cuanto supone distanciamiento o desprecio a los demás. El amor a la patria es una virtud. No hay mal peor para una nación que el cainismo, el odio a lo propio, que lamentablemente inoculan algunos en países de noble tradición como España. Lopepe por primera vez se sintió americano ese día, empezó a considerarlo su hogar y su familia.
Otro rasgo del relato de Lopepe (veloz, en su lengua natal; en América se lo abreviaron por López) es el agradecimiento, el humilde sentimiento de no merecer tanto como se le daba. Durante muchos meses, al principio de su llegada a Estado Unidos, estuvo convencido de que todo era fruto de un error y que pronto le devolverían a África. "Esto es demasiado bonito para ser real". Cuando por fin se convenció de que no había error -en una estupenda conversación con su padre de acogida- pasó al convencimiento de que Dios le pedía compartir esa felicidad con muchos otros necesitados.
Agua potable, acceso a la educación -especialmente de las mujeres, que lo tienen más difícil-, acceso a semillas y maquinaria agrícola para mejorar la alimentación, medicinas y atención sanitaria para evitar la tremenda mortalidad infantil por enfermedades fácilmente curable si hubiera un mínimo de medios. Estas son las cuatro necesidades básicas de África, dice con acierto Lopez Lomong. Y esa es la finalidad de la fundación que puso en marcha y para la que trabaja.
**
Se trata de un relato vivo, al que Mark Tabb ha sabido dotar de expresividad literaria, que despierta en el lector esos mismos sentimientos de humanidad, solidaridad y confianza en la providencia que vemos en su protagonista. Gracias a Dios hay muchas buenas iniciativas en marcha, en las que podemos colaborar, como esta de Harambee, también en Sudán. Pero toda ayuda es poca para tanta necesidad.
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