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lunes, 28 de julio de 2014

Álvaro del Portillo, un ejemplo cercano


Impresiona comprobar el cariño que Álvaro del Portillo despierta en gentes de los cinco continentes. Su figura amable y cercana invita a imitarle en su generosa entrega a los demás. Y, ahora que puede hacerlo desde el cielo, invita también a pedirle ayuda en las necesidades espirituales y materiales.

De eso acaba de hablar el Prelado del Opus Dei en Guatemala. Aquí dejo un corto video en el que explica el sentido de la próxima beatificación:







domingo, 6 de abril de 2014

Álvaro del Portillo, maestro de vida cristiana




 


            El periodista y escritor Salvador Bernal ha estado en Valencia para dar una conferencia sobre la beatificación de Álvaro del Portillo en su centenario. El acto se celebró en la parroquia de san Josemaría, y fue seguida con gran interés por centenares de personas que llenaron la nave del templo.



          Bernal es autor de dos libros biográficos sobre el futuro beato. En su intervención, destacó la humanidad y el don de gentes del sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei: lo considera un hombre bueno, "en el buen sentido de la palabra, bueno”, que decía de sí mismo Antonio Machado. Fue un hombre de gran corazón, pendiente de los demás, profundamente agradecido. “Adivinaba tus problemas, y se adelantaba a resolverlos sin hacerlo valer.”


            Precisó que esa bondad no se confunde con la bondadosidad: desde su trato personal con Álvaro del Portillo, refirió detalles de su vida que manifiestan una especial reciedumbre, con enfermedades desde la infancia y hasta el final de sus días.


       Esa fortaleza se manifestó, a juicio de Bernal, no sólo al conllevar problemas físicos, sino, sobre todo, ante las graves dificultades que vivió, junto al fundador del Opus Dei, en los años cuarenta en España, y luego en Roma, hasta conseguir la deseada solución jurídica. “Los santos se manifiestan en su entereza ante las dificultades”.

            Álvaro del Portillo fue una importante personalidad de la vida eclesiástica en la segunda mitad del siglo XX. Entre otras manifestaciones, tuvo un papel decisivo en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII le nombró consultor y presidente de una de las comisiones preparatorias de la futura asamblea ecuménica, sobre el papel de los laicos en la Iglesia. Fue luego secretario de la que estudió los problemas del sacerdocio en aquel tiempo y redactó el decreto Presbyterorum ordinis, aprobado el 7 de diciembre de 1965 con sólo cuatro votos en contra.


        Pablo VI, aparte de confirmarle en sus cargos, le nombró consultor de la comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico. En 1966, le designaría consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y luego Juez del Tribunal para las causas de competencia de ese Dicasterio.


       Se comprende la inmensa alegría con que –unido a san Josemaría‑ acogió las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Agradecía al Espíritu Santo ese impulso vivificante para la fidelidad y expansión de la Iglesia en el siglo XX.


La paternidad espiritual, encarnada por nuestro queridísimo Fundador de modo inigualable, pasó a este pobre hombre que ahora es vuestro Padre. Verdaderamente cor nostrum dilatatum est (II Cor. VI, 11): mi corazón se dilató para quereros, a todos, a cada una y a cada uno, con cariño de padre y de madre, como nuestro Padre había pedido para sus sucesores.
(Salvador Bernal, Recuerdo de Álvaro del Portillo. Ed. Rialp, p. 157).
Juan Pablo II saludo a Álvaro del Portillo en la plaza de San Pedro


        También Juan Pablo II le manifestó un especial cariño: acudió a rezar a la capilla ardiente de don Álvaro del Portillo el día de su fallecimiento, 23 de marzo de 1994. 


            La causa de beatificación se abrió en marzo de 2004, poco antes del tránsito al cielo de Juan Pablo II. Cumplidos los diversos trámites y estudios, Benedicto XVI declaró el 28 de junio de 2012 que constaban las virtudes heroicas y la fama de santidad del Siervo de Dios Álvaro del Portillo. Apenas un año después, el 5 de julio de 2013, el papa Francisco reconoció un milagro obtenido por su intercesión. Esta coincidencia de los tres pontífices del siglo XXI confirma que Álvaro del Portillo fue un hombre bueno y fiel, maestro de vida cristiana, que sirvió heroicamente a la Iglesia y a las almas.

            Respondiendo a una de las preguntas de los asistentes, acerca de la intercesión de los santos, Bernal contó que en el trato personal Álvaro del Portillo era una persona daba paz: sabía conjugar el trabajo intenso con la serenidad. “A su lado se trabajaba mucho, pero con paz. Por eso ahora son muchos los que acuden a él para pedir la paz: en el mundo, en la propia familia, o ante las contradicciones.”

Salvador Bernal, periodista y autor de dos biografías de Álvaro del Portillo


            Salvador Bernal, editor de la agencia de colaboraciones Aceprensa,  asistió  también a uno de los habituales encuentros de periodistas en la oficina de comunicación del Opus Dei en Valencia. Desde su experiencia en el periodismo de análisis, aportó interesantes ideas sobre la crisis de los medios, en la que apuntó también una importante crisis de pensamiento,  y la misión del periodista de acercar la realidad al ciudadano. Refiriéndose a algunas de sus  experiencias profesionales, resaltó otra de las cualidades patentes en Álvaro del Portillo: su profundo respeto a la libertad personal, a la que siempre añadía una llamada a la responsabilidad.  


            En el encuentro se trató también de la comunicación en la Iglesia. Bernal comentó el alcance mediático de los gestos del papa Francisco. “Para recordar la importancia del sacramento de la Penitencia, Juan Pablo II se hizo fotografiar confesando en san Pedro. Ahora el papa Francisco ha logrado un impacto de alcance con la fotografía en la que él mismo está confesándose: un gesto muy suyo, insólito en la historia del papado. En una imagen se dice todo: si el mismo papa, que es tan bueno, se confiesa, todos lo necesitamos. El gesto es un hecho que autentifica la palabra.” 


             Esta es la foto de Francisco que ha impresionado al mundo: 














sábado, 29 de marzo de 2014

Opus Dei. Una investigación, Vittorio Messori

Opus Dei. Una investigación. 
Vittorio Messori. EIUNSA 


 

                                     


Se deja de odiar (y también de desconfiar) en cuanto se deja de ignorar”. Esta sabia sentencia de Tertuliano, con la que  arranca su libro el periodista y escritor italiano Vittorio Messori, expresa bien lo que nos ofrece su investigación sobre el Opus Dei,  prelatura personal de la Iglesia católica, fundada en 1928 por san Josemaría Escrivá.


Messori , periodista “ajeno” al Opus Dei, se muestra sorprendido y agradecido por la actitud de apertura y transparencia encontrada en la institución para proporcionarle los datos y abrirle las puertas necesarias para su trabajo. Un trabajo hecho por encargo de una de las editoriales más “laicas” de Italia y de Europa, Mondadori



Salpicada en sus inicios por diversas calumnias procedentes de unas pocas personas de mentalidad estrecha, de “partido único” o que se dejaban llevar por celotipias, esas calumnias llegaron a crear una atmósfera enrarecida hacia el Opus Dei en quienes no lo conocían de primera mano. Y fueron aprovechadas después por enemigos de la Iglesia para ampliar su difusión.


Pero, como concluye  Vittorio Messori,  quienes decían hacer “denuncias” contra la Obra en realidad lo que propalaban eran calumnias. La diferencia entre denuncia y calumnia es que en la primera se presentan pruebas. Calumnias similares han sufrido siempre la Iglesia y los cristianos desde sus inicios, como las sufrió el mismo Jesucristo.


La primera puerta que se le abrió para su investigación fue la del prelado del Opus Dei, el beato Álvaro del Portillo, con quien mantuvo una larga y amigable conversación en 1994. Esta entrevista le impactó tanto que ha dejado escrito su testimonio

Poco después de comenzar a charlar, tuve que esforzarme para vencer una “tentación”: la de dejar de lado mi papel de periodista con vocación de investigador, que debía formular preguntas precisas –cuando no agresivas- para sentirme como un creyente que se dirige a un maestro espiritual, a un padre en la fe, y recibir así consejos espirituales o incluso confesarme. Es decir, en lugar de un Alto Dirigente (o de un Gran Manipulador, como le presenta la leyenda negra…) la figura de don Álvaro (…) trajo a mi mente la del sacerdote de verdad” 







Messori  investiga el origen de los principales  estereotipos acerca del Opus Dei, dentro y fuera de la Iglesia. Contrasta datos y fuentes con rigor. Y analiza con sentido común y lógica los argumentos “en contra” que ha escuchado en algunos ambientes. Buen conocedor de la Curia Vaticana y ambientes eclesiásticos,  con frecuencia aporta sustanciosos testimonios personales. Es el caso, por ejemplo, de unas antiguas afirmaciones sin fundamento de von Balthasar, que algunos se encargaron de airear durante años, a pesar de que el teólogo alemán  se había retractado en cuanto  conoció mejor la realidad.



Messori busca también entender a quienes no lo comprenden. Por ejemplo, la tendencia en ciertos ambientes anticulturales a considerar sectario a quien no acepte el relativismo. Y se pregunta: ¿cómo se puede acusar de intolerante a una institución como el Opus Dei que admite como cooperadores a los ateos?


Descubre también, en contraste con el estereotipo difundido, que el Opus Dei está arraigado en las favelas y en las villas miseria de los pueblos más pobres de América del sur, o en zonas deprimidas de Manila o de Kinshasa. Si procura comenzar su labor en un país por los intelectuales es precisamente para poder llegar después a todos.






Respecto al propio nombre de la institución, Opus Dei, explica que no se trata de “un delirante copyright”, sino que hace referencia al trabajo de Dios en la creación, al que cada hombre y mujer está llamado a cooperar con su propio esfuerzo, convirtiéndose en co-creador: cuidar y mejorar la creación mediante el trabajo profesional hecho con la mejor perfección posible. Esto, concluye, es un bien indudable para todo el conjunto social. Y de eso habla, en feliz coincidencia, el magisterio del papa Francisco en su encíclica Laudato Sí.


A modo de conclusión, Messori afirma que,  a su juicio,  lo que más atrae del Opus Dei es que se trate de “un fenómeno (...) único quizá, al que uno se vincula sólo por fines espirituales, para procurar hacer bien, a título personal, lo que la conciencia le dicta a cada uno.”


Con el Opus Dei, afirma, “desde el punto de vista  histórico aparece un fenómeno cargado de significado y de contenido, compuesto por millares de personas que, día tras días, en las ocupaciones más dispares, buscan traducir en realidades un mensaje que se compendia en pocas palabras del fundador, san Josemaría Escrivá de Balaguer: Conocer a Jesucristo; hacerlo conocer; llevarlo a todos los sitios.


Las palabras de Tertuliano citadas al comienzo encierran una gran verdad. Cuántos tópicos y estereotipos sobre personas e instituciones son fantasmagorías, que se diluyen en cuanto uno hace el esfuerzo de acercarse a la verdadera realidad, para conocerla de primera mano. Ese convencimiento lleva a Messori  a afirmar que la profesión de informadores puede tener un significado no lejano del Evangelio. Porque vencer la falta de conocimiento entre los hombres quiere decir disminuir la agresividad, ahuyentar el temor que puede suscitar aquello de lo que se ignora su auténtica naturaleza.


Se puede decir que Messori  cumple con este libro esa alta misión que debería hacer suya todo periodista: acercar la verdad de las cosas al ciudadano. El imaginario público está a veces cargado de tópicos o estereotipos que oscurecen la verdad. Y las categorías para acercarse a la realidad histórica no son divisiones vacías del tipo "reaccionario o conservador", "izquierda o derecha", sino "verdadero o falso", "bien o mal". 


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Vittorio Messori es autor de obras que han tenido una extraordinaria difusión en todo el mundo. Educado en un ambiente anticlerical, su trayectoria discurre entre el ateísmo y los partidos de la izquierda radical. Hasta que un día la lectura de un pasaje del Evangelio (“un objeto para mí desconocido, que nunca había abierto…”) le golpea interiormente.  “Fue un encuentro directo con la misteriosa figura de Jesús”. Y su vida cambió radicalmente.


Una de sus obras más conocidas es el libro entrevista al papa san Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza. Un hito periodístico, porque por primera vez un papa exponía en ese formato cercano y directo su visión de la Iglesia y del mundo.



También ha tenido mucha difusión su Leyendas negras de la Iglesia, donde analiza el origen de algunas de las más difundidas acusaciones contra la Iglesia. Tras investigar en las fuentes auténticas, comprueba la falsedad y manipulación que contienen muchas de esas afirmaciones  que hoy siguen en el imaginario público.





miércoles, 22 de enero de 2014

Notas a una biografía de Alvaro del Portillo

Álvaro del Portillo. Un hombre fiel. Javier Medina. Ed. Rialp




Conocer la vida de grandes personas estimula nuestra capacidad de ser mejores. Es lo que sucede tras la lectura de esta magnífica y detallada biografía del beato Álvaro del Portillo, primer sucesor de san JosemaríaEscrivá al frente del Opus Dei, formado a su vera durante cuarenta años. 


Nacido en 1914, falleció en 1994, y el  27 de septiembre de 2014, año de su Centenario, la Iglesia Católica celebró subeatificación con una solemne ceremonia que tuvo lugar en Madrid.






Así le describe quien le sucedió como prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría

El primer sucesor de san Josemaría en el gobierno del Opus Dei fue ante todo un cristiano leal, un hijo fidelísimo de la Iglesia y del Fundador, un pastor completamente entregado a todas las almas y de modo particular a su pusillux grex (…) con olvido absoluto de sí, con su entrega gustosa y alegre, con caridad pastoral siempre encendida y vigilante”.



Educado en el seno de una familia cristiana, vemos crecer en él desde muy joven rasgos y virtudes aprendidos de sus padres, como esa armónica simbiosis de reciedumbre, audacia y delicadeza que adornaban a su madre, mexicana. 


Amable y de corazón, sufre ante las injusticias pero no se queda en lamentos paralizantes, sino que reacciona con misericordia operativa. Desde joven le vemos resuelto a aportar soluciones a su alcance con sentido práctico: en sus ratos libres acude a barrios de la periferia de Madrid con algunos amigos para ayudar en la formación de niños de familias que no tienen nada. Allí sufre por primera vez la persecución del odio anticristiano. Y así conoce a san Josemaría


Esa operatividad práctica, reforzada más tarde por la mentalidad de su oficio de ingeniero, se reflejará en sus responsabilidades de gobierno  en el Opus Dei, en el impulso de innumerables iniciativas apostólicas de carácter social en todo el mundo.


Conoce desde joven la pobreza y la necesidad de trabajar intensamente para ganarse el sustento. Decide aplazar los estudios de ingeniería para  terminar los de Ayudante de Obras Públicas, más cortos, que le permitirán empezar a ganar dinero antes y así ayudar a su familia, que ha sufrido importantes reveses económicos.


Vemos en él la virtud de la valentía, viviendo con sencillez y naturalidad verdaderas epopeyas durante los duros años de la guerra civil, poniendo en juego su vida. Más tarde le veremos también totalmente entregado a su tarea pastoral, manteniendo un ritmo propio de una persona joven a pesar de su precaria salud.


Durante los años del Concilio puso su inteligencia y enorme capacidad de trabajo y conciliación al servicio de la Iglesia. Su papel fue destacado en la elaboración de importantes documentos conciliares, como los referentes a la vida de  los sacerdotes y el papel de los laicos


El libro abunda en detalles de su relación con personalidades de la vida de la Iglesia, incluídos los papas desde Pio XII,  y se entiende que monseñor Javier Echevarría se refiriera a él, al fallecer, como un gigante en el firmamento de la Iglesia del siglo XX. Fue también gran amigo y colaborador estrecho de Juan Pablo II, que acudió a rezar ante sus restos en cuanto le informaron de su fallecimiento.


Se recogen numerosos testimonios de personas que le trataron más de cerca, muchas de ellas cardenales y obispos, y al hilo de sus recuerdos describen su personalidad. 


Surge un despliegue de cualidades humanas que impresiona, e invita al lector a un examen personal de contraste. He aquí algunas de ellas:

-Determinación, escaso interés de protagonismo

-Alegre, generoso, simpático, de gran bondad. Aunaba la fortaleza con la  dulzura de trato. Candor y  humanidad. Como dijo el periodista Vittorio Messori, que le entrevistó para uno de sus libros, "sólo comenzar a conversar con él daban ganas de confesarte."


-Reflexivo, pero no indeciso: si decía “me lo pensaré”, no era excusa para no hacer nada: lo pensaba y luego actuaba, con paz y serenidad. Se ha hecho muy popular la novena al beato Álvaro para pedir serenidad en momentos difíciles.


-Temple resuelto y afable, preocupación por los demás, piedad sin ostentaciones. Siempre sonreía al hablar, mostrando gran afabilidad, cordialidad y amabilidad. 


-Inspiraba confianza en quienes le trataban. De mirada comprensiva y serena, abordaba todo con sencillez y buena fe, con ausencia de malicia de ningún tipo. 


-Tenía la inocencia del que actúa siempre con rectitud, cara a Dios; de quien no conoce las sombras de la complicación, de las envidias y rencores, de las segundas intenciones, de los recovecos interiores que provoca en el alma la soberbia. 




-Inteligente pero sencillo. Inocente y candoroso, pero sin ingenuidades. Serio y responsable, pero cordial y amable. Profundamente bueno. Nunca daban su opinión si no se la pedían. Te hacía favores sin darte cuenta


-Nunca hablaba mal de nadie. Afable con todos, procurando tratar a muchos amigos. Mas bien callado, solía intervenir cuando había que decir una palabra templada. Procuraba no llamar la atención innecesariamente.


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Así le definen  quienes le conocieron, y son expresiones que reflejan una admirable personalidad, forjada durante una vida de entrega. 


En don Álvaro esas cualidades humanas (que podrían resumirse en estas cinco: inteligencia sobresaliente, fuerza de voluntad admirable, gran capacidad de trabajo, carácter firme y afable, capacidad para hacer amigos fuera de lo común) estaban vivificadas por unas virtudes teologales fuertemente enraizadas.


Era un hombre de fe, llevada hasta sus últimas consecuencias, que está en la base de la nota más característica de su vida: la fidelidad a Dios, a la Iglesia y al Papa, al Opus Dei y a su fundador.  De esperanza, que le movía a confiar siempre en el auxilio divino. Lleno de desbordante caridad con Dios y con el prójimo.


Con la beatificación, la Iglesia propone a todos los católicos la imitación de sus virtudes y el recurso a su intercesión ante Dios para pedirle todo tipo de favores. La devoción a don Álvaro está muy extendida en los cinco continentes. 


Aquí puede verse el documental Saxum, de 30 minutos, sobre la vida de don Álvaro:








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Entre 1939 y 1992 Álvaro del Portillo estuvo en Valencia al menos en 12 ocasiones, la mayor parte de ellos acompañando a san Josemaría: 


-7 al 13 de junio de 1939, viaja desde Olot para asistir a un curso de retiro que predica san Josemaría;

-5-20 septiembre de 1939, con san Josemaría

-4-6 enero 1940

-6-8 abril 1940

-18-20 julio 1940

-4-12 diciembre de 1940 (viaje de estudios con compañeros de la Escuela de Ingenieros)

-26-28 de marzo 1943

-20 abril 1943 (exámenes de licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Literaria)

-Noviembre de 1972, catequesis con san Josemaría

-2-8 enero 1975 La Lloma (Rafelbunyol)

-Mayo 1978 La Lloma (Rafelbunyol)

-Enero 1992, para asistir al funeral de don Miguel Roca, arzobispo de Valencia









sábado, 18 de enero de 2014

Una vida robada a la muerte: lo que se siente al pasar al otro lado

Una vida robada a la muerte 

Aquilino Polaino-Lorente 

Ed. Planeta




El doctor Aquilino Polaino, prestigioso siquiatra, nos relata en este libro su experiencia sicológica y vital tras sufrir un accidente que le llevó al borde de la muerte. Finalmente se recuperó tras varios días en coma y una lenta y penosa convalecencia.  


La traumática experiencia provocó una honda transformación en las relaciones personales del doctor Polaino. De pronto descubre, con inusitada claridad, que lo importante ya no es ser querido, sino querer libre y voluntariamente a los demás, y aprender a percibir el cariño que los demás nos prodigan.



Sin teorías, de manera vital, surge el descubrimiento de que debemos vivir “descentrándonos”, pensando más en los demás que en nosotros. Porque nuestra vida no tiene su centro en nosotros, sino parcialmente fuera, ya que es construida no sólo por nuestra acción, sino por el conjunto de acciones de los que nos rodean respecto a nosotros. Por eso, el verdadero “centramiento” es estar descentrados, fuera de nosotros: pensando en los demás y ayudándoles. 


Un descubrimiento vital acerca de nuestra realidad más profunda como personas. Debería decirnos mucho a todos en esta época de individualismo exacerbado. Es una invitación al cambio de perspectiva, para hacer el mundo más humano. 


Como escribe en el prólogo José Luis Pinillos, el libro es “un documento psicológico de valor excepcional que contribuye a desvelar los secretos mecanismos de una conciencia in statu nascendi. Se trata, por supuesto, de un relato privilegiado donde un hombre que vuelve del reino de las sombras narra el drama de su reincorporación a este mundo. Excepto que el libro es más que eso. Lo importante es que esa reincorporación se produce en un clima de relaciones interpersonales donde se hacen visibles espacios recónditos que el ajetreo de la vida cotidiana impide contemplar. El resultado del proceso es una rinàscita en el más elevado sentido de la palabra”.


Hay una enorme lógica coincidente entre estos testimonios “reales como la vida misma” y la enseñanza cristiana. Hace no muchos años oí predicar a don Álvaro del Portillo, con frase gráfica, que no podíamos “girar en la órbita del yo”, sino en la órbita de Cristo, y por Él  en la de los demás.


Más recientemente nos ha recordado  el Papa Francisco la misma idea,  animándonos a  “poner a Cristo y a los demás en el centro” de nuestras vidas.  


El libro tiene el valor añadido de que el autor, experto siquiatra, habla con precisión científica y técnica de los sucesos que experimentó en primera persona. 




sábado, 6 de julio de 2013

Álvaro del Portillo


Alvaro del Portillo



Junto a las próximas canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII, ayer la Santa Sede  hizo público el reconocimiento  de un milagro atribuído a Monseñor Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente de la Prelatura del Opus Dei



Me ha parecido especialmente completa y novedosa la nota de prensa multimedia preparada por la Oficina de Información del Opus Dei, que puede verse en este enlace: 




miércoles, 2 de mayo de 2012

De Cartagena a Nigeria: una historia de cooperación profesional al desarrollo

Con Nigeria «en cuerpo y alma» 29.04.12 - 00:44 - La Verdad
EDUARDO RIBELLES | CARTAGENA. Diego de Jódar y José Manuel Machimbarrena ayudan a progresar a la comunidad de Enugu, en el sur del país, con su duro trabajo diario El médico secuestrado y un cura, ambos cartageneros, relatan su labor africana «Nigeria es uno de los países con mayor tasa de mortalidad infantil y maternal, con casos de polio, diabetes, tensión alta, malaria, Sida y, en fin, de todo». Diego de Jódar refleja para 'La Verdad', el ambiente en el que se mueven cada día tanto él como el doctor José Manuel Machimbarrena, ambos cartageneros. Y descubre así un escenario que permanece lejano y oculto para sus paisanos,y que solo salió circunstancialmente a relucir con el secuestro y posterior liberación del médico hace unos días. Pero en centroáfrica, la vida sigue y su labor, también. Machimbarrena llegó mucho antes que De Jódar y se estableció en Enugu, al sur del país. Su vocación le llevó a trabajar profesionalmente como médico, pero su pertenencia al Opus Dei desde muy joven le impulsó a estar en contacto con proyectos de ayuda a los demás. Por eso vivió el germen de la creación del Niger Foundation Hospital (NFH). «Fue tras una visita, en 1989, del prelado Álvaro del Portillo», recuerda De Jódar. En aquel viaje «animó a la gente del Opus Dei a complicarse la vida para hacer más por la gente necesitada» de atención médica». Machimbarrena accedió a complicársela, relata De Jódar. Y colaboró desde el principio en lo que era tan solo un pequeño 'bungalow' que luego fue a más y ahora es un edificio más amplio con terreno para crecer. Dispone de unas 50 camas, pero goza de bastante prestigio en la ciudad y los alrededores. Hay gente que acude de Lagos, la capital, a 500 kilómetros «porque resulta más barato y les inspira más confianza que otros centro», indica De Jódar. Allí es donde Machimbarrena se gana la vida cdesde hace más de dos décadas y adonde llegó De Jódar como capellán algo después. «Ya había estado en Kenia en lo mío: hacer de cura, y llegue a la Enugu a predicar», recalca. Pero en un país donde las necesidades espirituales no se pueden desligar de las terrenales, «no puede uno hacer distinciones. Si quieres ayudar a las almas, tienes que ayudar a los cuerpos». Así que De Jódar y Machimbarrena trabajaron codo con codo durante años, cada uno en su parcela, pero colaborando en un mismo espacio en la atención a los africanos. Contaron para ello con una comunidad de miembros del Opus Dei que se fue haciendo más amplia entre los lugareños. «Y así creamos un grupo de personas que se volcaron en ayudar, desde su profesión y sin amateurismos», rememora De Jódar. También han estado siempre amparados en la distancia por agrupaciones de la Obra como el Club Estay de Cartagena, con el que De Jódar mantiene un estrecho contacto. La educación de la mujer Con el tiempo, De Jódar decidió ampliar horizontes creando su propia parroquia mientras Machimbarrena luchaba cada día por el progreso del hospital, convertido en un centro de referencia para todo el país. De Jódar colaboró en el crecimiento de la escuela de hostelería Lantana. «No todo el mundo puede ir a la universidad, y una solución es esta escuela para chicas que han acabado la enseñanza secundaria y pueden aprender un oficio que les permita abrir un restaurante o trabajar en un hotel o un hospital», indica. Y cuando lo consiguen, no se separan de su familia. Su relación es estrecha y se ayudan unos a otros para salir juntos adelante. «Lo importante es que proyectos como el de esa escuela prosperen sin depender únicamente de los occidentales. Es básico formar a la gente de aquí para ello», dice De Jódar. La serpiente 'Luego-es-tarde' Tanto el sacerdote como Machimbarrena siguen en contacto, pero el sacerdote vive desde hace cinco años en un pequeño pueblo del mismo estado de Enugu, Aguobu Iwollo. Partiendo de un simple seminario en una casa, pasó a conseguir un solar para una clínica. «Y si en las ciudades es necesario contar con nuevos centros, más todavía lo es en los pueblos. Un ejemplo son las serpientes, una de las cuales se llama 'Luego-es-tarde' en la lengua local, por lo que es básica la atención inmediata. Otro, las vacunaciones, que reducen la mortalidad infantil radicalmente», relata De Jódar. La última conquista en Aguobu Iwollo fue la de montar tuberías a partir de una represa de un río cercano para tener agua potable. «Tuve que hacer de fontanero, rememorando la labor de mi padre», cuenta. Las penalidades no son pocas, pero la recompensa lo merece, rela Diego. «A la comida, el clima y la vegetación de acostumbras», indica de pasada, para quedarse de largo con las cosas buenas, «El sentimiento de familia y la maravillosa hospitalidad son de lo que más echo de menos cuando vuelvo a España de vez en cuando», asegura. Por eso, tanto él como José Manuel son ya parte de África. En cuerpo y alma.