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lunes, 16 de diciembre de 2019

Que sólo Jesús se luzca


“Que sólo Jesús se luzca”, nueva biografía ilustrada de san Josemaría Escrivá.


                        
                           

La Oficina de Comunicación del Opus Dei en Valencia ha acogido en un encuentro periodístico la presentación de “Que solo Jesús se luzca”, una biografía ilustrada de san Josemaría de la que son autores los periodistas Jesús Gil y Enrique Muñiz.


                          

Jesús Gil, sacerdote y especialista en periodismo visual y diseño gráfico, ha explicado que “aunque ya hay numerosas y buenas biografías de san Josemaría, faltaba una que transmitiera la información sobre su vida y mensaje a través de mapas, dibujos e infografías."

                               


Hay ideas que sólo pueden ser explicadas con texto, pero otras muchas pueden ser mostradas de una manera más cercana y sencilla, que facilite al lector joven actual sintonizar con el atractivo mensaje  de santidad en la vida ordinaria que difundió san Josemaría.” 
    
                     


El libro contiene más de 300 fotos, algunas inéditas, textos autógrafos y numerosos mapas e infografías, que ilustran la vida, el mensaje y la intensa actividad evangelizadora que realizó san Josemaría, recorriendo Europa para poner las bases del desarrollo del Opus Dei en los diversos países.

                           

   

"Deseábamos una biografía accesible y gratuita, al alcance de todo el que buscara información sobre el mensaje de santidad en la vida ordinaria, encarnado en la vida y enseñanzas del fundador del Opus Dei."


                                              
"Muchas de las imágenes transmiten información sólo con verlas. Por ejemplo, la foto de su Primera Comunión, con un traje muy laical y natural para la época, nos hace ver que la secularidad del espíritu del Opus Dei estaba ya implícita en el estilo de vida que san Josemaría aprendió de sus padres." 


                            

Es inédita también la foto de sus hermanas fallecidas con muy poco tiempo de diferencia a tierna edad, cuando Josemaría era un niño poco mayor que ellas. Esa foto ayuda a comprender el dolor que debió embargar a la familia. Un dolor en el que se forja el caracter y endereza la mirada hacia los inescrutables planes de Dios
        



El autor ha contado que “cuando san Josemaría recordaba sus viajes agotadores para iniciar el trabajo del Opus Dei, solía comentar que había sembrado de Avemarías las carreteras de Europa. Los gráficos y mapas de esos viajes nos ayudan a hacernos cargo mejor del alcance de sus palabras, pues una buena infografía muestra visualmente la dimensión real de las cosas, en este caso del esfuerzo que esos desplazamientos requerían." 


            

"Por ejemplo, asombra uno de los viajes que realizó durante varias semanas en pleno invierno de 1955. En ese viaje recorrió en un coche renqueante más de 6.000 km por las malas carreteras de la época.”


                             


“San Josemaría estaba haciendo lo que luego llamaría “la prehistoria del Opus Dei” en los países centroeuropeos: norte de Italia, Austria, Suiza, Alemania, Francia… Visitaba a los obispos de las ciudades a las que se extendería el trabajo apostólico del Opus Dei, conocía de primera mano los campus universitarios y se entrevistaba con personas que podrían colaborar ya antes de que llegasen los primeros miembros de la Obra." 



                             

"En el viaje de 1955 se detuvo en Viena, todavía ocupada por las tropas soviéticas. Allí rezó por primera vez a la Virgen bajo la advocación de Sancta María, Stella Orientis, Estrella de Oriente, pidiendo la liberación de los países sometidos a la tiranía comunista.”

                                                   

Jesús Gil, que es también doctor en Teología Espiritual, realizó su tesis doctoral con un estudio de la biblioteca de trabajo de san Josemaría en Roma. En la biografía  se incluyen fotografías y gráficos que explican con detalle los 2.500 libros que componen esa biblioteca, con indicaciones fáciles de apreciar sobre los autores a los que acudía con más frecuencia.


                             


Apoyándose en reproducciones de textos breves manuscritos del fundador, la biografía incluye también un resumen de los rasgos más esenciales de la espiritualidad del Opus Dei.

                           


El texto original de la biografía fue escrito por José Miguel Cejas, y ha sido actualizado y revisado por Enrique Muñiz, con base a la documentación facilitada por el archivo histórico de la prelatura del Opus Dei.



La versión electrónica se distribuye de modo gratuito a través de las principales plataformas, como Apple Libros, Google Play Libros o Amazon. La versión impresa está disponible en librerías y también directamente en la red a través de servicios de impresión bajo demanda. 

                  


Jesús Gil, que en la actualidad es vicerrector de la iglesia de san Juan del Hospital de Valencia, antes de su ordenación sacerdotal trabajó como periodista en diversos medios. Especialista en periodismo visual, ha sido Director de Arte de La Voz de Galicia,  y sus trabajos infográficos han sido reproducidos en la prensa internacional.
            

                              



Jesús Gil es autor también de Huellas de nuestra fe, apuntes sobre Tierra Santa: un recorrido por los lugares sagrados, con unas espléndidas infografías que facilitan la comprensión del Evangelio y de la vida de Jesucristo. 





      




jueves, 5 de septiembre de 2019

Derecho a la información


Derecho a la información: materiales  para un sistema de la comunicación.

José María Desantes Guanter. Ed. Fundación COSO para el Desarrollo de la Comunicación y la Sociedad.


   


El derecho a la información es el principio fundamental del que surge el Derecho de la Información. El profesor Desantes, valenciano universal por su amplia docencia en universidades de Europa y América, fue el primer catedrático de esa materia en España. En palabras de Carlos Soria, Desantes "ha realizado una de las siembras más fecundas en la historia de la Ciencia de la Comunicación española."

En este tratado editado por la fundación COSO,  el profesor Desantes nos ofrece una rigurosa exposición del desarrollo del Derecho de la Información, desde sus orígenes hasta la aparición de los nuevos medios de comunicación a finales del siglo XX.

El Derecho de la Información es una ciencia que ha sido necesario hilvanar metódicamente a medida que los nuevos medios informativos experimentaban un vertiginoso desarrollo. Su objetivo es contribuir al perfeccionamiento de la comunicación humana, esto es, servir a la persona. Desantes nos expone los materiales necesarios para construir un sistema de comunicación digno de la persona. Expongo aquí unas breves pinceladas de su contenido.

En su comentario a la Ética a Nicómaco de Aristóteles, santo Tomás de Aquino ya explicaba que la comunicación es un acto de justicia. Un comunicador es justo si comunica bien. Si comunica mal, es injusto. En el trabajo informativo no se trata sólo de hacer y dar comunicación, sino de cómo hacer y qué dar.

La comunicación es fundamental para la convivencia. No puede juzgarse sólo por sus efectos sociológicos, sino desde la ética y el Derecho. El mensaje debe ser la comunicación de la realidad. Negarlo es negar la capacidad humana de comunicación, y supone destruir el núcleo mismo de la comunidad, que está basado en la credibilidad y la confianza.

Sin una comunicación justa llega a hacerse imposible la convivencia. Donde las fuerzas públicas o privadas limitan la información, se destruye la comunidad. Comunicar es poner algo en común, pero no toda comunicación está bien informada. Donde no hay comunicación veraz no puede haber comunidad de personas, sólo existe desconfianza, como han demostrado los regímenes totalitarios.

                                Otra de las publicaciones de Fundación COSO 

Todavía hoy naciones enteras viven en la desconfianza, y eso debería ser una llamada de atención para un ciudadano responsable, que debe saber exigir sus derechos, y pedir cuentas a quien trate de negarlos con prácticas como ocultar información o deformar los hechos por intereses bastardos o partidistas.

Hoy muchos desconocen que el derecho a la información es un derecho natural, lo que significa que toda restricción de ese derecho (por fuerzas coactivas o mediante manipulaciones y sesgos informativos) se convierte en un atentado a la dignidad de la persona y a su libertad.

El derecho a la información es más amplio y profundo que la mera libertad de expresión, que científicamente precisa del derecho a la información. Lo que justifica la libertad de expresión es precisamente el derecho previo a acceder a la información.

La libertad de expresión es un derecho, no una concesión del poder. La Constitución reconoce los derechos, no los concede, porque son anteriores a ella y superiores a toda Constitución. La misión del Estado, por ejemplo, es autorizar el uso de las ondas electromagnéticas, no concederlas, porque no son de su propiedad. Son patrimonio de la humanidad.

Es bueno recordar que los derechos fundamentales se coordinan entre sí. Los inherentes a la persona priman sobre los referentes a las relaciones. Por eso la intimidad personal prevalece sobre la información.

Otro error frecuente al hablar de libertad de expresión es ignorar que debe estar basada en el realismo: hay cosas que son verdad y cosas que son mentira. Si se ignora ese principio elemental, la libertad de expresión pierde su sentido, y puede convertirse en un atentado contra la dignidad humana, contra la libertad y la  capacidad de reconocer la verdad y su derecho a conocerla. No tener en cuenta que existe la verdad y existe la mentira transforma la información en apariencia de información, en manipulación o desinformación.

La seguridad máxima de la persona consiste en aferrarse a la verdad. La afirmación, tan frecuente, de que “todo es opinable” es un atentado a la inteligencia, y desde luego un atentado muy grave a la convivencia.

Muchas desinformaciones proceden de defectos del lenguaje, de no usar los términos precisos que definen el concepto, o de emplearlos con un sentido distinto al original. Por eso es obligación del informador dominar y enriquecer constantemente su lenguaje, leer mucho y bueno, pedir y transmitir claridad en la información, no hacer de  altavoz al sofismo (el arte de engañar con el fin de captar seguidores) tan frecuente entre los políticos.

También es deber del informador adquirir la formación científica específica de su profesión, y cultivar las cualidades necesarias para ejercer su oficio: amor a la verdad, objetividad, buen gusto, prudencia. Saber (y vivir) que el fin no justifica los medios. Concebir la información como deber, no como negocio (en el sentido turbio de la palabra).

Existe una delegación del pueblo en los profesionales para que realicen el derecho a la información. Por eso los periodistas tienen derecho a la información, para que puedan cumplir el deber de informar que el pueblo les ha entregado. Un deber del que se deduce que no pueden emitir mensajes que no sean verdaderos, conformes a la verdad operativa que es el bien. Violencia, pornografía o terrorismo no son verdaderos mensajes.


El libro refleja la gran erudición de su autor, y ayuda a reflexionar sobre la complejidad de las relaciones humanas y el derecho que las regula. Da las pautas básicas para quien desee caminar con sentido en el proceloso sendero de la justicia informativa. Y hará pensar a periodistas y expertos en comunicación sobre la arteria socialmente vital por la que discurre su trabajo, que no admite superficialidades.

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Un hecho pequeño pero significativo muestra el talante del profesor Desantes y su elevado sentido de la ciudadanía. Citado por la hacienda pública para una revisión de sus cuentas, cuando se presentó solo ante el funcionario éste se extrañó: “¿Cómo ha venido usted sin abogado?” Su respuesta fue contundente y colocó al funcionario en su sitio: “Porque usted, como funcionario, es mi abogado, no mi enemigo ni mi fiscal.”

Un buen ordenamiento social, y una buena convivencia, requieren que cada cual conozcamos cuál es nuestro deber y cuál nuestro derecho, y sepamos asumirlos con respeto a las personas y fiel espíritu de colaboración. Mucho de todo eso rezuma este libro.

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Ver también en este blog reseña del libro de Desantes San Vicente Ferrer, científico.






viernes, 16 de agosto de 2019

La gran desmemoria


La gran desmemoria. Pilar Urbano. Ed. Planeta



Mucho se habló en su momento de este monumental libro de Pilar Urbano, a mi juicio uno de los mejores para conocer la historia de los primeros pasos de nuestra democracia.  Tanto que redacté esta reseña en 2014, año en que fue publicado, pero preferí demorarla hasta hoy.

Al margen de polémicas y diversidad de opiniones sobre su contenido y oportunidad, apunto tres ideas.  

Primera: está muy bien escrito, y a pesar de su extensión se deja leer con fluidez e incluso tensión dramática. Sé de personas que lo han leído en dos sentadas veraniegas. Pilar Urbano escribe con garra, y leerla es siempre un buen ejercicio para aprender el arte de escribir.

Segunda: da una buena visión de conjunto de lo que fue la transición española, con retratos conseguidos y abundancia de datos de la actividad de sus principales protagonistas. Una actividad si no secreta, sí lo suficientemente oculta como para que el ciudadano de a pié llegue a conocerla. Por eso, este esfuerzo de buen trabajo periodístico es de agradecer. 



El trabajo de investigación de Pilar Urbano, merodeando y sonsacando información -directa o indirecta, pero fiable- a personajes clave, es admirable. Quizá esa destreza esté basada en la confianza que inspira a sus fuentes, que saben que Urbano es una periodista con ideas propias pero que no manipula ni retuerce los datos hasta hacerlos coincidir con su opinión.

Alguien demasiado joven como para tener información de aquellos años, me decía que tras leer el libro por fin se ha podido hacer cargo de en qué consistió la famosa transición y el 23-F.

Y la tercera idea: la renuncia puede ser un noble gesto…



miércoles, 19 de junio de 2019

Navarro-Valls, el Portavoz



Navarro-Valls, el Portavoz. 20 testimonios para la historia.
Ed Rialp





Cuando Joaquín Navarro-Valls, Presidente de la Asociación de la Prensa extranjera en Roma, recibió una inesperada invitación a comer de parte de Juan Pablo II, no era consciente de que su vida estaba a punto de dar un giro sorprendente. “¿Qué piensa usted del proyecto de reestructuración de la Oficina de prensa de la Santa Sede?” le preguntó el papa durante el almuerzo. “No hace falta una reestructuración, sino una revolución” fue su respuesta.

Juan Pablo II había oído hablar del buen hacer profesional de Navarro-Valls, y su invitación se debía menos al deseo de conocer la opinión de un prestigioso periodista que al deseo de conocerle personalmente. Quería contar con alguien que le ayudara a hacer llegar su mensaje con nitidez, sin filtros mediáticos, a la opinión pública y a todo el mundo católico.

Navarro-Valls no pudo negarse (“a un Papa no se le niega nada”), pero puso una condición, propia de un buen profesional de la comunicación: quería tener hilo directo con el jefe. Un portavoz necesita conocer el pensamiento y las motivaciones del número 1 de su organización, y máxime en una institución como la Iglesia que se supone debe regirse por el principio de transparencia y cercanía.

Su condición fue aceptada: tuvo acceso directo al Papa, y estuvo presente en muchas de las  conversaciones más delicadas del pontificado de Juan Pablo II: Ali-Agca, Fidel Castro, GorbachovNavarro-Valls gozó de la plena confianza de un Papa santo, y esa libertad, en perfecta sintonía con el papa, le permitió realizar una auténtica revolución de la comunicación, que creó escuela y aún perdura en la comunicación vaticana y de la Iglesia.





Este magnífico libro recoge los testimonios de 20 amigos de Joaquín Navarro-Valls, entre ellos muchos de reconocido prestigio profesional, como Alberto Michelini, directivo de la RAI; la secretaria de Estado noruega Janne Haaland Matlary; George Weigel, escritor y biógrafo de Juan Pablo II;  Valentina Alazraki, de Televisa… La calidad humana y profesional de los amigos dice ya mucho del temple del personaje.

Navarro Valls era psiquiatra, pero su pasión por la comunicación y la política internacional le llevó a estudiar también periodismo. Corresponsal de ABC en Roma desde 1977, sus colegas acreditados en Roma le eligieron como Presidente de la Asociación de Prensa Extranjera en Italia.

Sus colegas le ven como un profesional de primera clase, con coraje, que sabía “mantener la elegancia bajo presión”. Pero era también un hombre de fe, miembro del Opus Dei, con una fe “robustecida por haber trabajado con tres santos”, en expresión de Greg Burke refiriéndose a san Josemaría y al beato Álvaro del Portillo, con quienes también había colaborado, y al propio san Juan Pablo II.

                       Con san Josemaría 
                         Con el beato Álvaro del Portillo


Son muy sabrosas las anécdotas sobre la extraordinaria complicidad que se llegó a crear entre Navarro-Valls y Juan Pablo II, llena por otra parte de sencillez, lealtad y sentido del humor. De Juan Pablo II aseguraba Navarro-Valls que el secreto de su comunicación no se debía “sólo a su magnífica expresividad comunicativa, sino sobre todo a que decía la verdad. En Juan Pablo II se enlazaba a la perfección lo bello, lo bueno y lo verdadero. Comunicaba a Dios, hacía amable la virtud, hacía proposiciones que podían llenar una existencia. La fuerza de su comunicabilidad no estaba sólo ni principalmente en la voz bonita o en sus gestos expresivos.”

La sintonía y complicidad entre ambos se manifestaba también en la serena profundidad de las conversaciones que mantenían, por ejemplo durante algunos de sus paseos de descanso.  La facilidad con que se remontaban de lo cotidiano hacia los aspectos más íntimos y sobrenaturales de la presencia de Dios en el mundo.



“Santidad, ¿cuál es el aspecto de la fe que más le impresiona?”, le pregunta durante un paseo Navarro. “El misterio sobrecogedor de la misericordia infinita de Dios con los hombres”, contesta el papa sin pensarlo y mirándole a los ojos… El rasgo de Juan Pablo II que más deslumbraba a Navarro-Valls era su sentido sobrenatural, su vida íntima de relación con Dios: “rezaba como si no hubiera otra cosa en la tierra.”




Norberto González Gaetano, Vicerrector de Comunicación de la Universidad de la Sancta Croce de Roma, cuenta la última charla que dirigió Navarro a 15 profesionales, sobre el Amor a la verdad. Contó la respuesta inmediata que le dio san Juan Pablo II a su pregunta sobre la frase que “rescataría” del Evangelio: “la Verdad os hará libres”. Y Navarro añadió a los asistentes a su charla: “Pero la Verdad es una Persona, no una idea. Y nuestra verdad es también personal: lo que somos ante Dios.

En su emotivo relato, el periodista de la RAI Alberto Michelini cuenta que el trato con Navarro-Valls le cambió la vida: le hizo descubrir el espíritu de santificación del trabajo profesional. A Michelini le sorprendía la sintonía perfecta con Juan Pablo II, que permitía al portavoz asumir y transmitir diáfano el mensaje del Papa. Un papa que hablaba también mediante signos, que con frecuencia expresan mejor que las palabras el lenguaje de lo inefable. Juan Pablo II ponía los gestos y el mensaje, y su portavoz les daba cauce, encontraba el momento y el enfoque adecuados para que esa voz fuera escuchada en el mundo. 




Luigi Antolli, periodista de La Republica, asegura que los resultados del trabajo de Navarro aportaron un “retorno de imagen”, en beneficio de la figura del papa y del Vaticano. Convirtió una tradicional “dirección de oficina de prensa” en portavocía de amplio campo, conquistando una libertad de iniciativa desconocida para sus predecesores.

Juan Pablo II apreció su profesionalidad y su estilo nada clerical. Junto a un encanto personal enorme -simpático el comentario que hace al respecto Valentina Alzraki- el secreto de su buena comunicación era un trabajo intenso y sistemático, la valentía y magnanimidad con que se enfrentaba a los problemas de fondo, y su rebeldía institucional para superar las barreras de la burocracia frente a la innovación.



Logró también conectar al papa con los obispos, venciendo la resistencia de la Secretaría de Estado que veía invadida su prerrogativa de canal único con Roma. La iniciativa del VIS -Servicio diario de Información Vaticana, que se emitía puntualmente a las 12:00 cada día y llegaba en directo a obispos y medios católicos de todo el mundo- fue una eficacísima arma de comunicación ideaba por Navarro-Valls para que los obispos no tuvieran que enterarse de las noticias de Roma a través de medios y agencias de noticias que frecuentemente tergiversaban u ocultaban las verdaderas palabras del Papa. La Secretaría de Estado le negó financiación para este proyecto. Pero Navarro no se frenó, y buscó personalmente ayuda de empresarios de todo el mundo.

Respecto a los corresponsales, Navarro sabía que el verdadero patrimonio de un portavoz es la autoridad. Tiene que convertirse en fuente con la mejor información. Si eso no ocurre, los periodistas buscan por su cuenta, y la institución no tiene voz única, sino muchas voces discordantes. De hecho es lo que pasaba en el Vaticano: cada periodista tenía sus fuentes reservadas, que les filtran todo tipo de rumores sin confirmar.




Ezio Mauro, editor jefe de La Republica y antes de la Stampa, dice de él que su alma de periodista le llevaba a comprender instintivamente lo que estaba bien y lo que no en la profesión, “incluso cuando cambió de bando y se convirtió en el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, y en vez de hacer preguntas tenía que dar respuestas.” Aporta un lúcido comentario de Navarro sobre los papas que conoció de cerca: “Juan Pablo II era el alma; Benedicto XVI, la razón; Francisco, el corazón.”  Y otro sabroso comentario de Benedicto, cuando Navarro le advirtió sobre imágenes y videos, diciéndole que en el mundo en que vivimos una imagen vale más que mil palabras, Benedicto respondió. “Entonces debemos rezar para que llegue un momento en el que una idea valga más que mil imágenes.” Es una oración que no olvido, comentó Navarro.

Enzio Marchione, Presidente de Ferrari, le describe como ejemplo de mente abierta y modernidad extrema en su forma de ver y de pensar. Estaba convencido de que en el mundo ni hay ni puede haber fronteras. Y por eso impulsó la exportación de los valores de la Universidad de la Santa Cruz, como la humanización de la Medicina o el desarrollo de la innovación periodística puesta al servicio de la comunicación institucional de la Iglesia.


  


Navarro Valls acompañó a san Juan Pablo II en más de 100 viajes por todo el mundo, a 128 países. Atendió a los 400 periodistas acreditados en Roma, y a miles que acudían con motivo de los grandes eventos. Más allá de su papel de comunicador, Juan Pablo II le encomendó misiones diplomáticas especiales, como las conversaciones con Fidel Castro para aclarar las condiciones del histórico viaje del papa a Cuba, o la representación del Vaticano en varias cumbres mundiales de la ONU en las que su papel fue valiente y determinante.

Lo cuenta con precisión Janne Halland. Supo enfrentarse a Al Gore, Vicepresidente de los Estados Unidos, que con engaños trataba de imponer la mal llamada “salud reproductiva”, que no era otra cosa que el control de natalidad y el aborto en países emergentes, como fórmula de protección de las sociedades opulentas. La delegación vaticana tuvo que librar batallas en solitario para oponerse al nuevo orden mundial que intentaba imponer la ONU, que pretendía difuminar el concepto de familia y redefinir el de derechos humanos, como forma de imponer, entre otros males, el aborto.


El poder del papa no es político, sino moral. Haaland hace un interesante comentario en el que llama la atención sobre la fácil amabilidad con la que muchos cristianos sucumben a la tentación de rendirse a los poderosos, que omiten defender la fe y guardan silencio por cobardía. Se necesita coraje y valentía para luchar con lo que está mal, y apoyar lo que es verdad. Es lo que hizo Navarro-Valls.

Yago de laCierva, que fue redactor jefe del VIS, encabeza su testimonio con el significativo título de “Jefe y mentor”. Hay tres ideas, dice, que resaltan en lo que aprendió de Navarro:

1) comunicación no es evangelización. Es en todo caso su avanzadilla. Las argumentaciones del portavoz de una institución eclesial, que se pone en relación con la sociedad en general, no pueden basarse en el Catecismo. Deben participar en la dialéctica de la opinión pública tal y como es, siguiendo las reglas de todas las instituciones en plano de igualdad. Sólo así se le aceptará como una institución legítima y creíble.
2) no hay que tener miedo a presentar el mensaje de modo inequívoco, no callarse al explicar los puntos de fe o de moral cristianos que pueden no ser aceptados por ciertos sectores sociales: si hay críticas, son la confirmación de que el mensaje llegó.
3) hay que llevar la iniciativa. Ese era el motivo de tantos viajes y eventos organizados por el Papa: son ocasiones para lanzar mensajes sin esperar a ser interpelados.




Daniela Petroff, de Time y Asociated Press, cuenta que sabía aconsejar como médico. Tiene grabado su estimulante consejo, cuando se encontraba desolada por haber  perdido una hija en el atentado terrorista de Fiumicino: “Recuerda que todo esto es parte de tu autobiografía.”


Todos los testimonios destacan, junto a su profesionalidad, rasgos de una rica personalidad como la independencia, la valentía y la lealtad. Rasgos todos ellos muy unidos a otro esencial: su nulo deseo de hacer carrera en la curia. Cuando tras 22 años dejó su puesto de portavoz por voluntad propia, durante el pontificado de Benedicto XVI, eludió aceptar cualquier cargo en la Santa Sede. Yago de la Cierva  aporta también otro dato relevante: no quiso editar sus memorias porque no quería hablar mal de nadie.

Janne Haland resalta también su discreción, su deseo de no llamar la atención y pasar desapercibido. Manifestado en detalles como que no quiso que se supiera de su enfermedad, pues era consciente de que atraería el interés del periodismo católico. Rehuía todo protagonismo. Era “un soldado de Cristo, un hombre en misión, ocupado en hacer el bien trabajando bien.” Puso su profesión al servicio del papa y del bien común, sin encerrarse en una ambiente cómodo, y sin caer en la ingenuidad ante las malas intenciones y el juego sucio de otros.

Muy interesantes las ideas entorno a la importancia de la benevolencia en el mundo. El título de su última conferencia -¿Puede la benevolencia cambiar el mundo?- habla de la magnanimidad de su vida. Navarro no se conformaba con hacer algunas cosas buenas. Apuntaba a mejorar el mundo, como debe hacer todo hombre de bien, todo cristiano.

Con motivo del 25 aniversario del pontificado de Juan Pablo II, fue invitado a pronunciar una conferencia en la embajada de Italia. Describió  el cuarto de siglo de Wojtyla como un “enorme psicoanálisis colectivo de nuestro tiempo, en busca de un Dios removido y enterrado en el inconsciente de la modernidad. Porque si la verdad está dentro de mí, debe explotar tarde o temprano. No puedo rechazarla. De lo contrario, me rechazaría a mí mismo.”





        Un libro de lectura amena y reconfortante, que al paso ayuda a conocer mejor una etapa muy determinante del pontificado romano y aporta luces novedosas sobre el papel de la comunicación institucional  en la Iglesia.