martes, 20 de marzo de 2012

Por un periodismo que opine sin herir





Sesión de trabajo con periodistas organizada por COSO-Fundación


Habla el director de la Fundación Coso


VALENCIA, 1 agosto 2003 (ZENIT.org).- «Hay que construir entre todos una cultura en la que el ataque personal esté mal visto: es posible señalar errores y manifestar discrepancias sin insultos ni descalificaciones globales». Lo defiende en esta entrevista Jesús Acerete Gómez, director de programas de la Fundación Coso, radicada en Valencia, una institución que apuesta por mejorar la formación de los comunicadores, técnica y éticamente.

Acerete dice además que «los periodistas deben acercarse a la realidad sin retorcerla» y reconoce que «la comunicación tiene que unir».

En esta entrevista, este profesor sugiere un periodismo que no se base en el cinismo ni el la crítica mordaz, sino que sea capaz de superar las discrepancias con educación y sensibilidad.

Acerete es partidario de fomentar la capacidad de pedir perdón entre el cuerpo periodístico: «Hay un aspecto en el que Juan Pablo II insiste mucho: la capacidad de pedir perdón cuando uno se ha equivocado en sus afirmaciones, o se ha extralimitado en sus juicios».

--¿De qué manera los columnistas y tertulianos pueden acercar a las personas, hacerlas menos indiferentes?

--Acerete: Es la misión más hermosa de la comunicación: el entendimiento con los demás, la vivificación de la vida comunitaria que es la vida de todos. La auténtica comunicación debe buscar unir y ser veraz, procurando poner énfasis en lo bueno que tiene «el otro», sea una persona, una institución o un pueblo. Fácilmente caemos en la actitud malsana de resaltar «lo malo»; quizá tiene más morbo, pero desde luego es más destructivo.

En primer lugar hay que buscar unir, que es el fin de la comunicación y del lenguaje.

--¿Así pues la información nos hace más solidarios?

--Acerete: En la medida en que una columna de opinión, o un comentario de tertulia, aciertan a transmitirnos una realidad o un punto de vista que desconocíamos --un hecho alegre o desolador para una persona o un pueblo, por ejemplo-- ya nos están sacando del aislamiento y uniéndonos a los demás. Pueden --y deben-- despertar en nosotros el interés por lo que sucede a otros, padecer con ellos, movernos a pensar remedios: hacernos más solidarios.

Además ha de ser un trabajo veraz, que es otro aspecto sustancial de la comunicación. Hay que acercarse a las personas y los sucesos con gran respeto a la realidad, sin retorcerla --sin darle «spin», como denuncia estos días algún periódico inglés-- por superficialidad o buscando un provecho. 

Respetar la realidad requiere cierto esfuerzo: hay que contrastar los datos y fundamentar las opiniones, sobre todo cuando está en juego el buen hacer o el buen nombre de otros. Y requiere sobre todo honradez intelectual, para no convertir la comunicación en instrumento de poder, de propaganda, o en simple engaño.




--¿Por qué el periodista a veces es mordaz, y hiere con sus palabras?

--Acerete: No es un problema sólo de periodistas. Es un problema humano, quizá más notorio en los periodistas porque comunican más, están más en la palestra.

Ante todo hay que decir que abundan los buenos profesionales del periodismo, que saben medir el alcance de sus palabras, y las aquilatan antes de lanzarlas. Saben que una frase no medida puede destrozar a una persona o a una familia.

Pero por desgracia es frecuente también el profesional que sucumbe a la vanidad, al afán de notoriedad a cualquier precio; si es preciso a costa de la verdad de las cosas, o del respeto que toda persona merece.

Ya Cicerón señalaba: «Hacer daño es injusto, molestar es inmoderado».

Hay que construir entre todos una cultura en la que el ataque personal esté mal visto: es posible señalar errores y manifestar discrepancias sin insultos ni descalificaciones globales.


--Usted dice que a veces se confunde cinismo con sabiduría. ¿El cinismo puede ser sano, o siempre margina?

--Acerete: La confusión no se refiere a identificación equivocada, sino a que la falta de sabiduría se suple con cinismo.

Cinismo es mentir con desvergüenza, o defender conductas de suyo vituperables. Eso puede dar cierta vitola de superioridad ante los pusilánimes o los poco instruidos, pero desde luego nunca puede ser sano, ni para el cínico ni para la sociedad en que se pusiera de moda el cinismo.

--Un profesional cristiano sabe que se puede opinar sin herir, defiende usted. Tiene alguna propuesta para potenciar esta línea de discrepar sin hacer daño?

--Acerete: El profesional que es cristiano sabe a ciencia cierta lo que cualquier profesional con sentido común reconoce o sospecha: cada persona, hasta la de apariencia más débil o mezquina, tiene una dignidad que merece ser respetada, que le hace ser sujeto de derechos.

Los cristianos sabemos además que esa dignidad le viene de ser hijo de Dios, hecho nada menos que a imagen de Dios.

Eso tiene muchas consecuencias prácticas: debemos respetar el derecho a la fama y al buen nombre; la información ha de estar basada en hechos, no en suposiciones; no se pueden hacer juicios de intenciones, porque no las conocemos; hay que respetar la presunción de inocencia; se puede discrepar sin recurrir al insulto o a la descalificación; difundir rumores infundados o hacer eco a calumnias puede constituir una agresión más grave que la violencia física…

Hay otro aspecto, en el que Juan Pablo II insiste mucho: la capacidad de pedir perdón cuando uno se ha equivocado en sus afirmaciones, o se ha extralimitado en sus juicios. Y su correspondiente capacidad de perdonar y pasar página. Deberíamos fomentarlas más. Si las tuviéramos más presentes en la profesión periodística y en la comunicación contribuiríamos realmente a hacer el mundo más pacífico, y la convivencia más humana.

Pienso que es una línea de trabajo con la que cualquier buen profesional se identifica. Esa es la experiencia que tenemos en las actividades que desarrollamos en la Fundación COSO: existe un interés creciente entre los buenos profesionales por estar en la vanguardia no sólo de los aspectos técnicos de la profesión, sino también de la calidad humana y ética de sus contenidos.

Pienso que hay que fomentar foros de estudio y reflexión similares entre los propios responsables de la comunicación, que vayan creando y difundiendo ese estilo más humano y constructivo.

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Ébano. Ryszard Kapuscinski


Ébano

Publicado por primera vez en Polonia en 1998, Ébano constituye una impresionante crónica de la experiencia de R.K. como corresponsal en África durante más de treinta años. 


Crónica impresionante no sólo por los hechos que narra, sino quizá sobre todo por la sencillez y veracidad que logra transmitir su relato, bien alejado de algunos periodismos de denuncia, elaborados a base de prejuicios, frases hechas y lugares comunes. Esta crónica, en cambio, está llena de humanidad y realismo.


Jugándose la vida y la salud, con pocos medios, pero sin hacer alardes, Kapuscinski no se conforma con los estereotipos o las versiones oficiales, que permiten al periodista enviar ácidas crónicas sin abandonar la comodidad del hotel. RK se adentra solo en los barrios más pobres, y allí se instala; viaja a lugares que no son noticia para los europeos, y por rutas que sólo transitan los indígenas. Se acerca a la realidad de las personas más humildes y describe lo que ve, con una mirada humana, en la que se adivina el deseo de comprender y ayudar. 


Gracias a esa cercanía amable, al trato directo con el pueblo más de a pié, y sin perder de vista quién es quién entre las autoridades de turno, logra describir con realismo cómo viven, cómo piensan, qué huellas de la historia pueden estar detrás de acontecimientos tan penosos como el genocidio de Ruanda y tantos otros, por qué en ese continente se suceden interminablemente las guerras y las violencias...Y qué hay de verdad en las versiones oficiales o seudo-oficiales que llegan hasta nosotros.


Junto a su maestría como escritor, destaca en R.K. su formación como historiador. En sus relatos acude con frecuencia a los antecedentes históricos de cada persona, tribu o nación, logrando una perspectiva que permite entender mejor los acontecimientos actuales. También por eso pienso que este libro constituye una de las más fiables referencias para quien desee comprender algunas claves de lo que sucede en África.


Jesús Acerete 

lunes, 19 de marzo de 2012

La nueva izquierda de Tony Blair




Tony Blair. La forja de un líder.
Philip Stephens. Ed Biografías vivas ABC




      Philip Stephens es historiador por Oxford y periodista, especializado en política internacional y británica. Decide escribir esta semblanza biográfica al comprobar en un viaje a USA el reconocimiento de los norteamericanos a Tony Blair por su apoyo incondicional tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Lo considera figura clave en la modernización de la izquierda británica, gracias a la cual bajo su mandato el partido laborista alcanzó uno de sus mejores momentos. 

    Se trata de un libro ampliamente documentado y con aportaciones de primera mano, tras conversaciones con Tony Blair y otros personajes de la política británica. Se adentra con rigor en el pensamiento político del personaje, y aporta un conocimiento práctico de los engranajes del gobierno y los partidos, así como detalles significativos de la historia reciente de Inglaterra y Occidente. 

       Algunos detalles que me han parecido significativos.

(Tony Blair) nunca puede pasar frente al espejo sin mirarse. Siempre ha sido consciente del efecto que produce en los demás. Es un actor, la fachada siempre está puesta.

 33: la pérdida de la madre dio al hijo (TB) la determinación para triunfar, y a la vez por esa época la fe cristiana se estaba convirtiendo en fuerza motivadora de su vida. Hubo como una fusión de convicción moral y ambición ardiente, que le pusieron en el camino del gobierno. Cree en Dios y ama a su familia. No es frecuente entre los políticos. Familia, religión y política son las tres cosas más importantes para él.

 36: la realización personal depende de la asociación con otros y de la confianza. Los individuos se forman por su relación con el resto de la comunidad en que han crecido. Por eso la familia es fundamental, porque pone los cimientos para unas redes más amplias de las q dependen las sociedades sólidas.

 38: para el público, cuando se hace referencia en el discurso al terreno religioso, la línea entre lo correcto y lo mojigato es peligrosamente fina. Y Blair a veces parecía cruzarla, lo que inquietaba a gente de su partido. Además, al defender la idea de la moral absoluta, desafiaba la ortodoxia predominante en la izquierda.

 39: el respeto a los homosexuales, a las madres solteras y a los que mantienen relaciones menos formales no tiene por qué poner al partido contra la familia convencional. ¿Por qué el voto laborista (socialista) tiene que significar un estilo de vida alternativo? La familia es el primer lugar donde las personas aprenden las normas de comportamiento social. Con la disciplina familiar se aprende la disciplina social y el sentido de responsabilidad.

 40: basó la política social laborista en el sentido común más que en la ideología. Atacó a los conservadores por estigmatizar a los padres solteros, pero declaró que los adultos no debían preferir que sus hijos mantuvieran una relación no estable. La familia sería tratada como una “unidad social estable esencial”. 

 40: utopía de la igualdad: ¿de riqueza, de oportunidades? (historia de las viviendas sociales con vistas a parque, pero las de atrás vistas a naves industriales: al final optaron por girar 90º y se quedaron todas sin vistas al parque: iguales en la miseria…)

 41: todos somos iguales a los ojos de Dios, tenemos derecho a ser tratados igualitariamente, sin tener en cuenta riqueza, raza, sexo, posición social. Pero eso no significa que seamos uniformes en posición o carácter. Todos debemos tener la oportunidad de realizarnos al máximo.

 45: los votantes no quieren sermones de sus políticos. La caricatura de político que más daño hace es la del predicador santurrón. Es peligroso que un político hable como teniendo a Dios de su parte, o reclamando el monopolio de la sabiduría moral.

 46: sólo los que están siempre en la oposición mantienen unas posiciones ideológicas estereotipadas en términos de división izquierda-derecha. Blair dice que tiene una fuerte colección de convicciones, pero no ideología; y no son estereotipadas.

 57: su padre procedía de la clase obrera, y sin embargo se hizo conservador. Y le explicaba la razón: “los laboristas nos frenan, no quieren que triunfemos, no quieren que prosperemos”. 

 68: los planes de impuestos de los laboristas enviaban el mensaje de que seguirían castigando a quienes hubieran ascendido con éxito en la escala de la prosperidad.

 71: para Blair, el principio rector de un partido moderno de centro izquierda es que las personas prosperan en comunidades sólidas. El Estado podía y debía ser amigo del individuo, una fuente de seguridad en un mundo que cambia rápidamente. Pero el partido laborista (pensaba) había confundido el concepto de comunidad con la idea de un estado centralizado fuerte: un gran gobierno por sí mismo, olvidando al individuo, con una política de impuestos opresiva que apenas deja espacios de libertad.

 74: en 1993 Inglaterra estaba conmocionada por un trágico suceso: el cruel asesinato de un niño de 2 años por dos adolescentes. Hasta ese momento el mensaje laborista hubiera sido achacar la tragedia a la desigualdad, el desempleo y los recortes en el estado de bienestar. Blair afirmó que había que comprometerse en reducir la privación social en que prospera la delincuencia, pero también que los políticos debían perder el miedo a hablar de los valores y los principios en que creemos. Dijo que la sociedad había perdido la brújula ética, que la tolerancia había dado paso al abuso de la libertad, y que había llegado el momento de prescindir del relativismo moral y retomar la distinción fundamental entre lo bueno y lo malo. No podemos existir en el vacío moral. Y declaró que los socialistas serían severos con el delito y con las causas del delito.

 92: la política del estado de bienestar del New Labour sería buscar trabajo a las personas, no mantenerlas sin trabajar. ¿Qué más da que una empresa sea de propiedad pública o privada si se cumple el objetivo de una sociedad más cohesionada? Hay que acabar con los falsos dilemas de los viejos límites entre izquierda y derecha.

93: es absurdo ver la empresa y la justicia social como si estuvieran en oposición. Para redistribuir riqueza lo 1º es tener capacidad de crearla. Lo 1º que se debe plantear un partido es cómo crear riqueza.

134: distanciado de la vieja división ideológica entre izquierda y derecha.

139: el € nace en enero de 1999.

146: Irak: Blair concebía la nueva estrategia militar de GB como una fuerza a favor del bien en el mundo. Había un impulso moral en su decisión de entrar en guerra. Consideraba que GB no podía esperar a que estallaran las crisis, sino que debía actuar anticipadamente, en lo que luego se llamó intervención preventiva militar en el extranjero.

297: agosto 2003: disensión entre los diputaos laboristas por la legislación sobre hospitales-fundación y tasas a los estudiantes universitarios. En opinión de Blair, la oferta monolítica de servicios había sido una excusa para la mediocridad, y para una actitud hacia los servicios públicos que hacía prevalecer los intereses del productor sobre los intereses del ciudadano. Los detractores decían que igualdad requería uniformidad. Pero era absurdo argumentar que todos los hospitales, universidades y escuelas debían ser iguales en todos los aspectos.

300: aportar a la era del consumidor egoísta el valor de la solidaridad.


 JA, 19-3-2012

jueves, 15 de marzo de 2012

G.K.Chesterton, mi amigo. W.R. Titterton




G.K.Chesterton, mi amigo. W.R.Titterton. Ed Rialp


Amigo y colaborador de G.K. en varias de sus empresas periodísticas, Titterton escribe en caliente y a vuela pluma, con el corazón partido, la primera semblanza del genial polemista, al que tanto admiraba. 

Más que una biografía, estamos ante un conjunto de recuerdos en los que desea resaltar la gran humanidad y la agudeza intelectual de su amigo, al que considera un santo. 

Se percibe la influencia de G.K. tanto en el estilo como en el fondo de lo que escribe, pues por momentos no se sabe si lo que escribe es suyo o de su amigo. Enlaza entre los recuerdos muchas de las frases luminosas de G.K., en un intento de pintar su perfil intelectual antes de que fuera desdibujado por la historia o por sus enemigos. 

Le impresiona la huella católica en su personalidad y  en su obra, y especialmente en su opción por el distributismo, como tercera vía para una sociedad realmente justa: “El comunismo es un vástago del capitalismo. El distributismo es la idea católica”. 

Afirma que en medio de sus bromas e ironías, que podrían darle imagen de superficialidad, había una constante tensión en defensa del catolicismo

Del mismo modo, su imagen de amigo de la cerveza y de las tabernas –que tanto gustaba glosar a sus enemigos- era una falsa percepción: G.K. disfrutaba no tanto de la cerveza como de la charla jovial compartida en amigable camaradería en las tabernas; los que sí consumían alcohol eran muchos de sus detractores, que bebían a solas y se escandalizaban –¿o sentían envidia?- de sus largas y divertidas tertulias de taberna.

Páginas con algunos pasajes o ideas sugerentes:

69. Belloc: “No hay nada que de sentido al cansancio de vivir, salvo la risa y el amor de los amigos”: en eso coincidía con G.K.
Creemos en Dios firmemente (…) pero solo una o dos veces en la vida somos conscientes de Él (…): como quien ve de refilón a Alguien que desaparece a la vuelta de la esquina. Como si Dios, al pasar, se volviese para sonreírnos. Esa ráfaga nos llega a todos de cuando en cuando.

71: El mundo es a la vez milagrosamente hermoso e interesante, y monstruosamente feo y repulsivo… ¿Cómo odiarlo hasta el punto de querer cambiarlo, y al mismo tiempo amarlo hasta el punto de q merezca la pena cambiarlo? ¿Es posible contemplar su colosal hermosura sin estar conforme? ¿Su mal colosal sin desesperar?

En “Ortodoxia” cuenta q los filósofos escépticos le ayudaron mucho, le salvaron de la herejía. Atacaban la fe por toda clase de motivos contradictorios: demasiado alegre y demasiado triste, vehemente y suave, exuberante y ascética… Y se dio cuenta de q las herejías no eran mentiras, sino pedacitos desgajados de su contexto e inflados. 

Es como decir “el mundo es bello, dejemos las cosas como están”. Pero eso es ignorar q el mal existe. Hay que decir “Hágase tu voluntad” y también “líbranos del mal”.

81: capitalismo y socialismo son tiranías parecidas, y la 2ª es hija de la 1ª.

91: era alegre, porque le gustaba la gente y le gustaba estar con la gente; y porque a pesar de la pena, daba gracias a Dios por estar vivo en este mundo tan maravilloso.

92: tenía ideas claras, y la mente clara como el cristal, y un poder de razonamiento tan potente y suave como un Rolls Royce.

99: la línea (de cierto periódico) consistía en sacar de contexto un trocito de verdad e inflarlo.

El nacionalismo es una herejía tan verdadera que es peligrosa, a menos que quede equilibrada por la idea católica (que significa universal). Pero el equilibrio significa la muerte de la doctrina nacionalista.

166: buen director (de periódico) es el que distingue lo importante entre las noticias del día, y lo comenta con conocimiento amplio, juicio seguro, honestidad inexpugnable y valor sin límites.

168: siempre se decía que su dolor no era nada en comparación con el Dolor del Huerto. Su angustia no era nada en comparación con la Angustia del Árbol. Para él la religión era la única realidad candente de la vida.


J.A. 15-3-2012

lunes, 3 de mayo de 2010

LIBERTAD DE EXPRESIÓN






El derecho fundamental a la información requiere libertad de expresión para informar. Esto lo sabemos todos. En lo que quizá no estamos tan de acuerdo es en calibrar hasta qué punto se respetan estos derechos aquí y en el mundo en general. Uno percibe cierta desproporción en los juicios, y no se puede tratar como partes iguales lo que es profundamente desigual.

No existe en absoluto libertad de expresión en muchos lugares del planeta. No la hay en China, aún anclada en un comunismo que no admite disidencias. Ni en Cuba, donde no hay libertad ni de expresión política, ni de nada medianamente reticente con el régimen de Castro, una reliquia del cavernario socialismo stalinista. De Corea del Norte ni hablemos. En Venezuela el régimen chavista, inspirado en el comunismo de Castro, aprieta férreamente las gargantas de los opositores, y veremos en qué para si nadie planta cara a sus atropellos.

En la mayor parte de los países de mayoría musulmana uno se juega la vida si pretende hacer uso de su derecho a la libertad de expresión, mayormente de expresión religiosa, que es la libertad fundamental, porque el hombre sin Dios acaba siendo un número sin importancia. Ni siquiera se puede expresar tranquilamente a solas a un musulmán lo que uno piensa en materia religiosa, porque puedes acabar en la cárcel, o expulsado del país, acusado de ‘inquietar al musulmán en su fe’. Muchos musulmanes son perseguidos, incluso hasta la muerte, si manifiestan interés por una religión distinta. No está muy fuerte la libertad de expresión en los países musulmanes.

La libertad de expresión en las democracias occidentales está bastante más desarrollada. Pero es preciso reconocer, que siendo superior, tiene no pocas deficiencias. Hay una fuerte presión contra el que trate de emplear un lenguaje que no coincida con el de la ideología dominante, el laicismo relativista, convertido en la nueva religión oficial. Las frases y expresiones ‘políticamente correctas’ son obligatorias, si uno no quiere sufrir acoso y mobbing. ¿Quién se atreverá ahora, por ejemplo, a recomendar a sus hijos la lectura de Blancanieves y los siete enanitos? El nuevo dogma de la ideología de género tiene su lista negra de lo que no se permite leer. Una lista negra que sigue creciendo día a día.

Tampoco anda muy allá la libertad de expresión en nuestros medios de comunicación. Periodistas y columnistas están con demasiada frecuencia férreamente atados a la batuta de los que mandan en la empresa informativa. Un silencio sepulcral se cierne sobre pautas de conducta impuestas y nunca, o muy pocas veces -porque la valentía no es tan frecuente como algunos se autoatribuyen- denunciadas ni reconocidas.

Y luego están otros temas, que también lesionan la libertad de expresión. Que si esta foto sí porque salgo bien, que si esta no porque salgo peor. Mal hecho. Pero reconozcamos que hay lesiones y lesiones. Es preciso reconocer y denunciar la existencia de gravísimas ‘deficiencias’ de la libertad de expresión, si uno quiere tener autoridad para denunciar otras de orden menor. Y poner cada una en su sitio, ordenadas jerárquicamente. Y reconocer las deficiencias en el propio entorno, antes de denunciarlas en el entorno del contrario. Porque el truco de manipular haciendo ‘partes iguales’ de lo esencial y cuantitativamente diverso, descrito magistralmente por Vladimir Volkoff, ya está muy visto.

Siempre he pensado que deberíamos celebrar, junto a la libertad de expresión, su complemento necesario: la expresión veraz, proporcionada y responsable. Nunca somos más auténticos que cuando usamos la libertad para decir la verdad, y no lo que nos interesa.


Jesús Acerete
Director de Programas de la Fundación COSO


viernes, 16 de abril de 2010

Galileo y la Iglesia. Walter Brandmuller.



Galileo y la Iglesia. 
Walter Brandmuller. Ed. Rialp


El asunto Galileo suele despacharse en las columnas periodísticas con frases tópicas y despectivas hacia la Iglesia. Cuando uno se acerca a la realidad histórica, se detiene en analizar los datos, y los juzga con rigor histórico, como hacen los buenos historiadores  –esto es, teniendo en cuenta también las circunstancias y mentalidad de la época en que sucedieron los hechos- se da cuenta de que esas frases tópicas falsean la historia. Deforman los hechos de tal modo que uno no puede dejar de sospechar acerca de las intenciones de quienes las emplean.  Al menos duda de su rigor científico.


El acercamiento a la realidad del caso Galileo  obliga a un largo estudio de los documentos de la época, y estos a prolijos matices y precisiones. Es lo que ha hecho Walter B. con este libro, denso y detallado, que aporta mucha luz al lector que razone y esté libre de prejuicios.


Entre los puntos decisivos para la condena de Galileo, señala Walter B.,  estuvo el menosprecio de la prohibición que se le había impuesto de tratar como irrefutable la teoría copernicana, sin aportar pruebas. E influyó no poco el carácter de Galileo: era un polemista consumado, y toda su vida mantuvo controversias científicas con colegas, en el estilo punzante de la época.


Respecto al proceso en sí, para ser objetivos y juzgar con rigor histórico, hay que conceder a los jueces las normas procesales y mentalidad de la época.  Por otra parte, consta que las opiniones entre los jueces estaban divididas: varios eran partidarios de Galileo. Pero Galileo hizo declaraciones tan patentemente falsas ante el tribunal, que puso difícil el papel de sus partidarios. Consta que los jueces se esforzaron por ser justos. Por ejemplo, que no se recogieran las falsedades declaradas por Galileo  en el  proceso hace ver la benevolencia con que se trató de juzgarle.


La amenaza de tortura si no daba a conocer su verdadera opinión era un formalismo más del proceso. (Formalismo que no deja de ser penoso, sobre todo visto desde la cultura occidental en el siglo XXI.  Pero hay que considerar la mentalidad y costumbres de la época, y mirar también lo que en aquellos años hacían otros tribunales civiles, y otras naciones europeas; por no hablar de las costumbres de países con menor nivel de civilización: ninguno se andaba en sus inquisiciones con tanto formalismo).


Se condenó a Galileo a reclusión formal y breve en el Santo Oficio, y usando unas habitaciones principescas. Su “prisión” fue alojarse en la casa de su amigo íntimo el arzobispo de Siena, que le trató como a un padre. Duró sólo 5 meses: no puede decirse que Galileo fue “recluido y vigilado” por la Inquisición. Además, la condena incluía que durante tres años debía rezar unos salmos una vez por semana, y no difundir su libro Diálogos.


Durante ese tiempo de “confinamiento”, Galileo dio cima a sus investigaciones físicas sobre el cosmos, y publicó sus mejores aportaciones a la física, sin que sufriera ningún obstáculo por parte de la Inquisición. Y por supuesto recibía multitud de visitas de amigos y científicos, de nobles y clérigos, que le apoyaban en sus trabajos.


El motivo que el tribunal adujo para la condena fue que defendía como auténtica, y no como mera hipótesis, la teoría de que el sol no se mueve, que está en el centro del universo, y que la tierra gira en torno a él, sin aportar prueba alguna. Esta doctrina, decía el tribunal con un claro error de juicio, es contraria a la Sagrada Escritura. Pero no se obligó a Galileo a abjurar del heliocentrismo.


Otro matiz necesario es que una sentencia de un tribunal eclesiástico no es un dogma. Hay una gran diferencia entre una declaración en materia de fe emitida por el Papa o un concilio, y una sentencia del Santo Oficio. Esta última no requiere adhesión íntima, como requeriría una verdad de fe o un dogma, sino sólo docilidad. Lo prudente es seguirla, pero uno puede mantener dudas interiores sobre un futuro cambio de criterio.


Por otra parte, la cuestión que subyacía en la discusión acerca de si era el sol o la tierra la que permanecía fija o se movía, era la interpretación y comprensión de la Biblia, y la polémica con el protestantismo, que echaba en cara a la Iglesia católica el alejarse de la literalidad de los textos bíblicos: esta acusación puso en guardia a los eclesiásticos, que extremaron su cuidado en la fidelidad a los textos. Y esta fue la razón por la que una instancia eclesiástica de pronto quiso intervenir en una cuestión que hoy vemos claramente como exclusivamente científica.

J.A.




lunes, 12 de abril de 2010

El montaje. Vladimir Volkoff.







Novela ambientada y escrita en la Europa de la guerra fría. Constituye una buena síntesis de la desinformación operada desde la Rusia soviética y sus satélites (especialmente Alemania Oriental) sobre la sociedad occidental. 


Describe con detalle las múltiples técnicas y  estrategias lanzadas por los comunistas para manipular a la opinión pública europea: propaganda blanca; propaganda negra, en la que ya aparece la mentira;  intoxicación, que es una forma sutil de inducir a error; la desinformación como estrategia global; la influencia,  mediante agentes y técnicas inverosímiles… 


Y cientos más: difusión de falsos manuscritos atribuidos a disidentes; presentar grandes mentiras arropadas por alguna verdad; tratar como iguales realidades absolutamente desproporcionadas; difundir  contraverdades no comprobables;… 


Eran técnicas viejas, pero fueron llevadas a cabo con un empeño, precisión  y amplitud quizá jamás vistos en el mundo.


El objetivo soviético no era sólo desinformar,. Deseaba sobre todo atacar todos los planes de crecimiento de Occidente, a quien consideraba su enemigo.  Hacía falta quebrantar cuanto pudiera fortalecerle: la fe en un ideal común, las virtudes de los jóvenes, las comunicaciones y el transporte, la natalidad, las tradiciones, y por supuesto la religión. 


Se emplearon a fondo en ese objetivo desestabilizador durante decenios, con el apoyo de sus cajas de resonancia en cada nación europea 



Así enumera algunas de las máximas que debían seguir los agentes soviéticos: desacreditar el bien; comprometer a los jefes; quebrantar su fe, inculcando desdeño hacia los valores y ridiculizando  las tradiciones; utilizar individuos viles; desorganizar a las autoridades y sembrar discordia entre los ciudadanos; excitar a los jóvenes contra los viejos; perturbar el abastecimiento (papel en el que habrían de emplearse a fondo determinados sectores sindicales); apelar a los instintos más bajos de la juventud; fomentar la difusión de músicas lascivas; fomentar la lujuria; no reparar en gastos para comprar voluntades…

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El libro no ha perdido utilidad: sirve para dar a conocer a las jóvenes generaciones cómo se llegaron a fraguar, en amplios sectores de la Europa libre, estados de opinión favorables al comunismo, gracias a una propaganda concienzudamente elaborada que fue capaz de presentar como idílica  una sociedad como la soviética, en la que reinaba el terror y la miseria, como bien pronto se pudo comprobar. 


Supo usar para lograrlo, entre otros medios, a quinta-columnistas a sueldo o muy bien recompensados, captados casi siempre en el mundo de la literatura (destaca en la novela el personaje del agente literario), el  periodismo,  la cultura y el arte

Uno de los ejemplos más claros de esa desinformación que los comunistas lograron introducir en la cultura occidental, y que aún pervive en los mentideros de propaganda política, es la manipulación del término "fascista". Siguiendo la consigna de Stalin, todo lo que era contrario al comunismo tenía que denominarse fascista. Y sólo podían aspirar a ser catalogados como "antifascistas" los partidarios del comunismo soviético.


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Su lectura enseña también a estar alerta para discernir entre la avalancha  de información y la propaganda, entre la intoxicación o la información veraz.  Existen  poderosos grupos de presión, algunos herederos de las mismas ideologías materialistas y ateas que sostuvieron al totalitarismo soviético, que siguen usando profusamente las mismas tácticas de mentira y confusión.


Con sus montajes, lanzados desde cajas de resonancia estratégicamente situadas en nuestro mundo globalizado, logran que no pocos ciudadanos sigan cayendo ingenuamente en sus redes. 


Un claro ejemplo son las campañas que sufre sistemáticamente la Iglesia católica,  o las que  sufren tantos ciudadanos que, en uso de su libertad, tratan de ser coherentes con ideas inspiradas en la doctrina social de la Iglesia


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Nunca el ciudadano ha necesitado más sentido crítico y capacidad de discernimiento. Es cierto que la verdad siempre acaba abriéndose camino: no hay más que ver lo que sucedió en el imperio soviético, o lo que fue de los partidos comunistas europeos.


Pero mientras se hace la luz, hay un tiempo en que  muchos desprevenidos son seducidos por los oropeles de la mentira. No se dan cuenta de que se está operando a su alrededor una gran siembra de confusión, cuyo objetivo es –como se propuso Mao Tsé-Tung- forjar el molde de las conciencias de las masas que son adversas a su ideología.



Por eso libros como éste, sin ser definitivos, aportan un bagage necesario para quien quiera pensar por sí mismo,  y no por las cabezas de unos pocos con mucho poder. Porque esos ideólogos existen, aunque su máxima primordial sea negar  a toda costa su existencia. Es la misma máxima del diablo, que “nunca sale mejor parado que cuando finge no existir.”


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Explica Vladimir Volkoff que  los rusos tienen un vocablo para designar no la falsedad, o la mentira, o el error, sino, muy exactamente, lo contrario de la verdad: KRIVDA. Y que por eso solían decir –en pleno triunfo aparente de la desinformación soviética- que bastaba con leer el diario oficial PRAVDA (Verdad) en un espejo para saber a qué atenerse. En esto andaban más espabilados que muchos occidentales incautos.