Brillante novela, al
parecer en clave autobiográfica, que narra la historia de Alberto, un joven
estudiante de filología en la Ferrara de entreguerras.
De familia judía de clase
media, el muchacho sufre las consecuencias de las leyes racistas que empieza a
aplicar Mussolini, y es expulsado del club de tenis.
Alberto conoce desde
pequeño a los hijos de una rica familia judía, los Finzi-Contini, y está desde
siempre prendado de la hija, Micòl. Estos, como muestra de solidaridad ante su
expulsión, le invitan a su casa, una lujosa mansión rodeada de un bello parque. Acuden
también otros jóvenes que como él han sido expulsados del club social.
Deslumbrado por la clase y el
trato humano y cordial que recibe de la familia, y de la propia Micòl, Alberto acude
cada vez con más frecuencia al palacio, y acaba intimando con Micòl: una joven
guapa, lista, de amena conversación y gran clase humana.
Lo que Micòl ve solo como
un amor de amistad, fraternal, el joven lo entiende como el amor entre hombre y
mujer. Y cuando finalmente Micòl le rechaza, el sufrimiento de Alberto es
desgarrador.
Sólo se recupera cuando su
propio padre le hace ver, en una cariñosa conversación de padre-anciano a hijo-quesehacehombre,
que es señal de madurez para un hombre reconocer el no de una mujer, y que hay
que aprender a valorar las diversas circunstancias que rodean a ambos, sin
dejarse arrastrar sin más por los primeros y lógicos afectos.
Escrita con gran estilo,
traza un bello relato en el que afloran valores humanos sobre el amargo fondo
histórico de la discriminación racial, creciente en la Italia de los años 30 a
instancias de las leyes nazis de Mussolini.
Pero Bassani no se centra
en cuestiones políticas y sociales, sino en el fondo humano de los personajes, dibujando
sus caracteres con maestría, y logrando una gran riqueza humana en los diálogos,
que transmiten valores. Aunque no siempre los consejos que afloran sean
afortunados, el conjunto es de gran calidad literaria y recomendable.
Irene Kyamummi, premio
HarambeeONGD 2020, en Valencia
La doctora Irene Kyamummi
es anestesista en uno de los mejores hospitales privados de Kampala. Sus
orígenes son humildes. Sus padres, maestros,le inculcaron la fe cristiana y el sentido del deber. “Tu irás a donde te lleven tus notas”, le
decían desde muy niña. Y estudió con responsabilidad. Sus buenas notas le
permitieron una beca del gobierno ugandés y el acceso a la universidad pública de
Makerere. Otra de sus hermanas también lo logró.
Desde sus años de
estudiante en la facultad de medicina, Irene dedica al menos un día por semana
a atender a niños que viven en barrios
marginales y no tienen acceso a cuidados médicos. Muchas veces sus familias carecen de conocimientos básicos de nutrición e higiene, y eso es el origen de muchas enfermedades infantiles. Hay que comenzar por
desparasitar a los niños, y educar a los padres, normalmente a la madre porque
el padre no suele estar muy accesible.
Irene comenzó ese trabajo
lleno de gratuidad y cariño con varias amigas que frecuentaban como ella
actividades de formación cristiana del Opus Dei en Kampala. Un día por semana acudían a los barrios
marginales de la capital, y docenas de niños recibían
por primera vez en su vida cuidados
médicos e higiénicos elementales.
Kyamummi amplió estudios en Kenya y en Roma. Domina seis
idiomas. Le sobra preparación profesional, pero no alardea. Pudo quedarse a trabajar en Europa, pero
prefirió regresa a su tierra, porque allí la necesitaban más. Es de la raza de
africanas que están construyendo sobre sólidos cimientos el futuro de África. Saben que sólo de ellos depende. Y el futuro se construye con acciones
de presente, aunque parezcan pequeñas.
Su programa CHEP (Child
Help Project) es uno de esos pequeños pero firmes pasos hacia un futuro digno para África. Puesto en marcha durante su estancia en Kenya, ha atendido hasta la
fecha a unos 5.000 niños que malviven en los slums de Nairobi.
A su regreso a
Uganda, Irene está iniciando el mismo programa en los slums de Kampala.
Aspira a construir un pequeño dispensario, similar al Kimlea Clinic de Kenya,
que le sirva como base de operaciones. Quién sabe si con los años ese
dispensario no se convierta en un gran hospital, accesible a gente sin
recursos, como el hospital Monkole, en Nigeria.
El trabajo abnegado de
Irene en favor de los más necesitados de su tierra le ha valido el Premio
Harambee 2020 a la Promoción e Igualdad de la mujer Africana. Ha pasado por
Valencia para darnos a conocer su proyecto y las condiciones en que se
desarrolla. Y hemos aprendido mucho de ella.
Es curioso: no ha venido a
pedir, sino sencillamente a mostrar. Y parafraseando sus palabras, nos dice: “Esto
es lo que yo y mis amigas hacemos. Y lo voy a seguir haciendo. Al principio no
me daba cuenta, pero ahora veo que pequeños proyectos como este pueden cambiar
el mundo. Si queréis podéis ayudar, con muy poco allí hacemos mucho. Y nosotras
vamos a seguir trabajando, tenedlo seguro…” Y lo dice con una sonrisa juvenil, llena de sencillez y cordialidad.
Su mirada serena transmite
paz y confianza en el futuro. A los alumnos de medicina, nutrición y enfermería
de la Universidad Católica de Valencia les abrió los ojos, con sencillez, sobre
las posibilidades que todos tenemos –y muy especialmente los profesionales de
la salud- de cuidar a los que nos rodean con sentido de gratuidad. Y de ayudar con campos de trabajo sanitario en Uganda y en otros países.
Les
transmitió experiencias médicas valiosas sobre situaciones clínicas que se
encuentra en sus recorridos por los slums. A veces tras una enfermedad
detectada, como la anemia de una niña, se esconde un drama familiar, al que
también hay que poner remedio. O tras la invalidez de un niño hay un apático
desconocimiento de que es posible operar y restablecer el miembro paralizado. Y consiguen fondos para que el niño pueda ser operado en un buen hospital.
Irene ha estado también
con alumnos del colegio de Fomento El Vedat. “Con muy poco dinero allí podemos
organizar las cosas para que un niño pase tres revisiones médicas anuales,
desparasitarlo y darle tratamiento médico si lo necesita.” O para
hacer llegar a la familia los alimentos de los que el niño se
descubre que carece.
¿Qué niño español no tiene 5 euros en su bolsillo o en su
hucha? Pues eso es lo que necesita esta intrépida médico ugandesa para cuidar de un niño de los slums durante
un año.
Kyamummi se reunió también
con el equipo de voluntarias valencianas que colaboran con Harambee. Su trabajo
es abnegado y constante. Ellas consiguen buena parte de lo que es posible
enviar a los proyectos africanos.
Los delegados de Harambee
en Valencia reunieron también a un nutrido grupo de emprendedoras valencianas,
en el Mirador de Comedias. Fue un encuentro motivador y entrañable. Irene habló con
sencillez y dulzura, en un castellano envidiable, y todos pudieron saber más de la vida africana y de lo mucho que
desde aquí podemos ayudar.
Y es una ayuda que llega a buen
puerto, porque está animada por personas como Irene, que no sólo conocen el
terreno, sino que lo viven, y saben que la única ayuda eficaz para el
desarrollo es la que pone por delante los valores espirituales de la persona y
la educación.
Las ayudas basadas en principios meramente materiales, sin alma,
son las que acaban ahogando el desarrollo de África, porque si se deja de lado el
espíritu, con él se pierden la moral y la justicia. El hombre no solo vive de pan.
Vale la pena ayudar para que el proyecto CHEP de la
doctora Kyamummi llegue a más niños de Uganda. Y para que cunda el ejemplo. Con
muchas mujeres como Irene, África está en buenas manos. Y tendrá futuro.
“Que ningún niño muera por falta de asistencia
sanitaria”
Homenaje
de profesionales valencianas a la doctora ugandesa Irene Kyamummi, Premio Harambee 2020
Profesionales de diversos
sectores ofrecerán el jueves en Valencia un homenaje a la doctora ugandesa Irene
Kyamummi,que ha recibido el Premio Harambee 2020 a la Promoción e Igualdad de la MujerAfricana
por su trabajo en zonas deprimidas de Kenya y Uganda.
Formada en la universidad de Makerere de Kampala, la doctora
Kyamummi ha trabajado durante más de 10 años en el proyecto CHEP, que presta
asistencia sanitaria a niños de los suburbios de Nairobi (Kenya). Ahora
comienza a desarrollar ese proyecto en los slums de Kampala (Uganda).
Junto a cuidados médicos a
los niños, el programa facilita formación y habilidades para el desarrollo profesional especialmente a chicas jóvenes y madres de barrios
marginales. Más de 5.000 niños y sus familias se han beneficiado hasta ahora de
este programa.
Ante el éxito de su trabajo
en Nairobi, Kyamummi ha regresado a Uganda para desarrollar el proyecto CHEP en
los suburbios de Kampala.
“He comprobado en Kenya –señala
la doctora Kyamummi- que es posible salvar la vida de miles de niños,
prestándoles un mínimo de atención socio-sanitaria a la que no tienen acceso. A
veces sólo hay que hablar con las madres para darles nociones de higiene y
alimentación, y así se logra que tengan unas condiciones de vida más saludables.
Les hacemos chequeos para desparasitarles y detectar posibles anemias u otras
enfermedades propias de los niños.”
“En Uganda muchos niños
mueren de enfermedades gastrointestinales, que en realidad serían de fácil curación si
dispusieran de ese mínimo de atención sanitaria. Ya he hablado con muchos
colegas de mi país, que están dispuestos a dedicar parte de su tiempo a atender
solidariamente a los niños más desfavorecidos. Sólo me falta conseguir un
pequeño terreno para construir una pequeña clínica donde atenderlos.”
Proyecto
CHEP
El proyecto CHEP
(Child’sHealth Program) responde a uno de los objetivos del milenio: “que
ningún niño muera por falta de asistencia sanitaria.” Casi el 50% de los
niños que viven en los suburbios de las grandes ciudades africanas mueren antes
de llegar a los 10 años por no contar con cuidados médicos. Probablemente
salvarían su vida si en esa etapa contasen con asistencia sanitaria.
La doctora Kyamummi puso en
marcha el programa CHEP en la Kimlea Clinic, en el área de Lumuru,
suburbio de Nairobi. Kimlea es una labor social en la que colabora personal
sanitario voluntario. Para el funcionamiento sólo necesitan 5 € por niño y año.
Con 50 € se puede dotar a un niño de un seguro médico que les permite recibir
asistencia sanitaria durante los diez primeros años de su vida. Reciben tres
chequeos anuales, que permiten detectar enfermedades antes de que se cronifiquen.
Cuando es necesario, el niño recibe también atención hospitalaria.
Kyamummi impartirá también
un seminario dirigido a estudiantes de nutrición, enfermería y medicina de la
UCV, para dar a conocer las condiciones en que se desarrolla su trabajo y los
resultados obtenidos en la población.
Harambee-ONGD
en Valencia
La psiquiatra valenciana Elena
Colomina lidera la ONG Harambeeen
Valencia.Explica que “Harambee en
swahili significa “todos a una”, es la expresión que se usa en África cuando un
proyecto necesita la ayuda de todos. Harambee desarrolla su actividad gracias a
la colaboración desinteresada de muchos voluntarios y donantes.”
Desde su nacimiento en 2002, con motivo de la canonización del fundador del Opus Dei, Harambee-ONGD ha colaborado en la puesta en marcha y financiación de más de 100
proyectos (de alfabetización, sanidad, educación, promoción y liderazgo de la
mujer, concienciación de la opinión pública…) en 22 países del África
subsahariana.
Harambee-ONGD apoya proyectos
sostenibles llevados a cabo por africanos comprometidos con el
desarrollo de sus propios países.
La mayoría de los proyectos
educativos que apoya están dirigidos a la mujer, porque las mujeres en
África constituyen el sector más vulnerable de la población. Aunque el papel de
la mujer es esencial para el sostenimiento de la familia africana, sin embargo
su formación apenas se valora. Muchos de los proyectos de Harambee tienen como
finalidad abrir horizontes profesionales a las mujeres africanas.
Entre los proyectos llevados
a cabo por los voluntarios de Harambee en Valencia destaca Diseños que cambian vidas, en el que
diseñadores valencianos consiguen becas para que chicas de Costa de Marfil y
Togo puedan realizar estudios de Corte y Confección. Se realizan en colaboración
con la Fundación COSO para el Desarrollo de la
Comunicación y la Sociedad.
En su magnífico estudio
sobre la historia de la literatura universal Breve historia del leer, Charles
Van Doren resalta esta obra de Tolstoi como una de las mejores novelas jamás
escritas. Recrea con precisión la vida en el imperio ruso durante la primera
mitad del siglo XIX, con las guerras napoleónicas y la invasión francesa como
telón de fondo. A su juicio, en ningún otro relato se han narrado mejor
episodios decisivos del momento, como las batallas de Austerlitz (2 de
diciembre de 1805) o Borodino (7 de septiembre de 1812).
La calidad de Tolstoi se
refleja tanto en su capacidad de reconstruir y contar historias como en el
retrato humano y psicológico de sus personajes. Es una novela que aporta datos
históricos relevantes,pero también hace
pensar sobre los grandes temas que deberían ocupar más nuestra mente: el bien y el mal, la belleza o fealdad de los caracteres, la redención
y el perdón...
Van Doren recomienda leer
esta magna obra de un tirón, y concuerdo con él: sería lo deseable, porque
además el relato atrapa. Pero… feliz quien pueda disponer así de su tiempo : “bastan 50 horas de lectura…” Cuando la
lectura se espacia durante semanas o meses el efecto escasi igual de fantástico.
Apunta también un sabio
consejo: no hay que preocuparse si uno no recuerda quién es quién a medida que
se va adentrando en la lectura, entre el fárrago de nombres propios no siempre
pronunciables. Hay que tener paciencia y esperar a que la trama discurra.
Cuando la lectura ya ha avanzado, los personajes principales se nos van haciendo
cercanos y claramente distinguibles. Pasado no mucho tiempo Pierre Bejuzov y
Nathasa Rostova son uno más en la familia del lector.
Sucede –señala Van Doren-
como en la vida misma: nos cruzamos con personas que aparecenfugazmente, y desaparecen de nuestro
recuerdo; otras en cambio acaban siendo piezas centrales en el gran relato de
nuestra vida, y su nombre permanece imborrable.
“Que
sólo Jesús se luzca”, nueva biografía ilustrada de san Josemaría Escrivá.
La Oficina de Comunicación
del Opus Dei en Valencia ha acogido en un encuentro periodístico la
presentación de “Que
solo Jesús se luzca”, una biografía ilustrada de san Josemaría de la que
son autores los periodistas Jesús Gil y Enrique Muñiz.
Jesús Gil, sacerdote y
especialista en periodismo visual y diseño gráfico, ha explicado que “aunque ya
hay numerosas y buenas biografías de san Josemaría, faltaba una que
transmitiera la información sobre su vida y mensaje a través de mapas, dibujos
e infografías."
Hay ideas que sólo pueden ser explicadas con texto, pero otras
muchas pueden ser mostradas de una manera más cercana y sencilla, que facilite
al lector joven actual sintonizar con el atractivo mensajede santidad en la vida ordinaria que difundió
san Josemaría.”
El libro contiene más de 300
fotos, algunas inéditas, textos autógrafos y numerosos mapas e infografías, que ilustran la vida, el mensaje y la intensa actividad evangelizadora que realizó san Josemaría,
recorriendo Europa para poner las bases del desarrollo del Opus Dei en los
diversos países.
"Deseábamos una biografía accesible y gratuita, al alcance de todo el que buscara información sobre el mensaje de santidad en la vida ordinaria, encarnado en la vida y enseñanzas del fundador del Opus Dei."
"Muchas de las imágenes transmiten información sólo con verlas. Por ejemplo, la foto de su Primera Comunión, con un traje muy laical y natural para la época, nos hace ver que la secularidad del espíritu del Opus Dei estaba ya implícita en el estilo de vida que san Josemaría aprendió de sus padres."
Es inédita también la foto de sus hermanas fallecidas con muy poco tiempo de diferencia a tierna edad, cuando Josemaría era un niño poco mayor que ellas. Esa foto ayuda a comprender el dolor que debió embargar a la familia. Un dolor en el que se forja el caracter y endereza la mirada hacia los inescrutables planes de Dios
El autor ha contado que
“cuando san Josemaría recordaba sus viajes agotadores para iniciar el trabajo del Opus Dei, solía comentar que había sembrado de Avemarías las carreteras de Europa. Los gráficos y mapas de esos viajes nos
ayudan a hacernos cargo mejor del alcance de sus palabras, pues una buena infografía
muestra visualmente la dimensión real de las cosas, en este caso del esfuerzo
que esos desplazamientos requerían."
"Por
ejemplo, asombra uno de los viajes que realizó durante varias semanas en pleno
invierno de 1955. En ese viaje recorrió en un coche renqueante más de 6.000 km
por las malas carreteras de la época.”
“San Josemaría estaba
haciendo lo que luego llamaría “la prehistoria del Opus Dei” en los países
centroeuropeos: norte de Italia, Austria, Suiza, Alemania, Francia… Visitaba a
los obispos de las ciudades a las que se extendería el trabajo apostólico del
Opus Dei,conocía de primera mano los
campus universitarios y se entrevistaba con personas que podrían colaborar ya antes de que llegasen
los primeros miembros de la Obra."
"En el viaje de 1955 se detuvo en Viena,
todavía ocupada por las tropas soviéticas. Allí rezó por primera vez a la
Virgen bajo la advocación de Sancta María, Stella Orientis, Estrella de
Oriente, pidiendo la liberación de los países sometidos a la tiranía comunista.”
Jesús Gil, que es también
doctor en Teología Espiritual, realizó su tesis doctoral con un estudio de la
biblioteca de trabajo de san Josemaría en Roma. En la biografíase incluyen fotografías y gráficos que
explican con detalle los 2.500 libros que componen esa biblioteca, con indicaciones fáciles de apreciar sobre los autores a los que
acudía con más frecuencia.
Apoyándose en
reproducciones de textos breves manuscritos del fundador, la biografía incluye también
un resumen de los rasgos más esenciales de la espiritualidad del Opus Dei.
El texto original de la biografía fue escrito por José Miguel Cejas, y ha sido actualizado y revisado por Enrique Muñiz, con base a la documentación facilitada por el archivo histórico de la prelatura del Opus Dei.
La versión electrónica se distribuye de modo gratuito a través de las
principales plataformas, como Apple Libros, Google Play Libros o Amazon. La
versión impresa está disponible en librerías y también directamente en la red a
través de servicios de impresión bajo demanda.
Jesús Gil, que en la actualidad es vicerrector de la iglesia de san Juan del Hospital de Valencia, antes de su ordenación sacerdotal trabajó como periodista en diversos medios. Especialista en periodismo visual, ha sido Director de Arte de La Voz de Galicia,y sus trabajos infográficos han sido reproducidos en la prensa internacional.
Jesús Gil es autor también de Huellas de nuestra fe, apuntes sobre Tierra Santa: un recorrido por los lugares sagrados, con unas espléndidas infografías que facilitan la comprensión del Evangelio y de la vida de Jesucristo.