La Pasión
según san Mateo, de Juan Sebastián Bach, es una obra
maestra de la música de todos los tiempos. Muchos tenemos la costumbre de oírla cada año, en este
tiempo de Semana Santa, en el que todo invita a un silencio contemplativo ante
ese gran misterio de un Dios que nos ama tanto que ha querido manifestarnos su amor padeciendo hasta la muerte, y muerte de Cruz, para rescatarnos de la perdición en que vivíamos.
Si la música es el arte de ordenar sonidos y silencios para dotarlos de sentido, la Pasión según san Mate logra llenar de sentido la narración del Evangelio.
La música, con su melodía y sus silencios, capta nuestra atención y nuestra mente, alcanza nuestro interior, mueve nuestro estado de ánimo, y despierta en nosotros los mejores sentimientos al hilo del relato de la Pasión.
Las
arias me parecen sublimes. Permiten situar el corazón ante esa actitud de
adoración y contemplación, que despierta el deseo de devolver amor y consuelo a Quien tanto ha
querido padecer por nosotros.
Conmueve ese aria del perfume difundido, con la que comienza el relato del
Evangelio, que invita a derramar lágrimas que se extiendan como perfume
agradable de desagravio hacia el Amado Salvador.
El Amado Dios cae... para levantarnos a todos de nuestras caídas. Sufre, para enseñarnos la paciencia, para que cuando sin culpa suframos ultraje y burla sepamos que Él vengará la inocencia de nuestro corazón. "Por amor va a sufrir mi Salvador, aunque de pecado nada sabe..."
Y sobre todo, en un clima de esperanza, porque "Tu gracia y tu bondad son más grandes que mi pecado". Y de dulce aunque amargo consuelo, porque la Pasión redentora no acaba en la Muerte ni en el Sepulcro, sino en la Resurrección. "Amado inocente, poderoso, ante el que tiembla y teme el poder del mundo..."
"Reposa ya tranquilo, Jesús mío". Toda nuestra Redención se ha consumado.
Sugiero
seguir la letra, bien con los subtítulos en la pantalla, o mejor aún, con la versión original en alemán y su traducción al español.
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