miércoles, 11 de enero de 2023

Relato de una madre

 



Relato de una madre. Victoria Gillick. Ed Rialp

 

Ahora que algunos miran a las familias numerosas con susto y como algo desfasado, sienta bien releer relatos como éste de la familia inglesa Gillick y Gordon. Y dejarse sorprender por la felicidad y el buen humor que reinan en una familia cuando no se sacrifica la posibilidad de tener hijos al triste dios de la comodidad.  

Victoria Gillick reacciona ante la incomprensión que la sociedad muestra hacia familias como la suya, y logra transmitir con su valiente testimonio la realidad del sabio dicho popular: cada nuevo hijo trae un pan debajo del brazo. Un pan en sentido material: porque las dificultades y estrecheces económicas agudizan el ingenio, y siempre acaban surgiendo soluciones para llegar a fin de mes. Pero un pan también en sentido más profundo: porque cada hijo es fuente de maduración, de crecimiento humano y espiritual para los padres y para cada uno de los hermanos. Es de las familias numerosas de donde suelen surgir las personas con más coraje y más capacidad de sacrificio por los demás. Y eso es también pan para todo el conjunto social, hastiado de individualismo egoista.

No podía ser de otro modo, pues ese invento divino que es la familia es una verdadera escuela de entrega, solidaridad y altruismo. Una verdadera escuela de amor, que no pueden mirar sino con recelo los que no han tenido la suerte de experimentarlo. Con recelo, incluso a veces con absurdo desprecio, pero en el fondo con envidia.

Miren por ejemplo este tierno recuerdo de la autora sobre el espíritu de cooperación en que crecen los niños en una familia numerosa:

    En las familias numerosas, cuando la madre no puede atender por sí sola a todos, surge espontáneamente entre los hijos la necesidad de echar una mano para aligerar la tarea. Los dos mayores, de apenas 5 y 6 años, ya daban muy sonrientes el biberón a los dos gemelos desde que tuvieron 4 meses… Nunca cometieron un error, y era una experiencia muy amable para ellos, que sirvió para unirles muy estrechamente durante aquellos años y después. La necesidad fue, en el caso de ellos, la madre del amor.”

Recuerdo que, cuando se publicó el libro, causaron algún escándalo varias de las situaciones familiares descritas por Gillick, ciertamente algo anárquicas. En parte se debían a la profesión bohemia y algo transhumante de los esposos, ambos artistas de éxito relativo. Pero en parte también pienso que ese aparente desorden y anarquía procedían  de un modo de afrontar la vida lleno de libertad y confianza en el futuro. Un modo, por cierto, profundamente cristiano. Algo que esta sociedad nuestra debería recuperar si quiere tener futuro.

 

lunes, 2 de enero de 2023

Algunos libros en la vida de Joseph Ratzinger


 

Lecturas que dejaron huella en Joseph Ratzinger-Benedicto XVI

Peter Sewald, en su espléndida biografía de Benedicto XVI, desgrana, al hilo de sus conversaciones con el papa, algunas de las lecturas que han podido marcar la trayectoria intelectual de Ratzinger desde sus años jóvenes.

Para un intelectual que ha dedicado su vida a buscar la verdad en lo mejor del saber humano y en el tesoro del Evangelio y de los Padres de la Iglesia, es lógico que la enumeración no sea exhaustiva. Pero algunos títulos resultan significativos, y el propio Ratzinger señala que han sido decisivos en el desarrollo de su pensamiento.

 

Amor y verdad. Agustín y Tomás de Aquino

        Ratzinger descubre a san Agustín al leer Las Confesiones, y queda cautivado por su profunda y viva teología, que emana de su experiencia vital, muy distinta a la de Tomás de Aquino.

La lectura de Tomás de Aquino (demasiado impersonal para su gusto, en un principio) no le interpela con esa fuerza, pero la de Agustín sí, profundamente, porque Agustín se muestra como hombre apasionado que sufre y se interroga. Agustín es alguien con el que uno puede identificarse, afirma Ratzinger, porque Agustín ve la propia pobreza y miseria de pecador a la luz de Dios, y a la vez se siente movido a la acción de gracias por el hecho de ser aceptado por Dios y elevado mediante la transformación de su persona.

A Agustín lo veo como un amigo, como un contemporáneo que me habla”, explica Ratzinger. Agustín es “una persona animada por el inagotable deseo de encontrar la verdad, de descubrir qué es la vida, de saber cómo debe vivir uno.”

        La huella de Agustín de Hipona se percibe en los escritos de Ratzinger: “El ser humano es un gran enigma, un profundo abismo. Sólo a la luz de Dios puede manifestarse plenamente también la grandeza del ser humano, la belleza de la aventura de ser hombre.”

Con la lectura de san Agustín, en Joseph Ratzinger arraiga el convencimiento de que no bastan los libros para conocer a Dios: “sólo una profunda moción del alma puede producir abundancia de conocimiento de Dios.”

Pero también el poderoso rigor intelectual de Tomás de Aquino ayudó a configurar su mente. Ya en 1946 su profesor le hizo un encargo que le marcaría: traducir del latín la Cuestión disputada sobre la caridad, de santo Tomás. Debía encontrar las innumerables citas en los pasajes originarios de la Sagrada Escritura, así como rastrear los textos de filósofos y teólogos que menciona Tomás –Platón, Aristóteles, Agustín–, cotejarlos y localizar y registrar capítulo y líneas correspondientes a cada uno de ellos.

Esta tarea propició su encuentro intelectual con Edith Stein, que había traducido por primera vez al alemán las Cuestiones disputadas sobre la verdad.

El amor y la verdad se convertirían con el tiempo en temas centrales de toda la obra de Ratzinger. A su juicio, no puede haber amor sin verdad ni verdad sin amor. Curiosa casualidad: el amor no solo fue su primer tema como teólogo, sino también el tema de su primera encíclica como papa. Su ópera prima en la facultad, con el título de Comunicación sobre el amor, apareció en una tirada de dos ejemplares (el primero, manuscrito; el segundo, mecanografiado); su ópera prima como papa, Deus caritas est [Dios es amor], en una tirada de más de tres millones de ejemplares.

Edith Stein fue canonizada por Juan Pablo II, en presencia de Ratzinger, el 11 de octubre de 1998 en la plaza de San Pedro de Roma. Simultáneamente, el papa polaco declaró a la mártir alemana copatrona de Europa. «Sea consciente de ello o no, quien busca la verdad, busca a Dios», afirmó la carmelita santa.


El futuro de la humanidad. Herman Hess, Guardini, Newman, Orwell

        Influyen mucho en el joven Ratzinger dos obras de Herman Hess: El juego de los abalorios y El lobo estepario. Hess se confronta críticamente con el espíritu de la época.

En El juego de los abalorios hay un asombroso parecido con la trayectoria intelectual y religiosa de Ratzinger: el joven protagonista ingresa en una orden ficticia que busca la verdad mediante el saber y la música, y llega a lo más alto de la orden.

El lobo estepario narra el desgarro anímico de la época: el protagonista es un personaje hipersensible y solitario, hombre de libros y de ideas, buen conocedor de Mozart y de Goethe, criado por padres y maestros cariñosos, severos y muy píos, que vive inmerso entre una cultura europea antigua que se hunde y una tecnocracia moderna que crece excesivamente. Añora los corazones llenos de espíritu, no puede encontrar la huella de Dios en una época tan burguesa, y por eso se siente como un lobo estepario en medio de un mundo cuyas metas no comparte.

        Ratzinger estudió a fondo las obras de Romano Guardini y de J. H. Newman, de Sartre, el Diario de un cura rural, de Bernanos… Todo ello iba dejando huella en su mente, que aprendía a discernir con sentido crítico, a tomar lo bueno y colegir el daño que puede hacer lo malo.

Son obras que ayudan a penetrar y hacerse cargo de los problemas que abruman al hombre de nuestro tiempo. Permiten vislumbrar también los riesgos que acechan a la humanidad, sobre los que Benedicto no ha cesado de reflexionar y poner en guardia con su Magisterio, en el que junto a la racionalidad de los argumentos se percibe la asistencia del Espíritu Santo.

Cuatro de sus lecturas preferidas sobre la peligrosa deriva del mundo han sido 1984 (G. Orwell), Un mundo feliz (Aldous Huxley), Señor del mundo (R.H. Bergson, puesta de relieve y recomendada también por el papa Francisco), y Breve relato del Anticristo (Vladimir Soloiev).

 



Amor y sexualidad. Adam y Joseph Pieper

Los libros de August Adam sobre el amor y la sexualidad influyeron en el pensamiento de Ratzinger. Adam afirma que el impulso sexual no debe considerarse “impuro”, sino un regalo que a través del amor al prójimo alcanza su santificación.

        Estas ideas, junto a las de Josef Pieper en su libro El amor, aparecen en su primera encíclica: Deus caritas est, en la que habla de “sumergirse en la embriaguez de la felicidad”. La encíclica explica la misión caritativa de la Iglesia en el mundo: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en Él.”. Ese es el corazón de la fe cristiana, la imagen cristiana de Dios y la consiguiente imagen del hombre y de su camino en la tierra: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él.”

        El cristianismo no ha destruido el eros: al contrario, la humanidad de la fe incluye el sí del hombre a su corporeidad, creada por Dios. El eros regalado por el Creador permite al ser humano pregustar algo de lo divino.

        Amor a Dios y amor al prójimo forman una unidad indisoluble. Sin amor al prójimo el amor a Dios se marchita. Sin amor y contacto con Dios, en el otro no reconoceré su imagen divina.

        “El amor es una luz –en el fondo la única- que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar. El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios.”

 

La nueva física encamina de nuevo a los científicos hacia Dios y hacia la imagen cristiana del hombre.

La Filosofía de la libertad de Wenzl mostró que la imagen del mundo derivada de la física clásica, en la que Dios no desempeñaba ya papel alguno, había sido reemplazada, a consecuencia del desarrollo de las propias ciencias de la naturaleza, por una imagen del mundo que volvía a ser abierta.

La convicción entre los intelectuales con los que se codea Ratzinger en la universidad era que los científicos, «en virtud del cambio radical iniciado por Planck, Heisenberg o Einstein, estaban de nuevo en el camino hacia Dios». Era hora de que la metafísica, es decir, la doctrina de lo que se encuentra detrás del mundo conocido y calculado, volviera a ser de una vez la base común de todas las ciencias.

En resumen: el futuro tan solo podía ser reconstruido sobre una base intelectual, conforme a la idea de la vida que está bosquejada en la liberal y reconciliadora imagen cristiana del hombre.

 

Cambio radical de pensamiento y Filosofía de la libertad.

Si esta obra de Wenzl (Filosofía de la libertad) fue para Joseph impulso para pensar e inspiración, el libro del profesor de teología moral Theodor Steinbüchel Cambio radical de pensamiento se convirtió en lectura clave. Quería conocer «lo nuevo» en lugar de limitarse a una filosofía «manida» y «envasada». El novel estudiante se sentía muy decepcionado por profesores que habían dejado de ser personas indagadoras y, en su estrechez intelectual, se contentaban con «defender lo hallado frente a cualquier pregunta».

En Verdad, valores, poder, de Steinbüchel, Ratzinger leyó frases que le conmovieron profundamente: «El ser humano se da solo ante Dios y solo en libertad; únicamente bajo ambas condiciones es persona». El «conviértete en lo que eres» tiene sentido sólo si se sabe realmente qué es el hombre: ser hacia Dios. Y llegar a ser uno mismo, como exigía Heidegger, solamente es auténtica realización del yo si es incorporado a la relación con Dios, en la que se cumple lo que de verdad son el «hombre» y el «yo».

De ahí que Dios no sea, como sostiene Nietzsche, la muerte y la ruina del hombre, sino su vida: «El garante de su libertad es Dios, porque este lo ha creado como el ser que se trasciende hacia el tú y porque esta trascendencia de su ser tan solo se realiza en la vida de la libertad personal».

Steinbüchel, en su Cambio radical de pensamiento, se basa en la obra poco conocida de Ferdinand Ebner, quien a principios de siglo XX redescubre que la palabra de la revelación no es una construcción del pensamiento, sino hallazgo y recepción, comprensión de sentido que el pensamiento no ha ideado por su propio poder.  Un ser conocido que es la realidad del Dios personal que en su palabra se dirige al hombre perceptor.

Sólo en este dinamismo vivo y decisivo se constituye la existencia humana en su singularidad más profunda, misteriosa y responsable. Ebner construyó una filosofía de la relación yo-tú entre la criatura y el Creador que ponía las bases del existencialismo cristiano y del pensamiento dialógico.

 

Hildegarda de Bringen, sabia, científica y mística

Quizá para nosotros poca conocida, desde su juventud Ratzinger se sintió atraído por la figura de Hildegarda de Bringen, sabia, médica, poeta, compositora y mística, que vivió en el siglo XI y ha sido canonizada y declarada doctora de la Iglesia por él cuando llegó a Papa. Hildegarda amó a Jesucristo en su Iglesia, sin ingenuidad ni timideces: como Benedicto. Seguro que esta santa doctora ha ocupado el papel de guía fiel en el camino espiritual e intelectual de Benedicto.


                           

jueves, 1 de diciembre de 2022

Elogio a la carta

 

Hay tiempos, como la Navidad, en que sentimos una íntima necesidad de comunicarnos con los seres queridos. La forma de hacerlo ha cambiado mucho. La tecnología nos lo ha puesto mucho más fácil. Pero de tan fácil, quizá por el camino hemos perdido la capacidad de expresar bien lo que sentimos. Y si no nos paramos a expresarlo certeramente, corremos el riesgo de perder el sentimiento mismo, de desdibujarlo hasta dejarlo convertido en un convencionalismo superficial.

 

En Navidad y Año Nuevo miles de millones de mensajes cruzarán el espacio y aterrizarán en móviles y ordenadores. Lacónicas frases en su mayoría, dibujitos en movimiento con luces de colores, enlaces a sorpresivas músicas emotivas… Mucho ruido, pero poca comunicación verdadera.

 

Quedan unos pocos que siguen fieles a la carta navideña, entrañable, con palabras bien dichas, certeras, de corazón a corazón. Enviada por medios digitales, o todavía en papel, con sobre y postal, y hasta con sello de motivo navideño, que ya es para nota. Pero carta bien pensada, bien dicha, de corazón a corazón, personal.

 

Para decir cosas al corazón ausente no hay como la carta. En la carta, antes de escribirla, miramos a nuestro interior y nos preguntamos qué sentimos exactamente. Rebuscamos las palabras para dar con las que mejor expresen el sentimiento, el deseo, el cariño que anida dentro. Palabras que sin ser relamidas sean certeras. Breves, graciosas, sencillas. Palabras discretas pero verdaderas.

 

En la introducción a las Cartas a un joven poeta, de Rainer María Rilke, leemos un bello elogio de la carta como medio de amistad: “Soy de aquellos hombres a la antigua, que ven todavía en las cartas un medio de trato, uno de los más bellos y fructíferos.”

 

Escribamos cartas. Es un ejercicio que nos afina y enriquece, porque requiere mirar adentro para conocemos mejor. Y al intentar dar con las palabras acertadas y escribirlas, establecemos una comunicación verdadera con otros corazones. Así florece la amistad.

 

 

viernes, 2 de septiembre de 2022

Liderazgo femenino

    Una luminosa entrevista de la Agencia portuguesa Ecclesia a Isabel Sánchez, Secretaria de la Asesoría Central del Opus Dei. Su misión es ayudar al prelado en el gobierno de la prelatura, que se ejerce colegialmente con la colaboración de hombres y mujeres a la par. 

    Interesantes sus palabras sobre la necesidad social de redescubrir el valor de cada persona, y de orientar la vida y el trabajo a cuidar de los demás, comenzando por la propia familia: es el núcleo del mensaje cristiano, y una necesidad urgente para nuestro mundo.

    Sobre el liderazgo femenino, afirma que la mujer no necesita aplastar al varón para ejercer su liderazgo. Cada hombre y cada mujer tienen unas cualidades propias, y todas son necesarias. "No hay otra forma de construir un mundo mejor que contar con todos." 

    Vale la pena escucharla: transmite sentido común, claridad y paz en un ambiente en que con frecuencia impera la confrontación.

   Isabel Sánchez publicó recientemente en la editorial Planeta Mujeres brújula en un bosque de retos


miércoles, 20 de julio de 2022

Abril encantado




Abril encantado. (The Enchanted April) Elisabeth von Arnim

 

Deliciosa comedia de enredo, protagonizada por cuatro mujeres inglesas. No se conocen, son muy distintas entre sí, pero les une el deseo de alejarse por un tiempo de la monotonía de sus vidas en su oscuro y gélido país, para gozar de unas vacaciones en la luminosa primavera de un pueblecito de la costa italiana. Solas, y lejos de sus maridos y familias.


El suave clima, la generosa fragancia de las flores en su apogeo primaveral, la luminosidad mediterránea… casi inadvertidamente comienzan a obrar su milagro en estas mujeres que han llegado estresadas y psicológicamente abatidas por problemas y faltas de entendimiento con sus parejas, y que se miran con recela entre ellas.


Pero el calor y la luz del Mediterráneo son capaces de transformar a quien se deja penetrar por la belleza del paisaje: entonces los problemas aparecen en su justa dimensión, poco a poco se disipan las tinieblas interiores, y va cambiando también la misma mirada hacia los demás: suspicaz y llena de prejuicios al principio, se va convirtiendo en una mirada comprensiva, tierna, capaz de disculpar toda deficiencia. La luz del sol y la fuerza de la primavera han despertado el amor en sus corazones, primero en la más sensible y soñadora de las protagonistas.


De agradable lectura, la autora domina el arte de describir con gracia el mundo interior de los personajes, haciendo sonreír con frecuencia al lector. Quizá la principal lección del relato es ayudarnos a caer en la cuenta de la potencia transformadora sobre los demás de nuestra mirada de cariño. Nada ayuda tanto a desear ser buena persona como sentir sobre uno una mirada de cariño y aliento. 


Como el sol y la belleza del paisaje son capaces de disipar las tinieblas interiores, una mirada sincera de cariño es capaz de disipar todo prejuicio y hostilidad en las relaciones. Nunca acabaremos de descubrir suficientemente la poderosa capacidad transformadora del amor


       

 

 

 

 

jueves, 23 de junio de 2022

El arte de ser amables

    Esta escena de la comedia romántica "Mejor imposible" (As good as it gets, 1997), protagonizada por Helen Hunt y Jack Nicholson, refleja con gracia el valor de una virtud que deberíamos poner en valor: la amabilidad. 

   Muchos de nuestros políticos y "comunicadores" desprecian la amabilidad. Con frecuencia en sus "diálogos" prefieren hacer alarde de descortesía, quizá porque piensan que con su insana estridencia se hacen notar más. Pero lo único que consiguen es envenenar la convivencia. 

    Las personas no estamos hechas para la agresión -ni siquiera verbal- ni para el desafecto, sino para la empatía y la amabilidad. Olvidarlo es abrir las puertas al infierno, que debe ser un estado de horrible incomprensión entre seres reconcentrados en su egoísmo. 

    Mirar a los ojos, sonreír, escuchar con paciencia, tratar de hacerse cargo de lo que siente, piensa y prefiere el otro, pronunciar con frecuencia su nombre durante la conversación... Son pequeños detalles con los que afirmamos al otro en su dignidad, y al hacerlo nos hacemos más dignos a nosotros mismos, porque damos con la llave natural de la propia felicidad: el amor al otro. 

    "Tú haces que quiera ser mejor persona." ¿Hay frase más amable que esta? ¿Por qué no intentamos que quienes se cruzan en nuestro camino la sientan? ¿Por qué no la expresamos con más frecuencia y agradecimiento a nuestros seres queridos? 


miércoles, 22 de junio de 2022

Diferentes y complementarios

    Cuando la relación entre un hombre y una mujer es incondicional, la pareja no es una cosa más en la vida de cada uno de ellos. Es un valor transversal, que está presente en todos los aspectos de la vida. El otro pasa a ser el soporte de la natural dependencia de cada uno. La pareja se siente un equipo en todo momento, y uno procura actuar de manera que en el otro surja el deseo de ser mejor persona.

    La psicóloga Lucía Pérez explica en esta práctica sesión cómo mejorar el entendimiento y la unión de afectos entre el hombre y la mujer. Requiere el esfuerzo de comprender las diferencias entre uno y otro, y descubrir la fantástica riqueza que surge en el día a día de las parejas que han entendido su complementariedad, se quieren como son, incluso con sus defectos, y al validar, admirar y aceptar al otro le ponen en condiciones de sacar lo mejor de sí mismo. 

    Como las anteriores, esta sesión puede ayudar también  a jóvenes que estén pensando en elegir pareja, y desean acertar.