jueves, 23 de junio de 2016

El testamento de la abuela del papa Francisco




El fantástico libro El gran reformador, de Austen Ivereigh, sobre la vida de Jorge Bergoglio, tiene entre sus muchas cualidades la de ofrecer un contexto claro de cuanto ha influido en la trayectoria vital del futuro Papa Francisco. Ambiente familiar, estudios, las complejas corrientes ideológicas y culturales del momento, crisis políticas... Y desde luego, la acción del Espíritu Santo, que actúa tantas veces a través de personas que nos pone cerca.

Avanzando en la lectura del libro, se descubre a uno de esos personajes claves de la vida del Papa Francisco: su abuela Rosa. Era una mujer santa, ha dicho de ella Bergoglio. "En mi breviario tengo su testamento y lo leo a menudo: para mí es como una oración." 

Lean este fragmento de su testamento, y verán por qué: 

"Que mis nietos, a quienes he dado lo mejor de mí misma, tengan una vida larga y feliz. Pero si un día el dolor, la enfermedad o la pérdida de una persona querida debieran llenarlos de aflicción, que no olviden nunca que un suspiro hacia el Tabernáculo, donde está guardado el más grande y más venerable de los mártires, y una mirada hacia María al pie de la cruz pueden hacer caer una gota de bálsamo sobre las heridas más profundas y más dolorosas."

¡Qué gran papel tienen reservado los abuelos! Sin saberlo, con su ejemplo y dando lo mejor de ellos mismos (también su oración, y su sonrisa, y sus consejos) están ayudando a forjar a los líderes que el mundo precisa. Más que líderes: hombres de Dios, que con su vida facilitan la acción al Señor de la historia



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