miércoles, 22 de junio de 2016

Varón y mujer: el riesgo del amor

Varón y mujer. Teología del cuerpo
Juan Pablo II. Libros Palabra



                                                  



Este valioso libro, prologado por la profesora Blanca Castilla, recoge un ciclo de homilías en torno al amor humano, pronunciadas en las audiencias generales por san Juan Pablo II. Es una ayuda formidable para cuantos desean convertir el matrimonio en camino de santidad, en una sociedad sometida a fuertes presiones hedonistas y materialistas, que con frecuencia ha perdido el sentido de la sexualidad.




Con profunda intuición teológica, y el sugerente estilo espiral que le caracterizó, Juan Pablo II analiza el significado del amor humano, de la feminidad y masculinidad, de la modestia y el respeto a la dignidad del cuerpo, a la luz de las palabras de Jesucristo recogidas en el Evangelio (Mateo 19 y Marcos 10): "Al principio no fue así". 




Por "al principio" entiende Juan Pablo II una referencia de Jesucristo al estado de inocencia originaria en que vivían Adán y Eva. Antes del pecado original, varón y mujer se ven mutuamente como Dios les ve: son imagen de Dios, y una donación que Dios les hace del uno al otro. Toda la creación es un gran don que Dios deja en manos del ser humano para que lo cuide. Dios mismo es don, amor que se da. Y ser imagen de Dios es aprender a darse.




La "desnudez" originaria significa el bien originario de la visión divina, que varón y mujer poseen, que les permite conocerse "sin sentir vergüenza", con toda la paz y serenidad de la mirada interior. Esa ausencia de vergüenza significa plenitud de comprensión del significado del cuerpo, como donación. No significa una carencia, sino plenitud de conciencia y de experiencia.




La inocencia originaria es el testimonio tranquilo de la conciencia, que precede a cualquier experiencia de bien y de mal. Inocencia malherida por el pecado original, pero rescatada con creces por la Redención, que permite volver a descubrir el amor humano en toda su bondad original ("el mundo es bueno porque ha salido bueno de las manos de Dios") como donación entre varón y mujer. Así es posible llegar a comprender que la felicidad, como dice Juan Pablo II, es el arriesgarse en el amor: porque amar es darse.  













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