Villete. Charlotte Brontë
Villete (nombre de una
ciudad imaginaria), es el título de una de las novelas de la escritora inglesa
Charlotte Brontë. Es la última de sus obras, publicada en 1853, dos años antes
de su prematuro fallecimiento, cuando estaba a punto de cumplir 39 años. La más
conocida de sus novelas es Jane Eyre.
Ambas novelas tienen en
común que se inspiran en experiencias autobiográficas de la autora. Recrean los
anhelos y sentimientos de una joven con buena educación, pero que pasó parte de
su infancia y juventud en malos internados, lejos del hogar. Su madre había
fallecido cuando apenas contaba 5 años.
Con tono melancólico, propio
de la época, Charlotte traza con gusto poético los perfiles psicológicos de sus personajes, que parecen personas reales con las que se ha cruzado
en la vida. Los retrata con fina capacidad de observación, en la que se
perciben quizá sus propios anhelos, y las ansias de compañía y comprensión de un
corazón abatido por años de soledad y sufrimiento.
Se lee con agrado, y puede enseñar a descubrir el valor de algunas virtudes de convivencia, hoy olvidadas o desconocidas. Sabe mostrar el atractivo de las conductas correctas, los defectos que pueden llegar a hacer odiosa la relación entre las personas, y también lo duras que podían llegar a ser algunas costumbres de la época marcadas por el rigorismo.
Señalo algunos ejemplos:
Para resultar grato
“Hay temperamentos dulces,
vehementes, alegres, bajo cuya influencia resulta provechoso que vivan los
pobres de espíritu, del mismo modo que
quienes precisan recibir los rayos del sol” (p. 194)
La conversación interesante
“Nunca me resultó pesado escucharle,
porque no se limitaba a hablar de los temas vaga o fríamente; nunca
generalizaba y jamás era repetitivo (…) era observador y nada superficial. Eso
hacía que su charla fuera interesante, y el hecho de que siempre utilizara sus
propios recursos, sin pedir prestado ni hurtar a los libros –como hacen otros:
aquí un seco dato, allá una frase hecha y en todas partes una opinión de
alquiler- le aseguraba una frescura y una originalidad, tanto mejor recibidas
cuanto que era muy raro encontrarlas.” (p. 194-195)
“La capacidad de sentir y la
de comprender a fondo los sentimientos ajenos son facultades distintas; pocas
personas tienen las dos en igual medida, y algunas carecen de ambas.” (p. 189)
Carácter
“Su alegría parecía natural
y espontánea. Su porte y su aspecto (…) tenían algo de peculiar, de original.
Se leía en sus rasgos un dominio nada común de las pasiones y un caudal de sana
y profunda energía que, sin ningún esfuerzo agotador, sabía soportar el
desengaño y extraer el aguijón (…)
Aparecía a la vez decidido, tolerante y
haciendo gala de su buen carácter. Así, ¿quién podía evitar quererle?. Él no
evidenciaba ninguna debilidad de esas que todos tratamos de evitar, no mostraba
ninguna irritación; sus libros no dejaban escapar esas palabras cáusticas que
queman hasta los huesos; sus ojos no lanzaban esos fríos dardos que penetran,
envenenados y mohosos, en el corazón. A su lado se encontraba descanso y
refugio, a su lado lucía protector el sol.” (218-219)
El dolor moral y la soledad son poco
comprendidos
El mundo,
capaz de comprender el sufrimiento material, no sabe comprender el profundo
dolor que produce la soledad, la prueba moral. Y son muy pocas las personas
capaces de mostrarse comprensivas con el que está solo, aunque vea inflamarse
sus nervios, sufrir incalificables angustias y enloquecer a causa de la
soledad.
No apegarse al buen carácter y la
benevolencia que nos muestren otros
…el tiempo
me enseñó que su benevolencia (el tono agradable de su voz al pronunciar mi
nombre, que nunca me gustaba tanto como al oírselo decir a él; su cálida mano;
su aspecto benévolo…) su cordialidad, su música, no me pertenecían en modo
alguno: eran una parte de él mismo, eran la miel de su carácter, eran el
bálsamo de su humor. Lo comunicaba como el fruto maduro premia con ambrosía a
la abeja que lo saquea. Lo difunde a su alrededor como las plantas difunden su
perfume. Ama el néctar al pájaro, o a la abeja que alimenta? ¿Está el tomillo
enamorado del aire?
¡Buenas
noches, doctor John! Eres guapo, eres bueno, pero no eres mío. ¡Buenas noches y
que Dios te bendiga! (p 345)
La escritura manifiesta el carácter
"Su letra es
pareja a él mismo: clara, firme, suave. Un sello sólido, lleno, marcado con
fuerza. Nada de puntas agudas en las letras, hiriendo el nervio óptico, sino
una escritura limpia, agradable, que apacigua el ánimo" (p 356)
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