En momentos de crisis necesitamos referentes, ejemplos cercanos que, al mirarlos, orienten la brújula de nuestra conducta.
Recuerdo unas palabras de la periodista Teresa Sádaba durante los preparativos de la beatificación de Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei.
Sádaba, que estudió a fondo la personalidad del beato Álvaro, descubrió que muchas de sus cualidades, de su estilo de vida, le convertían en un referente para todos, y era bueno darlos a conocer. Señalaba especialmente tres:
-transmitía
paz: en tiempos convulsos necesitamos cerca gente serena, que transmita paz a
su alrededor;
-vivía pendiente de los demás: quizá ese fue el secreto de que viviera una vida plena,
y nos anima a todos a salir del egoísmo y vivir pendientes de los demás;
-el eje de su vida era la oración, la cercanía a Dios a través de la oración y la Eucaristía; y eso nos ayuda a pensar en la trascendencia, a redescubrir que nuestra vida es un camino hacia el cielo, donde nos aguarda ese Dios, Jesús hecho Pan, al que hemos tratado ya aquí con confianza de amigo.
Tres cualidades orientadoras para momentos convulsos. Mantengamos fijo el timón en ese rumbo. Seguro que don Álvaro nos ayuda desde el cielo.
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