lunes, 27 de febrero de 2017
Encontrar a Dios en la vida ordinaria
Les dejo este simpático programa @encuentrosTVM de TV Mediterráneo de Valencia, que se emitió el pasado sábado. Con motivo de la elección del nuevo prelado del Opus Dei, monseñor Fernando Ocáriz, varios miembros del Opus Dei nos cuentan cómo viven la fe cristiana en su vida ordinaria.
lunes, 9 de enero de 2017
Cómo defender la fe sin levantar la voz
Cómo
defender la fe sin levantar la voz
Austen Ivereigh y Yago de la Cierva
Ed. Palabra
En el año 2010 el Papa Benedicto XVI viajó al Reino Unido, un país en el que la percepción pública de la Iglesia católica ha sido negativa durante siglos. Un pequeño grupo de católicos de a pié –estudiantes y jóvenes profesionales, “con trabajo, hijos e hipotecas que atender”- vieron en la visita del Papa una oportunidad: podrían ofrecerse a los medios de comunicación para contar la realidad que ellos vivían en la Iglesia, muy distinta de la percepción negativa reinante en su país. Y se prepararon a conciencia.
Así nació Catholic Voices, que desde entonces realiza una importante labor de comunicación en el Reino Unido. Su presencia es solicitada por los medios en los debates que afectan a la vida de la Iglesia. Su ejemplo ha cundido en otros países.
Este libro recoge parte del trabajo de Catholic Voices. Son
“respuestas civilizadas a preguntas desafiantes” que están en la calle. Respuestas
razonadas, apoyadas en datos y fruto de horas de trabajo serio, para presentar el mensaje cristiano ante una ideología que pretende que creamos que no tiene
relevancia lo que la Iglesia diga.
Yago de la Cierva, de la mano de Austen Ivereigh –uno de los promotores de Catholic Voices en Inglaterra, y autor de El gran reformador, una gran biografía del papa Francisco- ha adaptado el contenido del libro a cuestiones que afectan especialmente a España.
Yago de la Cierva, de la mano de Austen Ivereigh –uno de los promotores de Catholic Voices en Inglaterra, y autor de El gran reformador, una gran biografía del papa Francisco- ha adaptado el contenido del libro a cuestiones que afectan especialmente a España.
Un cristiano corriente ha de ser capaz de dialogar con
seguridad y confianza sobre las buenas razones y datos que avalan la postura de
la Iglesia cuando habla de población y desarrollo, de la defensa del no nacido o de la cultura del descarte. La ideología dominante no es una
amenaza, sino una oportunidad que reclama creatividad, estudio y diálogo, para saber mostrar las buenas razones y datos
que apoyan la fe de la Iglesia.
“No busques un
escondrijo, prepárate” es el lema de Catholic Voices. Prepararse
significa documentarse, formarse, estudiar, analizar, escuchar a quienes
defienden posturas contrarias, buscar la verdad que hay en toda acusación, y
desde el diálogo amable caminar junto a los oponentes, siempre de modo
respetuoso hacia las personas, aunque no compartan las ideas.
Esa es precisamente la gran aportación de este libro. Enseña a caminar juntos y amigablemente en busca de la realidad, porque la realidad nos llevará a la verdad. Con hechos reales, los prejuicios caen.
Esa es precisamente la gran aportación de este libro. Enseña a caminar juntos y amigablemente en busca de la realidad, porque la realidad nos llevará a la verdad. Con hechos reales, los prejuicios caen.
¿Tiene derecho la Iglesia a pronunciarse en política? ¿De verdad defiende
la igualdad y libertad? ¿Es partidaria
de la promoción de la mujer? ¿Por qué no apoya las políticas sobre población que
promueven los países ricos? ¿Por qué se
opone a ciertas leyes en materia matrimonial, familiar o educativa? ¿Por qué rechaza
la cultura del descarte?
Las objeciones de los acusadores son analizadas con
objetividad, se busca la parte de verdad que contienen para reconocerla, se pone en evidencia lo que no es cierto, se explican
las razones y datos que faltan en la acusación, y desde ahí se buscan nuevos
enfoques y puentes de entendimiento hacia la realidad, buscando tratar cada cuestión con la
objetividad necesaria. Al final de cada capítulo se aporta un resumen de
ideas, datos y nuevos enfoques que es necesario resaltar para facilitar el
entendimiento, evitar tergiversaciones y desinflar mitos.
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Sobre la
mujer en la Iglesia, muestra la evidencia de que la dinámica que está detrás de la emancipación de la mujer viene
del cristianismo. Hay más mujeres con funciones de liderazgo dentro de la
Iglesia que en otras instituciones comparables. Por ejemplo, la escasa proporción de mujeres
en el Vaticano (aunque es una proporción que supera la de las multinacionales,
por ejemplo) es similar a la de varones laicos.
El problema es el exceso de clérigos en
cargos que podrían desempeñar laicos (mujeres o varones). Interesante la fuerza con que surge un nuevo
feminismo, que busca emancipar a la mujer salvaguardando su identidad
diferenciada.
Respecto al matrimonio,
resalta que la Iglesia no rechaza a los
homosexuales. Defiende que el Estado debería promover el matrimonio
conyugal por el bien de la sociedad y especialmente de los niños. Es reseñable
que algunas “leyes de matrimonio homosexual” convierten en susceptible de ser acusado de
discriminación a quien no esté de acuerdo con esa ideología, que se presenta
como una nueva religión a la que todos deban someterse, algo impropio de una democracia.
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En educación,
hay una idea básica: los colegios son prolongación
de la familia, no del Estado. La educación es formación de hábitos y
virtudes, y por eso la dimensión religiosa no puede excluirse. Frente a
afirmaciones en contra, los datos evidencian que las escuelas católicas son las más diversas
social y étnicamente, y no sólo forman el caracter sino también superan la
media en las demás áreas, hasta deportivas.
El secreto de esa eficacia social es su identidad, y para asegurarla necesitan autonomía para elegir a sus directivos, docentes y alumnos. Esa autonomía es parte de la libertad religiosa reconocida por la Constitución. El Estado debe garantizar el derecho de los alumnos (o de sus padres si son menores) a la enseñanza de religión en la escuela púbica.
El secreto de esa eficacia social es su identidad, y para asegurarla necesitan autonomía para elegir a sus directivos, docentes y alumnos. Esa autonomía es parte de la libertad religiosa reconocida por la Constitución. El Estado debe garantizar el derecho de los alumnos (o de sus padres si son menores) a la enseñanza de religión en la escuela púbica.
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En política,
la Iglesia católica tiene el derecho natural de pronunciarse. Nadie como la Iglesia
defiende la distinción entre política y fe, y el diálogo entre ambas para que no
se aíslen y contribuyan a la mejora de la persona en su totalidad. En el
cimiento de la libertad social y de nuestra civilización está la doctrina social de la Iglesia, que es
su única agenda política.
Sobre población,
SIDA, ecología y desarrollo, multitud de datos avalan que nadie como la
Iglesia está tan cerca de los pobres y puede hablar con tanta autoridad en su
nombre. Los mejores expertos en SIDA han confirmado que el comportamiento
sexual responsables que promueve la Iglesia es el más idóneo para la prevención.
Los países pobres no necesitan frenar la natalidad, que es a lo que preferentemente destinan sus ayudas los países ricos. Su verdadera necesidad es que se promueva un comercio internacional justo. Las familias numerosas no son la causa de la pobreza: la causa es que se anteponga el dinero y el beneficio a las personas.
Los países pobres no necesitan frenar la natalidad, que es a lo que preferentemente destinan sus ayudas los países ricos. Su verdadera necesidad es que se promueva un comercio internacional justo. Las familias numerosas no son la causa de la pobreza: la causa es que se anteponga el dinero y el beneficio a las personas.
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Sobre los abusos
sexuales, la Iglesia ha reconocido que sólo un caso sería ya una situación
abominable, y ha pedido perdón. Pero hay que contar toda la verdad: la mayor
parte de las acusaciones proceden de hechos sucedidos hace 30 o 40 años. Las
escuelas católica no actuaron entonces ante denuncias, pero tampoco lo hacían otras
instituciones similares, en las que proporcionalmente abundaron más los abusos.
Ha habido un despertar moral en la sociedad ante el abuso sexual a menores, y un cambio radical en los protocolos de actuación que sitúa a la Iglesia católica en la vanguardia de la prevención, frente a otros grupos o instituciones. Se constata cómo el sacerdocio católico no es refugio para quienes cometen abusos, ni hay vínculo causal con el celibato. Y todo evidencia que hoy la Iglesia es un ambiente seguro para la juventud.
Ha habido un despertar moral en la sociedad ante el abuso sexual a menores, y un cambio radical en los protocolos de actuación que sitúa a la Iglesia católica en la vanguardia de la prevención, frente a otros grupos o instituciones. Se constata cómo el sacerdocio católico no es refugio para quienes cometen abusos, ni hay vínculo causal con el celibato. Y todo evidencia que hoy la Iglesia es un ambiente seguro para la juventud.
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La igualdad
es un principio cristiano: la Iglesia defiende que todas las personas tienen el
mismo valor y dignidad, porque todos somos hijos de Dios. La Iglesia acoge a
todos, rechaza cualquier discriminación. Pero está en contra de la forma en que tratan de aplicarse ciertas
leyes de igualdad, porque afectan negativamente a otros derechos y
libertades. Reclama la libertad de asociarse y de manifestar públicamente las
propias convicciones, que deben estar protegidas por la ley.
La ideología de género es una ideología, no está basada en la ciencia, y privilegia a colectivos LGTB por delante de otros colectivos que también están en riesgo de exclusión. Ciertas leyes de género vulneran derechos fundamentales como el de libertad de expresión, la libertad de los padres de elegir la educación de sus hijos, la libertad de creación de centros educativos, o la patria potestad de los padres.
La ideología de género es una ideología, no está basada en la ciencia, y privilegia a colectivos LGTB por delante de otros colectivos que también están en riesgo de exclusión. Ciertas leyes de género vulneran derechos fundamentales como el de libertad de expresión, la libertad de los padres de elegir la educación de sus hijos, la libertad de creación de centros educativos, o la patria potestad de los padres.
Sobre la sexualidad,
la Iglesia siempre ha visto en el sexo una bendición de Dios, una llamada
al amor en un contexto de compromiso y
estabilidad, y su fin es estar abierto a la vida. Es una forma de entrega que
protege el amor verdadero. La Iglesia no llama a nadie desordenado, sino a los
actos que no expresan el amor conyugal abierto a la vida. Hay muchas formas de
dar y recibir amor que no son sexuales o conyugales, como el amor de amistad.
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Interesante también todo el capítulo destinado a la cultura del descarte. Hay un despertar
moral ante la belleza de la vida del no nacido, y la Iglesia habla en nombre de
los que no tienen voz. Nadie como la Iglesia ofrece soluciones a mujeres
asustadas ante el embarazo. El valor de la vida humana no está determinado por
el tamaño, ni por la fortaleza física o síquica.
El suicidio
asistido convierte en más vulnerables a los vulnerables y a
los discapacitados. Debilita el progreso médico en el tratamiento de enfermos crónicos y terminales, y frena
el avance en cuidados paliativos, como
se ha comprobado en países donde se ha aprobado. Lo que la Iglesia
defiende es la necesidad de ayudar a darse cuenta de su valor a quien se
considera una carga, y a que viva dignamente el tiempo que le quede.
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Lo arriba expuesto es un brevísimo apunte del contenido del libro. Junto a la claridad de la exposición y el esfuerzo de
precisión terminológica –pues la manipulación de términos ha sido tantas veces fuente de sofismas y argumentos falaces
contra la Iglesia- es especialmente de agradecer el tono positivo,
que busca sinceramente la comprensión y el entendimiento con el oponente, sin caer en frentismos ni victimismos.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
Cuerpos y almas
Cuerpos y almas. Maxence van der Meersch
Abogado y escritor, premio Goncourt en 1936, Maxence van der Meersch describe en esta bien trazada novela la vida de un médico de buena familia en la Francia de comienzos del siglo XX. Salen al paso, con agilidad y realismo, los dilemas humanos, científicos, éticos y religiosos que se plantean en esos años en la vida de los médicos y de la sociedad en que viven.
Egoísmo y miserias humanas, lacras sociales debidas a vicios extendidos, falta de condiciones salubres, ignorancia de medidas profilácticas, ambición y visión crematística de la profesión, fallos por ignorancia o malas prácticas médicas, miedo a asumir responsabilidades, corporativismo, vacío y frialdad cuando falta la visión trascendente del ser humano... son algunos de los dilemas a los que el médico, entonces como ahora, debe saber enfrentarse.
Son cuestiones bien planteadas en el libro, que invitan a una reflexión ética de plena actualidad, y que el autor sabe enfrentar con sano criterio, destacando los valores humanos de los buenos médicos. Resalta también algunos consejos médicos (limpieza, dieta sana...) que iban descubriéndose en esa época, y el arduo trabajo de investigación y "prueba-error" que se esconde detrás de los avances científicos.
Late también la preocupación por los sistemas políticos vigentes, alejados tantas veces de las necesidades reales de las personas a pesar de declaraciones fatuas tipo "gobierno del pueblo por y para el pueblo", de las que se llenan la boca los políticos, que pueden acabar convirtiendo el sistema de sufragio universal propio de la democracia en un instrumento de sujeción en manos de minorías poderosas.
"Las pobres masas -afirma Van der Meersch en boca de uno de sus personajes- rehúyen instintivamente el esfuerzo, y van detrás de quienes les predican las cosas fáciles y placenteras, de quienes les envenenan para explotarlas. Haría falta que estuvieran representadas por las selecciones de todas las clases, por los mejores del mundo laboral, no por los más perezosos o los más demagogos. Habría que dar con un sistema de catalogar a los hombres por su valor moral, reconociéndolo por signos exteriores: su familia, su calidad profesional, su altruismo..."
Y en el fondo, como sustrato, la pregunta sobre Dios y el descubrimiento del amor: "Jamás deberían los hombres odiarse: hay poco tiempo para amar. Y este es el gran misterio del amor: lo inexplicable es que uno quiera perderse por otro, y perdiendo gane." Y es que Dios, por el amor, se adentra en el hombre. "Carísimos: amémonos los unos a los otros, porque el amor proviene de Dios... El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor."
"Los amores del hombre se cifran en el amor a sí mismo o en el amor a Dios. Sólo esos dos amores existen." El protagonista recapacita sobre el egoísmo en que se ha desenvuelto su vida: ese ídolo del egoísmo "al que tantos sacrifican todo lo bueno que podían hacer y tener."
Es el gran descubrimiento del bien, que convierte la vida en una existencia lograda: "Uno de los mayores goces que el hombre puede experimentar es encontrar en su pasado el recuerdo de un gesto surgido del fondo de sí mismo, realizado sin proponérselo, sin haberlo querido, un gesto de pura bondad, que le impele a creer en el bien. Y más allá del bien, lo sepamos o no, está la presencia de Dios."
Van der Meersch, ateo y de familia librepensadora, se convirtió al catolicismo en 1936. Cuerpos y almas fue escrita poco después, en 1943, y se deja ver el sentido sobrenatural del autor, lleno de humanidad. Hacia le final aflora su reflexión sobre el "no cansarse de actuar bien", que debería regir el obrar humano: "¡Cuán afortunados los que alcanzan el bien y la verdad por los caminos de la justicia, del cumplimiento del deber, del sacrificio, de le entrega de sí mismo! Un cruel destino debe ser para el hombre no haber podido entrever la faz de la verdad sino a la trágica luz de una mala acción irreparable, que le hace ver por contraste el bien que podía haber hecho y despreció."
Van der Meersch, ateo y de familia librepensadora, se convirtió al catolicismo en 1936. Cuerpos y almas fue escrita poco después, en 1943, y se deja ver el sentido sobrenatural del autor, lleno de humanidad. Hacia le final aflora su reflexión sobre el "no cansarse de actuar bien", que debería regir el obrar humano: "¡Cuán afortunados los que alcanzan el bien y la verdad por los caminos de la justicia, del cumplimiento del deber, del sacrificio, de le entrega de sí mismo! Un cruel destino debe ser para el hombre no haber podido entrever la faz de la verdad sino a la trágica luz de una mala acción irreparable, que le hace ver por contraste el bien que podía haber hecho y despreció."
Esta obra le valió el Gran Premio de la Academia Francesa. Un gran libro, como lo atestiguan también sus numerosas ediciones internacionales. Recomendable para médicos y alumnos de medicina y enfermería. Y para los amantes de la lectura en general.
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miércoles, 2 de noviembre de 2016
Autismo y autismos inducidos
El curioso incidente del perro a medianoche.
Mark Haddon. Narrativa Salamandra
Mark Haddon. Narrativa Salamandra
Sorprendente y simpática novela sobre el autismo. El autor es artista y profesor de escritura creativa, especializado en libros para niños y con experiencia en la educación de niños con deficiencias.
Todo ello se deja notar de manera magistral en este libro, del que desde 2003 se han difundido más de un millón de ejemplares en 35 idiomas.
Con estilo sencillo y jovial, nos adentra en el complejo mundo interior de un niño con autismo, su capacidad de percibir detalles y de desarrollar habilidades -muchas veces por encima de la media- y el extraño y casi imprevisible mecanismo que mueve su afectividad. Y en paralelo, las serias dificultades que encuentran padres y educadores en su educación y en la misma convivencia.
La lógica diferente con que los niños autistas juzgan las situaciones y su relación con el mundo exterior da pie a Mark Haddon a desarrollar un fino estilo, lleno de respeto y sentido del humor, que hace agradable la lectura.
**
Ha coincidido en el tiempo, junto a la lectura de este libro, la de un interesante artículo de la periodista y profesora Montse Doval en Aceprensa: "¡Mírame!", a propósito del libro "Let Me Hear Your Voice", de Patricia Snow, en el que relata la experiencia de una madre que logró sacar del autismo a sus hijos. Anoto algunas de sus ideas.
Patricia Snow apunta que el ensimismamiento tecnológico nos puede convertir en autistas, con empobrecedoras consecuencias para nuestra naturaleza humana.
El poder de atracción de las pantallas y de las múltiples plataformas digitales nos absorbe de tal manera que nos saca de la realidad y nos diluye en un mundo irreal. Basta pensar en ese extraño temor a "perderse algo", que nos lleva a una vida de continuas interrupciones y distracciones.
Los medios digitales nos hacen creer que tenemos multirrelaciones y somos cada vez más omnipresentes. Pero la realidad es que esas personas con las que nos relacionamos virtualmente están tan dispersas cada una de ellas como nosotros mismos, y la relación apenas tiene significado.
Necesitamos presencias reales, convivir durante horas olvidados de la tecnología, mirarnos a los ojos y conversar. Ya hay muchos que lo han percibido y toman medidas. Necesitamos las tecnologías digitales, pero también el sabor humano de la presencia real.
Es preciso educar el uso de las pantallas: si todo tiene que hacerse a través del móvil, estamos construyendo mal nuestra vida social, cultivaremos mal nuestras amistades. Los investigadores han demostrado que el contacto visual es esencial para el desarrollo del cerebro, para la estabilidad emocional y para la fluidez social.
Somos ultrasociales, estamos hechos para convivir y compartir.
No en vano somos imagen de Dios, que es Trinidad, y es Amor que busca darse y compartir y convivir. Quien lo ha experimentado sabe bien que nada da más felicidad que compartir y convivir, estar con presencia física junto a los demás.
Es la conducta de Dios con nosotros: un Padre que nos busca y también nos pide que levantemos la mirada del móvil y le miremos a los ojos. Y ahí sí que nos conviene no fallar, para no caer en el peor de los autismos, el de la indiferencia ante Dios. Si los móviles empobrecen nuestras relaciones humanas, cuánto más nuestra relación con Él, nuestra oración. "También Dios tiene que decirnos: Mírame".
miércoles, 31 de agosto de 2016
El gran reformador. Un gran libro sobre el Papa Francisco
El
gran reformador. Austen Ivereigh. Ed. B
Libro
interesante para conocer el modo de ser y pensar del Papa Francisco. Una biografía bien trazada, que describe sólidamente
el complejo contexto en que ha crecido el pensamiento y la personalidad de
Jorge Bergoglio, desde sus orígenes familiares en el seno de una familia de
inmigrantes italianos en Argentina hasta la sede de Pedro en Roma.
Su
educación e influencias familiares –¡la abuela Rosa!-, el asombro de la primera experiencia de Dios y el descubrimiento de la llamada. El agitado devenir socio-político y cultural de
Argentina y las naciones hispanas, que configuran en Jorge Bergoglio una forma
de entender la misión del Estado y los gobernantes (deberían servir al pueblo y
alejarse de la corrupción y de tentaciones totalitarias). La compleja situación de la Iglesia, el clero
y la Compañía de Jesús entorno al Concilio Vaticano II, su visión de la religiosidad popular y de las verdaderas
necesidades del Pueblo de Dios… Son aspectos difíciles de sintetizar con objetividad
y precisión, pero Ivereigh lo consigue.
Sorprende
de Francisco su forma de comunicar. El Espíritu Santo ha dado a su Iglesia con
los últimos Papas unos formidables comunicadores, cada uno con un estilo muy diferente.
Al hilo de lo que Ivereigh afirma de Bergoglio, surge fácil comparar con Juan Pablo
II y Benedicto XVI, y extraer algunas conclusiones sobre su comunicación.
El
magnetismo de Juan Pablo II sedujo a los medios y atrajo a multitudes. Ese
magnetismo no era explicable por una mera capacidad retórica, aunque la
tuviera: procedía de la fuerza de sus palabras. Decía la verdad con tal fuerza
que cambiaba la vida a las personas. Fue líder porque decía verdades y vivía
conforme a esas verdades. A veces se olvida que la comunicación más eficaz no
consiste en un conjunto de tácticas y herramientas para convencer. La eficacia
procede de la verdad y la coherencia.
El
papado de Benedicto XVI ha sido el de la razón. Una razón herida por el pecado
original, pero capaz de alcanzar la verdad cuando se deja sanar. El Evangelio
es un mensaje de fe que sana la razón, y juntas fe y razón son las dos alas
para volar hacia el conocimiento de la verdad.
En
los textos de Benedicto XVI se descubre una poderosa inteligencia que se
esfuerza por acercarse humildemente a la verdad, que se expresa con infinito respeto a la libertad de la persona.
Frente a los que niegan la capacidad del hombre de encontrar la verdad,
Benedicto XVI insiste en que el hombre es capaz de conocerla, y en que la
libertad de religión es una consecuencia intrínseca de la verdad, que no se
puede imponer desde fuera: el hombre debe hacerla suya mediante un proceso de
convicción.
La forma de comunicar de Francisco,
compartiendo lo esencial, es distinta: prefiere gestos y acciones, antes que palabras. Recién elegido arzobispo
de Buenos Aires, Bergoglio era reacio a aparecer en los medios. Su jefe de
prensa le insistía en la necesidad de salir, ya que algunos medios sólo publicaban
noticias escandalosas de la Iglesia. Llegaron a un pacto: comunicarían, pero no
con sermones, sino con gestos y acciones. Y así fue: la imagen real y atractiva
de la Iglesia, cuajada de iniciativas para
preservar y promover la dignidad de la persona, empezó a aparecer con
frecuencia en las portadas de los
diarios argentinos: pasar la noche de Navidad con presos, desplazarse en medios
públicos, compartir con personas de otras religiones… son gestos y acciones que
explican por sí solas la misericordia, la sobriedad o el ecumenismo.
Benedicto
XVI expresa con claridad y precisión
quién es Cristo, qué significa vivir con Él. Francisco,
con sus encuentros físicamente afectuosos, recuerda
a Jesucristo. Ambos expresan con palabras y
recuerdan con gestos, pero cada uno destaca un aspecto.
Cuando en la inauguración de su pontificado
Francisco habló del liderazgo protector y tierno de san José, dijo aludiendo a
su programa como Papa: “Sólo el que sirve con amor sabe custodiar”. Un cardenal
comentó: “Habla como Jesús”. Las
palabras, gestos y acciones de Francisco han despertado en la cultura
occidental “un tenue recuerdo de Alguien amado pero perdido desde hacía mucho
tiempo”.
Se
ha comentado que Bergoglio era adusto antes de ser Papa, y que ahora ha
cambiado. Ivereigh lo niega, y aporta el testimonio del documentalista Juan MartinEzrraty: quizá tenían de Bergoglio esa
visión de hombre serio las clases altas de Buenos Aires, que le veían poco y en
actos oficiales en los que no estaba a gusto. Pero la gente pobre de los
suburbios –las villas miseria- conocían un Bergoglio distinto: con ellos tenía
tiempo y su rostro estaba siempre sonriente.
Hay
un aspecto de comunicación en la Iglesia que no se debe obviar: es el EspírituSanto quien guía a su Iglesia. Es cierto que está compuesta por seres humanos,
y donde hay hombres puede haber estropicios. Pero Él provee y asiste, y a veces
de manera extraordinaria. Y Francisco, como todos los Papas, lo sabe bien.
Recién
elegido, antes de saludar desde el balcón al pueblo romano, Francisco “acudió a
rezar a la Capilla Paulina. Se le veía serio, como si llevara una pesada carga.
No saludó a los cardenales al entrar… Rezó en silencio de rodillas. Y al
ponerse en pié de nuevo, era otro: sonreía, como si Dios le hubiese dicho: “No
te preocupes, estoy aquí contigo”. Ya no
baja la mirada. Ahora mira de frente. “Creo que el Espíritu Santo me ha
cambiado”, comentó al referirse a ese momento.
Su
comunicación consiste en actuar con
libertad y honestidad, indiferente a titulares de prensa. Pero su sinceridad y
autenticidad comunican. “Expresarse sin
temor, escuchar con humildad: esas son las condiciones para que el Espíritu
Santo actúe.” Ahí radica, en último término, la principal fuerza de
comunicación de Francisco.
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viernes, 26 de agosto de 2016
La persecución de los jesuitas en el siglo XVIII
Un peligro para el Estado. La
persecución de los jesuitas en el siglo XVIII. Philip Trower. Ed Palabra
Carlos
III era un monarca absolutista ilustrado,
y como tal no veía con buenos ojos la autonomía de que gozaban las reducciones
paraguayas, que seguían las ideas políticas de Francisco Suárez y la escuela teológica de Salamanca. Frente a los monarcas absolutos, Suárez afirmaba que el
poder es circunstancial, ya que proviene por intermediación del pueblo, que
puede darlo o retirarlo. Pero los gobernantes que quieren ampliar su control sobre la sociedad nunca han visto bien a quien les recuerda que su poder no es absoluto.
Cuando los jesuitas se negaron a
abandonar las Reducciones del Paraguay para que Portugal tomara posesión, y hubo que apresarlos por las
armas, en represalia Carlos III obligó a Clemente XIV a abolir la Compañía de Jesús. Los totalitarios tienden a tratar a los enemigos del gobierno como enemigos del Estado.
Como
ha señalado Austen Ivereigh, el borbón Carlos III era un fruto de la
Ilustración: imponía su ideología desde arriba,
coaccionando la realidad para hacer encajar su idea sin pensar en las consecuencias para las personas. Su actuación provocó el hundimiento económico en la zona y el resentimiento
de los territorios americanos, que rompieron sus vínculos de afecto y lealtad a
España y poco después (1810) se independizaron.
A
propósito de esos intentos de poder totalitario sobre el pueblo, el Papa Francisco ha dicho: “Lo peor que puede ocurrirle a
un ser humano es dejarse arrastrar por las “luces” de la razón. Nuestra misión
es, por el contrario, descubrir las
semillas de la Palabra en la humanidad”.
lunes, 22 de agosto de 2016
Lecturas que dejan huella. Los novios
De lecturas y abuelos
El
papa Francisco habla con frecuencia del papel de los abuelos en la familia. “Los ancianos ayudan a
percibir la continuidad de las generaciones, tienen el carisma de servir de
puente”. Muchas veces son los abuelos quienes aseguran la transmisión de los grandes
valores a sus nietos. Muchos deben precisamente a sus abuelos la iniciación a
la vida cristiana.
El
Papa, que de niño tuvo muy cerca a su abuela Rosa, habla de su experiencia personal:
“La abuela es, en el hogar, como una reserva. Es la reserva moral, religiosa y
cultural.” Los abuelos pueden dejar una huella imborrable en sus nietos.
También
dejan huella los buenos libros leídos en la niñez. Libros capaces de despertar los mejores sentimientos, que enseñan
la belleza del bien y la fealdad del mal. Libros que nos leían, o que nos encantaba
leer en voz alta y titubeante a nuestra madre, o a la abuela, a las que siempre
podíamos preguntar un porqué, y otro, y otro,… Ellas siempre tenían respuestas luminosas,
que ayudaban a comprender la vida, a
descubrir por qué mentir es odioso, por
qué los fuertes no lloran, o que en la vida se sufre pero Dios no nos abandona
nunca…
Francisco tuvo el privilegio de leer con su abuela Rosa una joya de la literatura italiana y universal: Los novios, de Alejandro Manzoni. En su conciencia de niño quedaron ideas y frases luminosas, que recordará siempre como pautas de conducta que ha de seguir quien quiera ser buena persona. Y que utiliza con frecuencia en su predicación.
“Las
fuerzas de la iniquidad tienen poder para amenazar y herir, pero no para
ordenar”, escribe Manzoni. Siempre es posible resistir al mal: porque puede herirnos, pero no tiene poder para
arrastrarnos a su iniquidad.
Francisco
se refiere la Iglesia como un “gran hospital de campaña”, y esa imagen, como
señala Austen Ivereigh, nos remite a la escena final de Los novios. El
reencuentro de Fermo y Lucía, se produce en un inmenso hospital de campaña,
donde se atiende a miles de enfermos moribundos a causa de la peste. Allí, atendiendo
a los más graves, está Lucía. Allí se produce el reencuentro con el amor.
Esa
imagen queda en la conciencia de niño de Bergoglio: El lugar de la Iglesia es
estar entre los que sufren en el cuerpo o en el alma. “Jesús quiere que
toquemos la carne sufriente de los demás”, escribirá más tarde. Es ahí donde vivimos la experiencia maravillosa
de encontrar el Amor, de ser pueblo, no masa informe y despersonalizada; una
experiencia que jamás sentirán los que se encierran en su egoísmo. “La Iglesia
ha creado siempre una resistencia contracultural al individualismo hedonista
pagano, que hunde al hombre en un lento suicidio.”
“No
he visto nunca que el Señor empiece un milagro sin acabarlo bien”, escribe Manzoni.
Un sereno mensaje de optimismo cristiano, que Francisco repetirá con
frecuencia.
¡Qué
valiosos son esos momentos de intimidad del niño con sus mayores, en que se
cimentan los pilares del edificio de la vida! Cuando callan todos los
requerimientos exteriores, y surge el gran momento de tejer con lecturas y
confidencias una entrañable camaradería. Un diálogo
transmisor de cultura y de vida, de civilización y humanidad, que van forjando
en los más jóvenes el temple que necesitarán para las batallas de la vida.
Dice Francisco: “Las narraciones de los ancianos hacen mucho bien a los niños y jóvenes, ya que los conectan con la historia vivida tanto de la familia como del barrio y del país. Una familia que no respeta y atiende a sus abuelos, que son su memoria viva, es una familia desintegrada; pero una familia que recuerda es una familia con porvenir. “
Eugenia
Ginzburg, en su relato autobiográfico El cielo de Siberia, transcribe la carta
de Vasia, que con 4 años fue arrancada de los brazos de su madre, deportada a
Siberia bajo el régimen comunista de Stalin: “Ahora comprendo lo que es una
madre… Lo comprendo por primera vez (…) Madre significa antes que nada un
cariño desinteresado… Y después… Después todo esto: el poder recitarle tus
versos preferidos, y que cuando te detienes, ella sigue recitándolos en el
punto en que tú los has interrumpido…”
Francisco
retendrá pasajes inolvidables de esa gran historia de amor, de lucha entre el
bien y el mal. Pero sobre todo acogerá la sabiduría cristiana que encierra, que
está en la raíz de nuestra civilización. De ese poso grabado en su conciencia
de niño se servirá después el Espíritu Santo para impulsar su Iglesia. Nada
menos.
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