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martes, 31 de octubre de 2023

Mis años con Juan Pablo II. Joaquín Navarro-Valls




    Este libro de recuerdos constituye una mirada privilegiada al trabajo de comunicación en el interior de la Santa Sede en los intensos años en que al timón de la nave de Pedro el Espíritu Santo colocó a san Juan Pablo II. Son años en los que el prestigio del papado ante los líderes mundiales alcanzó cotas insospechadas.

    Navarro-Valls, médico y periodista español, corresponsal del diario ABC ante la Santa Sede y Presidente de la Asociación Internacional de Periodistas acreditados en Roma, fue llamado por el Papa a dirigir la comunicación de la Iglesia al inicio de su pontificado. Navarro puso una condición: acceso directo al Papa. Sólo la línea directa con la cabeza permite al director de comunicación o Portavoz cumplir con su misión de informar. 

    Navarro solía tomar breves notas al final de sus agotadoras jornada: impresiones acerca de los acontecimientos del día, actitudes y comentarios inspiradores del Papa que le impactan, dilemas a los que se enfrenta para resolver crisis informativas, interferencias de otros organismos con la Sala Stampa, su visión personal acerca de personalidades o de conflictos internacionales… Son muy entrañables sus anotaciones durante las jornadas alpinas de descanso junto al Papa: chispeantes, familiares, llenas de buen humor y de sentido de lo eterno. Visto desde ahora, hay que agradecer a Navarro-Valls cuanto hizo por asegurar ese necesario descanso del Papa.

    No estamos propiamente ante un diario, pues el intenso trabajo no siempre le permitía escribir cada día, especialmente durante los agotadores viajes por el mundo acompañando al Papa y atendiendo a los periodistas. Pero estos apuntes personales son tan sustanciosos que permiten presenciar en primera fila aquella vida junto al gran Juan Pablo II, y aprender a tener una mirada más católica, más universal, sobre el devenir de la Iglesia y del mundo. 

    Se percibe la contenida emoción de Navarro-Valls ante la evidencia de trabajar junto a un Papa santo, dotado además de una extraordinaria personalidad y enorme capacidad de comunicación. Resalta también la profesionalidad de un buen periodista y director de comunicación, plenamente identificado con su misión junto al jefe, en esa singular empresa que es la Iglesia: una empresa que no se rige por criterios meramente humanos, pero que necesita apoyarse en instrumentos idóneos que conocen y dominan su oficio. De ambas dimensiones era bien consciente Navarro, formado junto a san Josemaría en la espiritualidad del Opus Dei, que enseña a amar al Papa y a santificarse a través del trabajo profesional.

    Navarro-Valls, entregado sin reservas a su trabajo profesional al servicio de la Iglesia y del Papa, sabe quedar en segundo plano, dando todo el protagonismo a la figura tan entrañablemente humana y cercana de Karol Wojtyla, en quien sin duda percibe ya la santidad pronto reconocida por la Iglesia. Se percibe también la notable sintonía humana entre ambos, cada uno consciente de su misión.

    Con sencillez, Navarro habla de sus aciertos y errores informativos, que de ambas experiencias se puede aprender. Y con elegancia –un rasgo suyo que resaltan cuantos le conocieron- señala también las no pocas dificultades internas y externas que tuvo que sortear para cumplir su misión de informar con transparencia.  Empleó su ingenio y capacidad de iniciativa para implantar una comunicación proactiva, que marca su propia agenda, en lugar de  limitarse a actitudes defensivas que acaban por ensombrecer el rostro de la Iglesia ante la opinión pública.  

    Con esas armas –profesionalidad, don de gentes, conciencia de la dimensión sobrehumana de la Iglesia y del Papado, y notable coraje- contribuyó a que  llegara con nitidez a la opinión pública internacional el firme magisterio de san Juan Pablo II,  y una imagen más auténtica de la Iglesia. 

    Anoto algunas ideas que he seleccionado del texto:


Libertad

    Juan Pablo II explica que Dios ha decidido aceptar el pecado del hombre antes que privarle de la libertad. Y con su libertad el hombre puede hacer el bien o el mal. Puede pecar. Todo proyecto humano debe reconocer esa libertad original del hombre y orientar su esfuerzo en ese sentido. Por eso el materialismo histórico no se puede considerar como un proyecto humano de liberación. Una frase de la encíclica Dominum et vivificantem sentó muy mal en el mundo comunista, pero es verdadera:“el materialismo científico está ligado al pecado contra el espíritu.”   

    Para Juan Pablo II hay dos demonios, el de Oriente y el de Occidente; o mejor dicho, un demonio con dos caras. El de Oriente, brutal y sanguinario, intenta arrancar de cuajo la idea de Dios en el alma del hombre. El de Occidente es más sutil y menos brutal quizá, pero tiene gran poder de seducción.

    Casaroli; Secretario de Estado del Vaticano, prefería no enfrentarse a las autoridades comunistas checoeslovacas, que prohibieron a los obispos checos acudir a Roma en visita ad limina. Juan Pablo II en cambio era partidario de decir la verdad, sin ocultarla, aunque molestara. “El sucesor de Pedro no puede mirar con indiferencia una situación como esa, porque le ha sido confiada la solicitud por la Iglesia universal: tiene voz para defender a los que no la tienen, no está dispuesto a callar.”

    Para Juan Pablo II, el liberacionismo de raíz marxista es una solución injusta a una situación injusta. En estos momentos, decía, hay una esclavitud doble: por culpa de los sistemas marxista y capitalista; hay muchos esclavos del capitalismo, y la confrontación de los dos bloques esclaviza también a miles de hombres. 

    Memorandum sobre el papel de la Iglesia y los cristianos como promotores de la libertad: La Iglesia no es un lugar donde hay miedo a la libertad, como intentó presentarla la Ilustración. Ejemplo, el papel de Vaclav Havel en Checoeslovaquia y otros artistas en países del Este en defensa de la libertad y la identidad nacional. ¿Puede concebirse la futura unidad de los pueblos de Europa fuera de sus raíces cristianas comunes? ¿Qué límites tiene la “libertad occidental” tal como se presenta hoy? Pidieron al Papa q abordara estas cuestiones para ayudar a comprender el significado de los acontecimientos vividos en Europa en los años 80 y 90. 

     Palabras de Vaclav Havel al recibir a Juan Pablo II en su país, tras la caída del régimen comunista: “Yo no sé qué es un milagro, pero a un país devastado por la idea del enfrentamiento y la división en el mundo llega el mensajero de la paz, del diálogo, de la tolerancia, de la estima y de la sosegada comprensión, el mensajero de la unidad fraternal en la diversidad.”

Viajes

    Le preguntan al Papa en uno de sus viajes si no es mucho gasto. Su respuesta deja pensativos a los periodistas: “El sucesor de Pedro trae el mensaje de la Redención, y la Redención ha costado un precio inconmensurable: toda la Sangre de Cristo.” 

    En Chile, agitadores lanzaron piedras a los periodistas que cubrían la Misa del Papa y exhibieron pancartas. El comentario del Papa: “Lo único q no hay q hacer en estas ocasiones es rendirse a los agitadores.” Y a los asistentes a la Misa: “Os felicito por haber reaccionado como cristianos a la violencia.” Y al llegar al alojamiento, a los que le aplaudían con cariño les repitió varias veces: “¡El Amor es más fuerte q el odio!

    Sobre Pinochet: le llamaba “questo piccolo ditatore” (pequeño dictador, en comparación con las sangrientas dictaduras del Este).

    La presencia del Papa en un lugar hace que "algunas cosas sucedan". Mejora, por ejemplo, el clima humano en los encuentros con líderes de confesiones cristianas, caen susceptibilidades y sospechas, y a la vez no hay ni sombra de confusión doctrinal. O el ambiente en las Jornadas Mundiales de la Juventud, que sólo se explican porque está el Papa. 

    Líbano: Juan Pablo II afirma que en Occidente falta la firmeza para frenar la masacre de cristianos en Líbano (el centro de la cuestión, piensa Navarro-Valls, es la acción concertada de países árabes para aniquilar a los cristianos libaneses). El Papa pide una posición fuerte, decidida, convencida, para frenar la masacre física y moral de los maronitas, y doblegar la arrogancia frente a la pasividad occidental. “¡Y mientras tanto el mundo cristiano duerme!”, exclama el Papa.

    Cuba, 1997: Joaqueín Navarro-Valls, que tuvo un papel destacado en as conversaciones previas con Fidel Castro, anota: Un régimen totalitario, comunista, que no admite nada que no esté organizado y controlado por el partido. No se le permite a la Iglesia celebrar ceremonias fuera de los templos. No están permitidas escuelas con ideario católico, ni prensa católica.

    A pesar de la intensidad de los programas en los viajes, el papa reza, saca tiempo para la lectura de libros de espiritualidad, para rezar el rosario, los viernes el Via Crucis… Su oración es de adoración: a veces, tras una jornada intensísima y agotadora, sin que nadie lo advierta, se dirige a la capilla, se postra ante el Santísimo y pasa la noche entera en adoración. 

Misión de los laicos

    “Sentid la responsabilidad de llevar el espíritu de Cristo a la vida pública. Ningún cristiano debe permanecer indiferente ante los acontecimientos del mundo. Debéis ser la sal de la tierra, y llevar la luz de la verdad de Dios a todos los ámbitos de la vida. Este es un servicio que le debemos al mundo. ¡No se puede vivir sin Dios!"

    “Todo cristiano participa de la misión de Cristo de modo único y personal”: esa parte nos corresponde a cada uno, y esa participación en la misión constituye a la Iglesia. La Iglesia es una participación viva en la misión de Cristo.

    La esencia de la Iglesia es comunicación, no uniformidad: unidad en la pluralidad de pueblos, costumbres y tradiciones, no uniformidad homogeneizante. 

    Una cosa es el Estado y otra la Patria. El poder es distinto de la sociedad.

    Hay q salir y crear opinión en el terreno de juego de los medios. Juan Pablo II, a los q iban a la Conferencia de Pekin en representación de la Santa Sede: “Si os ponen dificultades, contádselo a la gente: hablad.”

   Navarro Valls fue enviado por el Papa como parte de la Delegación Vaticana en la Conferencia de El Cairo sobre Población. Allí se empleó con coraje frente al Vicepresidente Al Gore, a propósito a la manipulación que se introducía en los textos al referirse a “Salud reproductiva”, introducida por la Delegación de Estados Unidos. Al Gore incluye la “regulación de la fecundidad”, que incluye el aborto: cada vez que aparece el término “salud reproductiva” en el documento, se asume el significado de derecho al aborto seguro, eficaz, accesible y aceptableAccesible significa subvencionado por el Estado, sin límites. Y además se incluye como parte importante de las políticas internacionales de desarrollo, que supone un trágico neocolonialismo en la relación entre países ricos y pobres. 

    El Papa, anota Navarro-Valls, es consciente de que hay intereses económicos detrás de los objetivos de El Cairo: llama la atención que el documento final sobre el Desarrollo, que  tiene 113 páginas,  dedique sólo 7 al desarrollo, y sin embargo a lo largo de todo el texto se repitan más de cien veces conceptos sobre salud sexual y salud reproductiva. También había intereses económicos y colonialismo detrás de la oposición a la encíclica Humanae Vitae, de Pablo VI.  

    Como en El Cairo y Pekin, también en la Conferencia de Estambul (1996) sobre el Habitat, se vio la insistencia de “algunos” en incluir “salud reproductiva” y “salud sexual”, que significaba para ellos  sinónimos de aborto, aunque lo negaran en aquel momento. Especialmente radicales fueron los delegados de USA y los de Canadá, empeñados en sustituir la palabra familia por Afamilies@ o Agender@, para q se considerara familia cualquier “relación de género”. 

    Navarro-Valls  señala ocasiones perdidas de influir en la conciencia internacional a través de la opinión pública, porque desde Secretaría de Estado pasan al Papa unos textos con términos “moderadísimos”, por ejemplo sobre la guerra de Irak, o por no avisar con tiempo a la Sala Stampa para poner sobreaviso a  periodistas clave sobre discursos importantes (como la posición de la Santa Sede sobre los Santos Lugares y Jerusalén): por no avisarle para poder hacer esa preparación previa, muchos mensajes importantes del Papa pasan desapercibidos y no llegan a la opinión.  

    La Secretaría de Estado, anota, tiende a no dar información, y así no marca la agenda a los medios, sólo rectifica a la defensiva. En lugar de un lenguaje convincente, bien desarrollado, que tuviera en cuenta la desinformación internacional y los ataques, tanto en Nueva York como en la prensa internacional, a la delegación de la Santa Sede en la Conferencia  sobre el Desarrollo y Población, le pasan una líneas anodinas, crípticas, y que son completamente ignoradas por la opinión pública. ¿Culpa suya por no preverlo, o dejadez, o miedo a dar la cara en la opinión pública? Esto, y la progresiva enfermedad del Papa, que limitaba su capacidad de acceso directo a él, supuso más dificultades para el trabajo de Navarro-Valls a partir de 1999. 

    Navarro se asombra de gentes de la Curia que piden que la opinión pública sea benévola con la Santa Sede, pero sin darles información, sin intentar alimentar el flujo informativo. 

    Ni pacifista ni belicista: el valor de la paz está supeditado al bien común. No se puede olvidar el valor de la legítima defensa. 

    ¿Las religiones han originado guerras? Se han dado instrumentalizaciones que, a la luz de las palabras de JP2, han sido un trágico error: “No existe ninguna intención religiosa que pueda justificar la práctica de la violencia del hombre contra el hombre.”

Rasgos de la personalidad de Juan Pablo II

    Juan Pablo II tiene una virtud que algunos llaman “normalidad”: en realidad se trata de una profunda humildad y una gran simpatía. 

    Enorme capacidad de concentración cuando reza o estudia. Sabe guiar y controlar los estímulos sensitivos que le rodean hasta extremos desconcertantes: ejemplo, en Malta, reza absorto el breviario en un barco, mientras a su alrededor decenas y decenas de pequeñas embarcaciones le rodean y saludan para recibirle, en un espectáculo bellísimo de un día magnífico..

    Sabe escuchar: Juan Pablo II está muy atento a la argumentación de quien le habla, y a la vez intenta entender la estructura mental de la persona con quien conversa: manifiesta interés grande por el otro y por lo que dice. 

    Aborda los problemas de la Iglesia sin angustiarse. Sabe mantenerlos en un plano objetivo, conservando la serenidad, rasgo decisivo de su carácter. “Nunca le he visto perder el sentido del humor, o desbordado por los acontecimientos” dice su secretario Dziwisz. Impresiona verle dormir en santa paz, en medio del monte, abandonando el timón de la Iglesia a Dios. 

    Mientras se dirigen a la cima del monte Pieralua (2.694), por pasos empinados y difíciles, y una cruz en la cima, comenta Dziwisz: “Así es como el Papa dirige la Iglesia: despacio, sin tirones, pero con tenacidad y los ojos fijos en la meta. Escucha a todos, pide consejo a todos, pero luego decide en su oración y no separa los ojos de la meta.”

    Juan Pablo II no deja de ser Papa ni cuando descansa, ni deja de rezar mucho. Cuenta que vivió su elección con serenidad y sin ansiedades, pero añade que experimentar una cierta ansiedad delata un hondo sentido de responsabilidad

    Ser Papa es una responsabilidad inmensa, pero cuando Dios confía una carga, nos otorga también la gracia para sobrellevarla. Pero no es algo específico de las responsabilidades eclesiásticas: la responsabilidad de un marido o una esposa, que aceptan al otro y aceptan serle fieles mientras viva, es la misma: un compromiso personal para toda la vida.”

    Time declara a JP2 hombre del año 1994 “por su lucha para poner los cimientos de un orden moral en nuestro tiempo.”

    “Cansar el cuerpo”, hacer ejercicio, es importante y bueno para el organismo: un cansancio físico moderado.

    Solía repetir: Sempre avanti! 

    “Ya ha pasado el tiempo que supera todas las debilidades”. Le pareció a Navarro-Valls que esa frase equivalía a “ya no me importan las debilidades físicas y las enfermedades."

    Entrañable comentario del secretario, moneseñor Dziwisz, a Navarro, en tono de complicidad: “Muchos años trabajando con el sucesor de Pedro, y luego, el cielo.”

   Juan Pablo II beatificó a una empleada de hogar polaca, Angela Salawa, y repetía unas palabras suyas que hizo propias: “Señor, vivo porque Tú quieres que viva; moriré cuando quieras, sálvame porque Tú puedes hacerlo.”

    Un recuerdo del padre de Juan Pablo II (que hizo de padre y madre para él): “Cuando por la noche me despierto y tardo en dormirme, recuerdo que a veces él se levantaba por la noche y se ponía a rezar.”

    A leprosos en Brasil: “Ninguna persona es un verso suelto. Componemos entre todos el mismo poema divino, que Dios escribe con el concurso de nuestra libertad.

    Su lema es una oración dirigida a la Virgen María: Totus tuus ego sum// et omnia mea tua sunt.// Accepi te in mea omnia// Praebe mihi cor Tuum, / María. (Soy todo tuyo, y todo lo mío es tuyo. Te recibí en todo lo mío, dáme tu Corazón, María.)

    “Hay que vivir sin pensar en el mañana, que Dios quiere esconder. La Virgen no vio todo desde el principio, no sabía qué iba a pasar mañana, y vivía al día, abandonada en Dios.” ¿Dimisión del Papa? Quizá Dios quiere hacer ver que la Iglesia es algo distinto de otras organizaciones que tienen siempre a la cabeza alguien joven y dinámico.

    Juan Pablo II, anciano y célibe, está enseñando a entender el amor humano: porque su esfuerzo es un ejemplo de cómo amar.

    Dimensión misteriosa de la recaída del Papa, que sólo encuentra respuesta en la Cruz de Jesús. De ese dolor del Papa Dios está sacando mucho bien para la Iglesia.

    En una de las paredes de la terraza del apartamento del Papa hay un Via Crucis: en la 5ª estación, el Cirineo tiene el rostro de Karol Wojtyla. 

    Depauperación progresiva de un hombre que está ante la mirada de la humanidad: no se entiende si no es mirando a la Cruz de Jesucristo. La cara de Juan Pablo II cuando se asomaba a la ventana a saludar era de sufrimiento, inexpresividad y conmoción.

    Israel e Irán se estrechan la mano en el funeral de JP2: el protocolo para las delegaciones, salvo para las casas reales, fue el orden alfabético, y les tocó una al lado de la otra. 

Primado de Pedro:

-Palabras en la ceremonia ecuménica en Finlandia, ante luteranos y protestantes: 

    “¿Quién soy yo? Como todos vosotros, soy un cristiano, que he recibido en el bautismo la gracia que me une a Jesucristo Nuestra Señor. Mediante el bautismo soy vuestro hermano en Cristo y he sido llamado al sacerdocio sin ningún mérito por mi parte y ordenado para el ministerio de la palabra, la celebración de la santa Ecaristía y el perdón de los pecados. 

    La voluntad de Dios para mí fue confiarme la misión del ministerio especial del obispo de Roma, sucesor de san Pedro, en el cual, conforme a las enseñanzas católicas, el Señor instituyó el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de la fe y de la comunión.”

-Conferencia de Sto Domingo, en América: 31 comisiones, cientos de papeles: Joaquín se desahoga con JP2: “Si no existiera el Primado de Pedro por voluntad divina, habría que inventarlo.” Y JP2 le responde: “No, si no existiera por voluntad divina no se podría inventar.”

Comunicación

Joaquín Navarro Valls: “Una mentalidad errónea es que basta con leer todo lo negativo para estar informado: es preciso estar informado también de lo positivo, porque si no se puede crear un complejo de asedio frente a las críticas.”

El Papa no le indica qué debe informar a los periodistas, pero la libertad y la confianza con que le habla permite al Portavoz conocer su pensamiento y darlo a conocer. Por ejemplo, en la mente de JP2 no había lugar para un papa emérito. Pero sólo le cuenta la anécdota de su comentario al doctor que le atendió de la rotura del fémur: “Le dije: sólo tenemos una opción: me cura y yo tengo que ponerme bueno, porque no hay lugar en la Iglesia para un Papa emérito.” JP2 sabía que era una pregunta recurrente de los periodistas. Y así facilitó su trabajo.





lunes, 20 de febrero de 2023

Por qué leer a los clásicos

 


 

Podría haber titulado también esta entrada Por qué leer a los mejores. Esos que han sabido preguntarse con espíritu noble por el sentido de la existencia humana, y nos enseñan con viveza su experiencia de lo bueno y de lo malo.

Balzac lo explica muy bien en un pasaje de su Eugénie Grandet:

En la vida moral, como en la física, existe una aspiración y una respiración. El alma necesita absorber los sentimientos de otra alma, asimilarlos para restituírselos enriquecidos. Sin este bello fenómeno humano, el corazón no puede vivir; le falta el aire, sufre y se marchita.”

De los clásicos, como de los mejores amigos, aprendemos a vivir, a discernir entre lo que conviene hacer y lo que conviene evitar. Aprendemos que no todo vale, porque no todo nos hace bien. Los clásicos no nos engañan con experiencias faltas de realismo, fantasiosas e inverosímiles,  en las que quien hace el mal es feliz para siempre (mentira) y quien hace el bien muere sin dejar un rastro de bondad y sin recompensa eterna (falsedad).

Hay que leer, pero también hay que saber seleccionar. En algún sitio leí que “el espíritu del hombre es como su cuerpo: no vive de lo que come, sino de lo que digiere.” Un exceso de lectura, o unas lecturas indigestas, pueden acabar trastornando el metabolismo de la vida del espíritu.

Volvamos a los clásicos, a esos autores y títulos que van desapareciendo de los planes de enseñanza, y están dejando a generaciones de jóvenes sin alimento para su espíritu. Volvamos a los clásicos, antes de que algún loco los condene a la hoguera por contraculturales, y destruya nuestra rica herencia cultural.

 

Relacionados:

Eugénie Grandet.Honorato Balzac

Por qué leer muchoy bueno

 

 

 

martes, 14 de febrero de 2023

El hecho extraordinario. La música en la conversión de García Morente

            

 

Decía Edith Stein que quien busca con sinceridad y apasionadamente la verdad está en el camino de Cristo. Hablaba de su experiencia. Como verdadera filósofa, buscaba siempre la verdad, y quedó deslumbrada por la sincera y sencilla luminosidad que transmite El libro de la vida, de santa Teresa de Jesús. Dios se sirve del encanto de unas palabras verdaderas, escritas por una persona santa, para adentrarse en el alma de quien lee con espíritu abierto a la verdad.

Ha escrito Benedicto XVI, en su magnífico Jesús de Nazaret, que la salvación no se alcanza viviendo cada cual su religión o su ateísmo, como sostiene cierto pensamiento actual. Dios nos pide mantener el espíritu despierto para poder escuchar su hablar silencioso, que está en nosotros y nos rescata de la simple rutina conduciéndonos por el camino de la verdad: un camino que finaliza en Jesucristo.

Quien mantiene el espíritu despierto, está en condiciones de escuchar ese hablar silencioso de Dios en todo cuanto contenga chispazos del ser de Dios, que es la Verdad, el Bien, la Belleza, el Sumo Amor.

Si Dios se sirvió, en el caso de Edith Stein,  de la autobiografía de una santa, también la buena música contiene un resplandor divino capaz de elevarnos hasta el Creador. Lo saben bien los amantes de la música, como Benedicto XVI: «La música puede abrir las mentes y los corazones a la dimensión del espíritu, y llevar a las personas a levantar la mirada hacia lo Alto, a abrirse al Bien y a la Belleza absolutos, que tienen en Dios su fuente última

Esta reflexión viene tras la relectura de El hecho extraordinario, una carta en la que narra su conversión Manuel García Morente. Filósofo, catedrático de Ética de la Universidad de Madrid, buen amante de la música, alumno de la Institución Libre de Enseñanza y ateo declarado, al comienzo de la guerra civil fue destituido de sus cargos en la universidad, y huyó a Francia cuando recibió aviso de que planeaban asesinarle.

Refugiado en casa de unos amigos en París, una noche de 1937 reflexiona sobre su vida. ¿Quién está detrás de mi existencia? ¿Quién conduce mi vida, pues soy consciente de que ni me la he dado a mí mismo ni la conduzco? Y en ese momento aparece en su mente la idea de la providencia divina. Se asusta ante semejante pensamiento, impropio de un ateo, y para despejarse enciende la radio y escucha música clásica.

Y al cabo de un momento llega a sus oídos “algo exquisito, suavísimo, de una delicadeza y ternura tales, que nadie puede escucharlo con los ojos secos. Cantábalo un tenor magnífico, de voz dulce, aterciopelada, flexible y suave, que matizaba incomparablemente la melodía pura, ingenua, verdaderamente divina.” Se trataba de un fragmento de La infancia de Jesús, del compositor francés Héctor Berlioz.

        Todo parece indicar que escuchó El descanso de la Sagrada Familia, el movimiento coral que aparece en el minuto 48:46 de la versión insertada arriba. En ese pasaje, “la dulce y penetrante música de Berlioz” ilumina con luz maravillosa la representación que imprimen en su mente las palabras de la Virgen María: “Ved esta hermosa alfombra de hierba suave y florida / el Señor la tendió en el desierto para mi Hijo.” Y en ese momento, música y letra se funden en una visión que “tuvo un efecto fulminante para mi alma.”

        García Morente cae de rodillas, y recuerda su niñez, cuando  rezaba junto a su madre, recostado en su regazo y ambos de rodillas. Y las palabras del Padrenuestro, casi olvidadas, acuden a sus labios…

        Todo lo bello nos acerca a Dios, porque procede de Dios. Cultivemos el arte de lo bello: desde la contemplación de la naturaleza hasta la belleza que se esconde en un amable gesto de servicio; desde la lectura reposada de textos sublimes (hay tantos) hasta la escucha silenciosa de los grandes maestros de la música: esa música que “al elevar el alma a la contemplación, nos ayuda a captar los matices más íntimos del genio humano, en el que se refleja algo de la belleza incomparable del Creador del universo.” (Benedicto XVI).

    De todo lo bello y de todo lo bueno puede servirse Dios para adentrarse en nuestra alma, si le buscamos con un corazón sincero. Y sin miedo al compromiso que la verdad exige. García Morente se comprometió con la verdad recién descubierta: se convirtió, volvió a la Iglesia católica, en 1938 regresó a España y en 1940 fue ordenado sacerdote. Era el camino que Dios, sabio Conductor, tenía previsto para él. 



 P/D: García Morente escucharía también, en ese momento o más tarde, el fragmento que precede a El descanso de la Sagrada Familia. Es el precioso movimiento La despedida de los pastores (minuto 44:44), una tierna melodía con la que la masa coral despide a Jesús, María y José cuando tienen que huir a Egipto. 

           

 


lunes, 2 de enero de 2023

Algunos libros en la vida de Joseph Ratzinger


 

Lecturas que dejaron huella en Joseph Ratzinger-Benedicto XVI

Peter Sewald, en su espléndida biografía de Benedicto XVI, desgrana, al hilo de sus conversaciones con el papa, algunas de las lecturas que han podido marcar la trayectoria intelectual de Ratzinger desde sus años jóvenes.

Para un intelectual que ha dedicado su vida a buscar la verdad en lo mejor del saber humano y en el tesoro del Evangelio y de los Padres de la Iglesia, es lógico que la enumeración no sea exhaustiva. Pero algunos títulos resultan significativos, y el propio Ratzinger señala que han sido decisivos en el desarrollo de su pensamiento.

 

Amor y verdad. Agustín y Tomás de Aquino

        Ratzinger descubre a san Agustín al leer Las Confesiones, y queda cautivado por su profunda y viva teología, que emana de su experiencia vital, muy distinta a la de Tomás de Aquino.

La lectura de Tomás de Aquino (demasiado impersonal para su gusto, en un principio) no le interpela con esa fuerza, pero la de Agustín sí, profundamente, porque Agustín se muestra como hombre apasionado que sufre y se interroga. Agustín es alguien con el que uno puede identificarse, afirma Ratzinger, porque Agustín ve la propia pobreza y miseria de pecador a la luz de Dios, y a la vez se siente movido a la acción de gracias por el hecho de ser aceptado por Dios y elevado mediante la transformación de su persona.

A Agustín lo veo como un amigo, como un contemporáneo que me habla”, explica Ratzinger. Agustín es “una persona animada por el inagotable deseo de encontrar la verdad, de descubrir qué es la vida, de saber cómo debe vivir uno.”

        La huella de Agustín de Hipona se percibe en los escritos de Ratzinger: “El ser humano es un gran enigma, un profundo abismo. Sólo a la luz de Dios puede manifestarse plenamente también la grandeza del ser humano, la belleza de la aventura de ser hombre.”

Con la lectura de san Agustín, en Joseph Ratzinger arraiga el convencimiento de que no bastan los libros para conocer a Dios: “sólo una profunda moción del alma puede producir abundancia de conocimiento de Dios.”

Pero también el poderoso rigor intelectual de Tomás de Aquino ayudó a configurar su mente. Ya en 1946 su profesor le hizo un encargo que le marcaría: traducir del latín la Cuestión disputada sobre la caridad, de santo Tomás. Debía encontrar las innumerables citas en los pasajes originarios de la Sagrada Escritura, así como rastrear los textos de filósofos y teólogos que menciona Tomás –Platón, Aristóteles, Agustín–, cotejarlos y localizar y registrar capítulo y líneas correspondientes a cada uno de ellos.

Esta tarea propició su encuentro intelectual con Edith Stein, que había traducido por primera vez al alemán las Cuestiones disputadas sobre la verdad.

El amor y la verdad se convertirían con el tiempo en temas centrales de toda la obra de Ratzinger. A su juicio, no puede haber amor sin verdad ni verdad sin amor. Curiosa casualidad: el amor no solo fue su primer tema como teólogo, sino también el tema de su primera encíclica como papa. Su ópera prima en la facultad, con el título de Comunicación sobre el amor, apareció en una tirada de dos ejemplares (el primero, manuscrito; el segundo, mecanografiado); su ópera prima como papa, Deus caritas est [Dios es amor], en una tirada de más de tres millones de ejemplares.

Edith Stein fue canonizada por Juan Pablo II, en presencia de Ratzinger, el 11 de octubre de 1998 en la plaza de San Pedro de Roma. Simultáneamente, el papa polaco declaró a la mártir alemana copatrona de Europa. «Sea consciente de ello o no, quien busca la verdad, busca a Dios», afirmó la carmelita santa.


El futuro de la humanidad. Herman Hess, Guardini, Newman, Orwell

        Influyen mucho en el joven Ratzinger dos obras de Herman Hess: El juego de los abalorios y El lobo estepario. Hess se confronta críticamente con el espíritu de la época.

En El juego de los abalorios hay un asombroso parecido con la trayectoria intelectual y religiosa de Ratzinger: el joven protagonista ingresa en una orden ficticia que busca la verdad mediante el saber y la música, y llega a lo más alto de la orden.

El lobo estepario narra el desgarro anímico de la época: el protagonista es un personaje hipersensible y solitario, hombre de libros y de ideas, buen conocedor de Mozart y de Goethe, criado por padres y maestros cariñosos, severos y muy píos, que vive inmerso entre una cultura europea antigua que se hunde y una tecnocracia moderna que crece excesivamente. Añora los corazones llenos de espíritu, no puede encontrar la huella de Dios en una época tan burguesa, y por eso se siente como un lobo estepario en medio de un mundo cuyas metas no comparte.

        Ratzinger estudió a fondo las obras de Romano Guardini y de J. H. Newman, de Sartre, el Diario de un cura rural, de Bernanos… Todo ello iba dejando huella en su mente, que aprendía a discernir con sentido crítico, a tomar lo bueno y colegir el daño que puede hacer lo malo.

Son obras que ayudan a penetrar y hacerse cargo de los problemas que abruman al hombre de nuestro tiempo. Permiten vislumbrar también los riesgos que acechan a la humanidad, sobre los que Benedicto no ha cesado de reflexionar y poner en guardia con su Magisterio, en el que junto a la racionalidad de los argumentos se percibe la asistencia del Espíritu Santo.

Cuatro de sus lecturas preferidas sobre la peligrosa deriva del mundo han sido 1984 (G. Orwell), Un mundo feliz (Aldous Huxley), Señor del mundo (R.H. Bergson, puesta de relieve y recomendada también por el papa Francisco), y Breve relato del Anticristo (Vladimir Soloiev).

 



Amor y sexualidad. Adam y Joseph Pieper

Los libros de August Adam sobre el amor y la sexualidad influyeron en el pensamiento de Ratzinger. Adam afirma que el impulso sexual no debe considerarse “impuro”, sino un regalo que a través del amor al prójimo alcanza su santificación.

        Estas ideas, junto a las de Josef Pieper en su libro El amor, aparecen en su primera encíclica: Deus caritas est, en la que habla de “sumergirse en la embriaguez de la felicidad”. La encíclica explica la misión caritativa de la Iglesia en el mundo: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en Él.”. Ese es el corazón de la fe cristiana, la imagen cristiana de Dios y la consiguiente imagen del hombre y de su camino en la tierra: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él.”

        El cristianismo no ha destruido el eros: al contrario, la humanidad de la fe incluye el sí del hombre a su corporeidad, creada por Dios. El eros regalado por el Creador permite al ser humano pregustar algo de lo divino.

        Amor a Dios y amor al prójimo forman una unidad indisoluble. Sin amor al prójimo el amor a Dios se marchita. Sin amor y contacto con Dios, en el otro no reconoceré su imagen divina.

        “El amor es una luz –en el fondo la única- que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar. El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios.”

 

La nueva física encamina de nuevo a los científicos hacia Dios y hacia la imagen cristiana del hombre.

La Filosofía de la libertad de Wenzl mostró que la imagen del mundo derivada de la física clásica, en la que Dios no desempeñaba ya papel alguno, había sido reemplazada, a consecuencia del desarrollo de las propias ciencias de la naturaleza, por una imagen del mundo que volvía a ser abierta.

La convicción entre los intelectuales con los que se codea Ratzinger en la universidad era que los científicos, «en virtud del cambio radical iniciado por Planck, Heisenberg o Einstein, estaban de nuevo en el camino hacia Dios». Era hora de que la metafísica, es decir, la doctrina de lo que se encuentra detrás del mundo conocido y calculado, volviera a ser de una vez la base común de todas las ciencias.

En resumen: el futuro tan solo podía ser reconstruido sobre una base intelectual, conforme a la idea de la vida que está bosquejada en la liberal y reconciliadora imagen cristiana del hombre.

 

Cambio radical de pensamiento y Filosofía de la libertad.

Si esta obra de Wenzl (Filosofía de la libertad) fue para Joseph impulso para pensar e inspiración, el libro del profesor de teología moral Theodor Steinbüchel Cambio radical de pensamiento se convirtió en lectura clave. Quería conocer «lo nuevo» en lugar de limitarse a una filosofía «manida» y «envasada». El novel estudiante se sentía muy decepcionado por profesores que habían dejado de ser personas indagadoras y, en su estrechez intelectual, se contentaban con «defender lo hallado frente a cualquier pregunta».

En Verdad, valores, poder, de Steinbüchel, Ratzinger leyó frases que le conmovieron profundamente: «El ser humano se da solo ante Dios y solo en libertad; únicamente bajo ambas condiciones es persona». El «conviértete en lo que eres» tiene sentido sólo si se sabe realmente qué es el hombre: ser hacia Dios. Y llegar a ser uno mismo, como exigía Heidegger, solamente es auténtica realización del yo si es incorporado a la relación con Dios, en la que se cumple lo que de verdad son el «hombre» y el «yo».

De ahí que Dios no sea, como sostiene Nietzsche, la muerte y la ruina del hombre, sino su vida: «El garante de su libertad es Dios, porque este lo ha creado como el ser que se trasciende hacia el tú y porque esta trascendencia de su ser tan solo se realiza en la vida de la libertad personal».

Steinbüchel, en su Cambio radical de pensamiento, se basa en la obra poco conocida de Ferdinand Ebner, quien a principios de siglo XX redescubre que la palabra de la revelación no es una construcción del pensamiento, sino hallazgo y recepción, comprensión de sentido que el pensamiento no ha ideado por su propio poder.  Un ser conocido que es la realidad del Dios personal que en su palabra se dirige al hombre perceptor.

Sólo en este dinamismo vivo y decisivo se constituye la existencia humana en su singularidad más profunda, misteriosa y responsable. Ebner construyó una filosofía de la relación yo-tú entre la criatura y el Creador que ponía las bases del existencialismo cristiano y del pensamiento dialógico.

 

Hildegarda de Bringen, sabia, científica y mística

Quizá para nosotros poca conocida, desde su juventud Ratzinger se sintió atraído por la figura de Hildegarda de Bringen, sabia, médica, poeta, compositora y mística, que vivió en el siglo XI y ha sido canonizada y declarada doctora de la Iglesia por él cuando llegó a Papa. Hildegarda amó a Jesucristo en su Iglesia, sin ingenuidad ni timideces: como Benedicto. Seguro que esta santa doctora ha ocupado el papel de guía fiel en el camino espiritual e intelectual de Benedicto.


                           

miércoles, 20 de julio de 2022

Abril encantado




Abril encantado. (The Enchanted April) Elisabeth von Arnim

 

Deliciosa comedia de enredo, protagonizada por cuatro mujeres inglesas. No se conocen, son muy distintas entre sí, pero les une el deseo de alejarse por un tiempo de la monotonía de sus vidas en su oscuro y gélido país, para gozar de unas vacaciones en la luminosa primavera de un pueblecito de la costa italiana. Solas, y lejos de sus maridos y familias.


El suave clima, la generosa fragancia de las flores en su apogeo primaveral, la luminosidad mediterránea… casi inadvertidamente comienzan a obrar su milagro en estas mujeres que han llegado estresadas y psicológicamente abatidas por problemas y faltas de entendimiento con sus parejas, y que se miran con recela entre ellas.


Pero el calor y la luz del Mediterráneo son capaces de transformar a quien se deja penetrar por la belleza del paisaje: entonces los problemas aparecen en su justa dimensión, poco a poco se disipan las tinieblas interiores, y va cambiando también la misma mirada hacia los demás: suspicaz y llena de prejuicios al principio, se va convirtiendo en una mirada comprensiva, tierna, capaz de disculpar toda deficiencia. La luz del sol y la fuerza de la primavera han despertado el amor en sus corazones, primero en la más sensible y soñadora de las protagonistas.


De agradable lectura, la autora domina el arte de describir con gracia el mundo interior de los personajes, haciendo sonreír con frecuencia al lector. Quizá la principal lección del relato es ayudarnos a caer en la cuenta de la potencia transformadora sobre los demás de nuestra mirada de cariño. Nada ayuda tanto a desear ser buena persona como sentir sobre uno una mirada de cariño y aliento. 


Como el sol y la belleza del paisaje son capaces de disipar las tinieblas interiores, una mirada sincera de cariño es capaz de disipar todo prejuicio y hostilidad en las relaciones. Nunca acabaremos de descubrir suficientemente la poderosa capacidad transformadora del amor


       

 

 

 

 

lunes, 26 de julio de 2021

Cartas a un joven católico

 




Cartas a un joven católico. George Weigel

 

Mundialmente conocido por su biografía de san Juan Pablo IITestigo de la esperanza”, George Weigel es un escritor norteamericano especialista en Ética pública, catedrático de Estudios Católicos en Whasington D.C. En esta obra se propone mostrar, a un imaginario joven católico de nuestro tiempo, la inmensa riqueza que contienen las raíces cristianas, y especialmente católicas, de nuestra civilización. Unas raíces que corresponde a las nuevas generaciones conocer y cuidar, porque son la fuente en que debe beber el mundo si quiere ser cada día más humano. Son raíces que se hunden en los profundísimos manantiales de la vida divina que se nos ha dado con la Encarnación de Dios, hecho hombre en Jesucristo.

 

Una cultura sin raíces no solo no crece, sino que produce decrepitud y sequía”. Los católicos somos herederos de una tradición que ha dado origen a la más grande civilización de todos los tiempos, y en la que podemos encontrar los antídotos para responder con seguridad a los argumentos desnortados del discurso dominante.

 

Y la razón de esa seguridad es Jesucristo, Dios hecho uno de nosotros para que fijándonos en Él encontremos la verdadera medida de quiénes somos. En su rostro encontramos la verdad sobre nosotros mismos. “En Jesús, Dios revela el hombre al propio hombre”, decía san Juan Pablo II. De la crisis actual no saldremos sin Dios. Sólo Él nos da el sentido vital que necesitamos. El Hijo de Dios es el inicio y el fin de la cultura en la que debemos beber.

 

Weigel muestra en acertadas pinceladas algunas de las manifestaciones de esa huella cristiana en la historia, y cómo las verdades de la fe católica han transformado la vida de los santos, y con ellos la historia y el progreso de los hombres. Sin duda, conocer a quienes han seguido de cerca los pasos de Jesús es beber en las fuentes claras de la tradición católica. Sus vidas y sus obras constituyen un ingente tesoro cultural, verdadero patrimonio de la humanidad, fuente de inspiración para quienes desean seguir contribuyendo al verdadero progreso social.

 

Recojo algunos de los aspectos que me han parecido más reseñables, entre los que Weigel considera necesario poner bajo la atenta mirada de los jóvenes de hoy:


1)   El catolicismo es realismo, no sólo un conjunto de ideas, aunque sean verdaderas. Ser católico, como ser cristiano, no es seguir un libro, aunque sea un libro inspirado por Dios. Ser católico significa haberse encontrado con una Persona, que es verdadero Dios y verdadero hombre. Al hacerse uno de nosotros, Dios mismo ha dado realce y valor a las realidades cotidianas, que se convierten en lugar de encuentro con Él. Desde el momento de la Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre, no es posible hacer verdadero humanismo sin Dios, porque ese “humanismo” acabaría siendo profundamente inhumano.


2)   Vivir como hijos de Dios. La fuerza más dinámica de la historia son las personas dispuestas a vivir la verdad de su propio ser, que es reconocerse como hijo de Dios. Es lo que hizo la Virgen María con su “Hágase en mí según tu palabra”, su sí incondicional al querer de Dios. Vale la pena comprometerse personalmente con Dios.

 

3)   Compromiso. Cuando una persona “cierra sus opciones” para comprometerse con Dios (y no las deja abiertas, como hacen quienes tienen miedo al compromiso) surge una nueva cultura, la que salvará al mundo. Una cultura que comienza con la experiencia personal de alegría por el encuentro con Dios.

 

4)   Estudiar el Catecismo de la Iglesia Católica, que resume y sintetiza de manera magistral el contenido de la fe, ha supuesto un esfuerzo titánico durante siglos hasta llegar a esas sencillas y precisas formulaciones. Es un manantial de sabiduría al que acudir una y otra vez para obtener luces sobre el sentido de nuestra existencia.

 

5)   Recuperar el sentido moral. Weigel, que se dirige especialmente a un público joven norteamericano, menciona a Flanery O’Connor (1925-1964) escritora norteamericana que refleja en sus obras la característica intuición católica sobre el sentido de la vida. Decía Flanery que el sentido moral se ha expulsado hoy de algunos sectores de población, como se recortan las alas de los pollos para que produzcan más carne. El sentido moral es un hábito de ser, una sensibilidad espiritual, que nos permite reconocer el mundo no como una simple sucesión de acontecimientos, sino como el dramático terreno donde se juega la creación, el pecado, la redención y la santificación.

 

 

6)   La “muerte de Dios” es la muerte del hombre. En realidad, la famosa “muerte de Dios” anunciada por Nietzche ha consistido en una verdadera “castración espiritual del hombre”, que ha supuesto la muerte del verdadero humanismo. Lo que ha quedado es una colección de pollos sin alas, sin los referentes morales que les permitirían elevar el vuelo hacia aspiraciones altas y nobles como personas y para el bien común.


 

7)   El catolicismo es un antídoto, el único adecuado, contra el nihilismo, ese “nihilismo elegante” o más bien presumido, que pasa por la vida considerando que todo (relaciones, belleza, sexo, historia…) no es más que una broma cósmica que acabará en el olvido. El catolicismo insiste en lo contrario: todo es importante (cada uno de nosotros, nuestras relaciones, la amistad, la belleza, la historia, el amor entre un hombre y una mujer…) porque todo ha sido redimido por Cristo. El catolicismo trata de cambiar el mundo, pero al mismo tiempo lo acepta como es, porque también Dios lo aceptó como es: éste es el que quiso redimir.

 

 

8)   La Iglesia vive de la Eucaristía, de la Presencia real de Cristo bajo las apariencias de Pan y Vino. Hay dos parámetros típicamente católicos en el trato con ese gran Misterio de Amor que es la Eucaristía: intimidad (familiaridad) y reverencia. Su Presencia no es sobrecogedora ni apantallante, sino cercana, como la del amigo que busca estar con el amigo. Jesús vive, es una Persona real y sencilla, acogedora, que se muestra vulnerable, expuesto al rechazo o la frialdad, y espera ser respondido con nuestra presencia cálida y afectuosa, de corazón a corazón. Una respuesta nuestra confiada y reverente, porque es Dios, y porque es Hombre. Está oculto en las especies sacramentales, el Pan y el Vino; pero Vivo, Latente, tan real o más que nosotros mismos.


Flanery O'Connor
 

Flanery O’Connor asistía a una reunión de sesudos intelectuales cuando era una joven promesa. Alguien habló de la Eucaristía diciendo que era “un símbolo muy bonito”. Flanery era la única católica, y todos los ojos se dirigieron a ella en ese momento. Sólo pudo balbucear (porque era muy joven, y estaba impresionada entre tanta gente mayor importante): “Bueno, si no es más que un símbolo a mí no me interesa.” Más tarde reconocería que tampoco tendría mucho más que añadir, “aparte de que la Eucaristía para mí es el centro de mi existencia. De todo lo demás puedo prescindir tranquilamente…”

 

 

9)   El Papa, fundamento de la Iglesia. Cristo afirmó de Pedro que era Roca, y sobre esa Roca edificaría su Iglesia. Por eso impresiona contemplar en la basílica de san Pedro de Roma, debajo del altar, la tumba de Pedro, roca sobre la que efectivamente y en pleno sentido de la palabra se edifica la Iglesia Cabeza de la Cristiandad, cumpliéndose a la letra las palabras de Jesús. La tumba fue hallada casual e inequívocamente cuando en 1940 se hacían las obras para instalar la tumba de Pío XI, un sarcófago sobredimensionado que precisó rebajar el suelo de la cripta.

 

     Cuidar de los demás. El “Apacienta mis ovejas” y el “Simón, ¿me amas?”  que Jesús repite por tres veces a Pedro, es un insistente requerimiento para que descubra que tendrá que vaciarse de sí mismo para darse a los demás, para cuidar del rebaño aun a costa de la vida. También de nosotros, en cada tarea y aspecto de la vida, Jesús espera respuesta sobre hasta qué punto le amamos. Lo que hemos recibido gratis (el cariño del Señor, la fe, la vocación cristiana, la atención que nos prestan…) hemos de darlo gratis a los demás. “Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis también vosotros”: transmitid el don de Dios para que siga vivo en los demás, no os conforméis con tenerlo vosotros. Y eso requiere renuncia a “ir donde me apetece, ocuparme en lo que me gusta”. La entrega es renunciar a nuestra autonomía. Y en esa renuncia está nuestra ganancia, que consiste en ser como Cristo, o más bien identificarnos con Cristo, cuya existencia es un vivir para Dios y para los demás. Esta forma de orientar la existencia choca frontalmente con la moda dominante, fuertemente individualista, pero es la que conduce a la felicidad.


 


 

    Jesús, garantía e inspiración de la verdadera belleza. La Encarnación, el hecho de que el Hijo de Dios se haya hecho hombre en Jesús de Nazareth, se ha convertido en la garantía suprema del arte religioso: el cristianismo supuso una floración del arte y la creatividad artística. Dios se ha hecho hombre, no un hombre ficticio, y esa realidad nos lleva a tomar muy en serio lo físico y material. Catolicismo es realismo. No es una cuestión de ideas, sino de vida tangible: de ideas hechas carne, Dios hecho hombre, y hombre divinizado: eso es lo que vemos, por ejemplo, en el icono del Sinaí, el Cristo Pantocrator. Ya desde el siglo IV los eremitas se interesaron por ese lugar donde Dios entregó a Moisés las tablas de la Ley, y en el siglo VI se construyó un monasterio, que milagrosamente se ha mantenido hasta nuestros días. Conserva miles de manuscritos e iconos de los más antiguos de la cristiandad, algunos del siglo IV. Y entre ellos esa imagen sumamente bella y serena del Cristo Pantocrator, que ha inspirado a tantos artistas y contemplativos a lo largo de la historia. Una imagen cuyos rasgos recuerdan tanto a los del Hombre de la Sábana Santa.


El conjunto del libro, bien hilvanado con estos y otros muchos más significativos retazos de la tradición y de la historia del cristianismo, es de lectura amena y agradable, muy enriquecedora cultural y espiritualmente.