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jueves, 16 de mayo de 2019

Diálogo social según el papa Francisco




Diálogos de Teología en Almudí






He asistido en la Facultad de Teología de Valencia a una nueva edición de los Diálogos de Teología, que promueve desde hace años con notable acierto la Biblioteca Sacerdotal Almudí. Mayoría de sacerdotes entre el público, pero también éramos bienvenidos los civiles. Varios periodistas.  


El tema de este año era oportuno: Diálogo y Encuentro en el pensamiento magisterial del papa Francisco. Oportuno, porque parecería que la sociedad se tensa a medida que sus principales actores (políticos y periodistas, principalmente) olvidan la esencia de la democracia: promover, frente a la disgregación, el encuentro. Frente a la discordia, la concordia, que se hace a base de diálogo amigable, no de insultos ni descalificaciones. De respeto al otro, aunque piense diferente.


Una intervención clara y pedagógica del obispo de Menorca, monseñor Francisco Conesa, centró el tema. Para el papa Francisco, el diálogo y el encuentro se fundamentan en nuestra condición de hijos de Dios, y por lo tanto hermanos. La fraternidad universal está en la base del pensamiento cristiano, y es misión de los cristianos hacerla visible a los demás mediante una conducta coherente.

Promover el encuentro entre los diferentes requiere algunas disposiciones:

-No renunciar a la propia identidad. Sólo puede haber un diálogo constructivo mediante el conocimiento de lo que somos, de nuestros valores. Si no fuera así, se trataría de un diálogo en el vacío, en el que ninguna parte tiene nada que aportar a la otra. Sin identidad propia caemos en el relativismo, que es incapaz de construir y solo destruye. Esto no es monolitismo, si estoy abierto al otro.

-Apertura, sin miedo a lo diferente, a las aspiraciones del otro. Y eso requiere escucha, una escucha silenciosa que valora y mide lo que el otro propone y sus razones. No podemos perder, en un mundo que se mueve cada vez más y ya casi solo por sentimientos, la capacidad de argumentar y de razonar las propias convicciones, y de analizar en silencio la verdad que contienen las propuestas de los demás. ¡Qué lejos está de esto el odioso espectáculo que nos ofrecen algunos debates políticos! Por no hablar de la miseria verbal que ofrecen muchas cuentas de las redes sociales.

-Convencimiento de que toda persona tiene algo bueno que ofrecerme, y de que las diferencias me enriquecen. También las diferentes religiones contienen semillas de verdad. Y eso no significa relativismo, como algunos recientemente han afirmado. Está en  continuidad con el magisterio del concilio Vaticano II, que afirma que en toda religión, en toda cultura, hay algo que es manifestación del Espíritu, de lo que podemos aprender. Y esa realidad no es obstáculo para recordar esa otra obligación que tenemos todos los seres humanos, de buscar la verdad plena, sin conformarnos con pequeños atisbos de verdad.

-Sinceridad de intenciones. No basta dialogar por dialogar. Es propio del diálogo auténtico ver en él un camino hacia la verdad. El diálogo es un camino que recorremos juntos hacia la verdad. No buscamos imponer la verdad, sino encontrarla. Y en ese caminar juntos crece la solidaridad. No hay prisa si tarda en llegar el fruto, porque se anticipa ya en ese caminar juntos y encontrarnos como amigos, como hermanos. Se habló de un ecumenismo de la amistad, que el Papa está desarrollando, en continuidad con los anteriores papas, en sus recientes viajes a países como Marruecos o Bulgaria.

La Iglesia, afirmaba monseñor Francisco Conesa, trabaja para desarrollar ese diálogo con los Estados, con la sociedad civil, con otras religiones. Y pienso que con la Iglesia  todos los cristianos, cada uno a nuestra manera, estamos llamados a ser fermento de esa amistosa solidaridad fraterna que todos deseamos ver extendida hasta el último rincón de la humanidad. Pero, ¿estamos dispuestos realmente a dialogar, a ser pacientes, a ofrecer una mano amistosa a los que piensan diferente?




Amena y sugerente fue también la sesión con Eva Fernández, corresponsal de la cadena COPE en Italia y el Vaticano, gran conocedora del papa Francisco y de los intríngulis vaticanos. El papa Francisco comunica sobre todo con gestos, es su estilo. Y sus gestos, si estamos atentos, nos están transmitiendo la cercanía de Dios y su alegría. 


La periodista, que confesó el impacto vital que le produjeron los escritos de Benedicto XVI, afirmó también que hay que leer con detenimiento al papa Francisco para darse cuenta de su honda continuidad con el magisterio y la línea clara y bien pensada de su pontificado. Algunos han hablado de “cambio de paradigma”, pero no es así. La fe es la misma, aunque cada Papa hace brillar con luz nueva aspectos diversos de la misma fe cristiana, que siempre han estado ahí. Es el soplo del Espíritu Santo que dirige la nave de la Iglesia a través de las vicisitudes de la historia.


Se habló también del tratamiento mediático de los gestos y palabras del Papa. Hay que leer los escritos, homilías y discursos del Papa, no las interpretaciones que hacen los medios de sus gestos, que tantas veces se quedan en la superficie y con frecuencia tergiversan su pensamiento. Eva Fernández hizo un apunte sobre la falta de profesionalidad de algunos colegas periodistas, que parecen buscar la notoriedad y el impacto por encima de la veracidad y de una fiel intermediación entre el público y lo que hace y dice el Papa. Y aquí hay que hacer un merecido elogio a quienes, como Eva, trabajan con profesionalidad para hacernos llegar las palabras del Papa y el significado de sus gestos.


No hay que olvidar también la existencia de poderosos lobbies de comunicación, especialmente en Estados Unidos, interesados en manejar la opinión pública para favorecer sus intereses comerciales y sus políticas de dominio ideológico. Esos lobbies no soportan la autoridad moral de la Iglesia y tratan de socavarla. Con la misma intensidad con que preparan elecciones presidenciales, organizan campañas para favorecer la imagen de eclesiásticos supuestamente cercanos a sus posiciones, o para denigrar a quienes no se doblegan a sus designios.


Muy interesantes los detalles que ya en ambiente amigable y distendido contó la corresponsal sobre la política de comunicación vaticana, a veces errática, y el trabajo de los corresponsales  que sí quieren hacer bien su trabajo, que son la mayoría. 




Entrañables las anécdotas sobre la mutua admiración y cariño entre el papa Francisco y el papa emérito Benedicto, que se ven "fuera de foco" con mucha más frecuencia de la que sale en los medios. 

Tuvo palabras de elogio para el anterior equipo de comunicación del Papa, Greg Burke y Paloma García Ovejero, sacrificados hasta lo sumo para facilitar a todos su trabajo. Y también para los actuales, que están tratando de igualarles en un ambiente de difíciles vericuetos como es el Vaticano. 


Muy simpático también el elogio a colegas como Manuel Fandila y Leticia Sánchez de León, que facilitan el trabajo periodístico a los corresponsales antes de cada viaje papal, organizando desayunos informativos para describir el ambiente que se van a encontrar en cada país, darles contactos de amigos y traductores, etc. Eso es diálogo, encuentro... y camaradería de la buena.



lunes, 18 de marzo de 2013

Mirar donde mira Francisco


En Radio Nou RTVV con Vicent Climent, Carolina Quilez, José Francisco Castelló y José Antonio Burriel, comentando la elección del Papa Francisco
                             

Mirar donde mira el papa Francisco


    Pocos gestos han bastado para que el  papa Francisco nos muestre, desde las primeras horas de su pontificado, dónde tiene puesta su mirada. Era previsible, y por eso lo avanzamos en esa estupenda tertulia de Radio Nou con Vicente Climent, que arrancaba justo cuando por la chimenea del Vaticano comenzaba a intuirse el humo blanco.

    El papa mira en primer lugar a Jesucristo. Nos quedó grabado, apenas asomarse al balcón de la plaza de san Pedro para recoger el afecto del pueblo romano. Lo primero fue pedir -suplicar, más bien- que rezásemos por él, inclinado en gesto sincero y humilde. 

    Francisco sabe que la Cabeza de la Iglesia es Jesucristo.  Ser su representante en la tierra  requiere poner los ojos en Él, rezar intensamente, para escucharle y secundarle.  Media hora estuvo  ante el Santísimo en la basílica de Santa María la Mayor, a primera hora del día siguiente a su elección. Antes, muy temprano, había celebrado la Santa Misa. El Papa, primero y sobre todo, mira a Jesucristo. Es Él quien dirige su Iglesia. Es a Él a quien seguimos. 


   Todos deberíamos fijar la mirada en Jesucristo. Y rezar. Impresiona su devoción a la Virgen.  Aún resuenan
  las palabras de Francisco: quien no reza a Dios, reza al diablo. Debe estar feliz el diablo, porque muchos que se dicen agnósticos, o ateos,  lo que en realidad hacen es dar la espalda a Dios. Nada alegra más al diablo que contemplar una criatura dando la espalda a su Creador.


    El papa mira a la Iglesia, en segundo lugar. Me conmovió el gesto con que asomó al balcón de san Pedro: un gesto de afecto, con algo  del susto de quien acaba de sentir sobre sus espaldas el peso de la  enorme responsabilidad contraída: ser el Pastor de más 1.200 millones de católicos, representados en la multitud que abarrotaba  san Pedro. 



   Francisco tiene que  proporcionar  seguridad, afecto, cercanía y  alimento saludable a millones de fieles extendidos por los cinco continentes. Muchos de ellos sufren persecución física y moral, son privados de libertad, y a veces asesinados, por ser católicos. Necesitan sentir  el calor del Padre común, y sin duda  van a encontrarlo en esa gran humanidad que muestra Francisco, como ha dicho el Vicariodel Opus Dei en Argentina,  buen amigo de Bergoglio.


    Dentro de la Iglesia, el Papa mira especialmente a los jóvenes,  necesitados de una formación cristiana que no siempre se les ofrece con integridad, y muchas veces reciben tergiversada. (Por cierto, va a ser memorable la JMJ en Brasil: América arde en emoción...) Y mira también la falta de coherencia de miembros de la Iglesia, a veces eclesiásticos, necesitados de purificación. Somos humanos y ninguno estamos exentos de la necesidad de purificación. Pero hay que reconocer los pecados para poder ser perdonado.  

    Me ha hecho  pensar  el lema episcopal del Papa: Miserando et  eligendo.  Se refieren a la mirada de Jesucristo cuando invita a  Mateo a seguirle. Mirada de comprensión y cariño, que disculpa, pero que mueve a  radical coherencia.


   Es la radical coherencia que todos los católicos deberíamos proponernos en estos momentos. Requiere un conocimiento más riguroso de la fe,  y  frecuencia asidua de los sacramentos que nos adentran en la intimidad con Dios, especialmente la Reconciliación y la Eucaristía.  La luz y el calor que precisa un mundo frío y desnortado no la proporcionan sólo discursos y razonamientos, sino sobre todo el ejemplo de personas  que viven lo que creen.


   Y Francisco mira al mundo. Lo ha dicho claramente en sus primeras palabras, sin papeles porque lo tiene muy claro: el mundo necesita la luz de Cristo. La Iglesia no es una mera ONG filantrópica.  No cumpliría su misión si no diera a conocer a Cristo al mundo. Toda manifestación de amor a los hombres se queda pobre si no anuncia a Jesucristo, fuente del amor,  y lo que Jesucristo nos ha enseñado. 

    A quienes dicen que la Iglesia debería “modernizar” su doctrina,  Francisco les ha señalado que es al revés: el mundo no avanzará mientras no se abra a la luz de la doctrina cristiana. Parece un eco de la llamada de Juan Pablo II a los gobernantes: ¡no tengáis miedo a Cristo! Él trae la libertad y el bien al mundo. A un mundo que ha aumentado su capacidad técnica,  pero que ha empobrecido sus resortes morales, Francisco ofrece la referencia cristiana con fe profunda y claridad llena de coraje.


   Francisco, desde la elección de su nuevo nombre, mira en el mundo las injusticias que claman al cielo. Los grandes desequilibrios no sólo entre países ricos y pobres, sino también en el seno de cada país. Es fácil clamar contra la desigualdad. Más difícil es que cada uno de los que claman se proponga realmente vivir pobre y desprendido, compartiendo de lo suyo (no de lo ajeno), y trabajando por sanar  unas estructuras éticamente enfermas, que hagan mejores a las personas que viven en ellas, y no que las corrompan.

    Es significativo, en esa mirada al mundo, el valor que Francisco otorga a los laicos. Hemos leído sus declaraciones como cardenal de Buenos Aires, acerca del peligro de clericalizar a los laicos, y de que los laicos se dejen clericalizar. La tarea de los fieles corrientes es dar  testimonio de coherencia cristiana en sus ambientes profesionales y sociales, haciendo presente a Cristo en sus actividades ordinarias. Algo de esto dijo  el cardenal Bergoglio en alguna entrevista, y en la Misa que celebró en 2010 en la catedral de Buenos Aires, con ocasión de la  fiesta de san Josemaría, fundador del Opus Dei, precursor de la misión evangelizadora de los laicos.


    Jesucristo, la Iglesia, el mundo. Tres miradas en una. Miremos los católicos en esa dirección, bien unidos a Francisco. Y viviremos  una gran primavera de la Iglesia. Y también del mundo, que falta le hace... 

    Ah! Y no hagan caso de los "devotos odiadores", como han sido calificados por un conocido periodista, empeñados en ensuciar el rostro de la Iglesia. Sí, formada por hombres y por tanto por pecadores. Pero ya quisieran ellos para sus grupos la integridad y categoría de la inmensa multitud de cristianos que viven de acuerdo con su fe. 



miércoles, 30 de agosto de 2023

Extrañas presiones sobre el Opus Dei




Richard Cascioli, director de La Nuova BussolaQuotidiana, se pregunta en este artículo por la extraña presión que desde el círculo de asesores del Papa Francisco parece estar ejerciéndose sobre el Opus Dei, dictando cambios que contradicen su carisma, retroceden a actitudes preconciliares y pueden acabar empobreciendo la dinámica evangelizadora de la Iglesia.  


La presión sobre el Opus Dei perjudica a la Iglesia

El motu proprio que degrada las prelaturas personales es sólo la última pieza de una batalla contra el movimiento fundado por san Josemaría Escrivà de Balaguer, en la que el Papa se contradice yendo contra el Concilio y el principio de sinodalidad. El caso de Torreciudad.     

 

"¿Qué tiene el Papa contra el Opus Dei?", tituló recientemente Crisis Magazine , una influyente revista católica estadounidense. Pregunta que muchos se han hecho tras la enésima mortificación infligida al movimiento fundado por san Josemaría Escrivá de Balaguer en 1928: el pasado 8 de agosto con un nuevo Motu Proprio el Papa Francisco modificó de hecho los cánones 295 y 296 del Derecho Canónico para "retroceder" las prelaturas personales asimilando "a asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con facultad de incardinar clérigos". Y como la única prelatura personal existente es el Opus Dei, el objetivo del Papa es claro.


Hasta ese momento, las prelaturas personales estaban asimiladas a las diócesis, según lo establecido por el Concilio Vaticano II en el decreto Presbyterorum Ordinis en el número 10.


Se dijo que ésta es la enésima mortificación bajo este pontificado . De hecho, la batalla personal del Papa Francisco contra el Opus Dei ya comenzó en 2017 cuando no quiso la ordenación episcopal del nuevo prelado, monseñor Fernando Ocáriz, un fuerte signo de discontinuidad con pontificados anteriores. En efecto, recordamos que fue San Juan Pablo II quien elevó el Opus Dei a prelatura personal en 1982 con la Constitución Apostólica Ut Sit ,al término de un minucioso trabajo de una comisión conjunta de canonistas que habían estudiado la mejor manera de asegurar el desarrollo del carisma del Opus Dei al servicio de la Iglesia. Y fue el propio San Juan Pablo II quien ordenó obispo al primer prelado del Opus Dei, monseñor Álvaro del Portillo, en enero de 1991, y luego, en 1995, también ordenó a su sucesor, monseñor Javier Echevarría Rodríguez, fallecido en diciembre de 2016. .

La falta de nombramiento episcopal de monseñor Ocáriz fue el preludio de otros cambios; tomó algún tiempo pero llegó rápidamente con la reforma de la Curia Romana de marzo de 2022 (Constitución Apostólica Predicate evangelium ) seguida en julio por el Motu proprio Ad charisma tuendum que adapta las disposiciones: las competencias sobre las prelaturas personales pasan de la Congregación de los obispos al del clero, y el prelado del Opus Dei no puede ser obispo (esto es una curiosidad, porque es el único sacerdote que no puede ser nombrado obispo por decreto).

Parecía que esto era el final, porque llegado a este punto el Opus Dei ha reformulado los Estatutos para adaptarlos a las nuevas disposiciones. Casi un año de trabajo y entre junio y julio la revisión fue entregada a la Santa Sede, sin saber que mientras tanto el Papa Francisco preparaba una nueva sorpresa que obligará ahora a los expertos de la Ópera a revisar una vez más los Estatutos.

Pese a ello, la reacción oficial - en consonancia con la espiritualidad del movimiento - es de total colaboración: "Acogemos con sincera obediencia filial las disposiciones del Santo Padre - escribió monseñor Ocáriz a los aproximadamente 90.000 miembros de la Obra - y os pido para quedarnos, también en esto, todos muy unidos. Seguimos el mismo espíritu con el que san Josemaría y sus sucesores han aceptado cualquier decisión del Papa sobre el Opus Dei. Siendo la Obra una realidad de Dios y de la Iglesia, el Espíritu Santo nos guía en todo momento».

Si este es el espíritu con el que los miembros del Opus Dei viven estas circunstancias , lo cierto es que las decisiones del Papa han suscitado perplejidad y oposición, como lo demuestra la intervención de la canonista Geraldina Boni: en un artículo publicado en el sitio web del Centro Studi Livatino la Boni cuestiona la última decisión del 8 de agosto porque asimilar las prelaturas personales a las asociaciones clericales va en contra de la voluntad de los padres conciliares y pone en riesgo el "auténtico carisma".

No se trata de discusiones teóricas , sino de una restricción concreta de la autonomía del movimiento y de la posibilidad de llevar a cabo su misión. Un caso emblemático es el del santuario mariano de Torreciudad, en España: construido en los años 60 por voluntad de san Josemaría, se ha convertido en destino de cientos de miles de peregrinos, que siempre han encontrado sacerdotes de la Obra para acogerlos. Pero ahora el obispo local ha expropiado efectivamente al Opus Dei del santuario, asumiendo su administración; y a partir del próximo 1 de septiembre será dirigida por un sacerdote designado por el obispo.

En cualquier caso, el tema de la conservación del carisma del Opus Dei preocupa también al profesor Luis Felipe Navarro, rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, que recuerda a La Bussolacómo en el origen del Opus Dei está la "llamada universal a la santidad, santificando las realidades temporales, a través del trabajo y la familia". “El carisma del Opus Dei es laico – explica el profesor Navarro – la gran mayoría de sus miembros son laicos, casi todos casados. Y un punto importante que subraya san Josemaría es que todos los miembros son iguales, no hay miembros de la serie A y de la serie B, los laicos tienen la misma importancia que los sacerdotes». Entonces, ¿cómo se concilia esto con la asimilación a las asociaciones clericales? "Este será el trabajo a realizar en la revisión de los Estatutos, para hacer posible la preservación del auténtico carisma en las nuevas circunstancias", afirma Navarro, que no obstante se muestra confiado en el resultado.

Sin embargo, la tarea no es fácil porque se tiene la sensación de que el objetivo fundamental de la Santa Sede es -carisma o no- el de poner al Opus Dei bajo estricto control, tendencia que se observa también en otros movimientos eclesiales. Pero el movimiento fundado por san Josemaría Escrivá de Balaguer goza en realidad de una atención especial: tanto porque es el único al que se ha erigido una prelatura personal como porque tiene que pagar por una especie de "leyenda negra" contra él, que además actuó inspirado en las "fantasías" de Dan Brown.
Y ciertamente tiene muchos enemigos en el Vaticano y, sobre todo, en el círculo íntimo del Papa, hasta el punto de que, para atacar al Opus Dei, el Papa Francisco se contradijo en al menos dos principios centrales de su pontificado. En primer lugar, la aplicación del Concilio: como hemos recordado, la institución de la prelatura personal y su asimilación a las diócesis había sido una intuición conciliar, que antes no existía. El motu proprio del 8 de agosto trastoca por completo lo que los padres conciliares querían con la prelatura personal, es decir, un instrumento más eficaz en la perspectiva pastoral de la misión en todo el mundo.

Además, la forma en que han madurado estos pasajes es la negación de la sinodalidad , que dentro de poco más de un mes será el tema del Sínodo. De hecho, si la creación de una prelatura personal supuso un largo diálogo y un trabajo conjunto entre expertos de la Ópera y de la Santa Sede, las decisiones del Papa Francisco se tomaron por mandato, ciertamente madurado en un pequeño círculo de asesores que no sentían necesario. para el diálogo y el camino compartido con los líderes del Opus Dei.

 

viernes, 3 de octubre de 2014

Un evento inolvidable: la beatificación de Álvaro del Portillo

                 

Aquí dejo para el recuerdo una crónica de las jornadas inolvidables que miles de personas de todo el mundo, y muchos valencianos, vivimos cerca de Madrid, en Valdebebas, con motivo de la beatificación de Álvaro del Portillo, los días 27 y 28 de septiembre. Está basada en el estupendo reportaje que María José Fraile publicó en el semanario Paraula sobre el evento. 
  
Papa Francisco: “El beato Álvaro amó y sirvió a la Iglesia con un corazón despojado de interés mundano”



El 27 de septiembre ha sido beatificado en Madrid  Álvaro del Portillo, obispo, primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei y uno de los protagonistas del Concilio Vaticano II, en una ceremonia multitudinaria presidida por el delegado del Papa Francisco, el cardenal Angelo Amato, acompañado del cardenal Antonio María Rouco, arzobispo emérito de Madrid y del obispo prelado del Opus Dei, Javier Echevarría


                 



Junto a más de 200.000 fieles de más de 80 países, a la ceremonia asistieron miles de valencianos. En los momentos previos a la Santa Misa intervino Marisa López, joven ingeniero de Caminos valenciana, que junto a un universitario de Camerún presentó diversos testimonios audiovisuales sobre el impacto del ejemplo de vida cristiana de Álvaro en personas de todo el mundo. “Ha sido como un sueño. Me considero una privilegiada por haber podido estar aquí, y enormemente agradecida a don Álvaro: la Iglesia nos lo propone como ejemplo de que en el cumplimiento cabal de las obligaciones de cada día podemos y debemos ser santos. Esa idea me ha hecho descubrir el sentido de muchas cosas por las que he pasado y que ahora veo de otra manera: es como si don Álvaro me estuviera diciendo: todo viene de la mano de Dios.” Marisa tiene una simpática y conmovedora historia de conversión de su novio, Jordi



      Marisa López, valenciana ingeniero de Caminos como don Álvaro, introdujo la ceremonia


El mensaje del Papa Francisco abrió la ceremonia



La ceremonia comenzó con la lectura por parte del vicario general del Opus Dei, Fernando Ocáriz, del mensaje enviado por el Papa Francisco. El Santo Padre destacó que “el beato Álvaro del Portillo nos enseña que la sencillez y la vida ordinaria son camino seguro de santidad” y recordó que “recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres” (mensaje completo en: www.alvarodelportillo.org )




Tras la fórmula solemne de beatificación pronunciada por el Cardenal Amato, fue descubierta la imagen del nuevo beato cuya fiesta se celebrará el 12 de mayo en las diócesis que la Santa Sede determine.


Otro momento importante fue el traslado al altar de las reliquias de Álvaro del Portillo, portadas por la familia Ureta Wilson, cuyo hijo José Ignacio fue curado milagrosamente por intercesión del nuevo beato.



                
                              Una participación multitudinaria e internacional



La universalidad de la figura del nuevo beato ha quedado de manifiesto por la presencia de miles de fieles de más de ochenta países. En la ceremonia han concelebrado 17 cardenales y 170 obispos de todo el mundo, entre ellos los arzobispos entrante y saliente de Valencia, Antonio Cañizares y Carlos Osoro.



Entre las primeras filas se encontraban más de 200 personas con algún tipo de discapacidad y representantes de las numerosas iniciativas sociales promovidas por el nuevo beato, especialmente en África y Latinoamérica.



Una fiesta de la Iglesia universal



1.600 autobuses y un servicio de bus lanzadera desde las estaciones del Metro condujeron, desde primera hora de la mañana, a más de 200.000 personas que llenaron 185.000 metros cuadrados de Valdebebas. Allí pudieron esperar la ceremonia viendo una programación audiovisual en las 26 pantallas gigantes habilitadas y preparándose espiritualmente rezando en las 13 capillas instaladas o recibiendo el sacramento del perdón en alguno de los 80 confesonarios repartidos por el recinto.



La homilía  destacó su fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al Papa



En su homilía, el cardenal Amato realizó un perfil de algunas virtudes que el nuevo beato “vivió de modo heroico”, como su “fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al Magisterio del Papa”.  Álvaro del Portillo –explicó el cardenal- “huía de todo personalismo, porque transmitía la verdad del Evangelio, no sus propias opiniones”. Entre otras cosas, “destacaba por la prudencia y rectitud al valorar los sucesos y las personas; la justicia para respetar el honor y la libertad de los demás”.



Según el cardenal Amato, “el beato Álvaro del Portillo, nos invita hoy a vivir una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la tierra”. 



La numerosa participación de los fieles se caracterizó por la piedad y la alegría de los cantos acompañando al coro de 200 voces de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, que actuó reforzado por el coro de la parroquia de san Josemaría de Valencia. Para distribuir la comunión, 1200 sacerdotes se repartieron por todo el recinto.



Mons. Echevarría: una súplica especial por quienes sufren la persecución a causa de la fe



Al finalizar la celebración, Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, dirigió unas palabras de agradecimiento a Dios, a la Iglesia y al Papa Francisco, al Papa emérito Benedicto XVI, a los cardenales Amato y Rouco, y a la Archidiócesis de Madrid, así como al coro, a los voluntarios y a los medios de comunicación, que han hecho posible que la ceremonia se haya seguido en televisiones de todo el mundo.



El prelado añadió: “La elevación a los altares de Álvaro del Portillo nos recuerda de nuevo la llamada universal a la santidad, proclamada con gran fuerza por el Concilio Vaticano II”. Y también se refirió al “gozo de san Josemaría Escrivá de Balaguer, al ver que este hijo suyo fidelísimo ha sido propuesto como intercesor y ejemplo a todos los fieles”.



Mons. Echevarría pidió a los presentes una súplica especial “por las hermanas y los hermanos nuestros que, en diversas partes del mundo, sufren persecución e incluso martirio a causa de la fe”.



Al terminar la ceremonia, los más de 3.500 jóvenes voluntarios de diversos países ayudaron a los asistentes a despedirse de Valdebebas y volver hacia Madrid. 





Tere Alcayde, médico pediatra, que asistió con su marido y sus hijos, comenta que le impactaron varios consejos de la homilía del  prelado del Opus Dei: “hacer que todos los días mi hogar sea luminoso y alegre, con mucho ánimo”, comenta. “Y también ser agradecidos, hacer buen uso de los dones recibidos, como hizo el beato Álvaro. Y que la fe es un don para compartir con los demás. Ha sido como una conversión personal, y nos vinimos con las pilas cargadas”. Su marido, Juansa, añade que “titularía lo vivido como un fin de semana de fe que inundó Valdebebas. A mí me ha impactado la sencillez y humildad con que don Álvaro hizo tantas cosas tan grandes en servicio de Dios por todo el mundo”. 


                                          Tere y Juansa con su familia




Álvaro del Portillo es para mí la imagen de un hombre bueno y fiel, y es una maravilla comprobar cómo una persona buena y santa es capaz de convocar a tantas personas de todo el mundo en un ambiente de familia y de fiesta espiritual. Aquí se palpa la   universalidad   de la Iglesia.  Yo le estoy muy agradecido por su ejemplo”, dice Ignacio Gil, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, que acudió con varios amigos.




Carlos y Mapi coincidieron con una familia nigeriana de 9 hijos, y les impresionó cómo viven la fe católica en un ambiente nada fácil. También les emocionó estar junto al niño chileno del milagro: “Verle allí tan simpático y sonriente me puso los pelos de punta.” Y añade que “hemos vivido una gran fiesta de toda la Iglesia que nos ha recargado la batería para seguir luchando por vivir santamente el día a día”.

   
Chimo Lleó, director del Colegio Mayor Universitario de la Alameda, acudió con 40 voluntarios, alumnos de muchas carreras de todas las universidades de Valencia: Poli, Literaria, CEU y Católica. “Estuvimos dos días preparándonos (cursos de primeros auxilios, prevención de riesgos, etc). El viernes tuvimos un ensayo general y estuvimos terminando de poner vallas y repartir material en Valdebebas. El sábado y domingo fueron los días fuertes: nos tuvimos que levantar a las 4:00 am. Nadie protestó y eso que estuvimos los dos días desde esa hora hasta las 15:00 sin parar de trabajar. Algunos ni desayunaron apenas ni pudieron tomar nada. Pero todo el mundo feliz de ver que su esfuerzo había servido para que la gente se marchara feliz.”



“Sorprendió a todos la cantidad de personas distintas que hubo que atender: jóvenes, viejos, personas enfermas, matrimonios jóvenes, religiosos, etc. Todos muy contentos. Y luego estaba también la diversidad de procedencias que obligó a todos a sacar los mejores conocimientos de idiomas de cada uno: personas de Japón, Polonia, Eslovenia, Francia, Irlanda, Guatemala, México, Congo, Portugal, Palestina, Argentina, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Rusia, Corea, Nigeria, etc. De todas las razas imaginables. Estuvimos con unos de Finlandia en cuyo grupo venía un pastor luterano con su mujer con una gran ilusión por estar presente en la ceremonia.”



Añade que “el ambiente de piedad era tal que en nuestra zona cuando llegó el momento de la consagración hasta los agentes de seguridad dejaron sus conversaciones e incluso se dieron la paz entre ellos cuando llego el momento de hacerlo.”




                                  

                              Pablo Piñas, voluntario del Colegio Mayor Universitario de la Alameda

El 28 de septiembre se celebró  la Misa de acción de gracias por la beatificación. Ha tenido lugar en las mismas calles de Valdebebas donde ayer se reunieron más de 200.000 asistentes a la beatificación. Muchos de ellos volvieron a sus hogares en el mismo día para abaratar el viaje, pero hoy todavía asistieron varias decenas de miles de personas.


Al inicio de la ceremonia durante el Ángelus, el Papa Francisco desde Roma ha recordado la beatificación que tuvo lugar ayer en Madrid y ha pedido que “el ejemplar testimonio cristiano y sacerdotal del obispo Álvaro del Portillo suscite en muchos el deseo de unirse siempre más a Cristo y al Evangelio”.


Oración por las familias de todo el mundo unidos al Papa Francisco

Andrés Gil y Mamen con sus cinco hijos

Ante una asistencia formada por familias de diversos países el prelado del Opus Dei les dedicó buena parte de su homilía. Lo hizo recordando la petición del Papa Francisco de rezar por la celebración de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a la familia: “En este día, que el Santo Padre Francisco dedica a la oración por la familia, nos unimos a las súplicas de toda la Iglesia por esa comunión de amor, esa escuela del Evangelio que es la familia”.


Mons. Echevarría se dirigió a las familias para decirles: “el Señor os ama, el Señor se halla presente en vuestro matrimonio, imagen del amor de Cristo por su Iglesia. Sé que muchos de vosotros os dedicáis generosamente a apoyar a otros matrimonios en su camino de fidelidad, a ayudar a muchos otros hogares a ir adelante en un contexto social muchas veces difícil y hasta hostil. ¡Ánimo! Vuestra labor de testimonio y de evangelización es necesario para el mundo entero”.


También quiso agradecerles: “Ahora, damos gracias también a todos los padres y madres de familia que están aquí reunidos, y a todos los que se ocupan de los niños, de los ancianos, de los enfermos.”


La muchedumbre de estos días testimonia la fecundidad de la vida de Álvaro del Portillo

El Prelado comenzó su homilía refiriéndose a la ceremonia de beatificación celebrada el día anterior: “La muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida de don Álvaro”. Explicó que “no era propiamente una muchedumbre sino una reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo. Este mismo amor también se hace más fuerte hoy en la Eucaristía, en esta Misa de acción de gracias por la beatificación del queridísimo don Álvaro, Obispo, Prelado del Opus Dei”.

Álvaro del Portillo transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados

Durante la Misa de acción de gracias, Mons. Echevarría explicó que “mirando la vida santa de don Álvaro, descubrimos la mano de Dios, la gracia del Espíritu Santo, el don de un amor que nos transforma”. El prelado animó a que “los demás descubran en mi vivir la bondad de Dios, como ocurrió en el caminar diario de don Álvaro: ya en este Madrid tan querido, transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados”.

En continuidad con ese espíritu solidario, las colectas de las misas de ayer y hoy se destinarán a cuatro proyectos sociales que comenzó el nuevo beato 


-La construcción de un pabellón materno-infantil en el Niger Foundation Hospital and Diagnostic Centre, en Nigeria, que favorecerá la atención de 12.000 consultas anuales.


-Un programa para erradicar la malnutrición infantil en Bingerville (Costa de Marfil), que se destinará a 5.000 beneficiarios directos.


-Cuatro ambulatorios en el área periférica de Kinshasa (República Democrática del Congo), desde los que se ofrecerá asistencia sanitaria a 10.000 niños al año.


-Becas para la formación de sacerdotes africanos en Roma.




Son algunos de los proyectos que promueve la ONG Harambee en 2014.

Al terminar la ceremonia los 3.500 jóvenes voluntarios colaboraron en la recogida de los materiales empleados para la ceremonia y en la limpieza de las calles.

Este simpático video de dos minutos de Juan Ezraty manifiesta bien el ambiente de alegría, agradecimiento y universalidad que se vivió esos días en Valdebebas:















domingo, 9 de junio de 2019

Sólo la ternura transformará el mundo





El Papa de la Ternura.  Eva Fernández. Ed. Planeta

Eva Fernández, corresponsal de la cadena COPE en Italia y el Vaticano, ha estado en Valencia para presentar su primer libro: El Papa de la ternura. Eva mantuvo también un sabroso encuentro con periodistas de diversos medios en la sede de la oficina de comunicación del Opus Dei en Valencia.





Estando entre profesionales de la comunicación no podía faltar una ojeada a los entresijos de la Sala Stampa, a las recientes dimisiones de portavoces, o a la azarosa vida de los corresponsales que acompañan al Santo Padre en sus extenuantes viajes por el mundo. ¿Cómo detectar lo sustancial y realmente noticiable?




Hay que estar en forma para ser corresponsal vaticano, una especie cuyo deporte  “consiste en dormir poco y correr mucho…” No menos extenuante es la tarea de asimilar todo lo que Papa dice y escribe. Eva, que estrenó la corresponsalía de COPE en sustitución de Paloma García Ovejero, nombrada viceportavoz del Papa, confiesa que tuvo que realizar “un verdadero master acelerado en formación” para conocer de primera mano el extenso magisterio del Papa. Y valió la pena.


El reto de la oficina de prensa vaticana es hacer llegar sin deformaciones  el mensaje del Papa y la información del Vaticano. El corresponsal trata de captar lo esencial, indaga donde intuye algo desconocido e interesante para su público, criba pacientemente entre la maraña de textos y noticias, y procura no sucumbir a la tentación de inventar primicias a costa de retorcer la realidad. No busca notoriedad sino informar bien al público.





Y luego está el medio, que no siempre está dispuesto a que una buena crónica contradiga “la línea editorial”. Entonces vienen las modificaciones de titulares, el silencio sobre los párrafos esenciales, la tergiversación. La crisis de credibilidad que atraviesa el periodismo se debe a la aceptación acrítica de ese tipo de retorcimientos.

Un caso práctico: un comentario informal del Papa en clave de humor a varios periodistas puede convertirse en una falsedad viral: “El Papa ha dicho que no vendrá a España hasta que haya paz.” Falso. Fue una frase simpática ante la avalancha de corresponsales que pugnaban por darle mil razones por las que debería venir pronto a España. “Iré cuando ustedes se pongan de acuerdo…” dijo en tono divertido, escabulléndose ante el barullo en el pasillo del avión papal.



  

El Papa de la ternura ha captado con sencillez y maestría un rasgo esencial en el magisterio de Francisco: la humanidad está necesitada de ternura. Sólo la ternura hará mejor el mundo. Es con ternura como Dios nos ha creado y nos sostiene en la existencia. A pesar de nuestras reiteradas maldades -Dios respeta nuestra libertad- nuestra “marca de fábrica” sigue siendo la ternura: estamos hechos para cuidar a las personas y a las cosas. Y esto no es cursilería: hace falta ser fuerte y valiente para dar ternura.

Lo que rompe el plan de Dios, el orden de la creación y nuestra propia felicidad es el egocentrismo. Hay que superar esa “cardioesclerosis” que nos vuelve insensibles al dolor y necesidades de los demás. Lo que hace Francisco es mostrarnos cómo remediar esa patología. Nos da ejemplos sencillos y valientes. Donde alguien sufre psíquica o físicamente, allí está Francisco acompañando. Eva Fernández recoge una infinidad de estos gestos del papa, y nos cuenta la historia que hay detrás de ellos.


                       foto Vatican Media

Ante el drama de los refugiados e inmigrantes, Francisco resume nuestra misión con cuatro verbos: acoger, proteger, promover, integrar. Son expresión de ternura, valiente y fuertemente ejercida durante siglos por millares y millares de cristianos y que ahora son especialmente necesarios para que muchos recuperen la esperanza. Como un niño conoce a sus padres por la ternura, por las caricias, por la voz… así conocerán tantos el verdadero rostro de Dios, mediante gestos de ternura. Y actuando con ternura nos reconoceremos a nosotros mismos.

Eva es filóloga y tiene una larga experiencia radiofónica. Es también una mujer con exquisita sensibilidad, presta a agradecer cualquier pequeño detalle que se tenga con ella. "Es una mujer tierna", como la describe Sergio Peláez. Esas cualidades le permiten sintonizar con los gestos del Papa, entender el porqué, contarlo con perfección radiofónica. Y logra además que el relato nos interpele.


Una niña encantadora con síndrome Down que abraza al papa y corretea junto a él durante una audiencia; una joven africana, a la que la mafia ha traído engañada a Europa para obligarla a prostituirse, que lanza al papa una dura pregunta; un rescatador de refugiados en altamar, que entrega al Papa el chaleco salvavidas de una niña a la que no llegó a rescatar a tiempo… El libro nos muestra quién es cada una de esas personas, su antes, durante y después de ese encuentro con el Papa.




Porque cada persona que sufre es sobre todo una persona con una historia. Eva Fernández nos aporta las coordenadas necesarias para que captemos el alcance de lo que el Papa hace y dice. Habíamos visto imágenes y leído algún titular, pero nos faltaba el contexto y nos habíamos perdido el meollo. Y entendemos porqué cada gesto de Francisco es una encíclica. “Sus gestos son encíclicas que no se leen, se tocan.”  

                         foto Alfa y Omega

Gestos del Papa como el de presentarse de improviso en Lampedusa o en Lesbos, y hacer resonar en todo el mundo la vergüenza de una Europa fría e indiferente ante la crisis humanitaria de los refugiados. ¿Acaso no son personas, con derecho a la esperanza? 


                       foto Alfa y Omega

Gestos como abrazar y acariciar las llagas a Vinicio Riva, (“El Papa no sabía que no eran contagiosas”) una persona deformada por una rara enfermedad, y al que ese abrazo del Papa le devuelve la dignidad, medio perdida por años de verse rechazado como leproso.  La misma dignidad que hace sentir a los reclusos en tantas cárceles visitadas: “¡Reclusión no es lo mismo que exclusión!”

                      foto ANSA (Claudio Peri)


O nos enteramos del papel clave de una española de 93 años en la definitiva supresión en el Catecismo de cualquier referencia legitimadora a la pena de muerte: “Matar a un homicida es multiplicar sin fin el homicidio.”

Las personas que sufren son un imán para el papa.” El exportavoz Greg Burke nos dice en el prólogo que Eva “describe momentos en que brilla la hermosa batalla del papa contra la cultura del descarte, las reacciones más allá de lo humano que provoca su maravillosa revolución de la ternura.”

Francisco ha agradecido el libro con una carta que la autora publica como preludio. Una carta con una bonita historia, que refleja lo cercano que puede llegar a ser este Papa. Precioso también el diálogo telefónico en torno al cuadro de Caravaggio “La vocación de san Mateo”, ante el que Francisco reza con frecuencia. “Yo también sentí con fuerza la voz de Jesús en mi corazón.”




Eva Fernández logra que nos llegue en vivo el mensaje. Y uno se queda frente a la pregunta personal:  yo, ¿cómo trato a los más desamparados y desfavorecidos? ¿Miro a los ojos, como persona, al sin techo, sucio porque no tiene dónde asearse? ¿A la drogadicta desfigurada, que me sale al paso balbuceando una petición? Tantas veces lo único que reclaman es una mirada de afecto y respeto que les devuelva su dignidad. Y eso está al alcance de todos.

                       foto Vatican Media


La ternura debería estar presente también en el lenguaje de los medios. “La verdadera comunicación se realiza con una persona, no con adjetivos”. Si queremos humanizar la sociedad, debemos humanizar los medios y las redes, desterrar de ellos cuanto suponga odio, amenaza, insulto, exclusión, rechazo. ¿Por qué no convivir en paz aunque pensemos diferente, si nos respetamos?

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Podría parecer que el Papa habla solo con gestos. Pero hay que leer a Francisco en directo -afirma Eva Fernández- sin intermediarios, para darse cuenta de la riqueza de su magisterio, en perfecta continuidad con sus antecesores. Como en todas las cosas serias, no hay que conformarse con los titulares de los medios, tantas veces parciales o directamente falsos. Hay que acudir a las fuentes originales y leer con calma. Eva Fernández aporta una buena selección de textos.

“Si Dios es ternura infinita, también el hombre, creado a su imagen, es capaz de ternura. La ternura entonces lejos de reducirse al sentimentalismo, es el primer paso para superar el replegarse en uno mismo, para salir del egocentrismo que desfigura la libertad humana. La ternura de Dios nos lleva a entender que el amor es el significado de la vida, que la raíz de nuestra libertad nunca es autorreferencial. Y nos sentimos llamados a derramar en el mundo el amor recibido del Señor…”




“Ternura es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. La ternura es usar los ojos para ver al otro, usar los oídos para escuchar al otro, para oír el grito de los pequeños, de los pobres, de los que temen el futuro; escuchar también el grito silencioso de nuestra casa común, la tierra contaminada y enferma. Consiste en utilizar las manos y el corazón para acariciar al otro. Para cuidarlo…” Este no es un camino para blandengues, ni un camino ñoño. Es el camino que recorren los hombres y las mujeres más valientes y más fuertes…

Y esto tiene un profundo sentido sobrenatural, porque “ternura es abajarse al nivel del otro. También Dios se abajó en Jesús para ponerse a nuestro nivel. Este es el camino seguido por el buen samaritano. Este es el camino seguido por Jesús, que se abajó, que atravesó toda la vida del ser humano con el lenguaje concreto del amor.”

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Muy interesante también cuanto se refiere al esfuerzo ecuménico, en continuidad con los anteriores pontífices, para lograr la unidad de las iglesias cristianas, y de todos los hombres de buena voluntad, sea cual sea su religión o sus ideas: un camino que es el del encuentro y la amistad, por delante de las diferencias teológicas. Es preciso “contar la historia sin rastros de ese rencor por las heridas sufridas, que deforma la visión que tenemos unos de otros.” Tiempo y paciencia, es el secreto de la amistad, capaz de limar asperezas para construir juntos el presente y el futuro.





Francisco no trabaja a la defensiva. No juzga ni condena a quienes le critican. Pero no pierde el tiempo respondiendo a las críticas. Sabe que un pontificado es corto y es necesario avanzar. Se escandalizan algunos porque da prioridad a los más alejados, a quienes están en las periferias existenciales. Su gesto de conceder una entrevista a una cadena de televisión que habitualmente sesga la información sobre la Iglesia, pasando por encima de otras más objetivas y ponderadas, puede ser un fallo en la gestión de la  comunicación. Pero quizá es antes que nada una muestra del aprecio del Papa por las periferias, por la oveja perdida que hay que acudir a rescatar. Es el espíritu que mueve al padre del hijo pródigo, al buen samaritano que cura y cuida a un desconocido, a Jesucristo, que siendo nosotros pecadores no deja de tratarnos con paciencia y ternura.

Un buen resumen del libro es el que da en el prólogo Greg Burke: Dios te perdona. Con dos corolarios: 1) Dios te ama más que un padre y una madre a sus hijos, y 2) comparte el amor, muestra ternura a tu alrededor, mira a los ojos, toca las manos a las que das la limosna de tu servicio y atención. “No tengáis miedo a la ternura.”