jueves, 26 de septiembre de 2013

JMJ en Río de Janeiro



    Tres millones de jóvenes presentes en Río, y muchos más en todo el mundo, han acogido con entusiasmo las exigentes y esperanzadoras palabras del Papa Francisco: ir contracorriente, participar en la gran primavera que Cristo prepara para el mundo. 

    Buena iniciativa de Producciones Goya. Hacía falta un buen documento visual para recordar y revivir esos momentos mágicos vividos en la Jornada Mundial de la Juventud de Río 2013.  

    Aquí el trailer del dvd que pronto será presentado en Madrid: me ha parecido excelente. Y necesario...


sábado, 14 de septiembre de 2013

La fuerza pacificadora del perdón


 Cien preguntas sobre Encontrarás Dragones


Antonio Gómez Sáncha






Este libro contiene un sugerente diálogo, en forma de entrevista, entre el director y uno de los productores de la película Encontrarás dragones,  Rolland Joffé y Antonio Gómez Sancha.


Rolland Joffé explica el proceso intelectual  que le llevó a interesarse por el proyecto de dirigir la película, ambientada en el entorno de la guerra civil española y en la que uno de los personajes es un sacerdote santo, Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei.


En sus respuestas Joffé realiza un notable  ejercicio de  reflexión intelectual sobre el pensamiento contemporáneo. Me han parecido luminosas y expresivas sus ideas  acerca de muchas cuestiones: el odio y el perdón, la violencia y  el amor, la religión y  la cultura, el pecado y la acción de Dios en la historia a través de las almas santas


¿Se puede santificar lo ordinario cuando estás acorralado por el odio?

Joffé ha situado a Josemaría Escrivá en la guerra. ¿Por qué? El fundador del Opus Dei –“el santo de lo ordinario”, le llamó Juan Pablo II-  predicó que hay que saber encontrar a Dios en la vida corriente. Eso es bonito en un contexto de paz, pero en un contexto bélico, acorralado por el odio y la persecución ¿en qué consiste? Quiso saber cómo santificó las terribles circunstancias de la guerra fraticida quien predicó la hermosura de la vida corriente. Y le sorprendió lo que encontró.




Cuando la vida se nos complica, hay que escoger entre dos actitudes. Una es  dejarse arrastrar por las pasiones (los dragones, esos demonios interiores de la ira, el odio, el rencor y la venganza que todos llevamos dentro). La segunda actitud es luchar por dominar esas pasiones. Es la actitud que escogen los santos. 

Tanto Rolland Joffé como Gómez Sancha sorprenden al lector, desde perspectivas diferentes, con la profundidad de su percepción del cristianismo: “El protagonista de la película no es Manolo, ni Oriol,… es Jesucristo, porque versa sobre el sufrimiento y el pecado. Y en el sufrimiento encontramos siempre a Jesucristo.”


El amor está trufado de sufrimiento


Hay una íntima conexión entre amor y sufrimiento. “El amor está trufado de sufrimiento porque en gran medida encuentra su expresión en él. Amarás a los que sufren” significa que entre esos dos términos existe una conexión profunda que debe ser comprendida. De otro modo la vida se vuelve insoportable. Sin el vínculo que proporciona el amor nos rompemos. Por eso Manolo se queda aislado, roto, sin capacidad de reacción.”


La vida es religión


¿Pasará de moda la religión, como auguran algunos? Imposible.  La religión es la respuesta a preguntas que el hombre no puede dejar de hacerse. ¿Por qué tengo que morir? ¿Por qué el amor no consigue que todo sea perfecto? ¿Qué es el odio?  

Nadie puede evitar esas preguntas, y la religión es precisamente la encarnación de esas preguntas en cada persona. Con las respuestas,  más o menos acertadas, cada persona y la sociedad  en su conjunto construyen su cultura.  En el fondo, la vida  es religión.


Incluso la decisión de no querer hacerse esas preguntas genera una oscura forma de religiosidad, basada en la creencia de que es mejor no inquietarse con preguntas incómodas. Y el ateo construye su propia religión en torno a unas respuestas nada científicas y muy poco humanas.


Existimos por amor


¿Por qué existe algo en lugar de nada? Esa es la gran pregunta. Y si la respuesta fuese “por amor”, entonces vivir y dar a otros la vida es un maravilloso regalo, y no un intermedio entre dos nadas.

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Surgen también a lo largo de la entrevista muchas anécdotas acerca del rodaje: el ánimo de los actores ante determinadas escenas inesperadas, cómo superaron dificultades técnicas insalvables... Experiencias sencillas y prácticas, como la importancia de que productor y director congenien. “Si la relación es buena, se dedicará más tiempo a ser creativos que a preocuparse por las minucias de cada día.” A la vista del libro, y de la película, hubo buena sintonía entre ambos. 

Aquí la opinión de Marta Manzi, de la Oficina de Información del Opus Dei en Roma, acerca de la película. Y aquí las diferencias entre la ficción de la película y la realidad de la vida de san Josemaría. 

El libro es muy interesante para un público amplio, y  también para cineastas y amantes del séptimo arte. 



lunes, 9 de septiembre de 2013

Opus Dei: la grandeza de la vida corriente



             

    Ahora que se aproxima un  nuevo aniversario de la fundación del Opus Dei, el 2 de octubre de 1928, incluyo este interesante video de 25 minutos.  


    Contiene valiosas imágenes de la predicación de san Josemaría, su fundador. Y también diversos testimonios de miembros de esta institución de la Iglesia católica, extendida por los cinco continentes. Ciudadanos corrientes, que tratan de vivir con fidelidad una vida cristiana en sus ocupaciones habituales. 






jueves, 5 de septiembre de 2013

El pájaro espectador. Una reflexiva mirada sobre la calidad de las relaciones humanas






El pájaro espectador. Wallace Stegner. Ed Asteroide


Novela intimista y de gran calidad literaria, que recuerda mucho a la del mismo autor En lugar seguro.  Esa sugerente expresión, que nos habla del agradable  refugio de las amistades sinceras, la repite Stegner en varias ocasiones en esta novela.   


El tema escogido es también similar: una  mirada reflexiva sobre los recuerdos del pasado,  cuando se llega a la edad que anuncia la proximidad de la vejez. Se juzga sobre las relaciones y amistades que se han cruzado en nuestro camino, y nos han obligado a decisiones de las que años después quizá nos arrepintamos.  En esta ocasión, quien se cruzó fue una bella y elegante condesa de Dinamarca, hija de un aristócrata de pasado inquietante.


El protagonista es agente literario, ya retirado. Con el malhumor y la desinhibición típicos de algunos jubilados, juzga de todos y de todo, especialmente de sí mismo. Stegner retrata con acierto esa ansiedad preocupona que suele acometer a los mayores ante los achaques y problemas de salud. Un feo defecto en el que pueden caer más fácilmente  quienes no encajan bien que el inexorable final se acerca.


Otro de los personajes, un elegante abuelo de rostro amable y divertido, señala la actitud que deberíamos tener en la edad tardía: “no me siento como un anciano, me siento como un joven al que le ha pasado algo.” Y lo expresa con una simpatía y una resistencia genuina, que por contraste provoca la vergüenza de sí mismo en el protagonista, siempre con sus quejas y lamentos.


Stegner pone en su sitio a ciertos escritores obsesionados por el sexo. Sin decirlo expresamente, pero a mi juicio con maestría, todo el relato constituye un canto al sentido común de la fidelidad matrimonial, que se impone a los cantos de sirena que surgen en nuestra navegación vital. El conjunto es positivo, especialmente al contrastar con los experimentos “antropológicos” que tienen lugar en la familia de la condesa.


Interesante imagen: la luz del sol es imposible de pintar, sólo se pueden pintar las sombras que produce en los objetos. Del mismo modo, examinar una vida es examinar los reflejos y sombras que produce en otras vidas. ¿Entidad propia, o relaciones? Las dos. Pero tenía razón Saint Exupery cuando dijo que  el hombre se mide por la calidad de sus relaciones.


Una vez más, aflora la verdad esencial del hombre como ser relacional, hecho para comunicarse con otros, a imagen de Dios. Encerrarse en uno mismo es nocivo.


Simpática aparición en el relato de la escritora danesa Karen Blixen, autora de Memorias de África, a la que el protagonista visita en Dinamarca.

viernes, 23 de agosto de 2013

Cuando el rojo es negro. Un libro sobre la China actual.

Cuando el rojo es negroQiu Xiaolong. Ed Alianza

Qiu Xiaolong (Shangai, 1953) es profesor de literatura en Whashington University. Con esta novela nos permite una aproximación bastante fidedigna al modo de vida de la China de nuestros días. 

Negro es el nombre que daban los maoístas a quienes consideraban “burgueses capitalistas”. Podían ser simples y pobres tenderos, pero eran negros en la medida que manifestaran cierta disidencia o escaso fervor al rojo maoísta.

Xiaolong ambienta esta interesante novela en el Shangai actual. Una escritora, viuda de un conocido intelectual reprimido durante la revolución cultural, es asesinada en una multivivienda popular. El departamento de policía que investiga el caso está a cargo de un experto en filología inglesa, que curiosamente recibe simultáneamente un encargo de traducción de un poderoso empresario chino, invitándole a tomarse unos días de descanso. 

La investigación da pie a Xiaolong para describir los vertiginosos cambios que se vienen produciendo en China desde los tiempos de la Revolución Cultural, con un régimen comunista que no respeta la libertad, y una clase dirigente que con frecuencia parece practicar lo peor del capitalismo: un rojo que en realidad se ha hecho negro, aunque se siga autodenominando rojo…

 Interesante  porque nos acerca a ese desconocido y truculento mundo de los herederos del maoísmo, y a la forma de vida actual de un pueblo que bajo su bota trata de encontrar la libertad de pensamiento. 

 

 

domingo, 18 de agosto de 2013

Un tiempo para callar: elogio del silencio.




Un tiempo para callar. Patrick Leigh Fermor. Ed. Elba 2010

  

Patrick Leigh, héroe de la Segunda Guerra mundial, intervino en operaciones especiales del ejército aliado en Chipre, entre ellas el secuestro de un general alemán. Acabada la guerra, en los años 50, se toma un tiempo de reposo visitando conventos de clausura de Europa.

  

De religión protestante, se acerca a la vida de los religiosos católicos, atraído por la paz que se respira en sus claustros, primero con curiosidad, pero pronto percibiendo su hondo atractivo. Lo que ve le impacta, y lo describe con respeto y admiración.  Le impresiona sobre todo la calidad humana e intelectual de los monjes, especialmente cistercienses y benedictinos. 

 

Llama la atención su buena prosa, que logra transmitir no sólo la historia y el arte que contienen esos ámbitos de silencio y oración, sino también y sobre todo la categoría humana de los que allí pasan su vida. Una categoría que fluye sin duda de la coherencia con que viven la fe cristiana.

 

Capta plenamente el sentido de la vocación cristiana al referir la respuesta de un monje, al que  pide que resuma en pocas palabras lo que es su vida. El monje contesta con otra pregunta: ¿Ha estado usted enamorado? –Sí –Bien, pues es exactamente lo mismo.

 

Un libro sereno y agradable, para aprender arte, historia y humanidad, y disfrutar en la quietud del verano. Es también un elogio del valor humano del silencio íntimo en que el hombre se encuentra a solas consigo mismo y con Dios, del que tan escasos andamos ahora. 

 

lunes, 12 de agosto de 2013

Una historia de periodismo y amistad. El hombre que salvó mi alma





El hombre que salvó mi alma. Una historia sobre el poder de la amistad


Tony Hendra. Ed.Maeva, 2004. 293 pags.


Nacido en Inglaterra y  graduado en Cambridge, Tony Hendra ha trabajado como periodista, escritor y  guionista de series de humor. Alcanzó éxito en Estado Unidos, donde ha transcurrido la mayor parte de su carrera, con programas satíricos y polémicas colaboraciones en numerosos medios.


Fue guionista de la innovadora serie de la BBC Spiting Image, dedicada a la crítica social y política, posteriormente imitada en numerosos países.


Hendra describe el trabajo que le llevó a la fama como el de un “cínico, escéptico, exhumanista, del club de los mundanos, para quien nada es sagrado”,  dedicado a la sátira, un género “cruel e injusto”.


Tony Hendra

En este libro Tony Hendra nos descubre su íntima historia personal.  Adolescencia atolondrada, ideales de juventud, ilusiones y desengaños, rencillas, éxitos y fracasos profesionales y amorosos…


No escribe por exhibicionismo, sino para rendir homenaje al amigo que iluminó su vida: el sacerdote benedictino Joseph Warrilow, que le ofreció el refugio seguro de su paternal amistad.  La paz que experimentó en su juventud tras una charla apacible, en la que abrió su alma en confesión, le  marcó para siempre.


Tony Hendra narra con la soltura de un buen  guionista y la viveza de lo experimentado. Habla de la vida, no de teorías. Mantiene la frescura del relato con un agradable sentido del humor, y a veces con la desgarrada heterodoxia del  satírico, que no se corta llamando a las cosas por su nombre.


Hendra retrata el itinerario de quienes viven rodeados de ambición e increencia. Sin resortes interiores, resulta fácil pasar de la ambición desorbitada de fama y poder al vértigo de las drogas, el sexo y el alcohol. Lo que viene después de esos espejismos de felicidad es lógico: la depresión,  el  vacío existencial, la desesperación.


La sátira, un periodismo que hace daño

Al mirar atrás, hace  autocrítica de su modo de entender el periodismo,  cuando se sentía “con una misión tan elevada (redimir el mundo mediante la sátira y liberarlo de todos los malvados), que se consideraba libre de obedecer las normas por las que vive la gente vulgar”,  de atacar por escrito y personalmente a otra gente sin importarle el daño que cause. Se siente tan por encima del “insignificante sistema moral de los otros mortales, que se permite cometer transgresiones impunemente”, tratando a los demás y sus familias con desprecio y falta de humanidad. Él era puro, los demás corruptos.

Es interesante su diálogo sobre los efectos colaterales de la sátira: quien parodia puede convertirse en alguien tan cruel o hipócrita como sus caricaturas.

“Me he entrenado en denigrar reflexivamente a gente con la que no estoy de acuerdo, o que desprecio, o de cuyas motivaciones recelo. Sin tener en cuenta el efecto que ello pueda ejercer en mi propio estado moral.”

Ha visto  actuar así a muchos editores, periodistas, escritores, personajes  del cine y la televisión. “Piensan que el recelo y el escepticismo son obligaciones profesionales, moralmente neutras. Pero ni el recelo, ni el escepticismo, ni el desprecio son neutros.” Hacen daño al que los ejerce. No son virtudes. Son vicios, hábitos de conducta nocivos para la propia personalidad, que acaban enfermando a quien los practica.

Tiene palabras duras, probablemente exageradas, para los de su oficio: “nunca he conocido a un cómico que no fuera infeliz, vengativo, chalado, poco digno de confianza y mal bicho…”

Reconoce sus errores con sencillez, sin intentar justificarse. Rencillas y rupturas.  O falta de idoneidad para tareas que quiso emprender: “El espíritu cómico es una cualidad misteriosa que no se aprende (…) Una cualidad misteriosa que reconoces al instante cuando el actor sale a escena, incluso antes de que abra la boca, antes de que haga nada.” 

Resalta la importancia de no perder el contacto con tu público, sobre todo en el periodismo de humor. Cuando regresa a Inglaterra tras años en USA, “una generación había nacido en mi ausencia, y tenían innumerables recuerdos de cosas grandes y pequeñas que yo no podía pulsar a nivel de reflejo para hacerles reír.”

Tony Hendra siembra el relato de agudos comentarios, con  el espíritu de observación de un buen humorista: en la Inglaterra de finales de los 50 “había ya señales del nuevo sistema que te haría necesitar cosas que no necesitas, pudieras pagarlas o no.” “Hay dos tipos de gente en el mundo: quienes dividen el mundo en dos clases de gente y quienes no lo hacen…”

Juzga las personas y los sucesos con un sano sentido común, propio de quien está de vuelta de “experiencias liberadoras”. La vida le ha enseñado que en realidad han sido experiencias cruelmente erróneas. El padre Joe tenía razón.  También en que siempre se está a tiempo de volver. 


Fr Joseph Warrilow


Egoísmo, el peor pecado

“Has cometido un pecado de egoísmo”, le había dicho la primera vez el padre Joe. Años más tarde, Hendra entiende por fin que su mayor pecado no han sido las drogas, ni el alcohol, ni la promiscuidad, ni las sátiras odiosas… sino la falta de amor en su vida.

“El infierno es estar solo para siempre, sin amar ni ser amado”, encerrado en él por egoísmo,  para toda la eternidad. Es no tener más que esperanzas en uno mismo, amarse únicamente a uno mismo. “Es una prisión sin puertas”, cuyos muros son las posesiones de las que no se sabe vivir desprendido. “Cuantas más posesiones, más difícil es salir de la prisión”.

Descubriendo el amor 

En cambio, “la paz es la certeza de que nunca estás solo”. Y el amor, la alegría en la existencia del otro. “Cuando se descubre ese amor del otro se superan las meras sensaciones y se empieza a descubrir el amor verdadero, que libera de la prisión del yo, de lo que yo quiero, de lo que yo necesito.”

Y la presencia esencial es la del Otro, a quien se ama. Esa presencia da un sentido nuevo a la vida y al trabajo, que puede convertirse en oración. (Esto lo explicaba muy bien san Josemaría: cualquier trabajo honesto  puede ser convertido en oración, en ocasión de encuentro con Dios, y por tanto de alegría y paz.)

La Iglesia

Hendra mira a la Iglesia con cierta heterodoxia, pero con cariño, libre de prejuicios frecuentes entre los de su profesión.

Rememora con humor agradecido las clases de catecismo que recibió siendo niño. Las monjas “usaban para inculcarnos la Fe tormentos dignos de la Inquisición,  pero eficaces. ‘¿Por qué te creó Dios? Dios me creó para conocerle, amarle y servirle en este mundo y ser feliz con Él para siempre en el siguiente.’ En esta catequesis hay conceptos y supuestos que pueden superar a un chico de 6 años, pero medio siglo después todavía puede recitarlos dormido”.

Incide en un comentario frecuente en artistas y personas sensibles, incluso alejadas de la fe, acerca del estropicio que falsas interpretaciones del Concilio Vaticano II causaron a la bella liturgia católica.

En su juventud, Tony Hendra se siente deslumbrado  por la hermosura de la liturgia. El canto gregoriano “era la música del espíritu a la busca de paz, no de alivio emocional; expresaba la avidez del alma…”Era el polo opuesto al hedonismo y la sensiblería.

Cuando decenios después acude de nuevo al templo, algo chirría. El latín ha sido mal traducido a un lenguaje vulgar, aburrido e inexpresivo. Y “el guión universal de la liturgia se ha dejado al arbitrio de cada cura, dejando al descubierto los egos de cada cual. La augusta música milenaria había sido sustituida por una colección de himnos en la estela de John Denver…”

Pero Hendra sabe distinguir lo esencial de lo accesorio. La Iglesia, como aquella comunidad benedictina de Quarr, es “un ente inconmesurablemente mayor que la suma de sus partes.” No son ciertas las caricaturas de la Iglesia. Al fin y al cabo, concluye, “la Edad de la Fe (la Edad Media) pudo no haber sido perfecta, pero esos siglos benignos habían sido mucho más civilizados que el actual”.


Elogio de la confesión

En los peores momentos, el recuerdo del padre Joe, en su convento de Quarr, en la isla de Wight, era su faro seguro.  Sentía su paternal amistad, aun cuando hubieran pasado años de desconexión. ¿Cuál era el secreto de esa amistad fiel?

Algo en él inspiraba confianza. Padres y educadores deberían tomar nota. Tras su primera confesión con el  padre Warrilow, se asombra porque “…no había cuestionado nada de lo dicho por mí; no me había pedido repetir ni clarificar, ni preguntado si me había dejado algo importante en el tintero. Parecía suponer que yo decía la verdad (…) Eso era ya admirable: ninguna persona con autoridad había dejado  de cuestionar directa o indirectamente lo que yo decía. La vida del adolescente está dominada por interrogatorios acusadores (…) Supe que acababa de conocer a un hombre que no tendría ninguna de las reacciones que yo había aprendido a esperar...”


El padre Joe “jamás decía algo malo (de nadie...), lo que aumentaba tu confianza en él. Cualquiera que culpa a la otra parte en tus narices, también te culpará a ti delante de los otros.”

 “Hablaba de Dios, pero muy de tanto en tanto, y siempre en relación con la palabra amor (no como lejana autoridad que hiciera temblar). Hablaba de Dios como “Él”, y ese Él era bondadoso, generoso, creativo, músico, artista e ingeniero y arquitecto del genio. Un Él que vivía plenamente su alegría y la tuya, que nunca te dejaba aunque resultara fuertemente herido, que te daba regalos y oportunidades… que te daba deberes, pero no te abandonaba si no los cumplías.” Ese otro dios que caricaturizan es un prejuicio, ajeno a la verdad católica sobre Dios.

El padre Joseph  Warrilow falleció de avanzada edad en 1998, cuando ya Tony Hendra tenía en proyecto escribir sobre él, para contar al mundo  el inapreciable don, “la paz que Dios, a través de un hombre santo, puede llevar a un alma con el Sacramento dela Confesión”.

Pienso que este estupendo libro es también un homenaje a todos los sacerdotes que, por ser hombres de oración y amigos de Dios, han ofrecido consuelo, amistad y consejo,  y el tesoro de la confesión,  a cuantos lo buscan.

Puede verse aquí a Tony Hendra contando su historia. Termina de manera significativa: con el himno Salve Regina. Vino a sus labios cuando asimiló el fallecimiento de su fiel amigo. Ella es el verdadero  faro siempre encendido para volver a puerto seguro.