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jueves, 5 de agosto de 2021

Conocer la verdad




En torno al hombre. José Ramón Ayllón. Ed. Rialp

 

Del mismo modo que la semilla sólo puede germinar si encuentra buena tierra, la verdad sólo puede ser reconocida y aceptada por una persona habituada a buscar el bien y rechazar el mal.


Esta luminosa consideración está expuesta, con palabras similares, en el magnífico libro En torno al hombre, del profesor y escritor José Ramón Ayllón. Fue su primer libro. Contiene su experiencia de años de docencia, dedicada a exponer las grandes cuestiones de la vida a sus alumnos, deseosos de conocer qué es la metafísica, qué misteriosa relación existe entre la ética, la estética y la felicidad, si la política puede estar o no al margen de la verdad y del bien.


Entre esos grandes temas de la existencia humana, Ayllón aborda el subjetivismo, un lacra constante en la historia del hombre que reaparece con fuerza en nuestros días.


El subjetivismo deforma las cuestiones más graves: el terrorista está convencido de que su causa es justa; la mujer que aborta quiere creer que sólo interrumpe el embarazo; el Estado totalitario se autodenomina Democracia Popular…”


Todo lo malo que ha ocurrido en el mundo, desde Adán, puede justificarse con buenas razones, decía Hegel. Y es que la verdad –adecuación entre el entendimiento y la realidad- depende más de lo que son las cosas que del sujeto que las conoce. Eso quiere significar Antonio Machado con sus versos: “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla.


El subjetivismo, señala Ayllón, es casi siempre la coartada para una conducta deliberadamente equivocada. Dante lo expresa bien en la Divina Comedia: “Un mal amor me hizo ver recto el camino torcido.”


Sócrates representa al hombre aislado por defender verdades éticas fundamentales. La mentira –que se puede imponer de muchas maneras, y no solo con la complicidad de los modernos y grandes medios de comunicación social- la mentira mil veces repetida es capaz de aislar al hombre honrado. Así dijo Socrates: “Sí, atenienses, hay que defenderse y tratar de arrancaros del ánimo (…) una calumnia que habéis estado escuchando tantos años de mis acusadores (…) Intrigantes, activos, numerosos (…) os han llenado los oídos de falsedades…


Pertenece Sócrates a esa clase de hombres apasionados por la verdad e indiferentes a las opiniones cambiantes de la mayoría. Comprometió su vida en la solución del problema radical: ¿es preferible equivocarse con la mayoría, o tener razón contra ella?


Manipular es presentar lo falso como verdadero, lo negativo como positivo, lo degradante como beneficioso. El poder económico y el político usan la manipulación para convertir a las personas en súbditos-votantes o en consumidores-compradores.


El “Pan y circo” de los romanos fue quizá  el primer ensayo de manipulación de masas con éxito, sirviéndose del anzuelo de la diversión y del placer para convertir al hombre en pobre hombre. “La manipulación de la sexualidad es uno de los ejemplos más claros: los grandes medios de comunicación, dedicados a imponer la idea de que el placer sexual es el auténtico fin del hombre. Suministrar suficiente dosis de carne para animalizar el interés de las personas, y así, reducidos a un rebaño, manipularlas más fácilmente. Lenin prometió a los dictadores comunistas que la sociedad caería en sus manos como fruta madura si lograban este tipo de corrupción, que convierte en rebaño a los hombres libres.”

 

Para hacer frente a tanta manipulación, es preciso educar en el espíritu crítico, que es lo más opuesto a cierta pereza mental que el poder parece querer imponer en la escuela. Lo expresaba bien Paul Valery: “La verdad está siempre en la oposición”. No debemos aceptar nada porque nos lo digan. La verdad debe instalarse en nuestro espíritu merced a nuestro propio esfuerzo. Los jóvenes deben aprender a valorar lo que se les ofrece a la luz de su conciencia bien formada.

 

El escritor ruso Alexander Soljenistyn, como millones de seres humanos en el siglo pasado y aún en nuestros días, sufrió en su propia carne lo que supone vivir en un régimen instalado en el subjetivismo y la mentira: “Es más difícil hacer surgir la verdad que inventar la mentira (…) La primera regla para todo el mundo es no aceptar la mentira. Decir la verdad es hacer que renazca la libertad. Sin tener en cuenta las presiones, los intereses, los modos. Decir lo que se sabe, ser veraz, repetirlo. Y si algunos se encogen de hombros, repetirlo una vez más. Los que se encogen de hombros al oír el relato de una tragedia de esta magnitud son, consciente o inconscientemente, cómplices de los verdugos.” 


La tragedia a la que se refiere Soljenistyn, como es sabido, es la catástrofe humanitaria causada por el terror del régimen comunista en la Unión Soviética. La mentira, cuando se instala en el poder, devora al hombre. Sólo la verdad nos hace libres.


Una docena de reediciones acreditan el interés de este libro: no sólo por la calidad de cuanto expone, sino también por la sencilla amenidad con que nos introduce en los conceptos esenciales de la filosofía, que determinan nuestro estilo de vida y el buen rumbo de la sociedad en que vivimos.    

Relacionado: El coraje de la conciencia.

 

 

 

martes, 20 de marzo de 2012

La audiencia no demanda basura



Lo cuenta J.R. Ayllón en Desfile de modelos. El director de una gran cadena de televisión alemana discutía con el filósofo Karl Popper acerca del sensacionalismo en la televisión. Invocaba el director los porcentajes de audiencia, e incluso se remontaba a la democracia para respaldar su actitud de ofrecer programas de baja calidad.


Popper atajó: “No hay principio democrático alguno que pueda justificar la estrategia de rebajar el nivel de los programas porque la gente así lo quiere. Por el contrario, la meta declarada de la democracia ha sido siempre elevar el nivel de cultura del pueblo. En su lugar, el principio populista ofrece emisiones cada vez peores…”


Hay todavía en antena demasiado programa infecto, que supone un atentado a nuestra salud cultural y social. Nos jugamos demasiado. Los responsables deberían reflexionar. Y asumir su propia responsabilidad, sin transferirla a otras instancias, ni a la audiencia. Realizador, productor, director, consejo de administración, publicistas, empresarios anunciantes, sin olvidar al político de turno en las televisiones públicas,… Cada uno tiene su parte de culpa si el programa es zafio y barriobajero.


No es digno ampararse en la audiencia. Porque además, como dice José María Iñigo: “la audiencia no demanda nada: se traga lo que la tele les da”. Lo cual no deja de ser significativo: hay que elevar el nivel urgentemente.


martes, 22 de diciembre de 2020

Lecturas: las ventajas de leer mucho y bueno

 

Foto El País


Ventajas de leer

Cuenta Teresa de Jesús, la santa de Ávila, que de niña devoraba novelas de caballerías. Siempre tenía alguna leyendo, y esperaba con ansia que le trajeran otra en cuanto la terminaba.

Al pasar los años, Teresa reflexionaba sobre el impacto en su personalidad de ese afán infantil y juvenil por la lectura. Sus conclusiones nos pueden servir.

a)       Esas lecturas le dejaban un cierto sabor de servidumbre (apego o esclavitud) y de irrealidad, porque leía cosas irreales, la vida no era así.

b)             A la vez descubrió el poder cautivador de la lectura y de contar historias: cuando abría un libro, aquello cobraba vida. Gracias al lenguaje humano. los libros nos dicen cosas, que luego nos acompañan en nuestra relación con la realidad. Cosas que, si el autor es bueno, nos ayudan a conocernos mejor, a conocer mejor a los demás, a modular nuestra forma de relacionarnos con cada persona. Leer permite afrontar mejor la vida y las relaciones.

c)               El riesgo no residía en el hecho de la lectura, sino en leer sólo por mera evasión. La lectura debe servir para la vida, y por eso quien escribe ha de ser capaz de despertar sentimientos, ideas y valores que sirvan para la vida. De lo contrario, corren el riesgo de hacernos perder el tiempo.  

d)               Gracias a su mucho leer adquirió un estilo propio, ágil, gracioso y fluido, con el que –al hacerse mayor- pudo comunicar de manera sencilla, atractiva y cautivadora su rica realidad interior, describir el ambiente en que vivió, las personas con las que se relacionaba, las costumbres de la época y, sobre todo, su apasionada experiencia personal de la relación con Jesucristo.


Edith Stein, intelectual judía. Leyendo a santa Teresa se convirtió a la fe católica

Los escritos de Santa Teresa han hecho bien a millones de personas, y han acercado a la fe a personajes como Edith Stein, hoy santa Teresa Benedicta de la Cruz.

También Edith Stein era una inquieta intelectual judía. Leía mucho. Esperando en casa de un amigo, tomó al azar un libro de su biblioteca. Era El libro dela vida, de santa Teresa de Jesús. Lo leyó de un tirón, y al terminar concluyó: “Aquí está la verdad”. Fue el detonante de su conversión a la fe católica, como rememoraba años más tarde en su autobiografía Estrellas amarillas.

Como Teresa de Jesús y Edith Stein, muchos de los grandes santos han sido grandes lectores. No hay más que recordar a san Agustín o a santo Tomás de Aquino.

San Josemaría Escrivá conocía los clásicos desde joven: expresiones de los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós, y de muchos otros autores, afloran con naturalidad en sus escritos, y contribuyen a dar plasticidad y estilo propio a sus obras y a su predicación.

 

Foto opusdei.es

La lectura de buenos libros es un ejercicio necesario para nuestras facultades intelectuales, afina el espíritu y abre horizontes de buenas ideas y nuevas formas de expresarlas.

La lectura nos ayuda a pensar. Quien ha leído mucho tiene más fácil el pensamiento discursivo, una conversación más rica y fluída, porque la lectura nos amplía el vocabulario. Es penoso escuchar “conversaciones” entre personas que apenas conocen el significado de unas pocas decenas de palabras, y tienen que acudir a gruñidos, tacos o aspavientos para comunicar sus opiniones o estados de ánimo.

Quien lee mucho, adquiere vocabulario, y así sabe llamar a las cosas por su nombre, que es el único modo de poseerlas: ser capaz de nombrar, de dar nombre, es manifestación de posesión y dominio. ¡Qué distinto es un paseo por el monte, cuando conocemos los nombres de las plantas y las podemos nombrar! Del mismo modo, qué distinto es nuestro pasear entre las personas cuando sabemos identificar y nombrar sus reacciones y sentimientos, y cuando sabemos expresar apropiadamente los nuestros.

Leer nos aporta riqueza de lenguaje, conocimientos y capacidad expresiva, y con ese bagaje podemos entrar en diálogo con los mejores creadores de ideas, construir un sano espíritu crítico con el que juzgar lo que acontece.

Leer mucho va enriqueciendo nuestra mente hasta permitirnos acceder a la lectura de libros cada vez más arduos y difíciles, que son necesarios para entender los complejos intríngulis de la vida.

Leer favorece la vida del espíritu, que crece mejor sobre el terreno abonado por la sensibilidad cultural. Leer afina nuestro mundo interior y la capacidad de disfrutar con la contemplación. Cuántas veces al leer una frase encontramos la descripción de un sentimiento personal, de una emoción recóndita, que intuíamos pero no sabíamos definir ni expresar hasta ese momento.

La lectura forma parte esencial de la formación cultural, que es –como explicaba san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei- indispensable para el cumplimiento del fin natural y sobrenatural de toda persona, y es aún más indispensable para todo cristiano corriente, de quienes Dios espera que sean capaces de transformar el mundo desde dentro, aflorando los valores del espíritu en y desde los ambientes profesionales y laborales. Y eso requiere incrementar constantemente la propia cultura, según la capacidad y posibilidades de cada uno.

El mundo necesita líderes culturales que muestren la belleza intelectual y moral de la fe y el modo de vivir cristiano. Personas capaces de idear y difundir estilos de vida acordes con la dignidad de la persona. Y eso requiere cultura.

 

Qué leer

Hay un libro único, capaz de satisfacer todas las inquietudes del hombre: el Evangelio. Es el libro que Dios usa para hacer presente su Palabra viva, y hablarnos.


Pantocrator del Sinaí


En realidad, el Libro por antonomasia es Jesucristo mismo, Dios hecho Hombre, el Verbo de Dios encarnado. Jesús es la Palabra que Dios nos envía en su Hijo.

El evangelista san Juan nos dice que “Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.” Jesús es la Palabra que Dios nos dirige, a cada persona, para que conociéndola seamos capaces de entender quiénes somos, de dónde venimos, cuál es nuestro destino, y el Camino para llegar: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, nos dice Jesús de Sí mismo.

Por eso la primera “lectura”, la esencial, es mirar y contemplar a Jesucristo, escuchar lo que su Vida y su Humanidad nos dice. Santo Tomás de Aquino, una de las mentes más poderosas de la historia, que había escrito unos libros impresionantes, un buen día, tras un suceso extraordinario en su interior mientras celebraba la Misa, dejó de escribir. A quienes le preguntaban por qué ya no escribía, les decía que había entendido que el mejor libro, el que encerraba toda la sabiduría, era Cristo en la Cruz: ahí estaba todo.

El Evangelio nos narra los hechos y palabras esenciales que Jesús nos dirige a cada uno. No “nos dirigió”, porque nos las sigue dirigiendo. Es un libro que goza de algo que no tiene ningún otro: está inspirado por el Espíritu Santo. Un libro vivo, que esconde en niveles siempre más profundos llamadas al corazón y a la mente de cada persona que lo lee o escucha.

San Josemaría, refiriéndose al Evangelio, escribió: “Lo que allí se narra no sólo has de saberlo: has de vivirlo”. Y recomendaba que fuese una lectura meditada, a ejemplo de María, que conservaba en su corazón todo lo que veía y escuchaba a su Hijo. Desde luego también sirven los audios, aunque la lectura facilita más meditación.


                                  


Contemplar a Jesús. Leer y meditar su Vida en el Evangelio. Y asentar todo lo que ahí aprendemos sobre la base humana de una cultura que hacemos crecer con nuestras lecturas, con lo mejor que la mente humana ha sido capaz de escribir a lo largode la historia. No lo último es lo mejor.

Entre los grandes libros están los de los grandes santos, pero también los de los buenos novelistas, historiadores, filósofos, científicos, biógrafos… Aunque cada cual tiene sus gustos y preferencias, nos conviene leer de todo, mucho y bueno.

Aquí sugiero una propuesta básica de libros que contienen, a mi juicioo y cada uno en su estilo, una visión rica y coherente del ser humano. De diversas maneras, tienen en común que ayudan a entender mejor a la persona y al mundo en que vivimos.

Están divididos por áreas temáticas. Los hay de erudición y de entretenimiento. Pero de todos se pueden extraer valores.


Antropología



El hombre en busca de sentido. Victor Frankl

En torno al hombre. José Ramón Ayllón

Creación y pecado. Josep Ratzinger

Antropología. Juan Luis Lorda


Ética y virtudes



Las virtudes fundamentales. Josep Pieper

Ética a Nicómaco. Aristóteles

Moral, el arte de vivir. Juan Luis Lorda

Desfile de modelos. José Ramón Ayllón

Sexualidad, amor y santa pureza. J.M. Ibáñez Langlois

Carta a los jóvenes. Juan Pablo II

Verdad, valores, poder. Josep Ratzinger

Cartas del diablo a su sobrino. C.S. Lewis


Literatura



El principito. A de Saint Exupery

Matar un ruiseñor. Harper Lee

La última del cadalso. Gertrud von le Fort

Los novios. Alejandro Manzoni

El Señor de Bembibre. Eugenio Gil y Carrasco

Rebelión en la Granja. Orwell

La nueva vida de Pedrito de Andía. Rafael Sánchez Mazas

La isla del tesoro. Stevenson

En lugar seguro. Wallace Stevens

 

Biografías


                                                


La puerta de la esperanza. J.A. Vallejo Nájera

Confesiones. San Agustín

Libro de su vida. Teresa de Jesús

Tomás Moro. Vázquez de Prada

Dios o nada. Robert Sarah

Santo Tomás de Aquino. Chesterton

Olor a yerba seca. Memorias. Alejandro Llano

 

Contexto histórico



Tiempos modernos. Paul Jhonson

Historia de las ideas contemporáneas. Mariano Fazio

Leyendas negras de la Iglesia. Vittorio Messori

Historia de España moderna y contemporánea. José Luis Comellas

Una mirada a Europa. Josep Ratzinger

Dios y el mundo. Josep Ratzinger

El pontificado romano en la historia. José Orlandis

Un adolescente en laretaguardia. Gil Imirizaldu

 

Religión


Conocer a Jesucristo. Frank J. Sheed

Vida de Jesús. Francisco Fernández Carvajal

Jesús de Nazaret. Benedicto XVI

¿Es razonable ser creyente? Alfonso Aguiló

El regreso del hijopródigo. J.M. Nouwen

El poder oculto de la amabilidad. Lovasik

Para ser cristiano. Juan Luis Lorda

Amigos de Dios. Josemaría Escrivá de Balaguer

Catecismo de la Iglesia Católica

Una buena selección de libros de espiritualidad, ordenada por etapas en nivel creciente de formación: https://www.delibris.org/es/node/214454

 

Sitios de internet con buenas sugerencias sobre lecturas:

http://www.delibris.org/es/

http://troa.es 

https://www.aceprensa.com/

 

 

sábado, 20 de marzo de 2010

Desfile de modelos. Análisis de la conducta ética.





Desfile de modelos. Análisis de la conducta ética
José Ramón AyllónEdRialp           






Profesor de Antropología, y experto en temas educativos y juventud, José Ramón Ayllon realiza en este libro un interesante recorrido por los fundamentos de la conducta ética del hombre, ilustrando las diversas corrientes filosóficas e ideológicas que a lo largo de la historia han influído en los hombres y en la sociedad. 

Ayuda a pensar, y da argumentos para los principales errores prácticos actuales en torno a: placer, deber, amor, felicidad, justicia, pluralismo, tolerancia, y modelos educativos. 

José Ramón Ayllon rompe esquemas respecto a lo "políticamente correcto" en educación, y reivindica el retorno a valores  como la autoridad y la disciplina, esenciales en la formación de los jóvenes. 

Muy sugerentes los dos capítulos finales, sobre audiovisuales y familia.