Contracorriente... hacia la libertad. Mariano Fazio. Ed. El Buen Mudo
(Artículo originalmente publicado en el periódico Levante-EMV)
El argentino Mariano Fazio, filósofo e historiador,
es autor de sugerentes ensayos sobre la historia del pensamiento contemporáneo.
Es además vicario auxiliar del Opus Dei, y amigo personal del Papa Francisco desde sus años en Buenos
Aires. Acaba de presentar en Valencia un nuevo trabajo sobre tres célebres
ingleses que, viviendo en épocas y situaciones personales muy diferentes,
tienen en común el haber sido leales a su conciencia en un ambiente adverso: Tomás Moro, John Henry Newman y Gilbert
K. Chesterton. Su actitud vital,
reconocida como heroica por la Iglesia en los dos primeros, y en proceso de
serlo en el tercero, les concede una gran actualidad, y sin duda por eso el
autor los ofrece ahora a nuestra consideración.
Se trata de tres
figuras de alcance universal, que comparten unos valores tan genuinos que toda
persona de bien debería desearlos para sí: el amor a la verdad, la decidida
defensa de la libertad para obrar en conciencia, un carácter abierto a la
amistad con todos, una vida iluminada por el sentido del humor. Son rasgos tan
humanos que nos remiten a la imagen divina que está en la raíz de nuestro
ser.
Los tres viven en
un ambiente en el que el catolicismo es minoritario. Pero afrontan los retos de
ese ambiente con un fuerte sentido de la libertad, manteniendo la actitud que
en su conciencia ven más correcta. No les importa que su rectitud les enfrente
a la incomprensión, al vacío social o, en el caso de Moro, al martirio. Como escribió
Harper Lee, la conciencia de cada
uno es la única cosa que no se rige por la regla de la mayoría.
Nuestros
personajes comparten el sentido del humor: radiante y explosivo en Chesterton,
fino y elegante en Moro, más serio e intelectual en Newman. Como señala Fazio,
ninguno de ellos es pájaro de mal agüero,
ni profeta de desgracias, porque el pesimismo no es cristiano. Aman el mundo en
el que viven, y por eso no centran su atención en las sombras, sino en las
luces que siempre brillan en cualquier persona y situación, dando sentido a la
existencia. Deberíamos hacer cotizar al alza el buen humor, un valor que
dulcifica y ennoblece la convivencia.
Santo Tomás Moro, lord Canciller de Inglaterra |
Tomás Moro,
primer ministro y lord Canciller de Inglaterra, gran humanista, es ejemplo de
coherencia entre la fe y las obras. Eligió ser fiel a su conciencia cuando la
ley se lo puso muy difícil, porque el rey reclamaba para sí el título de cabeza
de la Iglesia. Tomás no podía aprobar esa pretensión basada en la mentira, y
murió mártir, perdonando a sus jueces y verdugos, incluso consolándoles: les
recordó que también Saulo aprobó el martirio de san Esteban antes de su propia
conversión, y acabó siendo san Pablo.
Moro ha pasado a
ser un ejemplo de cristiano que vive su ciudadanía con lealtad y de acuerdo con
su conciencia. Porque casi todo es relativo, pero no todo: hay cosas que no da
lo mismo afirmar que negar. “Afirmar que todo es relativo es fundamentalismo”,
señala Fazio. Porque si todo es relativo, esa misma afirmación también lo es, y
cae por su propio peso.
Con gran sentido,
la Iglesia ha nombrado a Tomás Moro patrono de los políticos. En el Real Colegio del Corpus Christi de Valencia
conservamos como un tesoro el manuscrito de su último libro, que escribió en
prisión antes de ser ejecutado: La agonía de Cristo. Nos vendría
bien releerlo de vez en cuando. Y también la Oración del buen humor
que se le atribuye. “El papa Francisco la reza a diario”, revela Fazio.
John Henry Newman |
John Henry
Newman, pastor anglicano, fue heroicamente fiel a su conciencia cuando decidió
pasar a la Iglesia católica. Nunca traicionó la luz interior recibida, que dio
origen al movimiento de Oxford, y le
llevó a investigar a fondo si la Iglesia anglicana era realmente continuadora
de la primitiva Iglesia. Su noble afán de verdad, que requirió un serio trabajo
intelectual, le condujo inesperadamente a la Iglesia católica, superando sus
fuertes prejuicios contra Roma.
Newman sabía que
padecería incomprensión por parte del luteranismo, pero fue fiel a lo que veía
en conciencia. Lo que no imaginaba es que también padecería incomprensión por
celotipias de sectores católicos, una vez convertido. Es famoso el pasaje de su
Carta
al duque de Norfolk: “Si me
pidieran un brindis, brindaría por el Papa, pero antes por la conciencia. El
primer Vicario de Cristo no es el Papa, sino la conciencia.” Esa afirmación
supone un serio compromiso de la conciencia con la verdad.
Gilbert. K. Chesterton |
En Gilbert K.
Chesterton brilla su total ausencia de respetos humanos para decir lo que
piensa, aun en medio de corrientes de opinión muy opuestas. En su famoso libro Ortodoxia,
escrito mucho antes de su conversión al catolicismo, cuenta la historia de un
marino inglés que sale a descubrir mundo y llega a un lugar paradisíaco, que
resulta ser la misma Inglaterra de la que había partido. Describe así el viaje
del anglicanismo, que abandonó sus raíces católicas en busca de tierras
mejores. Pero describe también su propio itinerario personal, en un retorno a
la Iglesia católica que ya intuye cercano.
No gustaba mucho
esa comparación en los ambientes intelectuales anglicanos. Pero como Moro y
como Newman, Chesterton ni se arredra ni echa en cara nada a los que le
combaten. Simplemente habla sin respetos humanos de la verdad, de lo que ve en
su conciencia. Se muestra abierto al diálogo (¡sus ingeniosas y divertidas controversias
con Wells o Bernard Shaw!) y mantiene un profundo sentido de la amistad con
quienes piensan diferente. Su capacidad de empatía debería ser un referente
para muchos, cuando el ambiente es tan propenso a la crispación, al frentismo,
a romper con quienes sostienen ideas diferentes.
Tres personajes
muy actuales, no solo para los católicos. Porque en ellos brillan valores tan
necesarios para la convivencia como el respeto al otro y la escucha atenta. Se
muestran dispuestos a recoger las semillas de verdad que hay en toda opinión, y
a construir puentes desde las posiciones compartidas. Lejos de tergiversar y
poner zancadillas, saben poner al rival
en una posición cómoda, sin ataques personales. Ofrecen su amistad por encima
de las diferencias. Pero no admiten como verdadero lo que es falso, porque sin
verdad no se puede ser libre.
La vida de estas
personas nos habla de la presencia de la verdad en el mundo, y de nuestra
capacidad de reconocerla. Su alegría de vivir nos muestra también la fuerza
liberadora que supone seguir la luz de la conciencia a pesar de los efímeros
halagos del mundo. No estamos hechos para la mimetización con el ambiente, sino
para la verdad. El título del libro lo explica bien: para ser libre a veces es
preciso ir “Contracorriente… hacia la
libertad”.
Oración del buen humor. Fuente twitter @opusdei_es |