Con ojos nuevos. Un viaje a la fe. Alessandra Borghese.
Ed Rialp
La
princesa italiana Alessandra Borghesse vivía alejada de la fe desde su
juventud, traumatizada por el suicidio en su presencia de un íntimo amigo
cuando tenía 16 años. Ese dramático suceso le hizo entrar en una profunda crisis
existencial.
Años
más tarde, el casual encuentro con su antigua amiga Gloria von Thurn und Taxis,
que le invitó a pasar unos días con su familia, señaló el reencuentro con la fe
católica.
Invitada
un domingo a acompañar a la familia de su amiga a Misa, lo acepta por pura cortesía.
Hacía años que no asistía a Misa. Una nueva invitación pocos días después,
fiesta de la Asunción, le deja sorprendida (“¿A qué viene tanta Misa?”) Y
empieza a preguntarse por el cambio de su amiga Gloria, antes una joven
bullanguera y ahora una madre de familia igualmente alegre pero además piadosa
y buena educadora de sus hijos.
En
esta segunda Misa, en la fiesta de la Asunción de la Virgen, le inunda el
sentimiento de estar perdiéndose algo muy bello de la vida por su alejamiento
de la fe. Fue el primer toque de la gracia en el camino de su conversión. A
este siguieron otros, derribando prejuicios y abriéndole los ojos a su vida
vacía.
Al
regreso de los días pasados con la familia de Gloria, mantiene una larga conversación
con un sacerdote piadoso y culto, amable y comprensivo, muy alejado del
estereotipo que se había formado sobre los sacerdotes católicos. El
sacerdote le invita a confesarse, y le anima a asistir diariamente a la Santa
Misa, porque es el alimento que necesitamos para nuestra debilidad. Le
sorprende que tuviera que ser diariamente, pero Alessandra, deportista y
disciplinada, admite el reto. A medida que pasan los días siente cómo la gracia
de Dios obra en ella, dándole fortaleza para perseverar.
En
el afianzamiento de su fe intervienen otros personajes, como el conocido empresario
y editor Leonardo Mondadori, o el
cardenal Joseph Ratzinger, a quien sigue desde antes de su elección como Papa
Benedicto XVI, deslumbrada por su clarividencia y humanidad.
Su
imprevista conversión causó sorpresa en los círculos aristocráticos que solía
frecuentar, y comenzó a ser requerida para dar conferencias y charlas a grupos
muy diversos. Además, la princesa Borghesse sentía la necesidad de contar su
experiencia.
Poco
después escribió un segundo libro, Sed de Dios, en el que habla de otras
conversiones de personajes conocidos, como André Frossard, hijo del que fue secretario
general del Partido Comunista de Francia, o la del periodista y escritor italiano
Vittorio Mesori, de familia descreída y anticlerical.
En Sed de Dios recoge muchas de las anécdotas y experiencias en esos años, y da respuesta por extenso a algunas de las preguntas que en vivo o por escrito le han sido dirigidas: sobre la moral de nuestros días, el sentido del dolor, de la fe o de la castidad. Y también sobre la necesaria presencia de Dios en nuestras vidas y en la vida social: "Cuado se tiene a Dios como una baratija inútil es imposible sostener por mucho tiempo la igualdad entre los hombres. Los hombres somos iguales únicamente en nuestra dignidad espiritual, no por pactos."
“Dios está siempre listo y
dispuesto para esperar a cada persona. Somos nosotros quienes no estamos
disponibles para él. Cada persona es hija de Dios y amada por Dios. Sólo
tenemos que comprenderlo. No es tan sencillo. Hay personas que lo comprenden
inmediatamente, de pequeños; hay personas que lo comprenden cuando son mayores;
y hay quien no lo comprende nunca. Pero todos son hijos de Dios igualmente.”
Alessandra habla también de la ayuda espiritual y el impulso apostólico que recibe de diversas personas e instituciones de la Iglesia.
En esta entrevista cuenta parte de su historia: