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martes, 3 de agosto de 2021

Silencio: la música más bella

 




El valor del silencio

 

En el mes de agosto comienza para muchos un tiempo de merecido descanso. Deporte, lecturas, aire libre, convivencia más sosegada con los seres queridos… Y, con un poco de suerte, silencio. Necesitamos silencio. Es en el silencio donde se nos revela la belleza: de las personas, de los paisajes naturales, de la creación entera. Es en la contemplación silenciosa de la belleza donde el alma se oxigena y remonta el vuelo, elevándonos hacia lo mejor de lo que somos capaces.  

Releo unas notas de Eugenia Ginzburg, en su libro de memorias El cielo de Siberia. Depurada por Stalin, fue enviada a un campo de trabajos forzados donde recibió un trato cruel e inhumano. Maldormía en barracones repletos de centenares de presas comunes y políticas. De día sin tiempo más que para pensar en sobrevivir, de noche inmersa en un enloquecedor griterío de aullidos de los guardianes, y llantos, súplicas y peleas de las presas.

Sorpresivamente, fue enviada durante un mes a trabajar en una granja, administrada por unas pocas presas, pacíficas y tranquilas, donde incluso tuvo su propia pequeña habitación y una cama, y además no estaban vigiladas día y noche. Y allí descubrió lo que sin saberlo ansiaba: el silencio.

“Recuerdo mi primera semana en la granja (…) ¡El silencio! ¡Cuánto tiempo sin oírlo! ¡Cómo se había embotado mi alma en la agotadora alternativa del automatismo de los trabajos físicos con el suplicio de la asistencia médica en la zona! Creo que hasta había dejado de recitarme versos a mí misma. Pero allí volvería a vivir, sería otra vez yo misma. Y, con el silencio, también los versos volverían… ¡Ah, bendita soledad, espléndida soledad, aún más preciosa después del horrendo aislamiento de una ininterrumpida convivencia forzosa…!

Silencio, la música más bella

que he escuchado en mi vida… "

 

        No echemos a perder el merecido descanso: busquemos cada día esos espacios de silencio donde, ausente la tecnología y la frivolidad, el alma se expande y eleva el vuelo.


Relacionado: Se hace tarde y anochece

       

 

domingo, 18 de agosto de 2013

Un tiempo para callar: elogio del silencio.




Un tiempo para callar. Patrick Leigh Fermor. Ed. Elba 2010

  

Patrick Leigh, héroe de la Segunda Guerra mundial, intervino en operaciones especiales del ejército aliado en Chipre, entre ellas el secuestro de un general alemán. Acabada la guerra, en los años 50, se toma un tiempo de reposo visitando conventos de clausura de Europa.

  

De religión protestante, se acerca a la vida de los religiosos católicos, atraído por la paz que se respira en sus claustros, primero con curiosidad, pero pronto percibiendo su hondo atractivo. Lo que ve le impacta, y lo describe con respeto y admiración.  Le impresiona sobre todo la calidad humana e intelectual de los monjes, especialmente cistercienses y benedictinos. 

 

Llama la atención su buena prosa, que logra transmitir no sólo la historia y el arte que contienen esos ámbitos de silencio y oración, sino también y sobre todo la categoría humana de los que allí pasan su vida. Una categoría que fluye sin duda de la coherencia con que viven la fe cristiana.

 

Capta plenamente el sentido de la vocación cristiana al referir la respuesta de un monje, al que  pide que resuma en pocas palabras lo que es su vida. El monje contesta con otra pregunta: ¿Ha estado usted enamorado? –Sí –Bien, pues es exactamente lo mismo.

 

Un libro sereno y agradable, para aprender arte, historia y humanidad, y disfrutar en la quietud del verano. Es también un elogio del valor humano del silencio íntimo en que el hombre se encuentra a solas consigo mismo y con Dios, del que tan escasos andamos ahora.