Unas palabras sensatas de la filóloga y escritora Elvira Roca sobre el trabajo de la mujer y el espíritu de colaboración y compañerismo con el que se construye la armonía social y familiar.
De las pocas ideas lúcidas y constructivas que he oido estos días en los medios, en torno al Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Denotan un pensamiento libre, no encadenado por lo políticamente correcto. Y tremendamente humano y esperanzado.
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lunes, 12 de marzo de 2018
miércoles, 8 de marzo de 2017
Harambee: Salvad los valores africanos
No es fácil encontrarse con una profesora de filosofía política que hable con la precisión de conceptos y libertad de mente con que lo hace Antoinette Kankindi. Nacida en Congo, lleva 15 años dando clases de Ética y Filosofía Política en la Strathmore University of Nairobi, en Kenya, y formando a mujeres para que lideren la promoción de la mujer en el ámbito rural y en los suburbios de las grandes ciudades.
La profesora Kankindi sabe salirse del manido y vacío discurso
que impera en las democracias liberales occidentales, y pone el dedo en la
llaga de los verdaderos problemas de África. Problemas en buena parte generados
y mantenidos por esas mismas democracias, que hicieron estragos durante el colonialismo
y ahora los siguen perpetrando quizá a mayor escala, imponiendo ideologías que
se oponen frontalmente a valores sagrados de África.
Familia, solidaridad y hospitalidad –señala Kankindi-
son tres de los pilares del
alma africana. A la familia en que nacemos se lo debemos todo: vida, cuidados, educación.
Sin familia no somos nadie, nos despersonalizamos,
nos convertimos en un número para la fría estadística de los políticos. El modelo que ofrece Occidente
está destrozando la familia en África (y en Occidente, claro).
El alma africana es solidaria. Cada pueblo es una familia de familias, y cada cual sabe que en la desgracia los demás le ayudarán sin necesidad de pedirlo. Esa solidaridad es el mejor seguro. Occidente exporta un modelo competitivo e insolidario, en el que cada cual pugna por lo suyo contra los demás.
África es hospitalaria. Las puertas de sus
casas siempre han estado abiertas al forastero. A los huéspedes se les ofrece lo mejor. Occidente exporta un individualismo desconfiado,
que cierra puertas. En Occidente ya no vemos otra cosa en el visitante que negocio:
turismo.
Antoinette Kankindi lucha por preservar y
potenciar esos valores, de los que Europa debería aprender. “¿Puede un europeo
aprender algo de África?”, le pregunta un doctorando en la Universidad Católica de Valencia. “Un europeo piensa que no tiene nada
que aprender de África. Pero un europeo humanista,
sí. Puede aprender por ejemplo la inutilidad del consumismo”, es la sabia respuesta de Kankindi.
"Una mujer que vive en el campo en África no necesita que le envíen zapatos para sus hijos. Lo que necesita es que le enseñen que con sus habilidades puede emprender un pequeño negocio, y con él pagará el sustento y el colegio de toda la familia". Esa formación para el emprendimiento permite desarrollar una economía más sostenible, por que las familias permanecen en su habitat natural, y así cuidan la naturaleza. Y se evitan la tragedia de la emigración hacia las grandes ciudades, cuyos suburbios son bolsas de miseria, llenas de peligros sobre todo para la mujer.
Con los escasos recursos de que dispone, la profesora Kankindi ha desarrollado con éxito su iniciativa African Women Leadership, y ahora la desea ampliar para que más mujeres africanas se beneficien. Por eso ha recibido el Premio Harambee 2017 a la Igualdad y
Promoción de la Mujer Africana: cien mujeres como ella cambiarían el mundo.
sábado, 15 de marzo de 2014
Cruzando el umbral de la esperanza. Juan Pablo II
Cruzando el
umbral de la esperanza. Juan Pablo II.
Cuando nos acercamos a la canonización del gran papa polaco, este libro bien podría declararse de obligada lectura para cuantos desean conocer de cerca el pensamiento de la que sin duda es una de las figuras más decisivas de la historia en el siglo XX, Juan Pablo II.
En 1994, cuando ya se habían cumplido quince años de su pontificado,
y la humanidad se dirigía hacia el umbral del tercer milenio, lleno de
incógnitas e incertidumbre, Juan Pablo II responde a una serie de cuestiones que
le plantea el periodista italiano Vittorio Messori. Se diría que Messori no
deja en el tintero ninguna de las preguntas esenciales que todo ciudadano, preocupado
por el devenir del mundo, querría haber hecho al Papa. Y este responde con la cercanía
y altura intelectual que le
caracterizaban.
Juan Pablo II entra en profundidad a analizar las grandes cuestiones
sobre el hombre y la humanidad, y
también algunos de los tópicos acerca de la historia y misión de la
Iglesia. La existencia de Dios, el
problema del mal, la oración, los jóvenes y las nuevas generaciones, los frutos
del Concilio Vaticano II, los retos de la nueva evangelización, la mujer en la
Iglesia, el judaísmo y el islam…
Sus consideraciones están enraizadas en la concepción cristiana del ser humano, y ayudan
a extraer consecuencias operativas de la fe. Pero son igualmente válidas para
toda persona de buena voluntad, aunque esté alejada de Dios: el sentido común
ayuda a descubrir la verdad y el bien allí donde se manifieste. Y Juan Pablo II,
hombre de fe, es también un hombre lleno de sentido común.
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El cristianismo, dice el Papa, no es mera acción del hombre:
Dios también actúa. Joseph Ratzinger explicaría poco después que Dios actúa en
la historia sobre todo a través de hombres que le escuchan. La mera posibilidad
de esa acción de Dios en la historia pone nerviosos a quienes dicen ser agnósticos o ateos. Pero es bien real: la historia de la salvación
–y eso es el cristianismo, y la historia de la humanidad en definitiva- es la historia
de la conjunción de la acción de Dios y del hombre.
Dios actúa, habla. Nadie es capaz de sofocar su voz: ni siquiera la voluntad programada del hombre, que intenta -mediante la prepotencia política y cultural- imponer errores y abusos, extendiéndolos con gran despliegue mediático. Aunque a veces el mal parezca prevalecer, Dios no abandona al hombre. La confianza en esa acción de Dios es lo que llena de esperanza al cristiano.
Dios actúa, habla. Nadie es capaz de sofocar su voz: ni siquiera la voluntad programada del hombre, que intenta -mediante la prepotencia política y cultural- imponer errores y abusos, extendiéndolos con gran despliegue mediático. Aunque a veces el mal parezca prevalecer, Dios no abandona al hombre. La confianza en esa acción de Dios es lo que llena de esperanza al cristiano.
El pensamiento de Juan Pablo II penetra con hondura en la
realidad del ser humano. Una de sus ideas
más repetidas era la de que no debemos tener miedo a la verdad sobre nosotros
mismos. Dios comprende nuestras debilidades: “Él sabe lo que hay dentro de cada
hombre”.
Juan Pablo capta el misterio insondable que encierra la enseñanza de Jesucristo: la verdad se hará amando. Esa es la misión de la Iglesia: manifestar el amor de Dios al hombre, a pesar de nuestras miserias y debilidades. Hemos sido creados para amar, y por eso la única dimensión adecuada a la persona es el amor. Y el amor es donación, entrega. Por eso, dándose es como el hombre se afirma plenamente a sí mismo.
Juan Pablo capta el misterio insondable que encierra la enseñanza de Jesucristo: la verdad se hará amando. Esa es la misión de la Iglesia: manifestar el amor de Dios al hombre, a pesar de nuestras miserias y debilidades. Hemos sido creados para amar, y por eso la única dimensión adecuada a la persona es el amor. Y el amor es donación, entrega. Por eso, dándose es como el hombre se afirma plenamente a sí mismo.
La Iglesia, depositaria de las enseñanzas de
Jesucristo, responde a una pregunta
esencial: ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? (La ciencia no puede
decirnos nada acerca de preguntas esenciales como esa. Por eso sorprende la fragilidad
del razonamiento de quienes piensan que el conocimiento científico excluye la necesidad
de religión.) La respuesta es invariable, porque proviene de Dios, y ningún
poder de la tierra puede hacerla cambiar. Exponerla no es condenar, convencer
de pecado no equivale a condenar, como no es condenar señalar el camino
correcto. Una enseñanza reiterada ahora con singular claridad por el papa
Francisco. “Dios quiere la salvación del hombre.”
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El libro contiene intuiciones bellas y certeras. Asombró de
Juan Pablo II su capacidad de sintonía con los jóvenes. Saltaba enseguida entre
el papa y los jóvenes una chispa de entendimiento llena de alegría.
En la alegría de los jóvenes veía un reflejo de la alegría que Dios tuvo
al crear al hombre. Una alegría franca y jovial a la que él mismo se entregaba. Es célebre, por ejemplo, el episodio del joven payaso que hizo reír al Papa como un niño, durante uno de los encuentros con universitarios del UNIV.
Su amor y devoción a la Virgen fue proverbial. A Ella
dirigió su lema episcopal: Totus Tuus, Todo Tuyo. Se abandonaba confiadamente
al cobijo de los brazos de la Madre, y sabe descubrir la infinita riqueza que el culto mariano supone para el mundo. No es sólo
una necesidad sentimental, un acto piadoso, sino que corresponde también a una
verdad objetiva sobre la Madre de Dios. Fruto de la contemplación de esa realidad se ha abierto camino silenciosa
y eficazmente en la civilización cristiana
la actitud de respeto a la mujer. En
María todas las mujeres han sido dignificadas: “Más que Tú, sólo Dios”.
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Cuando algunos se empeñan en apartar a Dios de la vida
pública, cobran singular importancia las palabras que Juan Pablo II subrayó con
fuerza en el original que escribió de su puño y letra:
"Al finalizar este segundo milenio tenemos quizá más que nunca necesidad de estas palabras de Cristo resucitado: ¡No tengáis miedo! (…) Tienen necesidad de esas palabras los pueblos y las naciones del mundo entero. Es necesario que en su conciencia resurja con fuerza la certeza de que existe Alguien que tiene en sus manos el destino de este mundo que pasa; Alguien que tiene las llaves de la muerte y de los infiernos (cfr. Apocalipsis 1, 18). Alguien que es el Alfa y el Omega de la historia del hombre (cfr. Apocalipsis 22, 15). (…) Y este Alguien es Amor (cfr. Juan 4, 8-16). Amor hecho hombre, Amor crucificado y resucitado, Amor continuamente presente entre los hombres. Es Amor eucarístico. Es fuente incesante de comunión. Él es el único que puede dar plena garantía de las palabras ¡No tengáis miedo!"
"Al finalizar este segundo milenio tenemos quizá más que nunca necesidad de estas palabras de Cristo resucitado: ¡No tengáis miedo! (…) Tienen necesidad de esas palabras los pueblos y las naciones del mundo entero. Es necesario que en su conciencia resurja con fuerza la certeza de que existe Alguien que tiene en sus manos el destino de este mundo que pasa; Alguien que tiene las llaves de la muerte y de los infiernos (cfr. Apocalipsis 1, 18). Alguien que es el Alfa y el Omega de la historia del hombre (cfr. Apocalipsis 22, 15). (…) Y este Alguien es Amor (cfr. Juan 4, 8-16). Amor hecho hombre, Amor crucificado y resucitado, Amor continuamente presente entre los hombres. Es Amor eucarístico. Es fuente incesante de comunión. Él es el único que puede dar plena garantía de las palabras ¡No tengáis miedo!"
Un libro profético, que no ha perdido actualidad, y proporciona
respuestas claras y esperanzadas a los
retos del momento presente.
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Ver también de Vittorio Messori la reseña de su libro Opus Dei. Una investigación.
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Ver también de Vittorio Messori la reseña de su libro Opus Dei. Una investigación.
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sábado, 13 de octubre de 2012
Todos a una
Estoy
leyendo un breve resumen de la biografía de Ezinne Ukagwu, economista
nigeriana, Premio Harambee 2012 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.
Harambee-Valencia y el Orfeón Universitario le rinden homenaje
con un concierto solidario en el salón de actos de la Fundación Bancaja: Melodías
para África.
Impresiona
el temple de mujeres como Ezinne, que trabajan sin grandes alardes pero con
fortaleza, dispuestas a impulsar el liderazgo de la mujer a través de la educación,
en una región –Itapamaco, al sureste de
Nigeria- en la que la mujer está muy
sometida y sufre graves injusticias.
Ezinne,
junto a un grupo de mujeres valerosas
como ella, puso en marcha allí en 1985 un Centro
de Formación Rural, Iroto, para
atender las necesidades de alfabetización y educación de las mujeres. Varias
decenas de miles de mujeres nigerianas han pasado desde entonces por sus cursos,
y han aprendido cosas tan importantes
como leer o las normas básicas de la higiene doméstica y la
nutrición equilibrada.
Junto a las
necesidades educativas, pronto vieron que era necesario cuidar de la
salud. Sin apenas medios consiguieron
edificar un Centro Médico,
Abidagba,
que para nosotros sería normalucho pero que en aquellas latitudes es un
auténtico lujo. Abidagba y los cuidados que proporcionan sus médicos y
enfermeras, ha conseguido hacer descender la mortalidad infantil, que estaba en
el 60%, hasta el 25%. Ha logrado también una disminución drástica en la
mortalidad de otra población de riesgo: las mujeres. Uno de los apoyos que les presta Harambee es facilitar
el acceso a medicinas inalcanzables para las familias de la zona.
Desde hace
pocos años Ezinne y sus amigas han puesto en marcha un tercer proyecto, la Escuela de Hostelería y Turismo Iroto. Las
promociones de mujeres que han pasado ya por sus aulas salen con una carrera
profesional bajo el brazo, y un sólido
bagage de conocimientos que les abre las puertas a buenos empleos. Así, Iroto
está contribuyendo a romper el cerco de pobreza que por generaciones ha
acechado a las familias de la región.
Ezinne comparte con Harambee un
sentimiento y una visión. El sentimiento es el que expresaba san Josemaría en
una de sus homilías: “un hombre o una sociedad que no reaccione ante las
tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un
hombre o una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo”. Esa
enseñanza de san Josemaría, tan profundamente cristiana, está en el origen de
Harambee, ONG promovida por algunos de los asistentes a la canonización del
fundador del Opus Dei hace ahora justo diez años.
Ezinne y
Harambee comparten también una visión: una mirada distinta sobre África, alejada de
la que con frecuencia nos muestran los medios, llena de violencia y corrupción.
Es la mirada sobre la buena gente africana, dispuesta a trabajar duro para
mejorar su tierra. Gente con menos recursos materiales, pero tantas veces con
mejor alma que la nuestra, y llena de virtudes como la audacia y el optimismo, que a veces nos faltan a los europeos. Tienen motor propio, pero el esfuerzo que deben
realizar es ingente, y qué bien les viene el cable que desde aquí les podemos
echar, aún en medio de nuestras crisis.
Al menos que no falte una mirada de cariño. Todo menos la indiferencia.Todos juntos, todos a una –eso significa Harambee en swahili- podemos conseguir ese África mejor. (Y muchas más cosas, claro. Lo humano es unir, ir juntos...Y ayudando es como mejor nos ayudamos a nosotros mismos).
Al menos que no falte una mirada de cariño. Todo menos la indiferencia.Todos juntos, todos a una –eso significa Harambee en swahili- podemos conseguir ese África mejor. (Y muchas más cosas, claro. Lo humano es unir, ir juntos...Y ayudando es como mejor nos ayudamos a nosotros mismos).
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