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sábado, 20 de julio de 2013

Desde la dimensión intermedia



                                                


Desde la dimensión intermedia. Mercedes Salisachs. Ed B 2003


    Un abogado y escritor  de éxito sufre un atentado de ETA. Mientras se debate entre la vida y la muerte, su vida pasa ante sus ojos. Y ve todo con una nueva perspectiva:  relaciones, familia, colegas, amistades reales o supuestas, enamoramientos frívolos…

    La luz que ya le empieza a prestar la cercanía de Dios arroja sobre su vida una nueva claridad. Poco a poco  se le muestran  las verdaderas motivaciones, los sentimientos ocultos, nunca sospechados por él, de las personas que ha tenido a su alrededor.

    Se percibe en el estilo de Salisachs una fina sensibilidad para captar los movimientos sicológicos, las reacciones interiores, no siempre afloradas pero que siempre dejan huella en la persona. El odio y el resentimiento proceden del egoísmo, y dejan un rastro de tristeza y soledad. En cambio, quienes tienen la fortaleza necesaria para devolver bien por mal y llegan a perdonar son personas serenas, que dan paz a su alrededor.  

    Hay un fondo cristiano siempre presente en los escritos de Salisachs: “Para que Dios nos perdone, hemos de olvidar y perdonar los errores ajenos. En el más allá descubriremos hasta qué punto hemos podido ser los causantes de errores ajenos: a menudo las desidias propias y los olvidos premeditados pueden provocar males graves a otros.

    Maneja una cariñosa ironía en sus descripciones.  Así, cuando pinta a ese tipo de persona que acostumbra a mantener una “cordial lejanía”: “procuraba ser amable y simpática sin dejar de mostrarse algo distante. Me impresionaba su forma de imponer lejanías cordiales…” O retrata el estilo profesional de algunos abogados: “Un abogado que quiera medrar ha de saber dominar los músculos de su cara, mostrar atención hacia el cliente, no desgana, y transmitir seguridad, firmeza, confianza.”

    Juzga las conductas con ternura y comprensión, pero llama a las cosas por su nombre, sin falsas compasiones.  Por ejemplo, no se corta al calificar a ciertos frecuentes  “enamoramientos”, poco consistentes, como “remedos de zancadillas, egolatría, fugacidad, ganas de ver en el otro lo que nosotros queremos ver; nos enamoramos de lo que nos atrae: en el fondo de nosotros mismos. No son amor. La belleza y la juventud son fortunas prestadas.”






viernes, 22 de marzo de 2013

La palabra escrita o el arte de escribir

                                                 


La palabra escrita (Radiografía de mis novelas).  Mercedes Salisachs. Ed B.

Autora de relatos de ficción como La gangrena o Desde la dimensión intermedia, esta obra es una reflexión sobre su método de trabajo, que ofrece a cuantos tienen el oficio de escribir o se preparan para ejercerlo.


El libro está lleno de consejos prácticos, especialmente para quienes desean escribir novelas, pero útiles también a cuantos precisan manejar con fluidez la expresión escrita.


Salisachs anima a coleccionar palabras.  El amor por la palabra, propio de todo escritor, supone disponer del término justo, de la expresión adecuada que atrapa al lector. No se trata de palabras ampulosas o exóticas, sino de voces sencillas que puedan servir de puente entre dos situaciones, por ejemplo. O voces capaces de cambiar el rumbo del relato. Hay –nos dice- palabras elásticas, envasadas, risueñas, ceñudas, alegres, cansadas, torpes, inteligentes,... Es un buen ejercicio jugar a etiquetar y agrupar palabras.


Anima a los futuros escritores a prepararse con buenas lecturas. En España -asegura- todo el mundo quiere escribir, pero casi nadie lee. Antes de escribir es preciso prepararse a fondo, si no se quiere producir basura.


El éxito por causas extraliterarias es efímero

    Se agradece la rotundidad de su sentido común, con el que desenmascara  actitudes vacías o torpes de quienes se someten a lo “políticamente correcto”. 

      Son, por ejemplo, estilos que  “vienen impuestos por una moda de libertad mal entendida y fuera de madre, que confunde escribir a corazón abierto con hacerlo realmente a corazón podrido, o a corazón entrepierna: eso es conseguir éxito por causas extraliterarias, y es efímero. Lo que perdura es lo que por escribirse verídicamente, ayuda al lector a comprender sus propios problemas y de algún modo le ayudar a vivir.”


                                            
     

    Nos previene también frente a la ligereza de juicio de ciertos críticos literarios: “En el magreo de los libros famosos existe mucha hipocresía. Muchos, por no quedar como incultos, cuando un libro “tostón” es alabado por los “mandarines doctos”, se lían a alabarlo porque parece de mal tono o de poca capacidad intelectual decir que se trata de una obra aberrante."

Decía José Luis Alvite : “De una novela mal escrita, se suele decir que es compleja. Si en la novela salen un fraile, un asesinato y pocas ventanas, estamos ante una novela gótica. La mitad de los españoles no leyeron El péndulo de Foucault de Umberto Eco y la otra mitad miente. Yo intenté hacerlo. No soy un mentiroso. Renuncié a la quinta página. A cierta edad hay que ser sincero, cueste lo que cueste.”


Salisachs fustiga un vicio extendido entre no pocos escritores y comentaristas, que escriben despreciando. “Escribir despreciando es un autoinsulto, porque descubrimos al lector la lamentable faceta de algún rencor escondido o de una tendencia a vengarnos de alguien. Los resentimientos jamás conducen a buen puerto.”


No escribir para triunfar, sino para ayudar

Mercedes Salisachs termina su libro con una recomendación: no escribir para triunfar –que es lo mismo que escribir para el olvido- sino para ayudar, que es la mejor forma de permanecer en el recuerdo. Es lo que ella misma hace con esta obra: ofrece al lector con sencillez sus hallazgos literarios, con una generosidad poco frecuente en autores consagrados.