La
golosina visual. Ignacio Ramonet. Ed. Temas de debate
Colección de ensayos entorno
a la influencia social del cine, la publicidad y la televisión, con recuerdos
históricos del efecto que tuvieron sobre las masas algunas películas y
programas para la pequeña pantalla.
A pesar del espectacular
desarrollo de los medios desde la época a la que se refiere (segunda mitad del
siglo XX), en la que la tecnología apenas iniciaba su camino, son interesantes
las referencias a las diversas formas de manipulación que por desgracia siempre
han tentado a productores y guionistas.
Falsificación de noticias
en los telediarios o en programas de “información” especial, contenidos y
evolución de formatos de los spots televisivos, el cine militante, el
tratamiento de la guerra de Vietnam, el sinuoso e influyente mundo de
Hollywood, no siempre abierto a la libertad y al pluralismo…
Ramonet aporta datos que permiten
entender mejor la historia de la comunicación, y ayudan a desarrollar un sano y
necesario sentido crítico ante lo que nos intentan vender los medios y las pantallas, presentando
como noticia lo que en realidad es una falsedad, o como valor incontestable lo
que no es sino imposición ideológica que sutil o burdamente intenta manipular
nuestros sentimientos
El exponencial desarrollo de
la tecnología y las técnicas de persuasión digital, inconcebible a finales del
siglo XX, hacen todavía más necesario conocer la historia de la manipulación
informativa y cultural.
Aunque el libro es muy anterior, es significativo el reciente documental de Netflix El dilema de las redes, que aflora la preocupación de numerosos creadores de plataformas digitales, ante su creciente poder de manipulación y adicción. Son verdaderas atrapa-mentes.
En nuestros días, un
ciudadano que aspire a no ser engañado por el poder político o mediático necesita
ser en cierta medida experto en comunicación, para ejercer ese sano contrapoder
que consiste en la capacidad de detectar las manipulaciones.
Una pequeña muestra de
algunos datos que aporta Ramonet en su libro:
Es interesante por ejemplo
conocer el caso de Michael Born, tristemente
famoso por falsificar reportajes que
fueron emitidos durante años por el semanario y la cadena televisiva alemana Stern.
Dato que también debería
conocer el público es el enorme gasto de publicidad de las películas americanas,
que alcanza como promedio hasta un 40% del presupuesto de producción.
O la vida antes de los
avances tecnológicos: antes de que existiera el video, los spots (anuncios publicitarios
de corta duración) se hacían en directo: unos actores irrumpían en el plató en pleno
programa informativo, o en mitad de la escena de una obra de teatro, interrumpiendo
en vivo el programa que se estaba emitiendo...
El manejo del humor en la
publicidad: “el spot tiende a hacer reír, porque la risa es la máxima comunicación.”
El spot rinde culto al
objeto (alimenticio, o de higiene ...) no tanto por los servicios prácticos que
puede prestar, sino por la imagen social que de sí mismos puedan llegar a
obtener los consumidores: promete bienestar, confort, felicidad y éxito. No
venden jabón, sino belleza; no un automóvil, sino prestigio: venden nivel social.
En realidad, el arte publicitario consiste en la invención de comunicaciones
persuasivas, que no sean verdaderas ni falsas.
La publicidad siempre ha
intentado nuevas formas persuasivas en el límite de lo ético: “Lo que orienta
nuestro trabajo es fabricar mentes”,
confesaba el teórico de la publicidad Ernst Dichter.
Las técnicas de persuasión
no sólo están presentes en la publicidad. También en el cine: las películas venden formas de vivir;
la publicidad, productos concretos. Y lo hacen con un alcance que ya en el
siglo XX era inusitado: las series de televisión USA han tenido una difusión
más universal que la Biblia o el Corán, afirma, cambiando estilos de vida de
sociedades enteras.
Interesantes comentarios
sobre el cine militante, dirigido a la propaganda ideológica. El activista
Daniel Cohn-Bendit declaraba que “no podemos plantear una intervención global
en la sociedad sin recurrir al cine.” Aunque no siempre los efectos eran los
deseados: el cine de ensayo o militante, muy de moda durante unos años en la
izquierda cultural, “puede lograr que ver una de sus películas llegue a ser una
práctica cultural represiva y asfixiante”, porque nadie tenía valor para abandonar
la sala, por no ser tachado de retrógrado...
La crisis de fe en amplios
sectores de la Iglesia, y el patente declive moral de Occidente, han movido al
cardenal Robert Sarah en repetidas ocasiones a elevar su voz de pastor y hombre
de fe para dar un toque de atención a quien quiera escucharle.
Éste es el tercero de los
libros que publicacon esa finalidad: tres
llamadas fuertes a las conciencias de creyentes y no creyentes. El primero fue
Dios o nada, en 2015. Le siguió en 2016 La fuerza del silencio.
Nacido en Guinea Conakry en
1945, la profunda piedad de unos misioneros franceses dejó una huella
imborrable en su vida. Tras muchas penurias y dificultades, fue ordenado
sacerdote en 1969, y arzobispo diez años después. Sufrió la persecución del régimen
marxista de Sekou Touré.
En 2001 Juan Pablo II le llamó a Roma, y desde
entonces ha ocupado cargos de responsabilidad en la Iglesia católica. En la
actualidad es Prefecto de la Congregación del Culto Divino y de los
Sacramentos.
Con ocasión de la presentación
de este libro, el cardenal Sarah ha concedido numerosas entrevistas, intentando
aportar luz en momentos a su juicio de gran oscuridad. No le importa ir
contracorriente. Alude con frecuencia a la presión mediática, movida por
intereses financieros, que silencia o desprestigia a las voces disidentes.
Selecciono algunas de las
ideas que me han parecido más sugerentes, tanto del libro como de algunas de sus
entrevistas con los medios. Desde luego recomiendo la lectura íntegra y pausada del libro. Ayuda a pensar.
Quédate con nosotros
Ya desde el título Sarah
nos da a conocer su intención: una llamada a orientar nuestra mente a lo
fundamental, que es Dios. Es la frase que los discípulos de Emaús dirigen a
Jesús: “Quédate con nosotros, que se hace tarde y anoche.”
Han abandonado Jerusalén,
desanimados tras la cruel muerte de su Maestro, y regresan abatidos y sin
esperanza a su pueblo. Pero por el camino Jesús les sale al encuentro. No le
reconocen al principio, porque es Jesús glorioso. Pero algo cautivador perciben
en Él, y cuando se despide, le suplican: “Quédate con nosotros, pues está
cayendo la tarde y se termina el día.” Anochece, resta con noi. (Lc 24, 29). Tu
presencia y tu palabra nos devuelve la esperanza.
Es la oración que en este
tiempo deberíamos pronunciar todos: no nos dejes, porque cae la noche sobre el
mundo, y tu Presencia es la única capaz de iluminar y dar esperanza a nuestros
corazones.
Diagnóstico, pronóstico y
remedio
A preguntas de Nicolas
Diat, ensayista y editor, que se limita a intentar que el libro no
se convierta en un largo monólogo, el cardenal Sarah hilvana una reflexión
sobre la salud de dos enfermos: Occidente y la
Iglesia. Ambos sumidos en una crisis grave e interrelacionada.
Occidente ha abandonado a
Dios. Se empeña en construir una sociedad en la que Dios no tenga lugar. El
pronóstico es terrible, porque sin Dios el amor y la solidaridad, que están en
la raíz de nuestra civilización, no son sostenibles largo tiempo. Europa camina
hacia el abismo, sin identidad, despreciada por otras religiones que la
acabarán invadiendo y borrarán todo lo bueno que hemos construido durante siglos.
El remedio es volver a poner a Dios en el centro de la vida personal y social.
Paralelamente examina la
situación de la Iglesia, sumergida en una crisis en estrecha relación con la de
Occidente. Y con un diagnóstico similar: la ausencia de Dios, el desprecio de
la liturgia y de los sacramentos, que son la Presencia de Dios entre nosotros.
La Iglesia no morirá,
porque tiene promesas de vida eterna y siempre quedará un resto, por pequeño
que sea, que transmitirá la herencia recibida. Pero lo que conocemos como
Occidente cristiano desaparecerá si no
corrige su rumbo, porque a ninguna civilización se le ha prometida vida eterna.
El cristianismo no es una ideología
La Iglesia –afirma el
cardenal Sarah- atraviesa un Viernes Santo. Ese día muchos discípulos abandonaron a Jesús y le traicionaron. Judas le
traicionó porque aspiraba a un Cristo ocupado en la política. Así andan hechizados
muchos sacerdotes y obispos –afirma Sarah- metidos en cuestiones terrenales.
Olvidan que sin Cristo la caridad no será nunca sólida, que Cristo es la única
luz capaz de iluminar el mundo. Olvidan que existe el pecado original, y que el
hombre no es bueno por naturaleza: necesita la ayuda divina.
Algunos reniegan de la
capacidad de enseñar de la Iglesia, y limitan su misión a la de escuchar lamentos. Claro que una madre escucha a sus hijos, pero su papel primordial es
el de enseñar, orientar y dirigir, porque conoce el camino que hay que seguir.
La Iglesia es madre, pero es también maestra.
Con el pretexto de abrirse
al mundo, algunos adoptan ideologías actuales, para parecer a los ojos del
mundo “modernos”. Pero es el mundo el
que debe abrirse a Dios, fuente de nuestra existencia.
Recuperar el sentido del
pecado
Dios es misericordioso,
pero ese no puede ser el único aspecto de la doctrina que enseña la Iglesia.
Para que Dios pueda ejercer su misericordia es preciso que antes nos reconozcamos
pecadores, y que volvamos a Él, como regresó el hijo pródigo de la parábola de Jesús:
primero reconoce su pecado, y sólo entonces puede caminar de regreso al Padre,
confiado en su misericordia.
Hay una visión falsa de la pastoral,
que presenta a un Dios misericordioso que no exige nada. Pero no existe un
padre que no exija nada a sus hijos. Dios, como buen padre, es exigente, porque
ambiciona grandes cosas para nosotros: “Sed santos, porque Yo soy santo.”
Enseñar la doctrina que
salva
El abandono de la fe en grandes
sectores no es solo culpa del materialismo. Los sacerdotes deben reconocer la
responsabilidad principal de ese derrumbe: porque no han enseñado la doctrina cristiana,
sino lo que les gustaba, porque han menospreciado el sacramento de la
confesión, porque han celebrado la Misa sin respetar las rúbricas... Han
banalizado los sacramentos.
El luminoso misterio de la
liturgia
La crisis de la liturgia,
ha afirmado Benedicto XVI, ha provocado la crisis de la Iglesia. Algunos han
querido “humanizar” la misa, reduciéndola a un espectáculo.Pero la misa es un misterio que está más allá
de nuestra comprensión.
Es preciso rendir justicia
al misterio que rodea nuestra relación con Dios. Cuando el sacerdote celebra la
Misa, o da la absolución en la confesión, capta el significado de las palabras,
pero no puede comprender el misterio que estas palabras producen. Y eso es
preciso mostrarlo al pueblo: Dios, que nos quiere tanto, está a la vez más allá
de nuestra comprensión. Hemos de acercarnos a Él con la humildad de quien entiende
que tanto amor nos sobrepasa.
Tecnología y silencio, comunicación y evangelización
Dios se manifiesta en el
silencio, pero hoy el gran enemigo de nuestro silencio interior son los medios
tecnológicos. Sin silencio ni siquiera la razón es capaz de desarrollarse.
Por ejemplo, sugiere Sarah,
habría que instituir un gran ayuno mediático durante la cuaresma, que es un tiempo
de silencio y oración. ¿Seríamos capaces de liberarnos durante 40 días de
nuestras cadenas digitales?
La evangelización, antes
que comunicación, es testimonio. Se lleva a cabo con el cuerpo, el cansancio y
el sufrimiento. Los sacrificios de Cristo son nuestro modelo. Podemos hacer
buen uso de la teconología, pero eso requiere mucha
humildad, cualidad necesaria en periodistas y comunicadores.
Para introducirse en el
misterio de la liturgia cristiana hay que comenzar por salir de las tablets y
los móviles, de la incapacidad de vivir en silencio. No se trata de hacer que
las misas sean más amenas. Lo importante no es si me aburro o no en Misa, sino
si asisto o no.
Lo importante en la liturgia no es el aspecto afectivo, ni
siquiera entenderla, sino vivirla, porque Dios está allí. Dios es presencia real
oculta en el Sagrario y en la Misa. Esa Presencia eucarística es insustituible
por ninguna tecnología. Lo decisivo es experimentar Su Presencia.
Publicidad versus
Felicidad
La publicidad alimenta una
búsqueda ilusoria de la felicidad en el consumo y el confort, en el dinero y el
lujo. Es una trampa que se convierte en esclavitud, fuente de envidias y de
odios. Habría que limitarla como medida de salud pública.
Dios es humilde, es pobre.
Cuando la búsqueda desordenada de confort penetra en el cristiano, se aburguesa, y el clero además se burocratiza.
Celibato apostólico
Destruir el celibato sería
destruir una de las riquezas más grandes de la Iglesia. El sacerdote está
llamado a ser Cristo mismo, pobre, humilde y célibe como Él.
Hay un proyecto
estructurado de destrucción de la Iglesia mediante la decapitación de su
cabeza: cardenales, obispos, sacerdotes… Ese proyecto presenta el celibato como
algo imposible, contra-natura, para destruir el sacerdocio.
Persecución de la Iglesia y
lo cristiano
Tampoco Jesucristo fue
aceptado, porque murió en la Cruz. “Si a Mí me han perseguido, también os
perseguirán a vosotros.”
No debemos escandalizarnos
si vamos contracorriente. T.S. Eliot decía que “en el mundo de los fugitivos,
el que toma la dirección opuesta será considerado un desertor.”
Escándalos en la Iglesia
El mal ejemplo de Judas no debe llevarnos a
rechazar a todos los apóstoles. Jesucristo ha confiado su Iglesia a hombres
sencillos y débiles, para demostrar que es Él quien actúa en medio de ellos.
Identidad europea
Europa está cegada por la
disolución de su identidad, que le ha hecho orgullosa, irreligiosa y atea. La
ruptura con Dios traerá graves consecuencias
espirituales, morales y psicológicas. Se percibe una tremenda regresión en los
valores. Lo feo se ha convertido en bello y lo inmoral en progreso.
La Comisión Europea, afirma
Sarah, sólo piensa en la construcción de un mercado libre al servicio de los
grandes poderes financieros. No protege a los pueblos ni a sus identidades,
sólo protege a los bancos.
En un reciente viaje a Polonia,
el cardenal Sarah decía a los polacos: defended vuestra identidad: sois polacos
católicos, y sólo después europeos. No sacrifiquéis las dos primeras
identidades en el altar de una Europa tecnócrata y apátrida.
Dios ha dado una misión a
Europa, que acogió el cristianismo, y desde aquí ha evangelizado el mundo. En Guinea
Conakry, por ejemplo, los colonos franceses hicieron una colonización
constructiva. Aportaron tradiciones ennoblecidas por el cristianismo, la noción
de dignidad de la persona, de derechos humanos, y unos valores que para los africanos
fueron liberadores. Llevaron un idioma maravilloso. Y la fe en el Dios
verdadero.
Pero si Europa desaparece,
sumida en la apostasía, y con ella desaparecen los valores del viejo
continente, el islam invadirá el mundo, y nuestra cultura, antropología y moral
desaparecerán, cambiarán radicalmente. Porque además ahora hay nuevos
colonizadores occidentales que expanden valores falsos y delictivos.
Odio a Dios, común al
materialismo capitalista y al marxista
En 1978 el disidente ruso
Solzhenitsyn, que había sufrido el terror de los gulags del comunismo
soviético, pronunció una conferencia en Harvard alertando a Occidente de su
decadencia: la sociedad occidental ya no puede ser modelo para la
transformación de Rusia, les decía, porque está agotada espiritualmente. Europa
no tiene nada de atractivo para el pueblo ruso, que ha sufrido por décadas las
consecuencias del odio a la fe del marxismo.
Para el sistema filosófico
marxista aplicado por Lenin y Stalin, la principal fuerza motriz era el odio a
Dios, más fundamental que sus pretensiones políticas o económicas. El ateísmo
militante es el pivote central de todo comunismo. El empeño en construir un
mundo en el que Dios no tenga cabida.
Es el engaño de Satanás cuando tienta a Jesús. Ningún reino de este mundo es el
Reino de Dios, ninguno puede pretender instaurar la justicia para siempre, la
paz definitiva, el bienestar para todos. El reino humano permanece humano, como
explica Josep Ratzinger en Jesús de Nazaret. ”El que afirme que puede edificar
el mundo según el engaño de Satanás, hace caer el mundo en sus manos.”
Decenas de millones
cristianos ortodoxos (obispos, sacerdotes, religiosos y laicos) fueron encarcelados,
torturados y asesinados por no renunciar a su fe. Se prohibió a los laicos el
acceso a la Iglesia y educar en la fe a sus hijos. Dios estaba prohibido y
perseguido.
Para un pueblo que ha
pasado por eso, el materialismo consumista y ateo de Occidente, tan parecido en
el fondo al materialismo marxista, no tiene nada de atractivo.
Es clarificador, afirma Sarah, el absurdo odio de ciertas élites de Occidente hacia la Iglesia ortodoxa
rusa, una Iglesia de santos y mártires.
Migraciones y globalización
El papa Francisco ha manifestado
que la gestión de las políticas migratorias debe ser respetuosa tanto con los
acogidos como con los que acogen.
Dios nunca ha querido los desarraigos. Es una
falsa exégesis utilizar la palabra de Dios para valorizar la migración. Cada
uno de nosotros ha de vivir en su país, arraigar y crecer en su cultura. Más
vale ayudarles a crecer en su cultura que animarles a venir a una Europa en
plena decadencia, afirma Sarah.
Hay que preocuparse de los
que dejan su tierra. Pero ¿por qué la dejan? Porque poderosos sin fe, para los
que sólo cuenta el poder y el dinero, han desestabilizado esas naciones. Eso
plantea enormes dificultades, pero lo que la Iglesia tiene que hacer es
devolver a los hombres la capacidad de mirar a Cristo. Esa es su gran misión
divina.
La globalización pretende
separar al hombre de sus raíces, de su religión, su cultura y su historia. Y
convierte al hombre en apátrida sin país ni tierra.
Dios no nos quiere
uniformes.Ha querido un mundo plural,
una naturaleza multiforme, unas diferencias enriquecedoras entre los hombres.
Si el planeta fuera un océano sin fronteras sería una pesadilla. Las naciones
son grandes familias en las que los hombres echan raíces y establecen vínculos.
No somos meros agentes económicos o consumidores.
Asistimos a una invasión
programada, dirigida y admitida por los gobernantes de Occidente, cuyos
entresijos clandestinos conocen perfectamente los servicios de información de los
países europeos.
La única solución es el
desarrollo de África, y no actitudes como el pacto de Marrakech, que se han
negado a firmar países con sentido común como Italia o Polonia. Es una irresponsabilidad de los
gobiernos acoger personas sin ofrecer garantías de una vida digna: techo,
trabajo, vida familiar y religiosa estable.
Libertad y felicidad
Poderes mediáticos y
financieros difunden en Occidente una noción falsa de libertad, vacía de
contenido, y en su nombre una nueva moral que nos está convirtiendo en sus
esclavos. En la nueva moral el mal se presenta como bien, y la verdad se
sacrifica en el altar de la falsa libertad, que es la nueva idolatría de
occidente.
Se podría decir que
Occidente camina hacia la civilización del caos de los deseos satisfechos, del
disfrute de placeres precarios que son incapaces de dar la felicidad. Lo
reflejan datos como el terrible número de suicidios de adolescentes en Europa, o
el enorme consumo de antidepresivos.
Eso es impensable en
África, en las pequeñas comunidades donde se respetan las leyes de la
naturaleza y en los que Dios sigue siendo el fundamento de la vida. En esas
comunidades no hay marginados, ni el dinero tiene más importancia que la
calidad de las relaciones humanas y de la relación con Dios. Allí los pobres
son felices: se saben acompañados, unidos por vínculos firmes.
La libertad auténtica
conduce a la virtud y al heroísmo. La falsa libertad que difunden los poderes
mediáticos y financieros de occidente conduce al vacío, crea ciudadanos
incapaces de sacrificarse ni comprometerse por la auténtica libertad, a la que
desprecian.
Pero la verdadera libertad,
la única que conduce a la felicidad, es la que reconoce que el hombre está
herido por el pecado original, y que el ejercicio de la libertad pasa por
apartarse del pecado.
El hombre no es
naturalmente bueno, como pretenden hacernos creer. Tiene la triste capacidad de
escoger el mal y hacerse daño a sí mismo y a los demás. Una triste capacidad
que puede llevar al suicidio de sociedades enteras cuando no se tiene en
cuenta. Esa es la verdad que la Iglesia debe repetir incansablemente, si quiere
ser leal a su misión.
El remedio: cristianos fieles a Jesucristo
Nuestra misión no consiste
en salvar a un mundo que muere. A ninguna civilización se le ha prometido vida
eterna. Nuestra misión es vivir fielmente la fe recibida de Cristo. Así
salvaremos la herencia de siglos, aunque seamos pocos, y la transmitiremos
íntegra a las futuras generaciones.
No se trata de ganar elecciones
ni de influir en opiniones. Se trata de vivir el Evangelio de modo concreto. La
fe es como el fuego: para poder transmitirla tiene que arder. Hemos de cuidar
ese fuego sagrado, para que sea nuestro calor y nuestra luz en medio del
invierno de Occidente.
Cuando un fuego ilumina una noche fría, los hombres poco
a poco se acercan a él: fuera hace mucho frío y mucha oscuridad. Esa debe ser
nuestra esperanza.
Rasgos de la misión de los
Papas recientes
El cardenal Sarah muestra
su plena sintonía con los papas recientes.
De san Pablo VI resalta su que coraje
de defender a contracorriente la vida y el amor verdadero en la encíclica Humanae Vitae.
De san
Juan Pablo II, que supo iluminar la verdadera visión de la persona uniendo la
fe y la razón en una poderosa antropología.
De Benedicto XVI, su capacidad de
enseñar la fe con una profundidad sin igual.
Y de Francisco, su esfuerzo por salvar
el humanismo cristiano, y su condena de la explotación económica del hombre.
Algunos han querido ver una
supuesta oposición entre los planteamientos del cardenal africano y las
enseñanzas del papa Francisco, pero no hay tal. Un examen de los textos
íntegros de Francisco permite ver que con palabras similares se refiere a los
mismos temas, aunque con frecuencia los medios “mediatizan” sus palabras para
resaltar sólo unos acentos, silenciando otros. A lo largo del libro, y en todas
sus declaraciones, Sarah manifiesta esa plena unión y lealtad al magisterio del papa
Francisco.
Unidad y fraternidad en el
seno de la Iglesia
La experiencia de la fe es
personal, y es también comunitaria. La Iglesia es familia. El cardenal Sarah
glosa el relato de Hemingway, El viejo y el mar.
El anciano pescador se hace
a la mar en solitario. Pesca un pez tan enormeque no puede subirlo a bordo. A duras penas logra atarlo a un costado de
la barca, e intenta remolcarlo a puerto. Pero los tiburones descubren la presa
y la acometen. Cuando el anciano llega a puerto, contempla desolado que sólo
queda la espina de su enorme pez. No ha tenido quien le ayudara a ponerlo a
salvo de los tiburones.
Hoy –dice Sarah- el mar
está infestado de tiburones que pretenden devorar nuestros valores cristianos y
nuestra esperanza. Ir solos es exponerse a perder el gran tesoro de la fe.
Tenemos que apoyarnos
mutuamente en la fe, caminar como una comunidad unida alrededor de Cristo.
“Porque donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de
ellos.” Es de esa Presencia de Cristo de donde podemos sacar nuestra
fuerza.Resta con noi!
Son conceptos que el
cardenal africano reitera una y otra vez, que a alguno pueden parecer alarmistas. Pero que manifiestan su convencimiento de que es
preciso un giro urgente del rumbo para evitar el precipicio.
Sus palabras son similares
a las que de un modo u otro nos dirigen el papa Francisco y los papas
recientes. Cada cual debe sacar sus consecuencias.
Es sugerente también esta conferencia de Sarah, con sacerdotes en Ávila
He leído esta interesante reflexión de Rafael Rubio, experto en comunicación política e institucional, sobre el estilo de comunicación del Papa
Francisco. Un estilo en el que prevalece la apertura, y que ha dotado a
Francisco de una enorme capacidad de liderazgo a escala global.
Tras fijarse en la reciente conducta
comunicativa del Papa, Rubio extrae interesantes conclusiones, que pueden servir
a cualquiera que aspire a liderar empresas o instituciones, en cualquier
ámbito.
Subrayo algunas ideas:
-Francisco entiende que la
comunicación es un signo de humanidad, y por eso comunica con todos, se dirige
a todos.
-Francisco se sitúa más allá
de la simplista división entre conservadores y progresistas. Va al meollo de
las cuestiones, sabe distinguir entre lo esencial y lo accidental.
-Está convencido de que la fe
cristiana tiene mucho que aportar para resolver los problemas de la humanidad.
Por eso entiende que, para un cristiano, la comunicación es una exigencia,
porque la comunicación es una herramienta de transformación social.
-Marca con iniciativa su
propia agenda en la conversación global, no va a remolque de los
acontecimientos.
-Sus mensajes combinan
profundidad y sencillez gráfica, entran por los ojos. Verle el Jueves Santo lavando
los pies a reclusos en la cárcel de jóvenes de Roma lo dice todo.
-Transmite autenticidad:
arrastra porque hay coherencia entre lo que dice, lo que hace y lo que vive.
-En una época agitada y
difícil para la Iglesia, afronta con entereza dificultades, rechazos y
resentimientos, mostrando que parte importante de una buena comunicación es sembrar
esperanza.
Todo líder sabe que esa
visión esperanzada es vital, especialmente en momentos que requieren reformas.
Pienso que vale la pena leer
el artículo de Rafa Rubio con calma.
Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer. Edición crítico-histórica. José Luis Illanes y Alfredo Méndiz. Ed. Rialp
Este volumen pertenece a la serie de ediciones
crítico-históricas que el Instituto Histórico San Josemaría Escrivá de Balaguer
viene preparando, con meticuloso rigor y amplio aparato documental, de las Obras
Completas del fundador del Opus Dei.
Conversaciones... recoge una serie de entrevistas que san
Josemaría concedió a periodistas de diversos medios de comunicación entre 1966
y 1968. Aunque responde a numerosas cuestiones, su finalidad primordial era
explicar a un público amplio el espíritu y el apostolado del Opus Dei.
Desde la primera edición, junto a las entrevistas se
incluyó el texto de la homilía “Amar al mundo apasionadamente”, pronunciada en
el campus de la Universidad de Navarra en 1967.
Encuentro en la Universidad de Navarra
Enamorado del periodismo
El fundador del Opus Dei estaba convencido de la
importancia de los medios de comunicación. Si desde 1928 supo que debía dedicar
su vida a facilitar a todo tipo de personas el encuentro con Cristo, entendió
que para comunicar a Cristo era preciso también cultivar el apostolado de la
inteligencia. Acrecentó su aprecio a la universidad, al estudio y la
investigación, y a cuanto ayudase a mejorar la competencia de los profesionales
de la comunicación.
Este aprecio al periodismo y a los periodistas, que hunde
sus raíces en el mismo núcleo de su misión fundacional (dar a conocer
la Verdad, encarnada en Cristo), se manifestó de muchos modos a lo largo de su vida. En 1941 fue profesor
de Ética en la Escuela de Periodismo de Madrid. Animó a muchos jóvenes con
cualidades a orientar sus estudios hacia los medios y la creación audiovisual,
porque era consciente de la importancia de esas profesiones para la convivencia y una opinión pública sana. En 1958 promovió en la Universidad de Navarra la Escuela de Periodismo, la
primera en España con rango universitario.
Facultad de Comunicación Universidad de Navarra
Un rasgo de su personalidad explica también su cercanía
al periodismo: su capacidad de empatía con las personas,sus dotes de comunicador, que quedan patentes
en abundantes documentos audiovisuales y
escritos que recogen parte de su amplísima actividad pastoral.
Dar a conocer la verdad
Desde sus comienzos, el Opus Dei tuvo que sufrir
incomprensiones y calumnias hacia su labor apostólica. Aunque la respuesta de
san Josemaría durante muchos años fue “callar, rezar, vivir, sonreír” (y esto
por serios motivos, muy bien explicados en el libro) a partir de 1963 cambió de
criterio. Vio que era momento de hablar para hacerse entender mejor. Lo requería
la extensión universal que había alcanzado la Obra, y la creciente atención de
la prensa internacional a los temas católicos y al propio Opus Dei. Era preciso
dar a conocer la verdad.
Lo requería también el desarrollo del Concilio Vaticano II,
que acababa de asumir como fruto más preciado el núcleo del mensaje del OpusDei: la llamada universal a la santidad, y junto a ella el papel de los laicos en la Iglesia,
llamados a tomar conciencia de la dignidad de su condición cristiana y del
sentido de su vocación y misión en el mundo que de ahí se derivan. Eran ideas
(luces recibidas de Dios) por las que años atrás algunos habían acusado de hereje al fundador.
Además, el Concilio había abierto el cauce jurídico
definitivo para el Opus Dei con la figura de las prelaturas personales, prevista
en el Decreto Presbyterorum Ordinis, aprobado en diciembre de 1965. Un cauce
que se ajusta precisamente a la naturaleza de la Obra, y que le permiten
reafirmar su realidad secular.
Por todos estos motivos san Josemaría comenzó a impulsar la
publicación de estudios que mostraran sin polémicas el espíritu del Opus Dei.
Promovió también la creación de Oficinas de Información, para atender a
periodistas y a cuantos desearan conocer mejor el Opus Dei. Y se prestó a
conceder entrevistas a los medios.
El formato entrevista
La entrevista no era formato del agrado de san Josemaría,
subraya Illanes, que trabajó muchos años junto a él. Su carácter fuertemente
comunicativo y su don de lenguas resaltaban en el diálogo persona a persona y
en grupos más o menos numerosos.Pero en
la entrevista se sentía encajonado, sin libertad para expresar con
espontaneidad y precisión su pensamiento.
Pero accedió a concederlas, por la razón fundamental de
que deseaba llegar a la opinión pública con
una explicación autorizada de la realidad del Opus Dei. Esa es la principal de
las claves de lectura de Conversaciones: el Opus Dei y el modo en que su
fundador da razón de su naturaleza, su espíritu y su actividad.
Cinco meses después de concluido el Concilio concedió la
primera de las entrevistas, a Guilleme-Brulon. Fue publicada el 16 de mayo de
1966 en Le Figaro (Paris). Siguieron en meses sucesivos otras a The New York
Times, L´Osservatore della Domenica, Time, Gaceta Universitaria, Palabra, Telva
y Mundo Cristiano.
Carácter espiritual del Opus Dei y libertad de sus miembros
Junto a la naturaleza exclusivamente espiritual y
apostólica del Opus Dei, y como consecuencia necesaria, una de las líneas de
fondo en que insiste san Josemaría es la libertad de los fieles del Opus Dei en
todas las cuestiones temporales.
Resalta que las dificultades para entender esa libertad
pueden provenir bien de actitudes totalitarias (que excluyen cualquier posición
que no sea la propia), o bien del pensamiento naturalista (que no concibe que
puedan existir finalidades sobre-naturales, trascendentes, espirituales y
apostólicas, y por tanto interpreta torcidamente, como cobertura de fines
insospechados, la afirmación de motivos espirituales).
San Josemaría es tajante al afirmar la libertad de que gozan los fieles de la Obra, porque sabe que en esto la Obra
se juega su esencia: sus miembros no tienen en común ni ideología,
ni mentalidad, ni interés temporal. Y por eso referirse al Opus Dei cuando se
habla de cuestiones temporales es injusto y próximo a la calumnia.
Defiende que ser católico no significa formar grupo, ni
siquiera en lo cultural e ideológico, tampoco en lo político. Esta convicción
-que vivió y enseñó a vivir- fue también motivo de incomprensiones en el seno
de la Iglesia, por parte de quienes eran partidarios de que los católicos se
unieran en un único partido.
Es significativo que las incomprensiones hacia el Opus
Dei, en la España de los años 40 del siglo XX, fueran difundidas precisamente
por personas con mentalidad de monopolio o de partido único: algunos religiosos
jesuitas y algunos representantes de Falange. Tuvo que intervenir para cortar
esas incomprensiones el obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, buen conocedor
de san Josemaría y de la Obra.
Don de lenguas
A pesar del “encajonamiento” al que se siente sometido
con el formato de entrevista, se percibe en el texto el don de lenguas, la
claridad con que expresa una realidad que tiene viva en su mente y en su
corazón: el Opus Dei. Por eso Conversaciones, afirma Illanes, es un texto no condicionado por el
momento histórico, y muy útil para un adecuado conocimiento del Opus Dei.
Illanes en la presentación de Conversaciones
Illanes subraya también la armonía y proporción en los temas
que se reflejan en el conjunto de entrevistas, que no son un mero conglomerado
de asuntos dispersos, sino que obedecen a un interés expreso del entrevistado
en subrayar los rasgos decisivos en la proporciónconveniente.
Es significativo, por ejemplo, que en el 40% de las
respuestas habla del trabajo (“noble fatiga creadora de los hombres… uno de los
más altos valores humanos”), punto central del mensaje del Opus Dei.
Aparecen también con frecuencia, en proporción armónica,
otros aspectos necesarios para captar la espiritualidad de la Obra: la Iglesia
como comunidad viva y familiar; la valoración positiva del mundo y de las realidades
terrenas, lugares de encuentro con Dios; la igualdad y complementariedad
varón-mujer y su reflejo en la familia y la sociedad (“no en vano los creó Dios
hombre y mujer…”); su visión del papel de los intelectuales, cuya labor
creativa debe hacer presente en la sociedad la luz del espíritu cristiano...
Llevar la verdad a la opinión pública
San Josemaría era un hombre profundamente convencido de
la fuerza de la verdad, y enamorado de la libertad. Alguno de sus alumnos de
1941 recordaba haberle oído explicar -con fuerza inusitada en esos años, apenas
acabada la guerra civil- que periodismo es lo que se escribe desde la libertad
y desde la responsabilidad personal. Y que sin libertad no hay periodismo, sino
propaganda.
Homilía en el campus de la Universidad de Navarra. 1967
A partir de 1968 san Josemaría decidió llegar al gran público mediante la publicación de algunas de sus homilías y
meditaciones. La homilía que pronunció en otoño de 1967 en el campus de la
Universidad de Navarra, ante miles de personas, demostró que muchísimas
personas deseaban seguirle. Esa homilía, que puede definirse como paradigmática
de su mensaje, se incluyó junto a las entrevistas desde la primera edición de
Conversaciones. Puede escucharse con la voz de san Josemaría en este audio.
Conversaciones Con: por periodistas para periodistas
Es significativo que la presentación de esta edición de
Conversaciones en Madrid corriera a cargo de un nutrido grupo de profesionales del
periodismo, de reconocido prestigio y muy diferentes ideologías, que
manifestaron con su presencia el agradecimiento a un legado que sigue vivo.
Ese acto dio origen a un innovador foro permanente de periodistas, Conversaciones.con. Otros similares habían surgido ya años antes entre profesionales de la información en diversas partes del
mundo, como la Fundación Coso, en Valencia. Periodistas conscientes de su responsabilidad en la vertebración de una
sociedad civil viva, que se reúnen para reflexionar sobre cómo
mejorar su trabajo. Ver también esta reseña de la presentación de Conversaciones... en Valencia.