Fundamentos de antropología. Ed
Eunsa. Ricardo Yepes y Javier Araguren
El profesor de filosofía de la Universidad de
Navarra Ricardo Yepes Stork recogió en esta obra los mejores hallazgos de la
antropología, esa ciencia que estudia qué es el hombre y el sentido de sus construcciones
culturales a lo largo de la historia.
Se trata de un valioso conjunto de reflexiones
acerca de quiénes somos, cómo nos manifestamos, qué es lo que nos mueve a
actuar, qué relación tiene con la verdad y el bien. El significado de las emociones,
su papel en nuestra conducta; los valores, cómo se
construye el sentido ético, qué es la virtud y cómo se adquiere. Por qué nos atraen la verdad, el bien y la
belleza, en qué consiste la felicidad, qué sentido tiene el dolor, y el amor. Cuál
es nuestro destino y por qué la respuesta a esa pregunta determina
profundamente la calidad de nuestra vida moral. En qué consiste la realización
personal plena…
Las respuestas a esas preguntas, que de un modo u
otro toda persona se hace en algún momento de su vida, marcan nuestra
trayectoria vital. Son preguntas necesarias, sobre las que no todos los
pensadores reflexionan y responden con la claridad y acierto que vemos en este
libro.
Yepes Stork falleció tempranamente en accidente de
montaña, y el libro –ya casi terminado- fue completado por su colega y colaborador
Javier Aranguren. Dejó escritos varios libros muy interesantes para padres y educadores, como el que lleva el significativo título de Entender el mundo de hoy.
Anoto algunas ideas que pueden servir de referencia
para hacerse cargo del rico contenido de este libro, cuya lectura resulta agradable y accesible.
Ética es la educación de los sentimientos
Los sentimientos,
aunque irracionales en su origen, son armonizables con la razón: la sofrosine,
que significa moderación, es la virtud que los domina. Son buenos, porque
refuerzan las tendencias, pero no deben tenerse como norma exclusiva de
conducta.
Quien
disfruta con lo que hace, y lo hace ver, se convierte en alguien atractivo, porque consigue que su vida tenga una unidad muy
plena: lo que quiere mi corazón lo quiere mi cuerpo, mi cabeza, todo mi yo. En
cambio, la indiferencia provoca la muerte de lo vivo. Meter pasión a las cosas
es llenarlas de sentido.
¿Por qué a veces nos sentimos frustrados? El origen
de las frustraciones es el engaño en
el conocimiento de la realidad sobre uno mismo y sobre las personas que trata:
no saber apreciar los propios límites, conocer sólo epidérmicamente a los otros
y esperar por tanto de ellos mucho más o mucho menos de lo que pueden dar…
Tiene que haber una proporción entre los
sentimientos (por ejemplo, esas valoraciones inmediatas que nos producen las
personas) y la realidad. El sentimentalismo no es una postura prudente, porque
el dominio sobre los sentimientos no está asegurado. No debemos subordinar los juicios a las impresiones. (Es muy
interesante lo que aporta en este
punto la obra de Daniel Goleman Inteligencia social, sobre los descubrimientos
de la neurociencia en relación con los mecanismos de transmisión de los estados
de ánimo y las falsas percepciones.)
La ética
consiste en tener los sentimientos adecuados respecto de los objetos, con la
intensidad y el modo adecuado, sin defecto ni exceso. Cobardía es miedo excesivo, que paraliza. Temeridad es no temer lo que se debe temer, inconsciencia. Valentía es el punto medio: temer lo que
se debe, cuando se debe, con la intensidad que se debe.
La
ética es el modo de
equilibrar las tendencias humanas para armonizarlas, conseguir el término medio
(mediante la educación de los sentimientos, que eso es la ética) con el que los
sentimientos entran en armonía con las tendencias, y las refuerzan haciendo que la conducta humana se vuelva hermosa, bella.
La persona y su intimidad
Son muy significativas las notas que nos definen como
persona, y entre ellas el valor que otorga a la intimidad, determinante para la cultura,
y dentro de ella para esa manifestación de cultura que es la moda.
Yepes destaca seis notas características de
la persona:
-intimidad: un mundo interior creciente y creativo;
-capacidad de manifestar la intimidad, de sacar fuerza del interior;
-libertad: la persona es dueña de su intimidad y de su capacidad de
manifestarla;
-capacidad de dar de lo suyo: por ejemplo, al amar, que es el regalo esencial;
-capacidad de recibir, de aceptar en su intimidad lo que otros le dan;
-capacidad de dialogar con otra intimidad: una persona sola no puede ni manifestarse,
ni dar, ni dialogar: se frustraría.
Moda y cultura
La moda, como
la propia cultura, es la
manifestación en sociedad de la persona. La intimidad, esa nota peculiar que
nos define como personas, se exterioriza y manifiesta a través del cuerpo, como
también del lenguaje y de la acción. Manifestar o exteriorizar el cuerpo es
manifestar lo íntimo, ese mundo interior del que somos dueños, y por eso la
persona viste según las circunstancias, porque exteriorizarlo totalmente y en
cualquier momento significaría desposeerse de un elemento esencial de su
intimidad, que sólo comparte al amar.
En la moda, especialmente el rostro manifiesta
externamente a la persona. Al vestirme, me distingo de los otros, dejo claro que
soy yo, me defiendo del anonimato. El estilo
es un reflejo de la personalidad.
El sentido del trabajo universitario
Yepes,
formado en un
centro académico de honda raigambre como es la Universidad de Navarra, que
busca profundizar en la colaboración interdisciplinar de todas las áreas del
saber, reflexiona también sobre el sentido del trabajo universitario.
Universidad, dice, es
una comunidad de diálogo entre maestros y discípulos. Se supone que a la
universidad le corresponde la visión global de la ciencia, pero hoy ha perdido
en muchos sitios su “humanismo”, que es precisamente ese saber unitario que
permite la visión de conjunto de todos los valores y armonizarlos entre sí.
Hábitos, virtudes y vicios
Persona es un ser capaz de tener, de decir “mío”. Puede tener a través del cuerpo o de la
inteligencia, y si llega a ser una posesión más permanente y estable posee
hábitos, tendencias adquiridas que refuerzan su conducta.
Los hábitos pueden
ser técnicos, intelectuales o del carácter. Parte de los hábitos del carácter
se refieren al dominio de los sentimientos, y son positivos o negativos, según
ayuden o no a esa armonía. La ética los estudia, y llama a los positivos virtudes y a los negativos vicios.
Los hábitos se adquieren con la práctica, y
modifican al sujeto que los adquiere haciéndole ser de un determinado modo.
Hacer actos valientes es el modo de llegar a ser valiente, como hacer chapuzas
o injusticias de llegar a ser chapucero o injusto.
Lo natural en el hombre es el desarrollo de sus
capacidades, llegar a ser aquello a lo que desde el inicio de su existir está
llamado. El hombre sólo es él mismo cuando va más allá de lo que es de hecho: el hombre supera infinitamente al hombre
(Pascal),
Ética, libertad y escepticismo
Ética es el modo de usar el propio tiempo según el cual
el hombre crece como un ser completo. Es
el criterio de uso de la libertad, que debe elegir aquello que contribuya a los
fines y tendencias naturales. La naturaleza humana se desarrolla y
perfecciona mediante decisiones libres. El hombre o es ético o no es hombre.
Contar
historias tiene una
influencia mayor que los discursos teóricos: el cuento de una madre a sus
hijos, una novela, una película… crean
modelos de conducta narrando hazañas de héroes y santos.
El escepticismo
nos hace daño porque nos deja en la indeterminación sobre la verdad o la
mentira, y nos impide alcanzar la perfección. Contra lo que dice el escepticismo, es posible alcanzar la verdad, pero se requieren algunos pasos para estar en condiciones de aceptarla:
-conciencia
de que no se sabe;
-superar
prejuicios (inducidos normalmente por otros);
-cultivar la atención, la observación atenta de la
realidad;
-saber
escuchar;
-aceptar la verdad y encararla;
-guardarla
en la intimidad, de manera que genere convicción.
Libertad
es la adecuada
gestión de las ganas: unas veces habrá que seguirlas, y otras no. A veces las
ganas nos incitan hacia lo que nos perjudica, y el acto de libertad no es
seguirlas, sino refrenarlas. Como en ocasiones sentimos pocas ganas de intentar un bien
arduo, y la libertad consiste en afrontar el bien a pesar del esfuerzo que
supone.
Tolerancia. Libertad y autoridad son necesarias. El uso
responsable de la libertad obliga a preocuparse de que la educación transmita
valores morales, y no sólo contenidos neutros (lo que no sería una postura
neutral).
Amor y felicidad
El
amor no es un
sentimiento. El sentimiento es algo que nos pasa, agradable si está, pero no
necesario. Se ama porque se quiere: la voluntad quiere querer. Sentir no es
querer.
Lo amado es bello para el amante, y despierta el
deseo de reproducirlo en su belleza. El amor se manifiesta en gestos, obras,
conductas: si no, hay que dudar de que sea amor, porque ya no engendra belleza.
(Esto es aplicable a la fraternidad).
La
felicidad va unida al
nombre propio de uno y a los lazos que sabe crear desde la propia intimidad
personal.
El amor dádiva, que se da, no es el "amor de necesidad", ese que sólo busca recibir: amar sin dar es empobrecerse.
Arte de gobernar
El arte de gobierno
requiere formación para lograr una excelencia cuádruple:
-técnica
(destreza profesional en el acto de gobernar)
-humana
(capacidad de amistad, iniciativa, saber exigir según la capacidad de cada uno)
-moral
(se requiere virtud y ejercer con justicia)
-política
(prudencia: estar dotado para la correcta toma de decisiones directivas)
Lo
público no es lo estatal,
lo público se articula mediante iniciativas de los ciudadanos entorno a
cuestiones comunes: la salud de un país depende de la vitalidad de su opinión
pública y de sus iniciativas privadas, y no de su estado omnipresente.
La democracia es un ideal más exigente y maduro que
otras formas de gobierno, porque el uso de la libertad requiere cierta
excelencia moral, política y cultural.
La moral es lo que de divino hay en el hombre. La moral no es una cárcel, sino al contrario, lo que permite al hombre elevarse a lo más alto de su dignidad. Suprimir la moral en la sociedad es cortar sus raíces, dejarla sin el porqué del esfuerzo por construirla.