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viernes, 2 de septiembre de 2022

Liderazgo femenino

    Una luminosa entrevista de la Agencia portuguesa Ecclesia a Isabel Sánchez, Secretaria de la Asesoría Central del Opus Dei. Su misión es ayudar al prelado en el gobierno de la prelatura, que se ejerce colegialmente con la colaboración de hombres y mujeres a la par. 

    Interesantes sus palabras sobre la necesidad social de redescubrir el valor de cada persona, y de orientar la vida y el trabajo a cuidar de los demás, comenzando por la propia familia: es el núcleo del mensaje cristiano, y una necesidad urgente para nuestro mundo.

    Sobre el liderazgo femenino, afirma que la mujer no necesita aplastar al varón para ejercer su liderazgo. Cada hombre y cada mujer tienen unas cualidades propias, y todas son necesarias. "No hay otra forma de construir un mundo mejor que contar con todos." 

    Vale la pena escucharla: transmite sentido común, claridad y paz en un ambiente en que con frecuencia impera la confrontación.

   Isabel Sánchez publicó recientemente en la editorial Planeta Mujeres brújula en un bosque de retos


lunes, 5 de abril de 2021

Mujeres brújula

 



Mujeres brújula en un bosque de retos. Isabel Sánchez. Ed Espasa

 

La editorial Planeta descubrió a Isabel Sánchez (Murcia, 1969), abogada y Secretaria Central del Opus Dei, a raíz de una entrevista en El Mundo con motivo de la beatificación de la química Guadalupe Ortiz, primera mujer del Opus Dei en llegar a los altares. Su lenguaje amable y desinhibido, alejado de estereotipos, resultaba atractivo, y sugería un caudal de experiencia que valdría la pena explorar. Además, el hecho de estar al frente del gobierno de las mujeres del Opus Dei, junto al prelado, podría atraer la curiosidad intelectual de los lectores.

 

Así surgió este libro: un encargo de la editorial, abierto a la libertad temática que prefiriese su autora, en el que Isabel Sánchez ha querido plasmar parte de su amplia experiencia humana durante más de 20 años de trabajo en la Asesoría Central del Opus Dei en Roma.

 

Su tarea de diseñar nuevos proyectos educativos, asistenciales o de liderazgo en países de todo el mundo, ha llevado a Isabel Sánchez a relacionarse con mujeres de más de cien nacionalidades y de culturas multiformes. Ha visto en muchas de ellas una inspiradora capacidad de liderar cambios sociales, y dedica su libro a sondear en sus historias y sus motivaciones.

 

Descubre que esas mujeres líderes, de profesiones y situaciones sociales muy diferentes, humildes o encumbradas, tienen algo en común: no se resignan ante las carencias humanas de su entorno. Trabajan firmemente para resolverlas, y ponen en el centro de su interés no a una masa anónima, sino a la persona, cada persona singular.

 

Esas mujeres brújula, que con su ejemplo bien podrían orientar nuestra actuación, afrontan los desafíos con sentido constructivo. Ante retos laborales o educativos, de cuidado de los débiles y ancianos, de sostenibilidad o de pacificación de la convivencia… se convierten en verdaderos agentes humanizadores de la vida.

 

El libro no habla sólo del Opus Dei, ni sólo de mujeres que se mueven en el entorno de las actividades formativas del Opus Dei. Su visión es amplia y abierta, le sirven todas las experiencias positivas que ha conocido.

 

Tampoco es un libro de religión, ni una colección de piadosas recomendaciones. Es más bien “una secuencia de escenas humanas y humanizantes”, que muestran a mujeres de los cinco continentes afrontando los retos del momento actual, cuya conducta nos puede dar pistas sobre nuestro propio actuar.

 

Es la suya una visión personalísima, abierta a otras visiones complementarias. Una visión que, al acercarnos a experiencias vitales muy diversas, abre la mente del lector para que se plantee interrogantes y trate de darles respuestas en su propia existencia. 

 

Con un lenguaje amable y fluído, no exento de poesía, describe experiencias en ocasiones duras y dolorosas, pero en las que se manifiesta una decidida apertura a la esperanza y al optimismo.

 

Dos palabras surgen con más frecuencia en el relato: persona y cuidar. Nadie es sólo un número, cada persona tiene un rostro y un corazón, y merece ser cuidado con cariño y respeto a su dignidad. Cuando eso lo tenemos claro, se resuelven muchos problemas sociales.

 

Cada individuo supera a la especie, porque cada individuo es capaz de libertad y de amor. Y hay dos modos de ser persona igualmente dignos: como hombre y como mujer.” Lejos de ideologías que emplean un discurso de antagonismo y confrontación, la autora ve en estas mujeres brújula un enriquecedor modo de entender la natural colaboración de esas dos formas de ser persona, que poseen unas cualidades complementarias.


Isabel Sánchez (foto Paola Gutiérrez)

 

Que todos se sientan tratados como personas

 

Nada abre más la puerta a la esperanza que sentirse tratado como persona. Resulta conmovedor el relato de la directora de una residencia de universitarias, promovida por el Opus Dei en Suecia. Sale con frecuencia de madrugada con unas amigas a las congeladas calles de Estocolmo a repartir bocadillos y café a personas sin techo. Pasa un tiempo, y en la residencia han de hacer un traslado de muebles. Contratan a una empresa de transportes. Uno de los operarios se acerca a la joven directora: “¿No me recuerda? Yo era un sin techo en la calle y usted vino a ofrecerme café. Me miró a los ojos y me preguntó mi nombre. Por primera vez, me sentí tratado como persona, y eso me cambió la vida. Sentí de pronto que era alguien, que podía proponerme mejorar. Empecé a buscar trabajo y ahora soy transportista”.

 

Historias similares abundan en el libro. Pueden parecer pequeñas, pero el mundo sería distinto sin ellas. Algún día conoceremos las oleadas de bien que han levantado en el mundo, generación tras generación,  nuestros pequeños gestos en favor de los demás.

 

No sabemos qué historia hay detrás de cada persona que se cruza en nuestro camino, ni podremos solucionar todos sus problemas. Pero sí podemos lograr en unos minutos de trato que sientan que valen, que son importantes para alguien. Tenemos que mirar a los ojos y hacer sentir que son una persona.

 

El sentido del trabajo, caudal de humanización


Estas mujeres luchadoras, asegura Sánchez, manejan con soltura los términos trabajar y cuidar, dos palabras que unidas adquieren sentido, y encierran un inmenso caudal de humanización y progreso. Cuidar requiere corazón, pero también inteligencia emocional, capacidad previsora y organizativa, conocimientos de psicología, medicina natural, alimentación saludable… "Son cosas que antes se aprendían por tradición. Requiere ternura, que no es virtud de débiles sino de fuertes: compromiso con la vida, con lo humano, estabilidad en el querer. Hace falta fortaleza para ser capaces de sentimientos humanos, como la misericordia y la compasión."

 

El trabajo ocupa un lugar central en su relato. “Nuestro mensaje (el del Opus Dei) se centra en amar al mundo apasionadamente, y enseñar a convertir el trabajo no en un ídolo, sino en un aliado de Dios; no en una carga, sino en un camino de realización personal, de ayuda a los demás, de cuidado del planeta, de ofrecimiento a Dios.”

 

Necesitamos ampliar nuestra perspectiva sobre el trabajo. El trabajo ya no puede tener como único fin el producir para el consumo, sino enriquecernos como personas, aportar talento, construir un entorno sostenible. Y eso requiere creatividad, para dar primacía a la persona, fomentar la corresponsabilidad, aniquilar la corrupción, favorecer la inclusión. Nadie puede sentirse eximido de trabajar en esa dirección, si desea mejorar el mundo. El papa Francisco ha insistido justo en esa línea, especialmente en su encíclica Luadato Sí, sobre el cuidado de la casa común que es el mundo. En uno de los capítulos del libro, la autora se hace eco de algunos de los consejos del Papa sobre la pobreza y la sobriedad, sobre el cuidado de las cosas y del entorno.

 

Isabel Sánchez, que desde niña creció en una familia en que las mujeres tenían y desarrollaban altas aspiraciones profesionales y familiares, y ella misma las ha desarrollado sin cortapisas, ha visto reforzadas esas aspiraciones por las enseñanzas de san Josemaría sobre el trabajo, “un valor humano que dignifica a la persona.”

 

En esas enseñanzas, que ha conocido hechas vida en miles de mujeres y de hombres, destaca la convicción de que tanto hombres como mujeres pueden desempeñar todo tipo de profesiones y tareas; que el proyecto familiar debe enmarcar y preceder en la jerarquía de valores al proyecto profesional de cualquier hombre y mujer; que “el cuidado del hábitat familiar comporta tareas que han de ser asumidas con orgullo y responsabilidad, del mismo modo que el hábitat planetario.”

 

Se trata de ayudar a descubrir el sentido de nuestras vidas. Con sentido todo adquiere relieve y significado. Sólo con sentido es posible tener seguridad y confianza. Si no sabemos para qué estamos, todo es inseguridad y miedo. Hay una gran necesidad de formación, de incentivar a hacer el bien, “con el convencimiento de que más Dios no equivale a menos yo, sino al revés: cuanto más nos rozamos con lo divino, más se desarrolla nuestra humanidad.”

 

La vida es tiempo de encuentro: somos hermanos

 

Esas mujeres en las que Sánchez pone la mirada no se aislan, descubren a los demás como don y tarea: "me completan y me ayudan. Me dan un nombre: sin los demás no tendríamos identidad. Yo puedo hacer crecer a los demás porque de algún modo forman parte de mi existencia, son parte de mí."

 

Reconocer esa solidaridad innata es construir la vida sobre la confianza y el respeto, que aseguran la paz y la armonía. Como ha señalado el papa Franciscola vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro. A nuestro alrededor orbitan planetas que piden que estemos atentos a sus necesidades.

 

Al hilo de las diversas historias la autora reflexiona sobre los valores que expresan, y las pone en relación con sucesos de nuestro tiempo y el pensamiento de grandes autores contemporáneos: hay historias de perdón, de libertad empleada para el bien, de emprendimiento tenaz para levantar socialmente a los que no tienen nada, de presencia del sello de Dios en los ámbitos culturales, de humanización de la vida política y empresarial, de estructuras laborales injustas que lucha por mejorar… Resultan muy sugerentes sus valoraciones acerca de la complementariedad del hombre y la mujer.

 

La familia, laboratorio de humanización

 

Muchas de las historias están relacionadas con la familia, verdadero “laboratorio de humanización” cuando en el núcleo familiar se cultiva el diálogo, se viven experiencias juntos, y todos saben acogerse y perdonarse. “Tendemos a pensar que los macroproblemas sociales (educación, asistencia…) sólo competen a los gobiernos. Pero es asombroso lo que personas singulares pueden hacer cuando se sienten comprometidas por mejorar su entorno.

 

Muy interesante también sus referencias al impacto de las enseñanzas de san Josemaría sobre el gobierno y el cuidado de las personas, sobre el liderazgo femenino y el protagonismo de la mujer en la misión evangelizadora de la Iglesia.

 

Isabel Sánchez, que comenzó a desarrollar su trabajo en Roma junto a algunas de las primeras mujeres que trabajaron con el fundador en el gobierno de la prelatura, aprendió de ellas a poner a las personas, a cada persona, en el centro de su trabajo.  Sus lecciones más amargas, anota, son las que ha aprendido tras no acertar en el cuidado delicadísimo con las personas. Cuando se ha dado cuenta (de no haber advertido el cansancio de alguien, de no haber infundido confianza…) ha pedido perdón de corazón, porque es lo que ha visto hacer a los tres prelados del Opus Dei con los que ha trabajado, y a las directoras con las que se formó.


Isabel Sánchez (foto Paola Gutiérrez)
 

El corazón rebosa amor a los demás cuando se entrega a Dios

 

Un modo de dar y recibir amor es la llamada a ser y vivir para Dios con amor exclusivo. "Dios te conquista fascinándote con su amor fiel e inmutable, y con la sombra de bien que quiere hacer a través de ti. Y nos promete mantener el corazón rebosante para que podamos vivir con Él y para Él, y para encender ese amor en muchos más."

 

      El amor que ofrece es inmediato y toca directamente al corazón. Abarca toda la persona. Precede a todo lo mío. No se puede amar igual a otro ser humano. Es fecundo, porque está llamando a que abras al amor a muchos más. Es real, tiene todos los ingredientes del amor humano: éxtasis (salir hacia la persona que se ama), coaceptación y complacencia; intencionalidad: deseo de vivir para el otro, no solo con el otro. El amor te hace vulnerable (como a Jesús): cuanto más quieres, más gozarás y más sufrirás. Si Dios te pide un corazón grande donde quepan todos, los dolores están asegurados, y las alegrías también.

 

Muy sugerentes también sus consideraciones acerca de la necesidad de redescubrir el valor de la conversación y de la lectura. Leer, mucho y bueno, para ser personas de criterio y cultura que dejen huella en el mundo también con su inteligencia. Como decía el profesor Alejandro Llano: “Regenerarán la universidad (y lo podemos aplicar al mundo) unos pocos alumnos y profesores capaces de leer, reunirse y hablar entre sí. La salvación intelectual está en los libros. Es preciso leer mucho y bueno.” 


Isabel Sánchez tiene una inspiradora cuenta en Instagram (@isanchez_roma) que sigue los pasos de este sugerente libro: un valioso manantial de ideas para levantar el ánimo y "superar la adversidad."