Mujeres brújula en un
bosque de retos. Isabel Sánchez. Ed Espasa
La
editorial Planeta descubrió a Isabel Sánchez (Murcia, 1969), abogada y
Secretaria Central del Opus Dei, a raíz de una entrevista en El Mundo con
motivo de la beatificación de la química Guadalupe Ortiz, primera mujer del
Opus Dei en llegar a los altares. Su lenguaje amable y desinhibido, alejado de
estereotipos, resultaba atractivo, y sugería un caudal de experiencia que
valdría la pena explorar. Además, el hecho de estar al frente del gobierno de las
mujeres del Opus Dei, junto al prelado, podría atraer la curiosidad intelectual
de los lectores.
Así
surgió este libro: un encargo de la editorial, abierto a la libertad temática
que prefiriese su autora, en el que Isabel Sánchez ha querido plasmar parte de
su amplia experiencia humana durante más de 20 años de trabajo en la Asesoría
Central del Opus Dei en Roma.
Su
tarea de diseñar nuevos proyectos educativos, asistenciales o de liderazgo en
países de todo el mundo, ha llevado a Isabel Sánchez a relacionarse con mujeres
de más de cien nacionalidades y de culturas multiformes. Ha visto en muchas de
ellas una inspiradora capacidad de liderar cambios sociales, y dedica su libro
a sondear en sus historias y sus motivaciones.
Descubre
que esas mujeres líderes, de profesiones y situaciones sociales muy diferentes,
humildes o encumbradas, tienen algo en común: no se resignan ante las carencias
humanas de su entorno. Trabajan
firmemente para resolverlas, y ponen en el centro de su interés no a una masa
anónima, sino a la persona, cada persona singular.
Esas
mujeres brújula, que con su ejemplo bien podrían orientar nuestra actuación,
afrontan los desafíos con sentido constructivo. Ante retos laborales o
educativos, de cuidado de los débiles y ancianos, de sostenibilidad o de pacificación
de la convivencia… se convierten en verdaderos agentes humanizadores de la vida.
El
libro no habla sólo del Opus Dei, ni sólo de mujeres que se mueven en el
entorno de las actividades formativas del Opus Dei. Su visión es amplia y
abierta, le sirven todas las experiencias positivas que ha conocido.
Tampoco
es un libro de religión, ni una colección de piadosas recomendaciones. Es más
bien “una secuencia de escenas humanas y humanizantes”, que muestran a mujeres
de los cinco continentes afrontando los retos del momento actual, cuya conducta nos puede dar pistas sobre nuestro propio actuar.
Es
la suya una visión personalísima, abierta a otras visiones complementarias. Una
visión que, al acercarnos a experiencias vitales muy diversas, abre la mente
del lector para que se plantee interrogantes y trate de darles respuestas en su
propia existencia.
Con
un lenguaje amable y fluído, no exento de poesía, describe experiencias en ocasiones duras y
dolorosas, pero en las que se manifiesta una decidida apertura a la esperanza y al optimismo.
Dos
palabras surgen con más frecuencia en el relato: persona y cuidar. Nadie es
sólo un número, cada persona tiene un rostro y un corazón, y merece ser cuidado
con cariño y respeto a su dignidad. Cuando eso lo tenemos claro, se resuelven
muchos problemas sociales.
“Cada
individuo supera a la especie, porque cada individuo es capaz de libertad y de
amor. Y hay dos modos de ser persona igualmente dignos: como hombre y como
mujer.” Lejos de ideologías que emplean un discurso de antagonismo y
confrontación, la autora ve en estas mujeres brújula un enriquecedor modo de
entender la natural colaboración de esas dos formas de ser persona, que poseen
unas cualidades complementarias.
Isabel Sánchez (foto Paola Gutiérrez) |
Que todos se sientan
tratados como personas
Nada
abre más la puerta a la esperanza que sentirse tratado como persona. Resulta
conmovedor el relato de la directora de una residencia de universitarias,
promovida por el Opus Dei en Suecia. Sale con frecuencia de madrugada con unas
amigas a las congeladas calles de Estocolmo a repartir bocadillos y café a personas sin
techo. Pasa un tiempo, y en la residencia han de hacer un traslado de muebles.
Contratan a una empresa de transportes. Uno de los operarios se acerca a la
joven directora: “¿No me recuerda? Yo era un sin techo en la calle y usted vino
a ofrecerme café. Me miró a los ojos y me preguntó mi nombre. Por primera vez, me
sentí tratado como persona, y eso me cambió la vida. Sentí de pronto que era
alguien, que podía proponerme mejorar. Empecé a buscar trabajo y ahora soy
transportista”.
Historias
similares abundan en el libro. Pueden parecer pequeñas, pero el mundo sería
distinto sin ellas. Algún día conoceremos las oleadas de bien que han levantado
en el mundo, generación tras generación, nuestros pequeños gestos en favor de los demás.
No
sabemos qué historia hay detrás de cada persona que se cruza en nuestro camino,
ni podremos solucionar todos sus problemas. Pero sí podemos lograr en unos
minutos de trato que sientan que valen, que son importantes para alguien. Tenemos
que mirar a los ojos y hacer sentir que son una persona.
El sentido del trabajo,
caudal de humanización
Estas
mujeres luchadoras, asegura Sánchez, manejan con soltura los términos trabajar y cuidar, dos palabras que unidas adquieren sentido, y encierran un
inmenso caudal de humanización y progreso. Cuidar requiere corazón, pero también
inteligencia emocional, capacidad previsora y organizativa, conocimientos de
psicología, medicina natural, alimentación saludable… "Son cosas que antes se
aprendían por tradición. Requiere ternura, que no es virtud de débiles sino de
fuertes: compromiso con la vida, con lo humano, estabilidad en el querer. Hace
falta fortaleza para ser capaces de sentimientos humanos, como la misericordia
y la compasión."
El
trabajo ocupa un lugar central en su relato. “Nuestro mensaje (el del Opus Dei)
se centra en amar al mundo apasionadamente, y enseñar a convertir el trabajo no
en un ídolo, sino en un aliado de Dios; no en una carga, sino en un
camino de realización personal, de ayuda a los demás, de cuidado
del planeta, de ofrecimiento a Dios.”
Necesitamos
ampliar nuestra perspectiva sobre el trabajo. El trabajo ya no puede tener como
único fin el producir para el consumo, sino enriquecernos como personas,
aportar talento, construir un entorno sostenible. Y eso requiere creatividad,
para dar primacía a la persona, fomentar la corresponsabilidad, aniquilar la
corrupción, favorecer la inclusión. Nadie puede sentirse eximido de trabajar en
esa dirección, si desea mejorar el mundo. El papa Francisco ha insistido justo
en esa línea, especialmente en su encíclica Luadato Sí, sobre el cuidado de la
casa común que es el mundo. En uno de los capítulos del libro, la autora se hace
eco de algunos de los consejos del Papa sobre la pobreza y la sobriedad, sobre
el cuidado de las cosas y del entorno.
Isabel
Sánchez, que desde niña creció en una familia en que las mujeres tenían y desarrollaban
altas aspiraciones profesionales y familiares, y ella misma las ha desarrollado
sin cortapisas, ha visto reforzadas esas aspiraciones por las enseñanzas de san
Josemaría sobre el trabajo, “un valor humano que dignifica a la persona.”
En
esas enseñanzas, que ha conocido hechas vida en miles de mujeres y de hombres,
destaca la convicción de que tanto hombres como mujeres pueden desempeñar todo tipo de
profesiones y tareas; que el proyecto familiar debe enmarcar y preceder en la
jerarquía de valores al proyecto profesional de cualquier hombre y mujer; que “el
cuidado del hábitat familiar comporta tareas que han de ser asumidas con
orgullo y responsabilidad, del mismo modo que el hábitat planetario.”
Se
trata de ayudar a descubrir el sentido de nuestras vidas. Con sentido todo
adquiere relieve y significado. Sólo con sentido es posible tener seguridad y
confianza. Si no sabemos para qué estamos, todo es inseguridad y miedo. Hay una
gran necesidad de formación, de incentivar a hacer el bien, “con el
convencimiento de que más Dios no equivale a menos yo, sino al revés: cuanto
más nos rozamos con lo divino, más se desarrolla nuestra humanidad.”
La vida es tiempo de
encuentro: somos hermanos
Esas mujeres en las que Sánchez pone la mirada no se aislan, descubren a los demás como don y tarea: "me completan y me ayudan. Me dan un
nombre: sin los demás no tendríamos identidad. Yo puedo hacer crecer a los
demás porque de algún modo forman parte de mi existencia, son parte de mí."
Reconocer
esa solidaridad innata es construir
la vida sobre la confianza y el respeto, que aseguran la paz y la armonía. Como ha señalado el papa
Francisco, la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro. A nuestro alrededor orbitan planetas que piden que
estemos atentos a sus necesidades.
Al
hilo de las diversas historias la autora reflexiona sobre los valores que
expresan, y las pone en relación con sucesos de nuestro tiempo y el pensamiento
de grandes autores contemporáneos: hay historias de perdón, de libertad empleada para el bien,
de emprendimiento tenaz para levantar socialmente a los que no tienen nada, de
presencia del sello de Dios en los ámbitos culturales, de humanización de la
vida política y empresarial, de estructuras laborales injustas que lucha por mejorar… Resultan muy sugerentes sus valoraciones acerca de la complementariedad
del hombre y la mujer.
La familia, laboratorio
de humanización
Muchas
de las historias están relacionadas con la familia, verdadero “laboratorio de
humanización” cuando en el núcleo familiar se cultiva el diálogo, se viven
experiencias juntos, y todos saben acogerse y perdonarse. “Tendemos a pensar
que los macroproblemas sociales (educación, asistencia…) sólo competen a los
gobiernos. Pero es asombroso lo que personas singulares pueden hacer cuando se
sienten comprometidas por mejorar su entorno.”
Muy
interesante también sus referencias al impacto de las enseñanzas de san
Josemaría sobre el gobierno y el cuidado de las personas, sobre el liderazgo
femenino y el protagonismo de la mujer en la misión evangelizadora de la
Iglesia.
Isabel
Sánchez, que comenzó a desarrollar su trabajo en Roma junto a algunas de las
primeras mujeres que trabajaron con el fundador en el gobierno de la prelatura,
aprendió de ellas a poner a las personas, a cada persona, en el centro de su trabajo. Sus lecciones más amargas,
anota, son las que ha aprendido tras no acertar en el cuidado delicadísimo con
las personas. Cuando se ha dado cuenta (de no haber advertido el cansancio de
alguien, de no haber infundido confianza…) ha pedido perdón de corazón, porque es
lo que ha visto hacer a los tres prelados del Opus Dei con los que ha
trabajado, y a las directoras con las que se formó.
Isabel Sánchez (foto Paola Gutiérrez) |
El corazón rebosa amor
a los demás cuando se entrega a Dios
Un
modo de dar y recibir amor es la llamada a ser y vivir para Dios con amor
exclusivo. "Dios te conquista fascinándote con su amor fiel e inmutable, y con
la sombra de bien que quiere hacer a través de ti. Y nos promete mantener el
corazón rebosante para que podamos vivir con Él y para Él, y para encender ese
amor en muchos más."
El amor que ofrece
es inmediato y toca directamente al corazón. Abarca toda la persona. Precede a
todo lo mío. No se puede amar igual a otro ser humano. Es fecundo, porque está
llamando a que abras al amor a muchos más. Es real, tiene todos los
ingredientes del amor humano: éxtasis (salir hacia la persona que se ama),
coaceptación y complacencia; intencionalidad: deseo de vivir para el otro, no
solo con el otro. El amor te hace vulnerable (como a Jesús): cuanto más
quieres, más gozarás y más sufrirás. Si Dios te pide un corazón grande donde
quepan todos, los dolores están asegurados, y las alegrías también.
Muy
sugerentes también sus consideraciones acerca de la necesidad de redescubrir el valor de
la conversación y de la lectura. Leer, mucho y bueno, para ser personas de
criterio y cultura que dejen huella en el mundo también con su inteligencia.
Como decía el profesor Alejandro Llano: “Regenerarán la universidad (y lo podemos aplicar al mundo) unos pocos
alumnos y profesores capaces de leer, reunirse y hablar entre sí. La salvación
intelectual está en los libros. Es preciso leer mucho y bueno.”
Isabel Sánchez tiene una inspiradora cuenta en Instagram (@isanchez_roma) que sigue los pasos de este sugerente libro: un valioso manantial de ideas para levantar el ánimo y "superar la adversidad."
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