El regreso del hijo pródigo. Meditaciones sobre un cuadro de Rembrandt.
Henri J.M. Nouwen
Henri Nouwen (1932-1996), sacerdote católico holandés, fue profesor en varias universidades de Estados Unidos y en sus últimos años abandonó sus clases para trabajar como capellán en una institución dedicada a la atención de deficientes mentales.
Este libro
es la narración del impacto interior que le produjo la contemplación del famoso
cuadro de Rembrandt, en que aparecen
los personajes principales de la extraordinaria parábola de Jesús sobre el hijo
pródigo, recogida en el capítulo XVdel Evangelio de san Lucas. Retrata el momento del retorno: el Padre acoge con
un abrazo maternal al hijo, que vuelve sucio, arruinado y humillado, pero
arrepentido, al hogar del Padre, ante la mirada fría y desconfiada del hermano
mayor.
Con una valiosa erudición pictórica, Nouwen nos enseña a contemplar la
pintura, y a descifrar la propia experiencia vital de Rembrandt. La luz, los claroscuros y colores, los estudiados
ropajes, gestos y actitudes de cada
personaje, muestran una profunda
asimilación de la enseñanza que Jesucristo nos ha querido transmitir sobre el amor paternal de
Dios a cada persona. Es una magistral imagen de las consecuencias de nuestra
condición de hijos de Dios, en perfecta sintonía con la enseñanza de la Iglesia
católica sobre la filiación divina.
El autor se
fija primero en la imagen del hijo menor,
el que se marchó de la casa del Padre de manera destemplada y
desagradecida, hastiado de una vida aparentemente monótona, buscando independencia y placer. Ahora regresa en actitud
humilde y compungida, extraordinariamente interpretada por Rembrandt. Nouwen
extrae consideraciones que invitan a la reflexión personal, al contrastar la
propia conducta con la del personaje del cuadro.
Después
repara en el hijo mayor, en su rostro frío y distante, incapaz de participar de
la alegría del Padre por la vuelta del hijo descarriado. Su aparente dignidad,
propia de quien se ha mantenido junto al
Padre en su casa, está ensombrecida por
una heladora falta de comprensión y de afecto: no ha entendido todavía la
capacidad de perdón y de olvido de las ofensas que tiene el amor verdadero.
Y por
último, descubre al Padre, su actitud maternal, acogedora, benevolente,
dispuesta al perdón. En el Padre la alegría por el regreso del hijo arrepentido
es mucho más grande que el sentimiento de ofensa. Y en esa actitud Nouwen descubre el sentido de
su propia vocación, que es en el fondo el sentido de toda vocación cristiana: participar
del amor de Dios Padre por cada hombre, hacer sentir a cada persona que no está
sola, que se la quiere. Un amor que no conoce fronteras, siempre dispuesto a acoger y perdonar por
grandes que hayan sido los desprecios y ofensas recibidas.
Uno de los
autores que más ha profundizado en el amor paternal de Dios por los hombres, y
en el correspondiente sentido de la filiación divina, es san Josemaría Escrivá.
Por eso, un buen complemento de este libro es la homilía La conversión de los hijos de Dios, en Es Cristo que pasa, nº 64. Su comentario a este mismo pasaje del
Evangelio es, más allá de la mera contemplación del cuadro, una invitación a
sacar consecuencias operativas de la maravillosa realidad de nuestra condición
de hijos queridísimos de Dios.
Inserto este video en que el fundador del Opus Dei habla precisamente de la maravilla que supone un Dios siempre dispuesto a perdonar: