martes, 22 de abril de 2025

El Papa de la misericordia y la esperanza


 

El Papa Francisco durante el Viernes Santo de la pandemia Covid

    Una ventaja de ser católico es la seguridad de que no estamos en el mundo por azar. Hay un Dios que nos quiere como Padre, y nos ha creado para que vivamos felices como hijos suyos. Para que esa seguridad no sea evanescente, ha fundado la Iglesia, su familia en la tierra. Como en toda familia, en la Iglesia hay una cabeza, el Papa, representante de Jesucristo, de quien recibe asistencia firme y perpetua: “Yo estaré con vosotros siempre”.

 

    De ahí la razón del cariño de los católicos al Papa, sea quien sea. Sabemos que es un hombre normal, con aciertos y errores. Pero que la promesa de Dios se cumple, y por muchos errores que pueda tener un papa, la barca de la Iglesia no se hunde. También Francisco lo sabía, y por eso quizá su frase más repetida ha sido: “No se olviden de rezar por mí.” Conocía su vulnerabilidad, su necesidad de ayuda del cielo. Lo expresaba sabiamente Ratzinger: lo único que garantiza el Espíritu Santo es que el daño (el que causamos los hombres con nuestros errores) no sea irreparable.

 

    Pienso que Francisco, por sus cualidades humanas y espirituales, está en la línea de los papas santos que la divina providencia nos ha dado en los últimos tiempos: Pablo VI, Juan XXIII, Juan Pablo II… No quedan atrás Pío XII ni Benedicto XVI.

 

    Cada Papa resalta un aspecto del cristianismo más necesario en el momento. Francisco ha resaltado la misericordia: Dios es un Padre con entrañas de misericordia hacia los más vulnerables, y nos pide que le imitemos. Gestos como el de Lampedusa abrieron los ojos a muchos ante el drama de los inmigrantes.

 

    También ha resaltado la esperanza. Hay una íntima conexión entre misericordia y esperanza. Cada acto compasivo hacia el otro nos descubre que no somos piedras que giran al azar: somos hijos de Dios, llamados a tener un corazón entrañable como el suyo. La paz no vendrá del rearme –como proclamó el Domingo pasado- sino de nuestra capacidad de perdón y misericordia hacia los demás.


Relacionado: 

El testamento de la abuela del Papa Francisco

La comunicación del Papa

Apóstoles de la misericordia

El Papa de la misericordia y la esperanza


domingo, 24 de noviembre de 2024

El paso siguiente en el baile.




El paso siguiente en el baile. Tim Gautreaux. Ed. LGH

Colette y Paul son una joven pareja que viven en un pequeño pueblo de Luisiana. La mayor parte de sus habitantes son de origen francés y católicos.  Humildes y de costumbres algo bruscas. Los hombres amantes del alcohol, el baile y las peleas. Colette, chica lista y muy guapa, tiene aspiraciones materiales más altas de lo que Paul parece poder ofrecerle, y tras una ruptura decide marchar sola a California para emprender una nueva vida. Allí encuentra un buen trabajo. Paul, intrigado, quiere conocer qué atrae tanto a Colette del estilo de vida del oeste, y sigue sus pasos.

Cada uno por su cuenta irán descubriendo la quimera del oeste. Hay abundante oferta de trabajo, y los sueldos son altos. Pero –reflexiona Colette- “la mayoría de la gente estaba obsesionada con la forma física, acumular cosas o el sexo como diversión, mientras que ella –por más que se esforzaba por olvidarlo- no podía dejar de ser, en el fondo, católica, no materialista, y amante de la buena mesa.” En Los Ángeles, “la mayoría de la gente que había conocido era agradable de ver, sana y elegante, pero impaciente: parecían no estar satisfechos nunca. Parecían esperar que les sucediera algo.” Ese estilo de vida en que se ha sumergido buena parte de occidente, en el que la gente está siempre ambicionando cosas nuevas, en lugar de aceptar y agradecer lo que se tiene.

Paul no pierde la esperanza de recuperar a Colette. En su sencillez, se sorprende de las cortantes frases que ella le lanza, como cuando le dice: “A mí no me han puesto en la tierra para hacerte feliz a ti!” Se pregunta de dónde sacaría ella esas ideas. “Quizá de esas revistas de mujeres, que en cada número presenta mujeres vestidas de millonarias que hablan de cómo mejorar sus relaciones sexuales. ¡Qué equivocada estaba!”

“Recordó por qué la quería, además de por lo bien que cocinaba y lo guapa que era. Era la mujer más lista que había conocido nunca y, como él, había procurado seguir su catolicismo lo mejor que podía. (…) Sabía también que haberse casado por la Iglesia significaba algo para ella: algo a lo que un juez no podía poner fin.” Respeta su deseo de distanciarse de él, pero permanece fiel.

Colette y Paul, cada uno por su cuenta, actúan con la plena naturalidad de quien tiene asumido que hay cosas por las que no se está dispuesto a pasar. Ella rompe literalmente la cara al jefe que intenta propasarse, aunque sabe que le costará el despido. Él no se pliega a firmar informes falsos de los clientes, y si por negarse le despiden: “es algo con lo que se puede vivir.”

Paul sabe mucho de motores, pero además estudia constantemente para estar al día. Colette trabaja a conciencia. Ambos van a Misa los domingos. Ambos son apreciados por su buen hacer profesional y su honradez. Ambos, con sus errores y defectos de carácter, con sus peleas y en medio de encuentros y desencuentros, piensan y viven con sentido cristiano. Cuando Colette explica el motivo de su ruptura: "Dejé a Paul porque le hacían feliz cosas estúpidas", una voz amiga le hace la pregunta inocente y certera: "¿Lo dejaste porque era feliz?" A lo que Colette responde sintiéndose infantil "Lo dejé porque la que no era feliz era yo." La vida les acabará enseñando -a ambos, pero sobre todo a Colette- que el amor y el egoísmo no son compatibles. 

Una novela magistral, soberbiamente ambientada, con unos personajes entrañables que viven en un ambiente plenamente real, sin ficción. Un realismo que no esconde la sencilla naturalidad de los cristianos que conocen su condición de hijos de Dios y, porque se saben cuidados por su Providencia amorosa, son capaces de afrontar riesgos para cuidar de los seres queridos aunque se jueguen la vida. Como se la juegan Paul y Colette varias veces en esta trepidante historia, narrada con un lenguaje directo y lleno de naturalidad. 

Recomiendo seguir a Tim Gautreaux, autor de otros libros y relatos como Desaparecidos;  Luisiana 1923;  El mismo sitio, las mismas cosas

 

 

 

jueves, 5 de septiembre de 2024

Tarde de golf lluviosa. Relato corto

 



    Nos hemos echado unas risas con este relato breve que he dedicado a un buen amigo en la celebración de su cumpleaños. Un poco osado por mi parte intentar un relato breve, pues él ha ganado varios premios en esa modalidad literaria. Pero me ha parecido muy tentador, pues permite la gracieta rápida y divertida. 

    Además, mi amigo se acaba recién –como dirían nuestros hermanos hispanos- de aficionar al golf, y le veo a esa afición golfista un no se qué de enganche que debe estar próximo a la adicción. Seguro que lo han notado en algunos conocidos: “se han enganchado” al golf.  

    Ahí va el relato que hemos leído en la sobremesa. No hace falta aclarar –o quizá sí, que nunca se sabe- que no está basado en hechos reales.


Tarde de golf lluviosa


    Oteó el horizonte. Calculó la dirección del viento. Se concentró sobre la bola y compuso su mejor figura. El swing iba a ser grandioso. Dibujando una enorme parábola, la pelota sobrevolaría el lago y caería sobre el hoyo, a doscientos metros. Ni la lluvia lo impediría:  hoyo en uno. El golpe de su vida. Miles de espectadores admirarían asombrados. 

    Golpeó con toda su alma… Y cuando ya casi escuchaba la ovación del gentío, lo que oyó fue el inconfundible sonido de un vidrio que estalla en mil pedazos: ¡craasss, criisss, clinchs…! A su nariz llegó un intenso y familiar aroma de licor. 

    Sobresaltado, abrió los ojos y visualizó la escena. Y lo comprendió todo. Se retrepó con esfuerzo en el sillón orejero. Y con gesto entre burlón y compungido, comenzó a reunir -con el atizador de la chimenea que aún empuñaba- los añicos de la quinta copa de orujo, víctima del memorable swing de aquella lluviosa tarde. 



lunes, 26 de febrero de 2024

¡Qué buena gente hay en España!


 

Foto Las Provincias

Ante las tragedias, como el reciente incendio de un edificio en Valencia, siempre aparecen algunos dedicados como “de oficio” a sembrar odio y división. Su primera reacción es buscar culpables, en lugar de compadecerse y ayudar a remediar los problemas de las víctimas. Su “solución” es encrespar los ánimos, buscar chivos expiatorios, y a ser posible encontrarlos entre aquellos que su fanatismo ideológico tiene marcados de antemano como enemigos.

Pero la realidad es muy distinta. La inmensa mayoría de la gente que nos rodea es buena, muy buena. Y ante una tragedia sacan lo mejor de sí mismos, y buscan cómo ayudar, dando más de lo que en justicia deberían, porque esa es la verdadera justica con el ser humano: excederse en su favor, gratuitamente.

Un ejemplo de esa cortedad de miras de unos pocos, cegados por su ideología, se ha manifestado en algunas publicaciones, ciertamente minoritarias, intentando apropiarse del buen hacer -heroico buen hacer, en muchos casos- de los organismos públicos oficiales (bomberos, policías, médicos y personal sanitario, funcionarios públicos…) y enarbolándolo como si lo público lo hubiesen inventado ellos y fuera de su exclusivo patrimonio. Tal cortedad de miras se descalifica a sí misma y no merece respuesta. Lo público somos todos y está al servicio de todos, y colabora en estrecha armonía con todas las fuerzas sociales promovidas por la libre iniciativa de los ciudadanos. Como se ha demostrado estos días.


Pero la verdadera noticia es que vivimos rodeados de personas muy buenas, que ante la tragedia son capaces de poner sus vidas en juego, como han hecho los bomberos, y el conserje de uno de los edificios, y seguro que muchos más entre los vecinos. Gente que en lugar de comenzar por buscar culpables aportan ante todo soluciones, y comparten lo que tienen con los que se han quedado sin nada, hasta desbordar sus necesidades.



Lo describe muy bien este mensaje que he recibido en un grupo de whatsapp, de alguien que ha estado trabajando muy duro desde el primer momento de la tragedia:

“Qué buena gente hay en España (...) : "El ayuntamiento de Valencia dará vivienda totalmente amueblada

Con nevera llenada por la empresa Mercadona

Inditex, Mango y El Corte Inglés proveerán de ropa a todos los afectados

Sanidad realizará cartillas Sanitarias con solo ir a solicitarla en el centro de salud y toda la medicación gratuita para las personas que necesiten un tratamiento

Varios hoteles de Valencia como Meliá ya han alojado a todas las familias hasta que se les entregue una vivienda

Se solicita a la población que ya no lleven más donaciones porque están desbordados

Chicas, tras un día durísimo de trabajo solo

deciros q estoy emocionada.

En tiempo récord, se ha puesto en marcha un edificio de 131 viviendas q tiene el ayuntamiento y en el q vamos a realojar a los afectados: anoche, se pusieron en marcha los 8 ascensores y esta mañana, a las 7, operarios de Iberdrola y aguas han instalado los contadores de agua y luz. Se han limpiado las viviendas con empresas q voluntariamente se han ofrecido. Mercadona, ikea, dormitienda y empresas de Onteniente  han donado todo lo necesario para empezar una nueva vida. Teníais q haber visto el ambiente de colaboración q había. De verdad que estoy emocionada! Impresionada me he quedado con los de ikea. 50 minions ( como se han autodenominado) q han venido de manera voluntaria a montarlo todo. Impresionante!!! Eso es remangarse a trabajar y dar solución a situaciones extremas👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👍👍👍

lunes, 6 de noviembre de 2023

Leer, escribir, pensar






Estos dos ensayos, uno de Jean Guitton (El trabajo intelectual) y el otro de Josef Pieper (Ocio y vida intelectual), publicados por primera vez en fechas cercanas (1951 y 1948, respectivamente) siguen constituyendo una deliciosa fuente de ideas para la noble tarea de pensar y estudiar, de leer y escribir. 

Destinados originalmente a estudiantes que necesitan aprender a ordenar con rigor su pensamiento, siguen siendo muy útiles para todas las edades en esta ruidosa cultura del siglo XXI, que por momentos parece asfixiar el necesario sosiego para elaborar el propio pensamiento a partir de la multitud de informaciones, no siempre contrastadas,  que recibimos del exterior. 

Anoto algunas ideas extraídas al leerlos.


El trabajo intelectual requiere dos cualidades contrarias: la lucha contra la distracción, para lograr concentrarse; y un distanciamiento respecto al trabajo, puesto que la mente debe alcanzar su altura, debe ser mantenida –como decía Pascal- por encima de su obra. Es el distanciamiento que se traduce en un cierto abandono del ser, en un lenguaje natural, en un quietismo de la voluntad, que a menudo faltan en algunos que son implacables trabajadores, aplicados con paciencia y constancia a su tarea con tal encarnizamiento que están poseídos por lo que saben, en vez de poseerlo y gobernarlo.

Hay que dar un valor absoluto al acto de la atención, a la búsqueda de la perfección formal, al esfuerzo por resolver un problema, a la pena de un día: todo acto de atención, de apoyo, toda búsqueda de perfección minúscula, fuera del beneficio y de todo resultado, encuentra en sí mismo su recompensa.

El esfuerzo intelectual da fruto siempre, aunque no sea en el mismo campo en que se ha aplicado sin éxito: “Si se busca con verdadero cuidado la solución de un problema de geometría y si, al cabo de una hora, no se está más allá de lo que se estaba al principio, sin embargo habremos avanzado durante cada minuto de esta hora en otra dimensión más misteriosa. Sin que se sienta, sin que se sepa, este esfuerzo en apariencia estéril y sin fruto ha puesto más luz en el alma. El fruto se hallará un día, más tarde, en la oración. Se hallará sin duda también por añadidura en un campo cualquiera de la inteligencia, quizá totalmente extraño a las matemáticas (…) Si hay verdaderamente un deseo, si el objeto del deseo es realmente la luz, el deseo de luz producirá la luz… “Los esfuerzos inútiles del cura de Ars, durante largos y dolorosos años, para aprender latín, dieron todo su fruto en el maravilloso discernimiento con el que percibía el alma misma de los penitentes tras sus palabras e incluso tras sus silencios.” (Simone Weil)

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Cómo deben ser las notas para un fichero:

-pocas: tomar nota solo de lo que nos llama la atención, de lo que nos sirve; y despreciar lo demás;

-significativas, dinámicas, adaptables;

-en papel fuerte, a lo ancho (cuando se trabajaba sin ordenadores :-)

-que no contenga cada una más que una sola idea, apoyada sobre uno o varios hechos, o nada más q un hecho cargado con uno o varios significados.

-provistas de una o varias palabras “axiales”, arriba a la derecha, que indiquen las cosas que se podrían hacer con la nota.

-con fecha, para saber en qué edad de la vida se han tomado.

-con referencia exacta del libro fuente.

-legibles, que se puedan transmitir por herencia.

-hacer cuadros sinópticos propios, sobre todo para la historia.

-llevar siempre consigo fichas intercambiables, con un formato que sirva para toda la vida. Anotar la palabra, la información, la inspiración que pasa, atrapándola al vuelo: fichas pequeñas, siempre iguales, que permitan hacer anotaciones en cualquier lugar. (A pesar del móvil y los ipad, muchos prefieren seguir llevando su bloc de notas con boli).

-recomienda no resumir en páginas el contenido de los libros, sino hacer fichas para cada idea y unirlas al fichero: así se aprovechan mejor. (Ahora el ordenador facilita unir ambas opciones.)

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Recuperar el valor del dictado en la enseñanza: en el dictado de los textos más bellos, de pensamientos perfectamente formados, encontramos un ritmo que nos sostiene, un adormecimiento agradable y fecundo.

Las oraciones vocales, vueltas a empezar siempre, siempre, son un dictado al que sometemos a Dios para que nos calme.

Cuando se dice alguna de esas frases con calma, dictando, los alumnos saben q es algo q conviene guardar en la memoria.

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Estilo es la operación que consiste en llenar de sentido el lenguaje.

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Las grandes mentes buscan las influencias, con una actividad que es como la avidez de ser. Es un trabajo muy bueno para los días de enfermedad, de fatiga, para los ratos de vacío o cansancio: buscar la influencia, parafrasear ideas de grandes autores, releerlos y dejarse llevar por ellos. Los alumnos no deberían tratar de escribir por sí mismos demasiado temprano: es preferible que primero se esfuercen por resumir a los griegos, a Aristóteles,… que antes que nada tomen prestado de los buenos, de los mejores que nos han precedido. Sobre este tema es interesante también Por qué leer a los clásicos

 

viernes, 3 de noviembre de 2023

Este muerto no soy yo, dijo Eugenio de Azcárraga

 



Este muerto no soy yo, dijo Eugenio de Azcárraga. Angel Mompó Romero. Ed.Transhumantes. 

 

Relato de las vivencias durante la guerra civil de un joven valenciano que se preparaba para ingresar en la universidad y estudiar Derecho cuando estalló la guerra civil. 


Eugenio de Azcárraga, de familia media acomodada y sin ninguna vinculación política, tras ser detenido en varias ocasiones acusado de fascista, viendo el cariz de los acontecimientos y temiendo lo peor, huyó en un barco italiano hacia Roma, y desde allí pasó a alistarse en el bando nacional. “Entre un bando y otro tuve que escoger por eliminación”, declaraba años más tarde.


Realizó un curso acelerado de alférez provisional, que estuvo a punto de suspender por afear a un mando su conducta con un enfermo. Pero salió en su defensa un mando alemán, que lo llevó consigo a Granada. 


Su unidad entró en combate en Asturias, y de allí pasó al frente de Teruel, donde sufrió el duro asedio de las tropas republicanas, muy superiores en número a los nacionales. El cerco duró varias semanas, en las que Eugenio combatió primero en posiciones defensivas en torno a la ciudad, y después se vio obligado a replegarse hacia los edificios del Seminario y de la Comandancia militar. Se luchó a la bayoneta y con bombas incendiarias durante varias semanas, a veinte bajo cero. Eran los fríos días de diciembre y enero de 1938. 


Hubo un trágico momento en que las tropas nacionales al mando del general Varela llegaron a la vista de la ciudad para liberarla, y de hecho durante unas horas los republicanos abandonaron el cerco huyendo. Pero inexplicablemente Varela, apenas a dos kilómetros de los asediados, con la excusa de una fuerte nevada y la consiguiente falta de visibilidad, detuvo el avance sin siquiera llevar alimentos y agua a los sitiados, a pesar de la ausencia de fuerzas enemigas o de cualquier otro obstáculo entre ellos. El obispo de la ciudad, Anselmo Polanco, que estaba entre los sitiados, llegó a celebrar una Misa de acción de gracias mientras esperaban la liberación. Pero no hubo liberación. 


En efecto, el general Rojo conminó a volver a sus posiciones a las tropas del ejército republicano, que habían huido en desbandada ante la cercanía de los nacionales. Y durante la noche, mientras Varela esperaba que mejorase el tiempo para entrar en la ciudad, los republicanos recuperaron sus posiciones y atacaron por sorpresa a los sitiados, pillándoles desprevenidos.  


Los asediados, con varios miles de civiles entre ellos, sin comida ni agua, y habiendo sufrido numerosas bajas, decidieron rendirse. Antes de entregarse, un grupo de unos cuarenta oficiales logró huir, aprovechando la oscuridad de la noche. Salvo algunos civiles y malheridos, que fueron dejados en libertad, los demás (militares, eclesiásticos y civiles) fueron hechos prisioneros y trasladados a San Miguel de los Reyes, en Valencia, más tarde al castillo de Montjuich, en Barcelona, y finalmente hacia la frontera francesa, a medida que el bando republicano retrocedía ante el ejército de Franco.


La suerte de los prisioneros fue diversa y trágica. Los republicanos los habían dividido en varios grupos. Los mayores de 50 años fueron fusilados en febrero de 1939, ya cerca de la frontera con Francia, en un barranco cerca de Pont de Molins, en el Alto Ampurdán. Entre ellos estaban Rey d’Harcourt y el obispo de Teruel, Anselmo Polanco. 


Cuando los nacionales recuperaron Teruel, Eugenio de Azcárraga fue dado por muerto: le confundieron con un alférez, fallecido en combate, entre cuyas ropas encontraron una carta dirigida a Eugenio por su madrina de guerra. Fue la única identificación que se encontró junto a ese cadáver, que fue enterrado como Eugenio de Azcárraga en el Valle de los Caídos. Sin embargo, el verdadero Eugenio vivía y estaba entre los apresados. 


Los más jóvenes, entre ellos Eugenio, habían sido incorporados a diversos batallones disciplinarios y dedicados a cavar trincheras. Ya cerca de la frontera el tren en que eran llevados, el comandante republicano deseaba pasar a Francia para liberarles y desertar, pero en Puigcerdá el convoy recibió órdenes de volver atrás. 


Aprovechando la oscuridad de la noche, Eduardo y varios más (catorce en total), mientras el tren salía de la estación de Queixans, saltaron a la nieve y corrieron en dirección a Francia. En la huida les alcanzaron los disparos de los guardias desde la estación. Uno de los que huían cayó muerto. A otro, gravemente herido, tuvieron que abandonarlo. Los demás lograron alcanzar el primer pueblo francés, Palau de Cerdagne, y allí la libertad.

 

Finalmente también alcanzaron la libertad el resto de prisioneros del batallón disciplinario que habían permanecido en el tren. Alguien dio la orden de que el tren se dirigiera de nuevo hacia la frontera, y nada más cruzarla quedaron libres.  


Teruel fue la única capital de provincia que conquistó el ejército rojo durante la guerra civil. Por eso el oficial nacional que capituló, coronel Rey d’Harcourt, nunca fue bien visto por el régimen de Franco, que primero ordenó un juicio sumarísimo para analizar las causas de la rendición, y después silenció su figura.


El libro se lee con interés, como toda narración de hechos reales contados en primera persona por sus protagonistas. No hace juicios de valor. Se limita a dejar constancia de los hechos, dejando que el lector saque sus propias conclusiones con libertad. Sin consignas políticas ni estereotipos ideológicos, que tanto daño suelen hacer a la unidad y la concordia. 


Relacionados: Un adolescente en la retaguardia. 



miércoles, 1 de noviembre de 2023

Letras de juventud: Estrella luminosa

 




Estrella luminosa


Una estrella en la frente,

limpia luz

de un beso amabilísimo

que me diste, 

tintinea

resplandeciente,

iluminando el camino

en la oscuridad de la noche. 

*

Llena el alma de amor,

ansias de correr la inundan;

un deseo de llegar

cuanto antes,

y el desasosiego, pequeño, 

de la duda inquietante:

Amor,

¿es éste el mejor camino?

**

Con el amor,

la alegría y la paz;

seguridad de ser

a tu lado

más fuerte que la roca;

y la duda del camino

que se torna

deportiva lucha cotidiana.

***

Dulce fuego abrasador 

prende mi alma.

Ansias de llegar,

voluntad de vivir,

alegría del camino.

¡Qué bien,

servir a mi Señor,

ganar junto a Él

la gran batalla

que espera el mundo!