Suite francesa. Irène
Némirovsky. Ed. Narrativa
Salamandra.
Excepcional novela, en parte autobiográfica, sobre la ocupación nazi de
Francia, que la autora fue escribiendo al hilo de los acontecimientos que
sufrió en su propia carne.
Detenida en 1942 por la gendarmería francesa y
entregada a los nazis, Irène Némirovsky
fue asesinada en Auschwitz poco
después. El manuscrito, truncado en el momento de su detención, fue guardado
por sus hijas, que consiguieron ocultarse de los gendarmes y finalmente pudieron
esconderse en un convento de monjas católicas hasta el final de la guerra.
Con una escritura ágil y elegante, la novela está concebida como una pieza musical en cinco partes, de las que sólo escribió pudo escribir dos.
Llama la atención la frescura de los hechos que describe, con realismo, logrando un testimonio de primera mano sobre el desmoronamiento social y moral de la Francia ocupada.
Es una narración lúcida, sin sentimentalismos,
propia de quien percibe la triste realidad que le circunda, las conductas
gregarias ante legislaciones injustas, y ansía respirar en libertad.
Irene Nemirovsky con sus dos hijas |
Resalto varias de sus agudas observaciones acerca
del comportamiento humano, cuando es puesto a prueba por la adversidad:
Egoísmo
de los adolescentes
La crueldad
de que son capaces algunos adolescentes, producto de una imaginación muy
viva y sensible, totalmente ensimismada, absorta en su propia alma: el adolescente no se compadece de las
desgracias ajenas, no las ve, sólo se ve a sí mismo.
Compasiones
falseadas por el egoísmo:
“Decía “nos” (a qué pruebas “nos” vemos sometidos…)
por ese sentimiento de pudor que nos
impulsa a fingir males similares a los del desventurado que tenemos delante…”
Aunque el egoísmo deforma nuestras mejores intenciones, “tan ingenuamente que
somos capaces de decir a un tuberculoso en fase terminal, con la mayor
inocencia: lo compadezco, porque sé lo que es: tengo un reuma que no me deja
vivir desde hacer tres semanas...”
Educación
La buena educación sirve precisamente para corregir
las reacciones instintivas de los seres humanos.
Juicios
temerarios
“En el fondo todos juzgamos a los demás según
nuestro propio corazón. El avaro cree que a todo el mundo lo mueve el interés;
al lujurioso, el deseo…”
Libertad
frente al Estado opresor
“Quiero ser libre (…) Me importa menos la libertad exterior, la libertad de viajar, de irme de esta casa… que ser libre interiormente, elegir mi propio camino, mantenerme en él, no seguir al enjambre.
Odio ese espíritu comunitario con el que nos machacan los oídos. Los alemanes, los franceses, los gaullistas, todos coinciden en una cosa: hay que vivir, pensar, amar como los otros, en función de un Estado, de un país, de un partido.
¡Oh, Dios mío! ¡Yo me niego! Soy una pobre mujer, no sirvo para nada, no sé nada, pero ¡quiero ser
libre! Esclavos, nos han convertido en esclavos… La guerra nos manda a este
sitio o al otro, nos priva de bienestar, nos quita el pan de la boca…”
Enamoramiento
“Estaban solos en la enorme casa dormida. Ninguna
confesión, ningún beso, sólo el silencio… Más tarde, conversaciones febriles y
apasionadas durante las que hablaban de sus respectivos países, de sus
familias, de música, de libros… Los invadía esa extraña felicidad, esa prisa
por desnudar el corazón ante el otro, una prisa de amante que ya es una
entrega, la primera, la entrega del alma que precede a la del cuerpo.
“Conóceme, mírame. Soy así. Esto es lo que he vivido, esto es lo que he amado.
¿Y tú? ¿Y tú, amor mío?”